Una cosa que me resulta curiosa sobre los amaperros en el mundo rural:
De niño me acuerdo que había cantidad de perros sueltos por el pueblo. Sin embargo estaban todos bien domados, y si alguien no sabía domar al suyo, podía estar seguro de que antes o después iba a llegar a casa envenenado. Por supuesto, en cuanto un perro mordía a alguien se le mandaba a dormir al veterinario o al tío garrote/escopeta. Todo fluía con equilibrio: los perros sueltos no se sobresaltaban, no se ponían chulos, no mordían, y acostumbrados a llevarse escobazos por ello, tampoco se cagaban en las aceras, sino en las eras o solares. Los niños conocíamos a todos los perros del pueblo, los buenos se llevaban trozos de pan o embutido de la merienda, mientras que los malos (los que te jodían cuando ibas en bici, por ejemplo) se llevaban instructivas patadas en el ojo ciego.
Hoy pasas por el pueblo y no hay un solo perro haciendo vida en la calle. Eso sí, mogollón de gente tiene cortesanazos de 40 kilos durmiendo dentro de casa (cosa nunca vista) que luego van por la calle más chulos que un ocho, ladrando y lanzándose a todo lo que se mueve. Y cuidadito si te quejas de que el bicho está peor que el dueño, que encima se ponen dignos y parece que te están perdonando la vida por dejarte compartir la calle con su saco de babas.
De niño me acuerdo que había cantidad de perros sueltos por el pueblo. Sin embargo estaban todos bien domados, y si alguien no sabía domar al suyo, podía estar seguro de que antes o después iba a llegar a casa envenenado. Por supuesto, en cuanto un perro mordía a alguien se le mandaba a dormir al veterinario o al tío garrote/escopeta. Todo fluía con equilibrio: los perros sueltos no se sobresaltaban, no se ponían chulos, no mordían, y acostumbrados a llevarse escobazos por ello, tampoco se cagaban en las aceras, sino en las eras o solares. Los niños conocíamos a todos los perros del pueblo, los buenos se llevaban trozos de pan o embutido de la merienda, mientras que los malos (los que te jodían cuando ibas en bici, por ejemplo) se llevaban instructivas patadas en el ojo ciego.
Hoy pasas por el pueblo y no hay un solo perro haciendo vida en la calle. Eso sí, mogollón de gente tiene cortesanazos de 40 kilos durmiendo dentro de casa (cosa nunca vista) que luego van por la calle más chulos que un ocho, ladrando y lanzándose a todo lo que se mueve. Y cuidadito si te quejas de que el bicho está peor que el dueño, que encima se ponen dignos y parece que te están perdonando la vida por dejarte compartir la calle con su saco de babas.