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Será en Octubre
Albert Boadella: Los más burros de mi familia son nacionalistas
Ha pasado una década desde que el fundador de 'El Joglars' dijera 'Adios a Cataluña", libro que ahora recupera ampliado en el que relata las visicitudes de su historia de amor... y guerra
27/11/2018 13:27 - Actualizado: 28/11/2018 18:06
Dice que en lugar de llamarse Albert Boadella y nacer en Barcelona en 1943, tal vez hubiera preferido llamarse Pablo Hermoso de Mendoza y venir al mundo en Madrigal de las Altas Torres. A fin de cuentas, la patria para este comediante no es más que un accidente geográfico sensual. Sólo que, en ocasiones, algunas patrias resultan bastantes más molestas que otras. El fundador de El Joglars dijo 'Adiós a Cataluña' hace ya más de una década y lo contó en un libro que ahora reedita Espasa con una nueva coda que actualiza las crónicas de amor y guerra que han servido los caminos paralelos y cruzados de su vida. Amor por su mujer Dolors, guerra contra el nacionalismo.
Abre el libro una larga y gloriosa serie de insultos que le han proferido a Boadella durante todos estos años: autoodio, energúmeno, pájaro pinto, falangista, me gusta la fruta, boa, blasfemo, perversos, puerco, babuino y estreñido. Cuando nos encontramos con el dramaturgo, director, escritor y orgulloso bufón en Madrid le preguntamos si acaso los pone ahí como medallas. "Son la demostración palpable de que había una guerra entre el nacionalismo y yo. Y lo primero que llega en toda guerra son los agravios respecto a los cuales hay que defenderse, los que inician las hostilidades. El lenguaje que utilizo en el libro es lenguaje bélico. Y eso que estos insultos datan de la primera edición, no he añadido los de los últimos once años. Aunque en el momento en que dejé de tener cualquier relación de tipo profesional y personal con Cataluña, la verdad es que he salido un poco del punto de mira. Los medios catalanes ya me consideran irremediable, no hay nada que hacer conmigo".
'Adiós Cataluña'. (Espasa)
'Adiós Cataluña'. (Espasa)
PREGUNTA. En 2007, hace ya más de una década, presentaba la primera edición de 'Adiós, Cataluña' en un barco en alta mar como una especie de boicot inverso en el que se negaba a intervenir en ningún acto público ni tratar con los medios de comunicación del enemigo. Era aquella, dice, su “respuesta militar a la fin civil decretada por el régimen”: su adiós a Cataluña. ¿Por qué entonces?
RESPUESTA. Yo me marcho en el momento en el que desaparece en Cataluña la relación política, la comunidad, y entra la secta. Es decir, en el momento en que aquello se convierte directamente en régimen.
P. ¿Cuándo ocurre eso?
R. Eso sucede cuando el PSC deja de ser la oposición al nacionalismo y, con su postura ambigua -y a veces no tan ambigua-, se pasa a sus filas. De una forma supuestamente más moderada y equidistante, pero a sus filas. A partir de entonces todo es régimen en Cataluña, no hay ya oposición. Es entonces cuando Ciudadanos inicia su andadura aunque entonces solo con tres diputados... La guerra está ya perdida y yo no tengo nada que hacer allí. Incluso llego a pensar que igual debí marcharme diez años antes. En realidad se trató de una fin anunciada. Cuando en los ochenta vi los primeros pasos de Pujol me imaginé cómo acabaríamos. Fíjese que mi 'Ubú' se estrena en 1981, a los seis meses de la llegada de Pujol. La historia empezaba, una vez más, a repetirse.
P. Relatando sus inicios en El Joglars escribe: “me ha considerado traidor a todas las esencias un buen número de adeptos de los que vitoreaban entonces nuestras hazañas”. ¿Quiénes se equivocaban entonces, ellos o usted?
R. En aquel momento, la única posición posible era contra la dictadura. Y la dictadura tenía una postura algo desconfiada respecto a la cultura catalana. Por cierto, que aquella fue una de las pocas cosas en que la dictadura no se equivocó, ja, ja, ja.
Albert Boadella durante la entrevista. (Desirée Rubio de Marzo)
Albert Boadella durante la entrevista. (Desirée Rubio de Marzo)
P. Recuerda que la lengua catalana tampoco era especialmente atacada por la dictadura.
R. No, pero sí que había una especie de imposición oficial en relación al castellano. Aunque es verdad que el catalán ni fue atacado ni fue jamás prohibido. En fin, aquella reivindicación nuestra de la cultura catalana pudo ser excusable en aquel momento. Pero no olvide que en 1974, un año antes de la fin de Franco, yo acabé mi espectáculo sobre el bandido Serrallonga con la imagen final de las cuatro balas en el ojo ciego de Serrallonga. Quiero decir, que ya tomaba distancia humorística del catalanismo. Quienes dicen que me situé alguna vez en el catalanismo se equivocan, siempre estuve en contra de la utilización política del folklore catalán.
P. Asegura, de hecho, que nunca ha sido de izquierdas, que, en realidad, de joven era tan conservador como ahora sólo que algo más tímido...
R. Muy conservador, siempre lo he sido, y muy desconfiado ante cualquier invento. Pero eso no significa que sea de derechas que es una cosa muy distinta. Mi conservadurismo lo he aplicado sobre todo a mi vida personal. Fíjese que he conservado una mujer durante 45 años. Vivo en una casa del siglo XVII. He plantado muchos árboles. Tengo hijos educados en cierto conservadurismo... Y practico un oficio que tiene una tradición de 2.400 años conocidos, desde Aristófanes, Esquilo y Sófocles. Para mí la tradición es esencial, es mi actitud vital. Luego yo he hecho cosas que no quedaban dentro del convencionalismo existente en ese momento, aunque sí en la tradición. Me he dedicado a lo que tradicionalmente ha hecho mi oficio: desmontar constantemente los tabúes que la sociedad va colocando en nuestro camino. Pero un arte sólo puede hacerse bien desde la consideración de que nunca creamos nada. El artista que se llama a sí mismo creador es un impostor y un frívolo.
Soy muy conservador, siempre lo he sido, y muy desconfiado ante cualquier invento. Pero eso no significa que sea de derechas
P. Por cierto que una de las sentencias frívolas que más le molestan es ese graffiti sesentayochista que llama a hacer el amor y no la guerra. Se niega a elegir entre el amor y la guerra -al nacionalismo- y asegura que son perfectamente compatibles a la vez. Pero hasta la guerra más dilatada vive su armisticio… ¿Cuándo acabará esto?
R. Ya no depende de los catalanes sino del conjunto de los españoles. Si Pedro Sánchez se mantiene diez años en el Gobierno, Cataluña será independiente. Ahora, si hay otra dinámica, no sólo de Gobierno sino también de Estado, y de la propia conciencia de los españoles, la independencia no llegará nunca. Pero con la secta no puede haber diálogo político, hay que desprogramarla.
P. Esa desprogramación no tiene pinta de ser fácil.
R. No tiene pinta. Pero lo que no podemos hacer es seguir alimentado el caldo de cultivo presente en la escuela o en los medios de comunicación abrumadoramente nacionalistas.
P. El 155 no tocó TV3.
R. Es que aquello fue el 155 de "la puntita nada más". Un error inmenso sin ningún sentido que sólo sirvió para excitarlos. El 155 debió haber estado como mínimo dos años en funcionamiento. Dos años bien aplicado y el ciudadano catalán se habría dado cuenta de que los comercios seguían abriendo, de que los trenes seguían saliendo a su hora, de que el catalán seguía impartiéndose en las escuelas y hubieran visto que la intervención del maligno estado de derechas no era tan terrible.
Artur Mas es un gran mediocre que tenía necesidad de ganar relieve a la sombra de Pujol. Y él desencadenó el 'procés'
P. ¿Por qué se desbocó el 'procés' en octubre del año pasado? ¿Fue una huida hacia adelante o la conclusión lógica de un proyecto político premeditado?
R. El desencadenante esencial fue un hombre con mucha prisa que se llamaba Artur Mas y buscaba significarse. Mas es un gran mediocre que tenía necesidad de ganar relieve a la sombra de Pujol. Es verdad que en los planes de Pujol sí que estaba lo que acabó pasando, pero no en octubre de 2017 sino más a largo plazo, no tan pronto. Mas, un hombre de pocas luces políticas, rompió la baraja. Y, cuando fue desplazado, el siguiente ya no podía hacer menos.
P. De Pujol a Torra, pasando por Junqueras, Puigdemont y Rufian, ¿qué ha pasado con la clase política nacionalista catalana?
R. Es que una idea como el nacionalismo no puede producir grandes mentes. Es decir, la precariedad ideológica y de contenido del nacionalismo es tan enormemente simplista que no permite unos políticos de cierta sustancia. Sólo auténticos arribistas.
Albert Boadella. (D.R.M)
Albert Boadella. (D.R.M)
P. ¿Y qué papel ha jugado la alcaldía de Barcelona en todo esto?
R. Es el resultado una vez más del nacionalismo.
P. ¿Colau volverá a ser alcaldesa?
R. Es posible. Barcelona es una ciudad en decadencia galopante.
P. Pero se vota más constitucionalista.
R. Sí, es cierto que el independentismo es un movimiento mayoritariamente rural. Pero, digamos, el estatus político de Barcelona también es nacionalista y Colau es el resultado a fin de cuentas de la degradación jovenlandesal de la propia ciudadanía activa.
P. Uno de los dramas más citados de lo ocurrido en Cataluña en los últimos años ha sido la quiebra de amistades y relaciones. ¿Usted tenía, o tiene, algún cuñado 'indepe' con quién discutir en los almuerzos dominicales?
R. Mire, a mí la única cosa que me da hoy cierta esperanza es que los más burros de mi familia son nacionalistas. Si fueran los más inteligentes andaría muy procupado.
En Tabarnia late una idea interesante. Si vosotros tenéis el derecho a decidir, nosotros también. Y al final podría ser incluso una realidad
P. ¿Tabarnia fue una broma necesaria ante una farsa muy seria?
R. Tabarnia lo que hace es darle expresión a muchas de las sátiras que yo realicé en años anteriores. Un espejo satírico del ridículo nacionalista. Y en el fondo late una idea interesante. Si vosotros tenéis el derecho a decidir, nosotros también. En última instancia podría ser incluso una realidad.
P. ¿Y qué músico catalán le ha decepcionado más? ¿Luis Llach o Joan Manuel Serrat?
R. Yo ya escapaba de los bares hace cuarenta años cuando sonaba Lluis Llach. Lo de Serrat... pues es la encarnación del PSC. Y el PSC tiene una enorme responsabilidad como partido de izquierdas en lo que ha sucedido. Pero es que no es de izquierdas, sino más bien la ultraderecha, la insolidaridad.
P. Eso llevó a mucha gente del PSC a mudarse a Ciudadanos, partido del que usted fue uno de los fundadores.
R. Es que Ciudadanos no hubiera surgido sin la traición del PSC.
P. ¿Y no cree, como dicen otros fundadores de Ciudadanos como Félix Ovejero, que el giro del partido desde su origen socialdemócrata al reciente liberalismo que busca pescar en los caladeros del PP, fue un error?
R. Ummm, yo creo que Rivera es sincero. Cuando le conocí de jovencito ya era un liberal. Más que socialdemócrata. Para nada es un hombre de derechas. Y Ciudadanos tampoco es de derechas. Porque en España no existía la derecha... hasta hoy, hasta VOX. ¡Rajoy tampoco era de derechas! No tocó el aborto, subió los impuestos... Ahora bien, a Ciudadanos le falta una cosa que es la reivindicación de las estructuras culturales del país. Francia tiene una estructuración cultural de Estado muy poderosa. España es un desastre.
Ciudadanos no hubiera surgido sin la traición del PSC. Y no es de derechas. En España no existía la derecha... hasta hoy
P. Históricamente el constitucionalismo se ha enfrentado al nacionalismo catalán o vasco desde una postura cosmopolita que defendía al ciudadano y no a la región como sujeto de derechos y deberes. Pero en los últimos tiempos, y al calor del populismo global, está surgiendo un, digamos, discurso españolista más cerrado y xenófobo que bien podría encarnar ese VOX que usted cita.
R. Se trata del impulso reaccionario del individuo, la nostalgia de la tribu. Ese infantilismo forma parte de la naturaleza humana. Y siempre pasará. De hecho ya pasó, y derramó mucha sangre en el siglo pasado.
P. El humorista Dani Mateo tuvo que comparecer ayer ante un juez por sonarse los mocos con la bandera de España. Usted a su vez enseñó el ojo ciego a través de una senyera… Lo de la libertad de expresión tiene cada vez menos gracia.
R. La libertad de expresión está precisamente para defender lo que no nos gusta. Y a mí no me gusta que se suenen los mocos con la bandera española en este momento preciso porque da la razón a los nacionalistas que quieren destruir España. Pero tengo que aceptarlo. Lo que sucede es que la libertad de expresión siempre ha sido el juego del ratón y el gato. A mí una vez el gato me cazó y me metió en la guandoca. Esa es la gracia, la inteligencia y el ingenio del que tras*grede. Hay trangresiones que un juez, por su gracia, nunca podrá poner en tela de juicio. Para eso el objetivo artístico debe ser más importante que el de insultar.
Esperanza Aguirre confiaba demasiado en la gente. Si en lugar de darme los Teatros del Canal me da Urbanismo podría haberme forrado
P. Usted conoció bien a Esperanza Aguirre cuando le encomendó en Madrid la dirección de los Teatros del Canal. Posteriormente sus dos vicepresidentes acabaron entre rejas acusados de graves delitos de corrupción que afectaron a una gran parte de miembros del PP madrileño. ¿Es posible tener tan mal ojo clínico o hay algo más que se nos escapa?
R. Esperanza es una mujer muy emocional. Cuando le tiene simpatía a una persona, le tiene simpatía hasta el final. Si yo hubiera querido estafarla lo habría hecho con toda tranquilidad. Porque ella confiaba mucho en las personas y eso es terrible para un político. Si en lugar de darme los Teatros del Canal me da una secretaría urbanística podría haberme forrado.
P. En las nuevas páginas que añade al final de esta nueva edición de 'Adiós Cataluña', cuenta el caso de esos vecinos suyos que han puesto una 'senyera' enfrente de su casa y que le saludan a regañadientes pero que también tienen un hijo al que usted cree caer simpático. Y a partir de ahí fantasea con una nueva generación de catalanes que se rebelen contra sus padres nacionalistas como hicieron a su vez los hijos del Franquismo.
R. Esa es mi esperanza, que ese chaval de ocho años educado, como lo estuve yo, en la Formación del Espíritu Nacional, se subleve naturalmente contra el poder. Que es el nacionalismo.
Ha pasado una década desde que el fundador de 'El Joglars' dijera 'Adios a Cataluña", libro que ahora recupera ampliado en el que relata las visicitudes de su historia de amor... y guerra
27/11/2018 13:27 - Actualizado: 28/11/2018 18:06
Dice que en lugar de llamarse Albert Boadella y nacer en Barcelona en 1943, tal vez hubiera preferido llamarse Pablo Hermoso de Mendoza y venir al mundo en Madrigal de las Altas Torres. A fin de cuentas, la patria para este comediante no es más que un accidente geográfico sensual. Sólo que, en ocasiones, algunas patrias resultan bastantes más molestas que otras. El fundador de El Joglars dijo 'Adiós a Cataluña' hace ya más de una década y lo contó en un libro que ahora reedita Espasa con una nueva coda que actualiza las crónicas de amor y guerra que han servido los caminos paralelos y cruzados de su vida. Amor por su mujer Dolors, guerra contra el nacionalismo.
Abre el libro una larga y gloriosa serie de insultos que le han proferido a Boadella durante todos estos años: autoodio, energúmeno, pájaro pinto, falangista, me gusta la fruta, boa, blasfemo, perversos, puerco, babuino y estreñido. Cuando nos encontramos con el dramaturgo, director, escritor y orgulloso bufón en Madrid le preguntamos si acaso los pone ahí como medallas. "Son la demostración palpable de que había una guerra entre el nacionalismo y yo. Y lo primero que llega en toda guerra son los agravios respecto a los cuales hay que defenderse, los que inician las hostilidades. El lenguaje que utilizo en el libro es lenguaje bélico. Y eso que estos insultos datan de la primera edición, no he añadido los de los últimos once años. Aunque en el momento en que dejé de tener cualquier relación de tipo profesional y personal con Cataluña, la verdad es que he salido un poco del punto de mira. Los medios catalanes ya me consideran irremediable, no hay nada que hacer conmigo".
'Adiós Cataluña'. (Espasa)
'Adiós Cataluña'. (Espasa)
PREGUNTA. En 2007, hace ya más de una década, presentaba la primera edición de 'Adiós, Cataluña' en un barco en alta mar como una especie de boicot inverso en el que se negaba a intervenir en ningún acto público ni tratar con los medios de comunicación del enemigo. Era aquella, dice, su “respuesta militar a la fin civil decretada por el régimen”: su adiós a Cataluña. ¿Por qué entonces?
RESPUESTA. Yo me marcho en el momento en el que desaparece en Cataluña la relación política, la comunidad, y entra la secta. Es decir, en el momento en que aquello se convierte directamente en régimen.
P. ¿Cuándo ocurre eso?
R. Eso sucede cuando el PSC deja de ser la oposición al nacionalismo y, con su postura ambigua -y a veces no tan ambigua-, se pasa a sus filas. De una forma supuestamente más moderada y equidistante, pero a sus filas. A partir de entonces todo es régimen en Cataluña, no hay ya oposición. Es entonces cuando Ciudadanos inicia su andadura aunque entonces solo con tres diputados... La guerra está ya perdida y yo no tengo nada que hacer allí. Incluso llego a pensar que igual debí marcharme diez años antes. En realidad se trató de una fin anunciada. Cuando en los ochenta vi los primeros pasos de Pujol me imaginé cómo acabaríamos. Fíjese que mi 'Ubú' se estrena en 1981, a los seis meses de la llegada de Pujol. La historia empezaba, una vez más, a repetirse.
P. Relatando sus inicios en El Joglars escribe: “me ha considerado traidor a todas las esencias un buen número de adeptos de los que vitoreaban entonces nuestras hazañas”. ¿Quiénes se equivocaban entonces, ellos o usted?
R. En aquel momento, la única posición posible era contra la dictadura. Y la dictadura tenía una postura algo desconfiada respecto a la cultura catalana. Por cierto, que aquella fue una de las pocas cosas en que la dictadura no se equivocó, ja, ja, ja.
Albert Boadella durante la entrevista. (Desirée Rubio de Marzo)
Albert Boadella durante la entrevista. (Desirée Rubio de Marzo)
P. Recuerda que la lengua catalana tampoco era especialmente atacada por la dictadura.
R. No, pero sí que había una especie de imposición oficial en relación al castellano. Aunque es verdad que el catalán ni fue atacado ni fue jamás prohibido. En fin, aquella reivindicación nuestra de la cultura catalana pudo ser excusable en aquel momento. Pero no olvide que en 1974, un año antes de la fin de Franco, yo acabé mi espectáculo sobre el bandido Serrallonga con la imagen final de las cuatro balas en el ojo ciego de Serrallonga. Quiero decir, que ya tomaba distancia humorística del catalanismo. Quienes dicen que me situé alguna vez en el catalanismo se equivocan, siempre estuve en contra de la utilización política del folklore catalán.
P. Asegura, de hecho, que nunca ha sido de izquierdas, que, en realidad, de joven era tan conservador como ahora sólo que algo más tímido...
R. Muy conservador, siempre lo he sido, y muy desconfiado ante cualquier invento. Pero eso no significa que sea de derechas que es una cosa muy distinta. Mi conservadurismo lo he aplicado sobre todo a mi vida personal. Fíjese que he conservado una mujer durante 45 años. Vivo en una casa del siglo XVII. He plantado muchos árboles. Tengo hijos educados en cierto conservadurismo... Y practico un oficio que tiene una tradición de 2.400 años conocidos, desde Aristófanes, Esquilo y Sófocles. Para mí la tradición es esencial, es mi actitud vital. Luego yo he hecho cosas que no quedaban dentro del convencionalismo existente en ese momento, aunque sí en la tradición. Me he dedicado a lo que tradicionalmente ha hecho mi oficio: desmontar constantemente los tabúes que la sociedad va colocando en nuestro camino. Pero un arte sólo puede hacerse bien desde la consideración de que nunca creamos nada. El artista que se llama a sí mismo creador es un impostor y un frívolo.
Soy muy conservador, siempre lo he sido, y muy desconfiado ante cualquier invento. Pero eso no significa que sea de derechas
P. Por cierto que una de las sentencias frívolas que más le molestan es ese graffiti sesentayochista que llama a hacer el amor y no la guerra. Se niega a elegir entre el amor y la guerra -al nacionalismo- y asegura que son perfectamente compatibles a la vez. Pero hasta la guerra más dilatada vive su armisticio… ¿Cuándo acabará esto?
R. Ya no depende de los catalanes sino del conjunto de los españoles. Si Pedro Sánchez se mantiene diez años en el Gobierno, Cataluña será independiente. Ahora, si hay otra dinámica, no sólo de Gobierno sino también de Estado, y de la propia conciencia de los españoles, la independencia no llegará nunca. Pero con la secta no puede haber diálogo político, hay que desprogramarla.
P. Esa desprogramación no tiene pinta de ser fácil.
R. No tiene pinta. Pero lo que no podemos hacer es seguir alimentado el caldo de cultivo presente en la escuela o en los medios de comunicación abrumadoramente nacionalistas.
P. El 155 no tocó TV3.
R. Es que aquello fue el 155 de "la puntita nada más". Un error inmenso sin ningún sentido que sólo sirvió para excitarlos. El 155 debió haber estado como mínimo dos años en funcionamiento. Dos años bien aplicado y el ciudadano catalán se habría dado cuenta de que los comercios seguían abriendo, de que los trenes seguían saliendo a su hora, de que el catalán seguía impartiéndose en las escuelas y hubieran visto que la intervención del maligno estado de derechas no era tan terrible.
Artur Mas es un gran mediocre que tenía necesidad de ganar relieve a la sombra de Pujol. Y él desencadenó el 'procés'
P. ¿Por qué se desbocó el 'procés' en octubre del año pasado? ¿Fue una huida hacia adelante o la conclusión lógica de un proyecto político premeditado?
R. El desencadenante esencial fue un hombre con mucha prisa que se llamaba Artur Mas y buscaba significarse. Mas es un gran mediocre que tenía necesidad de ganar relieve a la sombra de Pujol. Es verdad que en los planes de Pujol sí que estaba lo que acabó pasando, pero no en octubre de 2017 sino más a largo plazo, no tan pronto. Mas, un hombre de pocas luces políticas, rompió la baraja. Y, cuando fue desplazado, el siguiente ya no podía hacer menos.
P. De Pujol a Torra, pasando por Junqueras, Puigdemont y Rufian, ¿qué ha pasado con la clase política nacionalista catalana?
R. Es que una idea como el nacionalismo no puede producir grandes mentes. Es decir, la precariedad ideológica y de contenido del nacionalismo es tan enormemente simplista que no permite unos políticos de cierta sustancia. Sólo auténticos arribistas.
Albert Boadella. (D.R.M)
Albert Boadella. (D.R.M)
P. ¿Y qué papel ha jugado la alcaldía de Barcelona en todo esto?
R. Es el resultado una vez más del nacionalismo.
P. ¿Colau volverá a ser alcaldesa?
R. Es posible. Barcelona es una ciudad en decadencia galopante.
P. Pero se vota más constitucionalista.
R. Sí, es cierto que el independentismo es un movimiento mayoritariamente rural. Pero, digamos, el estatus político de Barcelona también es nacionalista y Colau es el resultado a fin de cuentas de la degradación jovenlandesal de la propia ciudadanía activa.
P. Uno de los dramas más citados de lo ocurrido en Cataluña en los últimos años ha sido la quiebra de amistades y relaciones. ¿Usted tenía, o tiene, algún cuñado 'indepe' con quién discutir en los almuerzos dominicales?
R. Mire, a mí la única cosa que me da hoy cierta esperanza es que los más burros de mi familia son nacionalistas. Si fueran los más inteligentes andaría muy procupado.
En Tabarnia late una idea interesante. Si vosotros tenéis el derecho a decidir, nosotros también. Y al final podría ser incluso una realidad
P. ¿Tabarnia fue una broma necesaria ante una farsa muy seria?
R. Tabarnia lo que hace es darle expresión a muchas de las sátiras que yo realicé en años anteriores. Un espejo satírico del ridículo nacionalista. Y en el fondo late una idea interesante. Si vosotros tenéis el derecho a decidir, nosotros también. En última instancia podría ser incluso una realidad.
P. ¿Y qué músico catalán le ha decepcionado más? ¿Luis Llach o Joan Manuel Serrat?
R. Yo ya escapaba de los bares hace cuarenta años cuando sonaba Lluis Llach. Lo de Serrat... pues es la encarnación del PSC. Y el PSC tiene una enorme responsabilidad como partido de izquierdas en lo que ha sucedido. Pero es que no es de izquierdas, sino más bien la ultraderecha, la insolidaridad.
P. Eso llevó a mucha gente del PSC a mudarse a Ciudadanos, partido del que usted fue uno de los fundadores.
R. Es que Ciudadanos no hubiera surgido sin la traición del PSC.
P. ¿Y no cree, como dicen otros fundadores de Ciudadanos como Félix Ovejero, que el giro del partido desde su origen socialdemócrata al reciente liberalismo que busca pescar en los caladeros del PP, fue un error?
R. Ummm, yo creo que Rivera es sincero. Cuando le conocí de jovencito ya era un liberal. Más que socialdemócrata. Para nada es un hombre de derechas. Y Ciudadanos tampoco es de derechas. Porque en España no existía la derecha... hasta hoy, hasta VOX. ¡Rajoy tampoco era de derechas! No tocó el aborto, subió los impuestos... Ahora bien, a Ciudadanos le falta una cosa que es la reivindicación de las estructuras culturales del país. Francia tiene una estructuración cultural de Estado muy poderosa. España es un desastre.
Ciudadanos no hubiera surgido sin la traición del PSC. Y no es de derechas. En España no existía la derecha... hasta hoy
P. Históricamente el constitucionalismo se ha enfrentado al nacionalismo catalán o vasco desde una postura cosmopolita que defendía al ciudadano y no a la región como sujeto de derechos y deberes. Pero en los últimos tiempos, y al calor del populismo global, está surgiendo un, digamos, discurso españolista más cerrado y xenófobo que bien podría encarnar ese VOX que usted cita.
R. Se trata del impulso reaccionario del individuo, la nostalgia de la tribu. Ese infantilismo forma parte de la naturaleza humana. Y siempre pasará. De hecho ya pasó, y derramó mucha sangre en el siglo pasado.
P. El humorista Dani Mateo tuvo que comparecer ayer ante un juez por sonarse los mocos con la bandera de España. Usted a su vez enseñó el ojo ciego a través de una senyera… Lo de la libertad de expresión tiene cada vez menos gracia.
R. La libertad de expresión está precisamente para defender lo que no nos gusta. Y a mí no me gusta que se suenen los mocos con la bandera española en este momento preciso porque da la razón a los nacionalistas que quieren destruir España. Pero tengo que aceptarlo. Lo que sucede es que la libertad de expresión siempre ha sido el juego del ratón y el gato. A mí una vez el gato me cazó y me metió en la guandoca. Esa es la gracia, la inteligencia y el ingenio del que tras*grede. Hay trangresiones que un juez, por su gracia, nunca podrá poner en tela de juicio. Para eso el objetivo artístico debe ser más importante que el de insultar.
Esperanza Aguirre confiaba demasiado en la gente. Si en lugar de darme los Teatros del Canal me da Urbanismo podría haberme forrado
P. Usted conoció bien a Esperanza Aguirre cuando le encomendó en Madrid la dirección de los Teatros del Canal. Posteriormente sus dos vicepresidentes acabaron entre rejas acusados de graves delitos de corrupción que afectaron a una gran parte de miembros del PP madrileño. ¿Es posible tener tan mal ojo clínico o hay algo más que se nos escapa?
R. Esperanza es una mujer muy emocional. Cuando le tiene simpatía a una persona, le tiene simpatía hasta el final. Si yo hubiera querido estafarla lo habría hecho con toda tranquilidad. Porque ella confiaba mucho en las personas y eso es terrible para un político. Si en lugar de darme los Teatros del Canal me da una secretaría urbanística podría haberme forrado.
P. En las nuevas páginas que añade al final de esta nueva edición de 'Adiós Cataluña', cuenta el caso de esos vecinos suyos que han puesto una 'senyera' enfrente de su casa y que le saludan a regañadientes pero que también tienen un hijo al que usted cree caer simpático. Y a partir de ahí fantasea con una nueva generación de catalanes que se rebelen contra sus padres nacionalistas como hicieron a su vez los hijos del Franquismo.
R. Esa es mi esperanza, que ese chaval de ocho años educado, como lo estuve yo, en la Formación del Espíritu Nacional, se subleve naturalmente contra el poder. Que es el nacionalismo.