Cirujano de hierro
Será en Octubre
Sonora estrena Cuando fuimos la Fox, un podcast que recorre la historia del grupo mediático que tocó techo en plena crisis y se desplomó en plena recuperación.
"Todos hemos tenido trabajos locos que dan para contar mil anécdotas. Pero mi trabajo loco fue mucho más que eso. No todos los días asistes al nacimiento y la caída de un pequeño imperio". Al periodista Gonzalo García algo le ha quitado el sueño los últimos años, creyó verlo una noche, cuando trabajaba en La Gaceta: Mario Conde salía de un despacho junto a un grupo de mariachis.
¿Sucedió? ¿Fue una alucinación? No haremos spoiler, pero de su duda razonable nació Cuando fuimos la Fox, el podcast que estrena este martes Sonora y que recorre con más de 40 ex trabajadores y altas dosis de surrealismo la historia de Intereconomía, el imperio mediático más breve de España.
"El toro que cruza los campos de España ahora está viendo la Fox". No puede ir más al grano la sintonía del documental sonoro que Gonzalo García ha escrito y dirigido junto a Jerónimo Andreu. El fin de semana anterior al nacimiento de la mítica cadena de televisión del toro, que aunaba el símbolo de Wall Street con la tradición española, lo pasaron sus creadores concentrados en un maratón televisivo con el sello de Rupert Murdoch. Para tomar ideas.
Presentadores de pie, noticias desde un sofá, información editorializada sin pudor ninguno... "Fue un elemento disruptivo en el panorama de los medios españoles. Al rojo vivo y las tertulias de La Sexta son copias de El gato al agua: la izquierda tuvo que responder a aquel modelo de política a todas horas", recuerda el ex tertuliano del que fuera buque insignia audiovisual de Intereconomía, Román Cendoya, y amigo personal de Julio Ariza, el Murdoch tras aquel pequeño imperio mediático español que tocó techo en plena crisis y se desplomó en plena recuperación. Fue sólo la última de sus paradojas.
La primera se remonta a finales de los 90, y puso el cimiento de un modus operandi que se extendió más de una década y dio lugar al nacimiento de, tome aire: una radio, dos revistas, una agencia de noticias, un canal de televisión con un plató dentro de un restaurante y una productora de cine de animación con un Premio Goya -sí, Intereconomía produjo Tadeo Jones, no diga que no habíamos avisado del surrealismo-. Julio Ariza fundó su imperio sobre las ruinas de medios en peligro de derrumbe que compró por una peseta al principio, un euro al entrar el nuevo siglo. Asumía sus deudas y su redacción completa. Así terminó el joven redactor de Bolsa Gonzalo García escribiendo que tras*formers III era "la mejor película de todos los tiempos".
En el origen estuvo la radio: Ariza, recién defenestrado del PP catalán tras el pacto con Pujol que llevó a Aznar a la Moncloa, se hizo en 1997 con una emisora especializada en inversión que había terminado en manos de la CEOE tras convertirse en una patata caliente que nadie quería. Radio Intereconomía, se llamaba, y tenía su sede en Castellana 36, seguramente el metro cuadrado más caro de Madrid. En tres años, el Grupo Intereconomía había sumado el semanario Época, la revista Trámite Parlamentario y la agencia Fax Press, siempre con una línea editorial clarísima: liberal en lo económico, conservadora en lo social.
"Julio es una persona con ideas y principios muy profundos, y cree que la sociedad actual tiene que divulgarlos y defenderlos y que los medios de comunicación tienen que ser el instrumento", describe Cendoya al teléfono desde República Dominicana, no nos quedáramos cortos de exotismo. "A pesar de su formación como abogado, es un comunicador nato". Esos principios impregnaron todos los medios que fundó: "Lo sorprendente fue su forma contundente de defender sin complejos una ideología que en España llevaba escondida desde la tras*ición". La derecha conservadora católica estaba de vuelta sobre el tablero, y esta vez llegaba para quedarse.
El cambio de Gobierno tras el 11-M fue el alimento definitivo para la ambición de Ariza: el aborto, el matrimonio lgtb, Educación para la Ciudadanía, la memoria histórica... "Éramos la tabla de salvación, la esperanza frente a un Zapatero que no paraba de destruir", asegura el ex directivo Luis Losada en el podcast. Para ser de verdad el altavoz de la derecha, era necesaria una televisión, "la cadena del descontento". Vuelta a la oferta por derribo, y el 13 de noviembre de 2005 se estrenaba El Gato al Agua. Ariza ya tenía su Fox News. Cuatro años después, completaría su Imperio con un periódico, sí, uno en ruinas.
"Compró La gaceta de los negocios cuando yo estaba de vacaciones", cuenta Gonzalo García, "cuando volví me habían perdido la maleta, no tenía casa porque me estaba mudando, y había pasado de escribir de Bolsa a la crítica de cine". Aterrizó en una cultura de empresa cuando menos, chocante. Por la redacción desfilaban curas abrazados a azafatas en minifalda, guardaespaldas con una biografía que daría para un documental de Netflix, empresarios de todo pelaje, políticos consolidados y por consolidar... Hasta un pulpo que adivinaba los resultados electorales.
En plena crisis financiera Intereconomía invitaba a sus 800 empleados a cenar en Navidad previa bendición de un cura. Sorteaba viajes, jamones, coches. A Gonzalo le tocó una tele que sigue en el salón de casa. "Creció por encima de sus posibilidades, y lo pagó", avanza el periodista. Efectivamente, la caída fue aún más fulgurante que el ascenso.
En diciembre de 2010, Publiespaña dejó de comercializar la publicidad que alimentaba Intereconomía. Primera estocada. Un año después, Rajoy llegó a La Moncloa y no volvió a coger el teléfono a Ariza. "Quería una tele de partido y se encontró con una de ideología y principios, así que le estorbaba", asegura Cendoya. Adiós a la publicidad institucional. En 2012, las grandes estrellas catódicas del grupo ponían pies en polvorosa y replicaban sus programas de éxito en otras cadenas: El chiringuito aterrizaba en La Sexta; El cascabel, en Trece TV. Hasta la Conferencia Episcopal le daba la espalda. Y el 13 de febrero de 2014, Intereconomía se fue a neցro.
"Era muy farandulero pero había muy buen ambiente", concede Gonzalo García, "sufría con la manipulación de los temas, pero también aprendí a moverme en una gran empresa que funcionaba como una startup: se reinventaba todo el tiempo". Para confirmar si vio o soñó aquella escena surrealista protagonizada por Mario Conde hay que escuchar su podcast. "Pasaban cosas tan peculiares que la gente ya casi ni las recuerda. Eso sí, yo siempre me enfado cuando alguien se mete conmigo por haber trabajado en Intereconomía. Al final, tuvo muchas cosas buenas".
Así nació, creció y murió Intereconomía, el pequeño imperio español que quiso ser la Fox: "Fue la gran innovación, hoy todas las TV lo copian"
"Todos hemos tenido trabajos locos que dan para contar mil anécdotas. Pero mi trabajo loco fue mucho más que eso. No todos los días asistes al nacimiento y la caída de un pequeño imperio". Al periodista Gonzalo García algo le ha quitado el sueño los últimos años, creyó verlo una noche, cuando trabajaba en La Gaceta: Mario Conde salía de un despacho junto a un grupo de mariachis.
¿Sucedió? ¿Fue una alucinación? No haremos spoiler, pero de su duda razonable nació Cuando fuimos la Fox, el podcast que estrena este martes Sonora y que recorre con más de 40 ex trabajadores y altas dosis de surrealismo la historia de Intereconomía, el imperio mediático más breve de España.
"El toro que cruza los campos de España ahora está viendo la Fox". No puede ir más al grano la sintonía del documental sonoro que Gonzalo García ha escrito y dirigido junto a Jerónimo Andreu. El fin de semana anterior al nacimiento de la mítica cadena de televisión del toro, que aunaba el símbolo de Wall Street con la tradición española, lo pasaron sus creadores concentrados en un maratón televisivo con el sello de Rupert Murdoch. Para tomar ideas.
Presentadores de pie, noticias desde un sofá, información editorializada sin pudor ninguno... "Fue un elemento disruptivo en el panorama de los medios españoles. Al rojo vivo y las tertulias de La Sexta son copias de El gato al agua: la izquierda tuvo que responder a aquel modelo de política a todas horas", recuerda el ex tertuliano del que fuera buque insignia audiovisual de Intereconomía, Román Cendoya, y amigo personal de Julio Ariza, el Murdoch tras aquel pequeño imperio mediático español que tocó techo en plena crisis y se desplomó en plena recuperación. Fue sólo la última de sus paradojas.
La primera se remonta a finales de los 90, y puso el cimiento de un modus operandi que se extendió más de una década y dio lugar al nacimiento de, tome aire: una radio, dos revistas, una agencia de noticias, un canal de televisión con un plató dentro de un restaurante y una productora de cine de animación con un Premio Goya -sí, Intereconomía produjo Tadeo Jones, no diga que no habíamos avisado del surrealismo-. Julio Ariza fundó su imperio sobre las ruinas de medios en peligro de derrumbe que compró por una peseta al principio, un euro al entrar el nuevo siglo. Asumía sus deudas y su redacción completa. Así terminó el joven redactor de Bolsa Gonzalo García escribiendo que tras*formers III era "la mejor película de todos los tiempos".
En el origen estuvo la radio: Ariza, recién defenestrado del PP catalán tras el pacto con Pujol que llevó a Aznar a la Moncloa, se hizo en 1997 con una emisora especializada en inversión que había terminado en manos de la CEOE tras convertirse en una patata caliente que nadie quería. Radio Intereconomía, se llamaba, y tenía su sede en Castellana 36, seguramente el metro cuadrado más caro de Madrid. En tres años, el Grupo Intereconomía había sumado el semanario Época, la revista Trámite Parlamentario y la agencia Fax Press, siempre con una línea editorial clarísima: liberal en lo económico, conservadora en lo social.
"Julio es una persona con ideas y principios muy profundos, y cree que la sociedad actual tiene que divulgarlos y defenderlos y que los medios de comunicación tienen que ser el instrumento", describe Cendoya al teléfono desde República Dominicana, no nos quedáramos cortos de exotismo. "A pesar de su formación como abogado, es un comunicador nato". Esos principios impregnaron todos los medios que fundó: "Lo sorprendente fue su forma contundente de defender sin complejos una ideología que en España llevaba escondida desde la tras*ición". La derecha conservadora católica estaba de vuelta sobre el tablero, y esta vez llegaba para quedarse.
El cambio de Gobierno tras el 11-M fue el alimento definitivo para la ambición de Ariza: el aborto, el matrimonio lgtb, Educación para la Ciudadanía, la memoria histórica... "Éramos la tabla de salvación, la esperanza frente a un Zapatero que no paraba de destruir", asegura el ex directivo Luis Losada en el podcast. Para ser de verdad el altavoz de la derecha, era necesaria una televisión, "la cadena del descontento". Vuelta a la oferta por derribo, y el 13 de noviembre de 2005 se estrenaba El Gato al Agua. Ariza ya tenía su Fox News. Cuatro años después, completaría su Imperio con un periódico, sí, uno en ruinas.
"Compró La gaceta de los negocios cuando yo estaba de vacaciones", cuenta Gonzalo García, "cuando volví me habían perdido la maleta, no tenía casa porque me estaba mudando, y había pasado de escribir de Bolsa a la crítica de cine". Aterrizó en una cultura de empresa cuando menos, chocante. Por la redacción desfilaban curas abrazados a azafatas en minifalda, guardaespaldas con una biografía que daría para un documental de Netflix, empresarios de todo pelaje, políticos consolidados y por consolidar... Hasta un pulpo que adivinaba los resultados electorales.
En plena crisis financiera Intereconomía invitaba a sus 800 empleados a cenar en Navidad previa bendición de un cura. Sorteaba viajes, jamones, coches. A Gonzalo le tocó una tele que sigue en el salón de casa. "Creció por encima de sus posibilidades, y lo pagó", avanza el periodista. Efectivamente, la caída fue aún más fulgurante que el ascenso.
En diciembre de 2010, Publiespaña dejó de comercializar la publicidad que alimentaba Intereconomía. Primera estocada. Un año después, Rajoy llegó a La Moncloa y no volvió a coger el teléfono a Ariza. "Quería una tele de partido y se encontró con una de ideología y principios, así que le estorbaba", asegura Cendoya. Adiós a la publicidad institucional. En 2012, las grandes estrellas catódicas del grupo ponían pies en polvorosa y replicaban sus programas de éxito en otras cadenas: El chiringuito aterrizaba en La Sexta; El cascabel, en Trece TV. Hasta la Conferencia Episcopal le daba la espalda. Y el 13 de febrero de 2014, Intereconomía se fue a neցro.
"Era muy farandulero pero había muy buen ambiente", concede Gonzalo García, "sufría con la manipulación de los temas, pero también aprendí a moverme en una gran empresa que funcionaba como una startup: se reinventaba todo el tiempo". Para confirmar si vio o soñó aquella escena surrealista protagonizada por Mario Conde hay que escuchar su podcast. "Pasaban cosas tan peculiares que la gente ya casi ni las recuerda. Eso sí, yo siempre me enfado cuando alguien se mete conmigo por haber trabajado en Intereconomía. Al final, tuvo muchas cosas buenas".
Así nació, creció y murió Intereconomía, el pequeño imperio español que quiso ser la Fox: "Fue la gran innovación, hoy todas las TV lo copian"
Última edición:
