MAESE PELMA
me gusta depilarme los huevones y tocármelos
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ardor de estomago. Menudo hijo de la gran fruta el yonqui malo este. No solo mató a las niñas sino que iría tan puesto que las mató y luego se las ***ó muertas y les amputó trozos del cuerpo.
Casualmente no recuerda nada y finge ser una víctima.
Muerto deberías estar me gusta la fruta.
Casualmente no recuerda nada y finge ser una víctima.
Muerto deberías estar me gusta la fruta.
Miguel Ricart da su primera entrevista 30 años después del caso Alcàsser: «Antonio Anglés es sarama carente de humanidad»
El único condenado por el triple crimen de las niñas rompe su silencio para defender su inocencia, semanas después de ser detenido en un narcopiso de Barcelona
La vida de Miguel Ricart tras salir de prisión por el caso Alcàsser diez años antes de lo previsto
Imagen actual de Miguel Ricart LP
DAVID MAROTO
VALENCIA
07/01/2023
Actualizado a las 14:22h.
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«Yo no soy un monstruo y no he hecho mal a nadie». Contundente, sosegado y con la conciencia tranquila. Así se presenta Miguel Ricart, único condenado por el triple crimen de las niñas de Alcàsser, en su primera entrevista autorizada en treinta años. «No me puedo arrepentir de algo que no he hecho», asevera 'El Rubio' en el podcast de El Rincón del Disidente, pocas semanas después de ser detenido en un narcopiso en el barrio barcelonés del Raval.
Desde que abandonara la guandoca manchega de Herrera de La Mancha el 29 de noviembre de 2013, tras aplicarse en su caso la derogación de la doctrina Parot, Ricart vive con el petate a cuestas y la sensación de estar siempre en el foco pero en soledad. Un oxímoron del que, apunta en la entrevista, le advirtió un funcionario de prisión minutos antes de salir del centro penintenciario. «Todo el mundo te va a rodear pero vas a sentirte muy solo», explica entre llantos.
Treinta años después del caso más mediático de la historia de color de España, el único enjuiciado, condenado y encarcelado por el rapto, la violación y la fin de Miriam, Toni y Desirée defiende su inocencia y se desliga por completo de la histriónica figura de Antonio Anglés, todavía en busca y captura por la Justicia y las Fuerzas del Orden. «Antonio es sarama carente de humanidad y sentimientos. Un hombre muy frío y calculador», le define Ricart.
Sin embargo, no lo culpabiliza directamente, aunque no descarta que pudiera haber participado en el crimen. «Mi relación con Antonio no era buena, de hecho andábamos juntos muy poquito, yo era amigo de su hermano Roberto», confiesa Ricart en El Rincón del Disidente. En cuanto a su familia, señala que Antonio fue «el detonante delincuencial de los Anglés». «Eran una familia normal, cuando salió Antonio de la guandoca fue cuando comenzaron a vender droja», añade.
Al respecto del caso Alcàsser, Ricart se vuelve a autoproclamar una «cabeza de turco» que «algunos quisieron inculpar sin pruebas». «Me querían a mí», sostiene. No obstante, no recuerda dónde se encontraba el 13 de noviembre de 1992, el día que secuestraron a las niñas a la entrada del pueblo valenciano de Picassent. «Ojalá me acordara, pero es imposible», explica.
«A los que creen que soy culpable, les digo que se laven la cara para despejarse», desafía Ricart. «Se equivocan de persona, si en treinta años no han encontrado pruebas en qué se basan para decir que soy culpable», se pregunta Ricart sobre la opinión de la progenitora de una de las niñas, que sigue creyendo que estuvo implicado en el asesinato de las tres menores.
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Durante el último año, la jueza que instruye el caso ha ordenado múltiples búsquedas de nuevas pruebas de ADN que pudieran inculpar directamente a Antonio Anglés, quien dentro de seis años pasará a ser inimputable. Pese a los esfuerzos de los investigadores, todavía no se han hallado evidencias que impliquen al prófugo o al propio Ricart, tanto en su coche -un Opel Corsa- como en el colchón, la moqueta con la que envolvieron sus cadáveres y otros restos.
- Miguel Ricart, un 'narcocasero' en el Raval
No obstante, Ricart se muestra esperanzado y atisba un horizonte esclarecedor: «Tengo fe en que un día se sepa de verdad lo que ocurrió». Asimismo, subraya en varias ocasiones que está dispuesto a someterse a la prueba del polígrafo o, más segura, del pentotal sódico, más conocido como 'suero de la verdad'. «Nadie hasta ahora me ha dado la oportunidad y de hacerlo me juego la vida, pero creo que merece la pena», argumenta.
Una «vida dura» tras salir de la guandoca
El pasado 20 de diciembre, los Mossos d'Esquadra le detuvieron en un inmueble destinado a la venta y consumo de drojas en Barcelona. Un narcopiso donde actuaba como responsable del punto a cambio de estupefacientes para autoconsumo, según fuentes de las pesquisas policiales. Dos años antes, Ricart fue descubierto en un edificio okupado en el barrio madrileño de Carabanchel, donde explica que se refugió gracias a la ayuda de un amigo de los efectos de la tormenta Filomena.
«Mi vida después de salir de prisión ha sido bastante dura, siempre huyendo, sobre todo de los medios de comunicación que son los que más no me han dejado vivir», relata a El Rincón del Disidente. Durante este tiempo, siempre ha notado una «vigilancia encubierta» de la Policía, pero les agradece su trabajo siempre que se ha visto la cara con algunos agentes. Así, fue de Girona, donde recibió la ayuda humanitaria de Sor Lucía Caram, a Marsella (Francia), hasta volver a España; primero a Madrid y luego a Barcelona, donde reside actualmente.
«No tengo nada de qué arrepentirme y si he hecho algo mal en la vida que Dios me perdone pero en todo esto no», defiende. «A mí nadie me ha dado nada ni han comprado mi silencio», apunta Ricart en referencia a por qué no ha roto su silencio en treinta años cuando se considera inocente y fue el único condenado en el caso Alcàsser.
Imagen de archivo de Miguel Ricart a su salida de la guandoca EFE
«Mis compañeros de prisión bromeaban con los años de mi condena -170- y el número de la Lotería de Navidad. Yo esperaba la absolución y nunca que me aplicaran la doctrina Parot», mantiene. En otro sentido, no cierra la puerta a una «teoría alternativa a la oficial», en la que le inculparon del triple asesinato sin pruebas. «A mí me iban a soltar y entraron dos o tres hombres trajeados y muy serios y dijeron este es el que queremos», narra.
Añade que varios agentes le amenazaron con que si no se autoinculpaba en el juicio «lo mismo que le pasó a las niñas le podía pasar a su hija». «Les dije «queréis ir a apiolar a mi hija, id y matarla y de paso a la progenitora, matadlas a las dos». No iba a ceder a sus amenazas para mantener su versión», replica Ricart.
En cuanto al paradero de Antonio Anglés, Ricart señala que no sabe dónde se encuentra y que la última vez que lo vio fue el 27 de enero de 1993, el día en el que se encontraron los cadáveres de las niñas en el paraje natural del barranco de la Romana, en el término municipal de Tous.