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Asumir que soy iluso me salvó la vida
Por Daniel Díaz (simpulso)
Asumir que soy iluso me salvó la vida | Ni libre ni ocupado
Por Daniel Díaz (simpulso)
Asumir que soy iluso me salvó la vida | Ni libre ni ocupado
Lo siento, pero no tengo problemas. Y los únicos problemas que he tenido a lo largo de mi vida, que han sido muchos aunque todos reversibles, me los he buscado yo. Vale que nunca he caído enfermo (se dice que los Autónomos y los chinos somos inmunes a todo excepto a la fin). Vale que las mujeres me han tratado mejor de lo que merezco.
Vale que ahora tengo una esposa perfecta, una hija preciosa, y que nunca me ha faltado curro y dinero para ir tirando. Sin pretensiones, eso sí (los millonarios o los que ansían serlo, a parte de insatisfechos crónicos, me parecen, en general, una panda de inanes). Por eso reconozco que no soy objetivo cuando escucho a usuarios de mi taxi soltarme sus dramas. Algunos, bien es cierto, parece que han tenido muy mala suerte en la vida (enfermedades o accidentes imprevistos, desempleo, parejas que les salieron rana), y en esos casos no me meto: sólo escucho y ofrezco mi hombro. Pero otros, en fin, parece que han nacido al calor del fango y les “pone”, en cierto modo, meterse en líos. Quiero decir que si te gastas tu subsidio de desempleo en el bingo, es normal que tengas problemas. O si tienes la mano floja y a la mínima te lías a palos, es normal que acabes acumulando juicios y sentencias en tu contra. O si no eres capaz de controlarte cuando bebes, es normal que la acabes liando. O si tiendes a la depresión o a la ansiedad y no te tratas (hay pastillas mágicas, os lo aseguro) es normal que se agrave tu problema y por ende, acabes arrastrando a todo tu entorno. Acción-reacción, se llama. Efecto dominó, se llama.
Lo curioso es que nadie parece reconocer su parte de culpa. Raro es el caso de algún usuario de mi taxi que me acabe confesando que en verdad la cagó él solito, sin ayuda de terceros. Siempre es culpa de la empresa, de su pareja, de su casero, de Hacienda, de un poli cabrón o del portero del bar de marras. Y así es difícil dejar atrás los problemas y no agravarlos cual bola de nieve pendiente abajo. Imposible, diría yo.
Yo escapé de mis problemas reconociendo que soy iluso. No hay nada de malo en ello. Es más, asumir que soy iluso me salvó la vida. Así que piénsalo. Tal vez tú también lo seas.