9 de julio de 2023

Clavisto

Será en Octubre
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10 Sep 2013
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De acuerdo con el historial de mi ordenador he visto "Mullholand Drive" 40 veces desde aquella tarde; a las que hay que sumar cuando la vi con un par de amigos en el día de cierre semanal del bar. O sea que son 41 y con la de esta noche serán 42, sino alguna más pues ahora caigo que la segunda vez que la vi un par de días después (cosa que no entiendo a no ser que el anterior agarrara una buena borrachera) recuerdo que la puse dos veces seguidas, y eso no lo muestra el historial. Y no ha sido la única ocasión. En resumen, estaré sobre las 45 o así en unos 90 días, lo que da un visionado cada dos días.

Me gusta verla de noche, nunca antes del anochecer. Todavía no la he visto de día. Todavía no la he visto doblada. No creo que nunca lo haga si no es por obligación.


Hacía algún tiempo que había vuelto a ver películas; no mucho, tal vez un par de meses como máximo. Tenía un cliente cinéfilo y entre charla y charla siempre salía a relucir el cine, las películas. Y aunque de gustos un tanto diferentes empezó a entrarme el gusanillo.

No recuerdo por donde retomé el hilo perdido. Supongo que por los clásicos. Cuando uno retoma algo prefiere hacerlo por lo seguro.

Yo estaba en una de esas etapas en las que no encontraba nada bueno que leer, de hecho llevaba meses sin hacerlo, y bueno, el tiempo siempre está ahí y hay que pasarlo de alguna manera. Después de todo no puedes pasar todo el tiempo libre pegándole abrazos al saco que tienes colgado en el dormitorio.

De todo aquel reinicio tan sólo conservo un recuerdo, el de "Yo hice a Roque III" de Ozores. No, ya, esperad, lo sé, no es un clásico, o lo que debe entenderse como un clásico, pero aquella tarde había bebido, mi amigo había traladado otra vez mi cabeza con la fruta película y yo, recordándola con el gusto que a veces se recuerdan las cosas pasadas en la adolescencia, me decidí a verla ya con el punto justo de alcohol en las venas. Y me descojoné vivo. Pero vivo.

Me acordé de Lynch. A Kubrick lo tengo muy visto, a Hitchcock igual, con Ford me pasa algo parecido y Scorsese, Coppola, Spielberg y el resto de setenteros acabaron por agotarme casi tanto como los AC/DC.

"¿Y Lynch?" pensé. Ver películas realizadas más allá del año 2000 no era una opción. ¿Pero Lynch?

Claro está que había visto "Cabeza borradora" en nuestra habitación de la casa paterna, fumado perdido con los colegas. Y "El hombre elefante" y "Terciopelo azul" con aquella Isabella Rossellini que tanto nos ponía, muchísimo más que Laura Dern. Esta era otra fruta niñata pija del instituto, de esas para las que eras poco menos que invisible, pero Isabella era un pedazo de mujer dispuesta a amar, ¡a amar! con un chico joven y potente que la preñara bien.

La amistad entre adolescentes fumados no tuvo tiempo para alcanzar el estreno de "Corazón salvaje", el único que pudimos haber visto en pantalla grande.


Decidí empezar por el principio; eso sí, saltándome "Cabeza borradora" (no estaba preparado) y "El hombre elefante" que ya había visto tres o cuatro veces. "Dune" ni me la plantee (no me interesa nada esa clase de ciencia ficción) y así llegué a "Terciopelo azul" y me pareció una soberana cosa tan sólo salvada porque Lynch es incapaz de filmar mal. "¿Pero como pudo gustarme esto?" La pregunta recurrente. El pecado original. "Siempre, durante toda tu fruta vida, creerás haber metido la gamba"

Pasé a "Corazón salvaje" No la había visto. Me gustó, sin más. Willem Dafoe estaba bien. Pero Willem Dafoe siempre está bien. La fruta de la progenitora también. No he vuelto a verla.

Con "Carretera perdida" recuperé algo de la fe que alguna vez deposité en el cine. La primera parte era magistral; luego decaía hasta una especie de videoclips de la MTV pero recuperaba el pulso en un final bastante bueno. Por supuesto no me enteré de nada de lo que había visto. Pero me gustó.

Era el turno de "Una historia verdadera" La verdad es que no me apetecía mucho ver una peli del Lynch que no es Lynch después de las sensaciones dejadas por "Carretera perdida" Por supuesto ya la tenía vista y me había gustado, pero la recordaba como lo que es: una peli rara.

Una peli rara es una peli que no te esperas. Es como si Ozores hubiera rodado "El Sur" después de "Yo hice a Roque III"

¡Y claro que me emocioné! ¡Y claro que alguna lágrima salió de paseo, sobretodo en su primera mitad! ¡Y claro que sentí la música de Badalamenti tocando las nobles teclas que aún quedan en mi alma! ¡Y claro que volvió a gustarme el sobrio final, tan denostado!...

Tocaba "Mulholland Drive" Leí la sinopsis viendo el año (2001). "Ummm"

No la encontré en la búsqueda. No recuerdo como la busqué. Es muy fácil. Pero en un primer momento no la encontré, lo juro.

Pasé a buscar por "Inland Empire" su última película. Y tampoco la encontré. Y hoy doy gracias a Dios por no haberla visto antes que "Mulholland Drive"


Una tarde después de salir del bar (el 9 de julio de 2023 según la memoria de mi ordenador) llegué al piso como cualquier otra tarde en la vida. Puede que saliera andar, no lo sé, mi memoria no es tan buena como la de la máquina, aunque lo más probable es que me liara a abrazos con el saco en el dormitorio. Sí, así tuvo que ser. Ahora recuerdo que había dejado de salir a andar meses atrás.

Todo el mundo sigue diciéndote que te ve andar por ahí y tú sabes que no es así, que hace meses que no andas, pero todo el mundo te recuerda andando por ahí y tú no es que dudes, sabes que hace meses que no andas por ahí, pero el mundo, cuando te ve, te recuerda andando siempre por ahí.


9 de julio de 2023. No sabía qué hacer. Estaba a punto de cumplir 50 años. Le di al saco. Le di con toda mi fuerza, con toda mi corazón, con toda mi alma...Todavía habría podido darle mucho más, hasta explotar si no fuera por estos puñeteros huesos que tanto van doliendo.

Me duché, comí algo y fui al salón.


La tarde fue cayendo tras las ventanas mientras miraba cosas en el ordenador. El aburrimiento era general. La gata me miraba, relajada pero expectante, en la mesa donde dejo mis cosas a mano. Ninguno sabíamos qué más hacer hasta poder dormirnos los unos de los otros.

Y por esas cosas que tiene el aburrimiento y el dolor volví a preguntar a Google por "Mulholland drive", película completa y en español. Y salió, subtitulada. No problem.


Estuve a punto de quitarla en el baile inicial. No podía soportarlo. Todo el mundo pasándolo bien y yo en la pura cosa, dolorido, pasando el atardecer con la acusadora gata después de hincharme a abrazos con un saco relleno de retales lavados con lejía Conejo. Lo dejé estar. Estaba tan cansado como para caer en esa bonita almohada roja.


Dos horas y media más tarde, ya con la pantalla del ordenador en neցro, clavado en el sillón, con los títulos de crédito ante mis ojos...


"¿Pero qué ha sido esto?"


Mulholland Drive.
 
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Todo el mundo pasándolo bien y yo en la pura cosa, dolorido, pasando el atardecer con la acusadora gata después de hincharme a abrazos con un saco relleno de retales lavados con lejía Conejo.

Esa prosa, Clavisto, ¿quién podría quedarse indiferente?

Mencionas a Isabella Rosellini y me haces recordar una película suya que me gusta mucho. No sé si la habrás visto: Big Night. ¿La conoces? Vaya por delante que no soy entendida en cine al nivel que lo sois vosotros aquí, sólo sé lo que me emociona a mí. Pero esta película me encanta (primero, porque amo cocinar) y tiene una escena final especial que, precisamente, va de algo que a ti te es muy familiar: sacar lo más extraordinario a partir de lo perfectamente ordinario. Cinematográficamente, yo creo que es una preciosidad de final. No es climático ni tampoco lo contrario. Es un final poético. Hay algo puramente mágico en esa escena cotidiana.

Como digo, me recuerda en sensación a cosas que escribes tú. Después de jaleos, locuras, hazañas, fracasos, carencias, excesos… llega este momento redentor en la mañana en forma de los placeres más simples y sagrados de la vida. Filmada a modo minimalista y en silencio, sin música ni diálogo, sólo el sonido del vivir y del trabajo, el disfrute del resultado y, sobre todo, el cariño fraternal de dos hermanos que acababan de perderlo todo. Y es una escena PERFECTA. Siempre hay que levantarse tras la caída. Cada minuto es un regalo. Esta es la escenificación de ese sentimiento. Podemos perderlo todo, hasta la voluntad misma… pero hay que levantarse y volver a empezar. Excusas, fuera.

Big Night – Final Scene

 
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