Aquímedes y el rayo de la fin, entre la realidad y el mito.

O rianxeiro

Madmaxista
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Siempre me ha encantado esta historia.
Nos pondremos primero en situación:

Arquímedes y el Asedio de Siracusa

En la actualidad, para bien o para mal, la ciencia y la industria bélica van de la mano. Las guerras, como cualquier situación de supervivencia extrema, desata el ingenio del ser humano y por este motivo los periodos de guerra siempre han sido épocas de grandes logros científicos. Por citar ejemplo recientes tenemos el radar, los submarinos, la energía nuclear o el tremendo impulso que sufrió la aviación durante la segunda guerra mundial.

Pero esta extraña relación de amor-repruebo entre científicos y militares no es algo nuevo. Quizá el ejemplo más antiguo lo encontremos con Arquímedes . El mismo que enunció el principio de Arquímides(todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado.) o el que dijo aquello de: “Dame un punto de apoyo y moveré el mundo” . Ese Arquímedes alcanzó más fama entre la sociedad de su época por construir increibles ingenios militares que por sus dotes de matemático. Cosa que él lamentaba.

Arquímedes fue el inventor de la catapulta y de varias máquinas de guerra más. Pero el episodio más conocido e increible es cuando el asedio de Siracusa, a la fortaleza que había diseñado él mismo.

En el 214 a.d.C. durante el asedio de Siracusa por el general romano Marcelo, Arquímedes, a pesar de no ostentar cargo oficial alguno se puso a disposición de Hierón(Rey de Siracusa), llevando a cabo prodigios en defensa de su ciudad natal, pudiéndose afirmar que él sólo sostuvo la plaza contra el ejército romano. La ciudad fue cercada por mar y por tierra pero Arquímedes, con más de 70 años, ideó y construyó un montón de maquinarias para repeler los ataques.

Durante el primer asalto, Arquímedes, defendió la muralla instalando catapultas de diferente alcance, cuando los romanos se encontraban lejos los bombardeo con proyectiles y cuando estos, mas cerca, pensaban que se ponían fuera de tiro, nueva maquinaria con menor alcance proseguía con el contraataque, Marcelo desistió de acercarse a la muralla al menos de día, planifico el mismo ataque pero para la noche, en la que se acerco a la muralla sin ser visto, sin embargo, Arquímedes. ya se encontraba preparado contra el supuesto de que el enemigo llegase junto a la muralla, ahora entraron en funcionamiento los escorpiones instalados en las troneras de las murallas, que apoyados así mismo por arqueros hicieron gran matanza entre los romanos hasta el punto de inutilizar cualquier intento de asaltar la muralla. Las torres de asalto, acercadas a su vez junto a las murallas fueron desechas por unos extraños artefactos diseñados por el sabio siracusano que, cuando las sambucas se acercaban al muro, sobresalían a lo alto de la muralla tras*portando grandes peñascos e incluso bolas de plomo que se dejaban caer sobre la escalera enemiga destrozandola e incluso poniendo en grave aprieto a las naves mismas. Los barcos asaltantes eran sorprendidos aquí y allá con el lanzamiento de grandes pedruscos mediante unas órbitas hasta entonces inimaginables, de tal manera que en ángulos que parecían imposibles de ser alcanzados los romanos recibían el impacto de los proyectiles siracusanos. También desarrollo Arquímedes. una maquina que constaba de una mano de hierro suspendida de una cadena que atenazaba al barco por la proa, luego, mediante un sistema de poleas el barco era elevado del agua y cuando se encontraba suspendido ya en el aire se le soltaba, yendo a pique la mayor parte de las ocasiones.

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Marcelo ya no sabia que hacer contra los inventos de Arquímedes., siendo además los romanos presas de la mofa y burla de los defensores siracusanos que asistían asombrados a tan desigual combate entre los hombres y las maquinas. El asalto por tierra que llevo a cabo Appio Claudio no fue menos desastroso que el naval, debiendo desistir también del ataque. Reunidos los oficiales romanos, se decidió no intentar mas un asalto a viva fuerza, procediendo al asedio por hambre de la ciudad. Tres largos años costó conquistar Siracusa a los romanos y cuando lograron entrar en la ciudad la asaltaron a sangre y fuego derruyendo la ciudad. A pesar de las órdenes del cónsul Marco Claudio Marcelo de respetar la vida del sabio, durante el asalto un soldado que lo encontró abstraído en la resolución de algún problema, quizá creyendo que los brillantes instrumentos que portaba eran de oro o irritado porque no contestaba a sus preguntas, le atravesó con su espada causándole la fin. Otros datos dicen que, haciendo operaciones en la playa, unos soldados romanos pisaron sus cálculos, cosa que acabó en discusión y la fin por espadazo por parte de los romanos. Se dice que sus ultimas palabras fueron “no molestes a mis circulos”.

Plutarco lo narró asi:

“… cuando Arquímedes comenzó a emplear sus ingenios, el disparó inmediatamente contra las fuerzas de tierra toda suerte de proyectiles, e inmensas masas de piedra que cayeron con increíble ruido y violencia; contra lo cual ningún hombre pudo resistir; porque derribaban a todos aquellos sobre quienes caían a montones, rompiendo todas sus filas. Mientras tanto grandes postes empujaban desde las murallas los barcos y hundieron algunos mediante grandes pesos que dejaban caer desde encima de los mismos; otros los levantaban en el aire con una mano de hierro o un pico de ave como un pico de grulla y, cuando los habían colgado por la proa, y puesto de punta sobre la popa, los hundían hasta el fondo del mar; o bien los barcos, colgados por los ingenios de dentro, y hechos girar violentamente, eran arrojados contra las afiladas rocas que sobresalían de las murallas, con gran destrucción de los soldados que estaban a bordo de ellas. Un barco era frecuentemente levantado a gran altura en el aire (algo horrible de contemplar), y era sacudido de acá para allí, y se mantenía meciéndose, hasta que los marineros eran todos arrojados, cuando era arrojado en toda su longitud contra las rocas o dejado caer.

No se tiene constancia de como eran tales màquinas, pero se suponen que consistían en ingeniosos juegos de poleas y palancas. El mismo Plutarco comenta:

“Estas máquinas que [Arquímedes] había diseñado e inventado, no como asuntos de ninguna importancia, sino como simples pasatiempos de geometría; de conformidad con el deseo y demanda del rey Hierón ”

También hasta nuestros días ha llegado la leyenda de los espejos de Arquímedes. Se trata de otro artilugio formado por unos juegos de espejos de bronce que reflejaban y concentraban los rayos del sol sobre las naves romanas incendiándolas. Pero al parecer, últimamente, esto está más cerca de la leyenda que de la realidad. Por pruebas realizadas, se necesitarían tal cantidad de espejos y de tal tamaño que es imposible el pensar que pudieran disponer de ellos. Pero viendo lo que era capaz de realizar el viejo Arquímedes…. Lo creo capaz de cualquier cosa.

Fuente: Historias con Historia » Blog Archive » Arquímedes y el Asedio de Siracusa

Y vamos ya con el rayo de la fin:

El rayo de Arquímedes: De Siracusa a los Cazamitos

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Hace ya algunos días que ando dándole vueltas a la cabeza para escribir el artículo del "Carnaval de la Física", una propuesta que nos lanzan desde el blog Gravedad Cero para hoy día 27 de Noviembre.

Como digo, tenía algunas ideas rondándome la mente cuando ayer leí el post del tito Maikel "No molestes a mis círculos" y dedicado al asesinato de Arquímedes por un soldado romano en la defensa de Siracusa. Esto me hizo recordar el pasaje del Conde de Buffón cuando intentó imitar los experimentos del genio griego en París, una anécdota que leí hace un tiempo en el fantástico libro de Walter Gratzer "Eurekas y Euforias" y he pensado que podría ser interesante hacer un recorrido histórico por los siglos de la mano de Arquímedes y sus espejos ustorios.

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Cuenta la tradición, más concretamente Luciano de Samosata que, en la defensa de la ciudad de Siracusa ante los romanos, Arquímedes utilizó un conjunto de espejos ustorios consiguiendo hacer arder los barcos de la flota invasora.

Los hechos históricos ocurrieron en el año 213 antes de Cristo y es aquí cuando surge el problema, ya que las referencias que existen sobre este ingenio de Arquímedes son muy posteriores. Samosata por ejemplo, nació más de 100 años después de que este hecho pudiera ocurrir.

Otro punto en contra de su veracidad podríamos encontrarlo en la sorprendente ausencia de citas de este prodigio en la obra de historiadores como Plutarco, Plinio el viejo o Tito Livio, los cuales eran verdaderos fans del griego... Resulta extraño que semejante proeza pasara inadvertida a estos autores que, por otro lado, tan magníficamente relataron y trataron el resto de inventos de Arquímedes.

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Pintura mural de Giulio Parigi, 1599 | Fuente | Dominio Público

La leyenda de la defensa de Siracusa y de cómo Arquímedes derrotó a la flota romana utilizando estos espejos ustorios se convirtió en un debate encendido que ha llegado a nuestros días. Durante todos estos siglos ha habido célebres partidarios de que se trataba de una patraña, como el mismísimo Descartes, y por supuesto han existido importantes defensores de su efectividad.

Al citar a algunas de estos personajes que se empeñaron en demostrar que Arquímedes consiguió incendiar los barcos romanos, no puedo olvidarme del genial Athanasius Kircher, al que Guillermo le dedicó un increíble artículo lleno de curiosidades.

El erudito alemán, se interesó por cientos de materias durante su vida. Entre ellas, Kircher estudió durante años los espejos de Arquímedes para concluir con una serie de grabados científico-históricos, de los que aquí os dejo una muestra.

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Grabado de la defensa de Siracusa por Athanasius Kircher, s.XVII | Fuente | Dominio Público

Curiosamente, otro de los personajes irreductibles que han visitado el blog, en un artículo de hace más de un año, la curiosa historia de la Paleontología, también aparece ahora y se une a las celebridades que a lo largo de la historia, se han encargado de defender a Arquímedes y sus espejos.

Me refiero a Georges Louis Leclerc, más conocido como el Conde de Buffon quién, como ya vimos era un polémico empedernido. En esta ocasión se enfrentaría a su paisano Descartes, y el duelo prometía.

Un siglo antes que Leclerc, René Descartes afirmaba que jamás había ocurrido aquella defensa de Siracusa y que quemar un barco a distancia utilizando los espejos ustorios era materialmente imposible.

Pues bien... el Conde de Buffon, al que le encantaban este tipo de confrontaciones, no se cortó un pelo y se dispuso a demostrar lo contrario. Aprovechando que él mismo era el director de Le Jardin du Roi en Paris, que actualmente es Le Jardins des plantes (Museo de Historia Natural), instaló un gigantesco espejo ustorio compuesto de alrededor de 150 espejos cóncavos.

Los resultados fueron totalmente satisfactorios y Buffon consiguió que ardiera una madera situada a una distancia de más de 50 metros... Animado por el éxito, un año más tarde consiguió hacer arder una casa desde unos 60 metros.

Jacques Roger, en su libro "Buffon: A Life in Natural History" lo cuenta así:
Una gran multitud observaba cuando el Sol salió de entre las nubes: en pocos minutos se vio salir humo de la plancha y se dirimió la cuestión. Más adelante, ese mismo año, Buffon, con gran aclamación, incendió algunas casas en presencia del propio monarca y recibió los cumplidos no sólo de Luis XV sino también del intelectual Federico el Grande de Prusia.

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La fotografía de arriba, perteneciente a uno de los primeros "peplum" de la historia (1914), corresponde a nuestra Batalla de Siracusa escenificada en el film Cabiria, en ella pudimos asistir al ingenio de Arquímedes y sus espejos por primera vez en la pantalla.

Fuente: La Aldea Irreductible: El rayo de Arquímedes: De Siracusa a los Cazamitos

Y acabaremos con un rayo de la fin casero:

Adolescente construye “rayo de la fin” con el poder de 5 mil soles

Un adolescente de Indiana crea en su patio trastero un espejo solar capaz de derretir acero, vaporizar aluminio, hervir concreto, volver la tierra lava y destruir cualquier material orgánico en segundos.
Tu patio trastero puede ser un laboratorio para producir poderosas armas solares capaces de destruir casi cualquier objeto en la Tierra, como es el caso del “Rayo de la fin 5800″ de Eric Jacqmain, que utiliza 5,800 espejos para reflejar la luz del sol y dirigir calor. Jacqmain, de Indiana, cubrió una antena parabólica satelital de fibra de vidrio con espejos miniaturas; al alinear correctamente la antena se genera una zona de calor que puede quemar objetos cercanos como si le estuviera aplicando el calor de 5 mil soles en el cielo.

El “rayo de la fin” de Jacqmain genera suficiente energía para derretir acero, vaporizar aluminio, hervir concreto,volver la tierra lava y destruir cualquier material orgánico en segundos.

“He vaporizado antes carbón, lo que ocurre a más de 6500 Fahrneheit”, se jactó el adolescente, que sin embargo planea construir una arma solar aún más poderosa con 32 mil microespejos.

Cada minuto llega la suficiente energía del sol a la tierra para avastecer de energía a todo el planeta por un año -si tan sólo supieramos aprovecharla-.

[YOUTUBE]TtzRAjW6KO0[/YOUTUBE]

Esto último, faltas de ortografía incluidas, visto en Taringa.

---------- Post added 03-ene-2014 at 21:42 ----------

La leche... Por favor, algún moderador que corrija el título y ponga "Arquímedes". Gracias.
 
Te recomiendo que mires el capitulo de Cazadores de mitos en el que tratan sobre el rayo de la fin de Arquímedes.

La conclusión lógica,es que es un mito.

Si hubiera funcionado contra los Romanos,esta arma se hubiera utilizado mas veces a lo largo de la historia.Pero la conclusión es lógica.Por mucho rayo que concentres con un espejo,la luz de va dispersando,con lo que a cierta distancia es inoperante.
 
Te recomiendo que mires el capitulo de Cazadores de mitos en el que tratan sobre el rayo de la fin de Arquímedes.

La conclusión lógica,es que es un mito.

Si hubiera funcionado contra los Romanos,esta arma se hubiera utilizado mas veces a lo largo de la historia.Pero la conclusión es lógica.Por mucho rayo que concentres con un espejo,la luz de va dispersando,con lo que a cierta distancia es inoperante.

Yo soy de la misma opinión. Esto es más fantasía de películas de Simbad que otra cosa.
 
[YOUTUBE]x2FpsjFo9AU[/YOUTUBE]

En estos casos lo interesante es especular con el origen del mito. En mi opinión se usaron esos espejos pero para cegar y distraer a los atacantes, permitiendo que un mayor número de ellos cayese en las otras trampas.
 
Arquímedes era un genio. Pero para que funcione de verdad un espejo solar como arma éste necesita ser parabólico y el barco objetivo debe situarse en el foto del paraboloide. Mucho pedir para la metalurgia del siglo III a. C.
 
El historiador antiguo mas fiable que habla de éstas cosas, Polibio, no dice nada sobre los espejos que incendiaban barcos aunque si habla de las máquinas que los levantaban y de catapultas con mayor alcance que las romanas... (copypaste del libro VIII de su historia)

Prevenido todo del modo referido, los romanos pensaban atacar las torres. Pero Arquímedes,que tenía prevenidas máquinas para arrojar dardos a todas distancias, mientras los enemigos se hallaban lejos, hiriéndoles con ballestas más elásticas y catapultas de mayor alcance, los reducía al último apuro. Si veía que los tiros pasaban de la otra parte, usando de otros de menor calibre a proporción de la distancia, los ponía en tal confusión, que desbarataba del todo sus empresas y ataques; de suerte que Marco Marcelo, rodeado de dificultades, se vio en la precisión de hacer acercar silenciosamente sus galeras durante la noche. Atracadas éstas junto a tierra debajo de tiro, Arquímedes tenía a punto otra prevención contra los que atacasen desde las embarcaciones. Había llenado el muro de troneras del tamaño de la estatura de un hombre, pero por la parte exterior solo de un palmo de anchas. Había colocado allí, por la parte de adentro, gentes con flechas y escorpiones que arrojándolos por las troneras frustrasen los esfuerzos de los romanos. De suerte que bien los contrarios estuviesen lejos o bien cerca, no sólo inutilizaba sus intentos, sino que les mataba mucha gente. Para el caso en que intentasen los romanos levantar las sambucas, tenía prevenidas por todo el muro máquinas que, ocultas todo el tiempo restante, sólo en ultima ocasión se dejaban ver sobre la muralla con los extremos bien salientes por la parte exterior de las almenas. Algunas de éstas sostenían peñascos que pesaban diez talentos, otras pedazos de plomo de igual tamaño. Cuando se aproximaban las sambucas, se conducían estas máquinas a donde era necesario por medio de maromas que tenían atadas a sus extremos, y dejando caer la piedra sobre la sambuca, no sólo desbarataba esta máquina, sino que ponía en un sumo peligro a la galera y a la gente que estaba dentro.

Existían también otras máquinas contra los que atacaban, las cuales, a pesar que los enemigos se hallasen cubiertos con sus escudos y seguros de ser alcanzados por los tiros que se disparaban desde la muralla, sin embargo, arrojaban peñascos tan desmesurados, que hacían huir de la proa a los combatientes. Al mismo tiempo dejaban caer una mano de hierro atada a una cadena, con la cual aquel que gobernaba la máquina, así que con la parte anterior de ésta había agarrado la proa del navío, bajaba la posterior por dentro de la muralla. Una vez levantada la proa, y puesto el buque perpendicular sobre la popa, quedaba inmóvil la parte anterior de la máquina; pero mediante cierta polea se aflojaba la mano de hierro y la cadena, con lo cual unos navíos caían de costado, otros de espaldas, y la mayor parte, dejaba caer la proa desde lo alto, eran sumergidos y echados a pique. Marcelo no sabía qué hacer con los inventos de Arquímedes; veía que los sitiados eludían todos sus intentos con menoscabo y oprobio propio; y aunque sufría con impaciencia lo que ocurría, no obstante, mofándose de las invenciones de Arquímedes, decía: «Este hombre se sirve de nuestros navíos como de pucheros para sacar agua; y castigando a nuestras sambucas, las desecha con ignominia como indignas de su compañía.» Tal fue el éxito del asedio por mar.
 
Última edición:
Puede parecer que yo estuviese defendiendo la existencia del rayo de la fin.
No.
Lo que he traído son testimonios técnicos de su imposibilidad y pruebas actuales de que el fríe bemoles ese puede funcionar a muy corta distancia y con tecnología actual.

Pero la historia es bonita.

Respecto a garras levanta barcos, catapultas, escorpiones y demás, me lo creo. Muy grosso modo, pero me lo creo. No creo en ninguna garra con forma de mano levantando barcos varios metros, pero creo en ganchos que, poleas mediante, amasen la trazada del barco e incluso le hiciesen zozobrar.

Pero de algún lado tuvo que salir la leyenda. Creo que es buena la tesis apuntada: cegar con espejos para impedir maniobras o intentar choques entre ellos. Y si algún barco se incendió con fuego propio, tras alguna colisión, ya tenemos liado el rayo de la fin para la posteridad.
 
Creo que es buena la tesis apuntada: cegar con espejos para impedir maniobras o intentar choques entre ellos.

Esta táctica la utilizó Mario para derrotar a los cimbrios, procedentes de Escandinavia y que estaban dando por ojo ciego por toda Europa. Se situó frente a ellos en el campo de batalla. Sabiendo por donde iba a pasar el Sol, utilizó cristales para enviarles luz intensa y así no pudiesen verles acercarse. Mientras los romanos veían bien, los cimbrios no podían más allá de los 50 metros. Cuando menos se lo esperaron, les cayó una lluvia de flechas, y poco después los romanos cargaron en carrera.

También los espejos fueron utilizados en el asedio a Vercingetórix. Cuando desde la primera empalizada las tropas de César vieron que se les venían encima cientos de miles de galos, enviaron señales luminosas a la otra parte para que se pusiesen alerta.

En cuanto a los escorpiones, catapultas... ¿de qué leches nos sorprendemos SI SIGLOS ANTES LOS CHINOS YA TENÍAN LA BALLESTA?
 
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