Es que tener que aguantar a un puñetero estulto que te habla en una jerga de estultoes y desde su plaza te viene vendiendo burras averiadas es algo que no debería tolerarse.
Pero, claro, me imagino que se tratará de la Kumplutskaya, en donde el grandísimo Restor perversos permitió escratges de esos por parte de la ralea roja de fruta sin llamar a alguien para repartir cuatro palos bien dadas y detener e identificar a los presuntos hestudiantes comunistoides que organizaron los acosos.