Es curiosos cómo los destripadores de mitos dejan en un aparte vergonzoso sus propios mitos, algunos o muchos de los que les dan de comer. La "Pepa" es un mito, el "pueblo", la libertad, la solidaridad, la fraternidad, la hermandad... son mitos también, porque apuntan todos a un deseo, a una necesidad muy por encima de la realidad de esos pomposos enunciados.
No importa si el Rey Arturo existió o de dejó de existir, importa en tanto que mito capaz de conciliar adhesiones a grandes causas, que puede ser social, política, nacional o internacional. Son un dechado de virtudes cuyas debilidades en tanto que hombres no las oscurecen. Al contrario, es en su dimensión humana que sus virtudes adquieren un valor ejemplarizante y motivador que une entorno a su figura la mejor voluntad de un pueblo. El ser humano necesita referencias lejanas y casi inalcanzables para no quedarse en la parte grotesca de su existencia.