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Será en Octubre
Así se conocieron Cristina Cabo y José Valencia, su malo confeso
ANDRÉ S. ZAPATALUGO / LA VOZ
LUGO CIUDAD · Exclusivo suscriptores
José Valencia Silva (izquierda), presunto malo, y Cristina Cabo Buján (derecha), víctima del crimen de Lugo.
Coincidieron en un callejón a la salida de un bar de Lugo. Ella había salido con dos amigas y él venía de otro establecimiento. Los vieron irse juntos. La jueza lo envió a prisión tras confesar que la apuñaló en su casa
03 dic 2022. Actualizado a las 18:31 h.
Comentar · 5
Cristina Cabo Buján y José Valencia Silva se conocieron por casualidad. Una coincidencia casi hasta accidental fue el origen de una de las tragedias que más han conmocionado a la sociedad gallega en los últimos tiempos. La mujer, una lucense de 42 años, y su presunto malo, colombiano de 32, apenas estuvieron juntos durante unas horas, pero la noche en la que se conocieron fue también en la que él acabo con la vida de Cristina.
Valencia Silva confesó ser el autor del crimen el pasado miércoles. Lo hizo ante la policía, al ser interrogado. Dijo que él estaba muy bebido y drojado (el estado de Cristina no lo mencionó), y que la mató tras una discusión «que se le fue de las manos». Tras ratificar su versión ante la jueza al día siguiente de declarar en la comisaría de Lugo, se ordenó su ingreso en prisión.
Nadie sospechó que la noche podría acabar así cuando se conocieron. La policía confirmó que se vieron por primera vez en un local de ocio nocturno de Lugo, y que no tenían una relación previa. En realidad, no fue en un establecimiento en sí, sino en el exterior de uno.
Se conocieron a la salida de O Furancho
Al fondo de la rúa Falcón, en pleno Casco Histórico de Lugo, se ubica uno de los locales con más tradición de la ciudad. O Furancho es un pub de referencia para muchos lucenses, y Cristina lo conocía bien. Era una clienta habitual. Acudía allí junto a varias amigas cerca de una vez a la semana, para pasar el rato después de salir de la frutería que regentaba en la rúa Mallorca, A Despensa do Avó Francisco.
Aquella noche era una más. Cristina Cabo llegó al local a eso de las tres de la madrugada. Iba con, al menos, dos amigas. Antes, ya habían estado en algún otro bar del Casco Viejo. Nada parecía raro. Hasta las 5.00 horas, cuando cerró O Furancho, la lucense estuvo allí con sus amistades. Entonces, salieron al exterior.
Esas calles son el corazón del ocio nocturno lucense. La rúa Catedral, la rúa Falcón y la rúa do Miño cuentan con la gran mayoría de los pubs de la ciudad. Es muy habitual que, cuando empiezan a cerrar los establecimientos, los clientes salgan a la calle y se queden allí un tiempo para apurar las últimas bebidas, las últimas charlas y, en definitiva, los últimos momentos de la fiesta. Así fue en el caso de Cristina.
Ella y sus amigas se quedaron en el callejón que hay junto a O Furancho. Fue allí donde conoció a José Valencia Silva. Se cree que el acusado de asesinar a la lucense venía de otro local de ambiente latino ubicado cerca de allí, en la Ronda da Muralla, a menos de cien metros del bar en el que estaba Cristina.
Empezaron a hablar y se gustaron. Acordaron ir a casa de la víctima. Varios testigos certificaron que los vieron marchándose juntos. Nadie volvió a ver a Cristina viva.
Cristina Cabo y su presunto malo se conocieron la noche del crimen y él le robó tras apuñalarla
LA VOZ
Se entrevistaron con el dueño del local y le pidieron ver las cámaras
Cuando la hermana de Cristina encontró su cadáver, la policía comenzó una labor de investigación que los llevó hasta O Furancho. Hablaron con el dueño del establecimiento, que les confirmó que Cristina pasó un par de horas allí esa noche. Él no vio al presunto malo, ni los vio juntos cuando salió al callejón tras limpiar y cerrar su local, pasadas las seis de la mañana. Le pidieron también ver la grabación de su cámara de seguridad, en donde, efectivamente, se veía a Cristina con sus amigas. Ni rastro de José Valencia, ya que el dispositivo no enfoca al callejón.
Fue el punto de partida de la investigación policial, que terminó reconstruyendo el camino a casa de ambos. Un trayecto en el que varias cámaras públicas habrían recogido imágenes de víctima y detenido, según la Policía Nacional, que afirmó en un comunicado que las cámaras fueron un punto vital de la investigación.
Distintos trayectos hasta su casa
Desde O Furancho hasta la casa de Cristina hay un camino de unos doce minutos. El recorrido más corto es salir por Porta Miñá hacia la Ronda da Muralla, y luego coger por las calles Anduriñas, Doutor Gasalla y Eduardo Pondal Poeta hasta llegar a la casa donde se cometió el crimen. Sin embargo, no está todavía completamente claro el trayecto que hicieron, porque también podrían haber ido por dentro de la Muralla, por A Tinería, hasta la comisaría provincial, y luego bajar por Xermán Alonso Hortas hasta la Praza do Exército para, finalmente, subir toda la rúa Quiroga.
Lo que está claro es que, poco después de llegar a la casa de Cristina, José Valencia la acuchilló en múltiples ocasiones tras una discusión. Entonces, le robó su bicicleta, un ordenador y ropa, y huyó hacia su domicilio, ubicado en la rúa Miguel de Cervantes. Allí fue detenido en la mañana del martes, poco más de 48 horas después del crimen.
Esta vez, sí: las cámaras de vigilancia de Lugo sirvieron para detener al presunto malo de Cristina Cabo
LA VOZ
Los policías continúan con las diligencias
Este viernes, varios agentes de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV), la sección de la Comisaría Provincial de Lugo encargada del crimen, todavía acudieron a la calle en la que vivía el detenido con su familia para recabar pruebas. Estuvieron rebuscando entre los arbustos, paseando por las calles y revisando contenedores casi hasta la Ronda das Fontiñas. No está claro lo que buscan, pero sí que se trata de las últimas diligencias policiales antes de cerrar la fase de investigación. También regresaron a los negocios de la zona para preguntar si alguno de ellos tenía cámaras de videovigilancia que pudiesen haber grabado el regreso a casa del malo confeso.
José Valencia Silva ya está en el módulo de ingresos en aislamiento sanitario del centro penitenciario de Bonxe (Outeiro de Rei). Al no poder comprobar que cuenta con la pauta de banderillación del el bichito-19, ya que llegó hace poco de Colombia, se encuentra en una celda acristalada a la espera de pasar a los módulos habituales junto al resto de presos.
El portavoz de la Policía Nacional de Lugo, el subinspector Manuel Arias, certificó este viernes que la investigación está «prácticamente cerrada» y ahora «está todo en manos de la autoridad judicial, con lo que la policía hará todas aquellas diligencias que sean ordenadas por el juzgado», en este caso el Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo.
Con todo, concluyó que también se tratará de «aclarar cualquier fleco que pueda quedar pendiente para la instrucción y de preparar el juicio que se celebrará cuando la autoridad judicial determine».
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José Valencia Silva (izquierda), presunto malo, y Cristina Cabo Buján (derecha), víctima del crimen de Lugo.
Coincidieron en un callejón a la salida de un bar de Lugo. Ella había salido con dos amigas y él venía de otro establecimiento. Los vieron irse juntos. La jueza lo envió a prisión tras confesar que la apuñaló en su casa
03 dic 2022. Actualizado a las 18:31 h.
Comentar · 5
Cristina Cabo Buján y José Valencia Silva se conocieron por casualidad. Una coincidencia casi hasta accidental fue el origen de una de las tragedias que más han conmocionado a la sociedad gallega en los últimos tiempos. La mujer, una lucense de 42 años, y su presunto malo, colombiano de 32, apenas estuvieron juntos durante unas horas, pero la noche en la que se conocieron fue también en la que él acabo con la vida de Cristina.
Valencia Silva confesó ser el autor del crimen el pasado miércoles. Lo hizo ante la policía, al ser interrogado. Dijo que él estaba muy bebido y drojado (el estado de Cristina no lo mencionó), y que la mató tras una discusión «que se le fue de las manos». Tras ratificar su versión ante la jueza al día siguiente de declarar en la comisaría de Lugo, se ordenó su ingreso en prisión.
Nadie sospechó que la noche podría acabar así cuando se conocieron. La policía confirmó que se vieron por primera vez en un local de ocio nocturno de Lugo, y que no tenían una relación previa. En realidad, no fue en un establecimiento en sí, sino en el exterior de uno.
Se conocieron a la salida de O Furancho
Al fondo de la rúa Falcón, en pleno Casco Histórico de Lugo, se ubica uno de los locales con más tradición de la ciudad. O Furancho es un pub de referencia para muchos lucenses, y Cristina lo conocía bien. Era una clienta habitual. Acudía allí junto a varias amigas cerca de una vez a la semana, para pasar el rato después de salir de la frutería que regentaba en la rúa Mallorca, A Despensa do Avó Francisco.
Aquella noche era una más. Cristina Cabo llegó al local a eso de las tres de la madrugada. Iba con, al menos, dos amigas. Antes, ya habían estado en algún otro bar del Casco Viejo. Nada parecía raro. Hasta las 5.00 horas, cuando cerró O Furancho, la lucense estuvo allí con sus amistades. Entonces, salieron al exterior.
Esas calles son el corazón del ocio nocturno lucense. La rúa Catedral, la rúa Falcón y la rúa do Miño cuentan con la gran mayoría de los pubs de la ciudad. Es muy habitual que, cuando empiezan a cerrar los establecimientos, los clientes salgan a la calle y se queden allí un tiempo para apurar las últimas bebidas, las últimas charlas y, en definitiva, los últimos momentos de la fiesta. Así fue en el caso de Cristina.
Ella y sus amigas se quedaron en el callejón que hay junto a O Furancho. Fue allí donde conoció a José Valencia Silva. Se cree que el acusado de asesinar a la lucense venía de otro local de ambiente latino ubicado cerca de allí, en la Ronda da Muralla, a menos de cien metros del bar en el que estaba Cristina.
Empezaron a hablar y se gustaron. Acordaron ir a casa de la víctima. Varios testigos certificaron que los vieron marchándose juntos. Nadie volvió a ver a Cristina viva.
Cristina Cabo y su presunto malo se conocieron la noche del crimen y él le robó tras apuñalarla
LA VOZ
Se entrevistaron con el dueño del local y le pidieron ver las cámaras
Cuando la hermana de Cristina encontró su cadáver, la policía comenzó una labor de investigación que los llevó hasta O Furancho. Hablaron con el dueño del establecimiento, que les confirmó que Cristina pasó un par de horas allí esa noche. Él no vio al presunto malo, ni los vio juntos cuando salió al callejón tras limpiar y cerrar su local, pasadas las seis de la mañana. Le pidieron también ver la grabación de su cámara de seguridad, en donde, efectivamente, se veía a Cristina con sus amigas. Ni rastro de José Valencia, ya que el dispositivo no enfoca al callejón.
Fue el punto de partida de la investigación policial, que terminó reconstruyendo el camino a casa de ambos. Un trayecto en el que varias cámaras públicas habrían recogido imágenes de víctima y detenido, según la Policía Nacional, que afirmó en un comunicado que las cámaras fueron un punto vital de la investigación.
Distintos trayectos hasta su casa
Desde O Furancho hasta la casa de Cristina hay un camino de unos doce minutos. El recorrido más corto es salir por Porta Miñá hacia la Ronda da Muralla, y luego coger por las calles Anduriñas, Doutor Gasalla y Eduardo Pondal Poeta hasta llegar a la casa donde se cometió el crimen. Sin embargo, no está todavía completamente claro el trayecto que hicieron, porque también podrían haber ido por dentro de la Muralla, por A Tinería, hasta la comisaría provincial, y luego bajar por Xermán Alonso Hortas hasta la Praza do Exército para, finalmente, subir toda la rúa Quiroga.
Lo que está claro es que, poco después de llegar a la casa de Cristina, José Valencia la acuchilló en múltiples ocasiones tras una discusión. Entonces, le robó su bicicleta, un ordenador y ropa, y huyó hacia su domicilio, ubicado en la rúa Miguel de Cervantes. Allí fue detenido en la mañana del martes, poco más de 48 horas después del crimen.
Esta vez, sí: las cámaras de vigilancia de Lugo sirvieron para detener al presunto malo de Cristina Cabo
LA VOZ
Los policías continúan con las diligencias
Este viernes, varios agentes de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV), la sección de la Comisaría Provincial de Lugo encargada del crimen, todavía acudieron a la calle en la que vivía el detenido con su familia para recabar pruebas. Estuvieron rebuscando entre los arbustos, paseando por las calles y revisando contenedores casi hasta la Ronda das Fontiñas. No está claro lo que buscan, pero sí que se trata de las últimas diligencias policiales antes de cerrar la fase de investigación. También regresaron a los negocios de la zona para preguntar si alguno de ellos tenía cámaras de videovigilancia que pudiesen haber grabado el regreso a casa del malo confeso.
José Valencia Silva ya está en el módulo de ingresos en aislamiento sanitario del centro penitenciario de Bonxe (Outeiro de Rei). Al no poder comprobar que cuenta con la pauta de banderillación del el bichito-19, ya que llegó hace poco de Colombia, se encuentra en una celda acristalada a la espera de pasar a los módulos habituales junto al resto de presos.
El portavoz de la Policía Nacional de Lugo, el subinspector Manuel Arias, certificó este viernes que la investigación está «prácticamente cerrada» y ahora «está todo en manos de la autoridad judicial, con lo que la policía hará todas aquellas diligencias que sean ordenadas por el juzgado», en este caso el Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo.
Con todo, concluyó que también se tratará de «aclarar cualquier fleco que pueda quedar pendiente para la instrucción y de preparar el juicio que se celebrará cuando la autoridad judicial determine».
