Vlad_Empalador
Será en Octubre
Problemas mentales y brujería, el cóctel fatal del presunto homicidio de Paderne
D. VÁZQUEZPADERNE
PADERNE · Exclusivo suscriptores
Vivienda en Paderne en la que residía la víctima con su mujer Dolores Vázquez
La víctima apareció tapada en cama y con varios golpes en la cabeza. La Guardia Civil detuvo a la mujer como presunta autora de la fin violenta de su marido
07 mar 2023. Actualizado a las 14:09 h.
Comentar · 9
Hay todavía muchas incógnitas sobre el supuesto homicidio que se produjo a principios de enero en el núcleo de O Tercio, en el concello coruñés de Paderne. Pilar Golpe, de unos 60 años y natural de Viadeiro (MIño), está detenida por la fin violenta de su marido, Manuel Lousa, de 63 años, que apareció sin vida en el domicilio familiar, una vivienda de dos plantas en una aldea con unas quince casas. Su cuerpo fue descubierto por la Guardia Civil acostado en la cama, tapado y con golpes en la cabeza, supuestamente producido por un objeto que no ha sabido precisar.
Residían en la casa donde él había nacido, en la parroquia de Velouzás, y donde habían convivido con la progenitora del fallecido hasta hace 5 años, cuando la mujer pereció. Con una incapacidad debido a sus problemas psiquiátricos, los vecinos aseguran que Manolo, como lo llamaban, siempre «tuvo problemas de nervios». Puntualizan que era violento cuando no tomaba la medicación y que muchas veces su progenitora era la víctima de su mal genio. Aseguran que escuchaban cómo le gritaba e incluso cómo la zarandeaba, pero cuando le preguntaban, ella zanjaba el asunto diciendo que eran accidentes. «Vías os jovenlandesatóns, pero Fina sempre dicía que caera», comenta una vecina, que precisa que amenazaba con lo que tuviera en la mano y por eso intentaban no tener mucho contacto.
La fin del único hijo del matrimonio hace una década, vinculada al consumo de drojas, los tras*formó. Cuando arreglaron la casa familiar hace unos diez años, convirtieron la habitación de su hijo —también se llamaba Manuel— en su particular santuario. A pesar de que el personal de Servicios Sociales del Concello trató de asistir al matrimonio durante un tiempo, los vecinos aseguran que rechazaron la ayuda y que «non pararon ata que se marcharon» en el mes de octubre.
Vecinos del núcleo de O Tercio, en Paderne. Dolores Vázquez
«Poñíase diante da miña casa a berrar que non lle pagaba a renta e que todo era seu», comenta María Luisa Filgueira, una vecina de O Tercio, que reconoce que la relación del matrimonio con la aldea no era buena. No se hablaban con nadie, tras múltiples desplantes, los vecinos optaron por no mediar palabra. Pilar hacia la compra a los vendedores que acudían a la aldea, cuando el resto de vecinos ya la habían hecho y tras*mitió que lo hacía así porque hablaba mal de ella. Tampoco se llevaba bien el matrimonio. «Entre eles había problemas, había ***óns a calquera hora e sentíanse os berros», comentan. Sin embargo, la Guardia Civil indicó que no había denuncias de malos tratos entre ellos.
El matrimonio optaba por el aislamiento y le gustaba la brujería. Los residentes de la zona enumeran varios comportamientos incívicos: manías de por dónde podían pasar, preparar comida maloliente que tiraban en los caminos y realizar rituales en los cruces.
Los vecinos aseguran que Pilar era muy devota. En la casa, junto al número de la vivienda, el 44, tienen una pequeña imagen de una virgen. «Ela estaba moi obsesionada coa bruxería», comenta Marina Pereiro, cuya casa colinda con la del matrimonio y que reconoce que no tenía trato con ellos.
A las dos de la madrugada del 7 de enero Pilar llamó a la ambulancia porque se encontraba mal de salud y fue trasladada al Chuac. Cerró la casa sin decir que dentro quedaba su marido. Antes, ya había avisado al panadero de que no le sirviera más pan. Pasaron los días y los vecinos se preocuparon por no ver al hombre. Manuel Barral y José Espiñeira, residentes de O Tercio, optaron por avisar a los Servicios Sociales de Paderne. La casa estaba cerrada y nadie contestó, también acudió la Guardia Civil, pero no pudo acceder hasta el día 20 de enero, cuando acudieron a la zona con los bomberos. Fue cuando descubrieron el cuerpo de Manolo. «Non tiñamos relación, pero as cartas amontonábanse na entrada e ata o farmacéutico se acercou a deixáralles pañais», relata Barral, que reconoce que fue Espiñeira el que le propuso dar la voz de alarma y ante la acumulación de correo optaron por avisar. «Non tiñan relación con ninguén, estabas ao lado e non che daban nin os bos días», apunta Barral reconociendo el carácter huraño de la pareja. Después también se enteraron de que no retiraban la medicación. Explican que cuando le murió la progenitora había desaparecido unos días, por lo que en un primer momento tampoco su ausencia les hizo sospechar.
Desde la Guardia Civil no precisan cuánto llevaba Manuel muerto.
Pilar, que describen con problemas derivados de la obesidad mórbida que tenía, había adelgazado mucho últimamente y los vecinos aseguran que tenía amedrentado a su marido, que en los últimos tiempos se mostraba algo más comunicativo. Ambos estaban delicados de salud. «Co soplo dunha mosca el caía», señalan sobre Manuel, que describen como un hombre grande, paseaba siempre con un cayado.
Manuel tenía una medio hermana que murió hace años y Pilar también perdió un hermano. En su casa, los vecinos no veían visitas, aunque decían que había un hombre que venía a veces desde A Coruña y se preocupaba por ellos. En estos momentos, la casa permanece cerrada, con las contras cerradas. En la puerta se puede ver el precinto de la Guardia Civil y la rotura del cristal de la parte inferior.
La Guardia Civil precisa que la mujer estaba impedida para vivir sola y tras su ingreso en el hospital estaban a la espera de una residencia o un lugar a donde pudiera mudarse. Cuando se avanzó en su traslado fue cuando se confirmó, con los datos aportados por la autopsia, su posible relación con la fin violenta de su marido, por lo que fue detenida e ingresó en la prisión de Teixeiro.
D. VÁZQUEZPADERNE
PADERNE · Exclusivo suscriptores
Vivienda en Paderne en la que residía la víctima con su mujer Dolores Vázquez
La víctima apareció tapada en cama y con varios golpes en la cabeza. La Guardia Civil detuvo a la mujer como presunta autora de la fin violenta de su marido
07 mar 2023. Actualizado a las 14:09 h.
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Hay todavía muchas incógnitas sobre el supuesto homicidio que se produjo a principios de enero en el núcleo de O Tercio, en el concello coruñés de Paderne. Pilar Golpe, de unos 60 años y natural de Viadeiro (MIño), está detenida por la fin violenta de su marido, Manuel Lousa, de 63 años, que apareció sin vida en el domicilio familiar, una vivienda de dos plantas en una aldea con unas quince casas. Su cuerpo fue descubierto por la Guardia Civil acostado en la cama, tapado y con golpes en la cabeza, supuestamente producido por un objeto que no ha sabido precisar.
Residían en la casa donde él había nacido, en la parroquia de Velouzás, y donde habían convivido con la progenitora del fallecido hasta hace 5 años, cuando la mujer pereció. Con una incapacidad debido a sus problemas psiquiátricos, los vecinos aseguran que Manolo, como lo llamaban, siempre «tuvo problemas de nervios». Puntualizan que era violento cuando no tomaba la medicación y que muchas veces su progenitora era la víctima de su mal genio. Aseguran que escuchaban cómo le gritaba e incluso cómo la zarandeaba, pero cuando le preguntaban, ella zanjaba el asunto diciendo que eran accidentes. «Vías os jovenlandesatóns, pero Fina sempre dicía que caera», comenta una vecina, que precisa que amenazaba con lo que tuviera en la mano y por eso intentaban no tener mucho contacto.
La fin del único hijo del matrimonio hace una década, vinculada al consumo de drojas, los tras*formó. Cuando arreglaron la casa familiar hace unos diez años, convirtieron la habitación de su hijo —también se llamaba Manuel— en su particular santuario. A pesar de que el personal de Servicios Sociales del Concello trató de asistir al matrimonio durante un tiempo, los vecinos aseguran que rechazaron la ayuda y que «non pararon ata que se marcharon» en el mes de octubre.
Vecinos del núcleo de O Tercio, en Paderne. Dolores Vázquez
«Poñíase diante da miña casa a berrar que non lle pagaba a renta e que todo era seu», comenta María Luisa Filgueira, una vecina de O Tercio, que reconoce que la relación del matrimonio con la aldea no era buena. No se hablaban con nadie, tras múltiples desplantes, los vecinos optaron por no mediar palabra. Pilar hacia la compra a los vendedores que acudían a la aldea, cuando el resto de vecinos ya la habían hecho y tras*mitió que lo hacía así porque hablaba mal de ella. Tampoco se llevaba bien el matrimonio. «Entre eles había problemas, había ***óns a calquera hora e sentíanse os berros», comentan. Sin embargo, la Guardia Civil indicó que no había denuncias de malos tratos entre ellos.
El matrimonio optaba por el aislamiento y le gustaba la brujería. Los residentes de la zona enumeran varios comportamientos incívicos: manías de por dónde podían pasar, preparar comida maloliente que tiraban en los caminos y realizar rituales en los cruces.
Los vecinos aseguran que Pilar era muy devota. En la casa, junto al número de la vivienda, el 44, tienen una pequeña imagen de una virgen. «Ela estaba moi obsesionada coa bruxería», comenta Marina Pereiro, cuya casa colinda con la del matrimonio y que reconoce que no tenía trato con ellos.
A las dos de la madrugada del 7 de enero Pilar llamó a la ambulancia porque se encontraba mal de salud y fue trasladada al Chuac. Cerró la casa sin decir que dentro quedaba su marido. Antes, ya había avisado al panadero de que no le sirviera más pan. Pasaron los días y los vecinos se preocuparon por no ver al hombre. Manuel Barral y José Espiñeira, residentes de O Tercio, optaron por avisar a los Servicios Sociales de Paderne. La casa estaba cerrada y nadie contestó, también acudió la Guardia Civil, pero no pudo acceder hasta el día 20 de enero, cuando acudieron a la zona con los bomberos. Fue cuando descubrieron el cuerpo de Manolo. «Non tiñamos relación, pero as cartas amontonábanse na entrada e ata o farmacéutico se acercou a deixáralles pañais», relata Barral, que reconoce que fue Espiñeira el que le propuso dar la voz de alarma y ante la acumulación de correo optaron por avisar. «Non tiñan relación con ninguén, estabas ao lado e non che daban nin os bos días», apunta Barral reconociendo el carácter huraño de la pareja. Después también se enteraron de que no retiraban la medicación. Explican que cuando le murió la progenitora había desaparecido unos días, por lo que en un primer momento tampoco su ausencia les hizo sospechar.
Desde la Guardia Civil no precisan cuánto llevaba Manuel muerto.
Pilar, que describen con problemas derivados de la obesidad mórbida que tenía, había adelgazado mucho últimamente y los vecinos aseguran que tenía amedrentado a su marido, que en los últimos tiempos se mostraba algo más comunicativo. Ambos estaban delicados de salud. «Co soplo dunha mosca el caía», señalan sobre Manuel, que describen como un hombre grande, paseaba siempre con un cayado.
Manuel tenía una medio hermana que murió hace años y Pilar también perdió un hermano. En su casa, los vecinos no veían visitas, aunque decían que había un hombre que venía a veces desde A Coruña y se preocupaba por ellos. En estos momentos, la casa permanece cerrada, con las contras cerradas. En la puerta se puede ver el precinto de la Guardia Civil y la rotura del cristal de la parte inferior.
La Guardia Civil precisa que la mujer estaba impedida para vivir sola y tras su ingreso en el hospital estaban a la espera de una residencia o un lugar a donde pudiera mudarse. Cuando se avanzó en su traslado fue cuando se confirmó, con los datos aportados por la autopsia, su posible relación con la fin violenta de su marido, por lo que fue detenida e ingresó en la prisión de Teixeiro.
