¿Señores enfadados y llenos de rencor?
A ver si, en realidad, Antoñito Lacambra se ha confundido al mirarse de sopetón en un espejo.
Os contaré un "secretito": Firmar trabajos con nombre de mujer es práctica habitual en el mundo literario desde hace ya unos cuantos años.
Y no digamos ya en el mundo de la escritura al peso, la de mera redacción de contenidos para revistas, páginas web y demás.
Los que escriben para revistas femeninas todas esas piezas de contenido "de relleno" (tus mejores looks para este verano, como saber si tu chico va en serio, 3 cosas que debes saber sobre la menopausia, etc, etc) suelen ser, en su mayoría, SEÑORES de unos 50 años con más regazo que la pantera rosa.
El problema de Antoñito y tantos otros (y tantas) es que se piensan, o se quieren creer, que son Victor Hugo diciendo "yo acuso", Albert Camus escribiendo para Le Combat, o Mariano José de Larra definiendo ingeniosísimamente los vícios y esperpentos de la piel de toro... y no, no son así.
De hecho no le llegan a los zapatos ni a Corín Tellado.
¿Qué digo?
Corín Tellado era mil veces mejor que esta pandilla de juntaletras paniaguados.
Además todos escriben de la misma forma: Así. Con frasecitas cortas. Y te pongo este punto, que no es aparte. ¿Veis lo certero y dinámico?. Chimpún. Otra frase. Como las escritas en la puerta de un urinario. Quien lo huele, debajo lo tiene. Y tu más. Y punto. Hazme casito, que he estudiado. Añado que también tengo cara de pena. Y de preocupación constante. Otro punto. Chimpún. Tiki taka. Ni Hemingway ni Julio Camba ni Joseph Conrad. Te escribo suave cual rapero, porque soy bien certero. Ahá, ahá. Que indignación me produce todo.
Plas plas. 600 palabritas que me escribo en media hora. El máximo esfuerzo que tengo que hacer es mirarme el Maria Moliner (opcional), echar un vistacito al Pan-hispánico de dudas y, sobre todo, poner cara de ajo. Así la directora se me queja menos, y no tengo que poner sinónimos.
Que vean que me lo tomo en serio.
La clave del son es esa. La carita de circunstancias hasta para ir a por el pan. O de niño con lombrices que tiene que fingir el escozor de ojo ciego delante de las visitas. Chicos listos. Chicas listas.
Que se saben al dedillo las cuatro boberías de un panfleto (mal traducido) de un Lyotard o un Bartrès, porque algún becario cuarentón les cegó con su aliento a tabaco y carajillo en los años de la facultad.
Ah los tiempos de mus, botellines y timidez patológica cuando ibas a tus primeras charlas Chispas.
¡¡Zas en toda la boca!! (Frase ESPANTOSA que decís ahora los quidam de biblioteca de provincias, disfrazados con chupita de cuero, pensando que el ingenio reside en la resaca de las meninges, o en las frases hechas de Menéame en 2008)
Los gilis repipis que, de haber caído del otro lado, se llamarían Cayetano o María Luisa, pero que sin duda tendrían nucho menos teatro, inquina, y menos cara dura. Aunque parezca mentira. También serían mucho más graciosos y simpáticos.
Bueno, mucho más no: Tendrían el descaro alegre y vitalista (de verdad) que les falta, porque ellos decidieron (ni Dios sabe bien porqué) optar por la aburrida seriedad de impostada pose, como de un miliciano, en un fotocromo chusco y polvoriento.
Pim-pam-tiki-taka. Chimpún.
(El miliciano al menos labraba la tierra o pegaba tiros: la mayor fazaña de Lacambras, y liendres lilas es configurar el Outlook o llorar "pa dentro" disimulando)
La comodidad cateta de la "izquierda" es siempre un territorio común gobernado por el olor a naftalina y libro de viejo, y la falta de vergüenza ajena.
Se me cree Antoñito Lacambra un poeta, gramático y guajiro ninja si me apuras.
Tiki taka, yoo yoo, tope de flow
Lo mismo te recita a Ciorán que a Daddy Yankee. Es como un Seat Panda en las 24 horas de Le Mans. Cuando nació se llevó consigo toda la vergüenza, que atesora como un incunable debajo de su papada. (Por eso no sonríe, no vaya a ser que se le desarme la copiosa y casposa macro-estructura)
Gentes que creen que son genios, certeros y agudos, insignes figuras, las grandes cagadas (decía el insigne Ramoncín) pero que, en realidad, no llegan ni a pedo.
Y lo mejor de todo es que yo, Antoñito (que así lampiño pareces un repetidor abusica y bobo de diversificación) no cobro el pastizal que tú.
Y escribo mejor. Como el 99% de los españoles.
Y españolas, que no te pienses que soy un señor con las gónadas hinchadas. O un cavernícola.
Hale, Lacambra, que no se te atragante la magdalena (la de La bella Easo, claro, no la de Proust)...
Yo me piro un ratito a leer a Gombrich.
Chimpún.