85 Aniversario del genocidio de Paracuellos.

ENTRE LOS EJECUTADOS VILMENTE, HABÍA 276 MENORES DE EDAD, ALGUNOS CON 13 AÑOS
España: la Des-Memoria Histórica en el 85 aniversario de las matanzas de Paracuellos.

La Ley de Memoria Histórica de Zapatero y la Memoria Democrática de Sánchez, no considera víctimas a los asesinados por milicianos de partidos que hoy están en el poder en España.

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Por más que el Gobierno Sánchez intente taparlo, en la madrugada del 6 al 7 de noviembre de 1936 comenzaron las matanzas de Paracuellos.

Los asesinatos se prolongaron hasta el 4 de diciembre y fueron llevados a cabo por milicianos del PSOE, el PCE, la UGT y la CNT.

En total fueron masacradas en Paracuellos del Jarama, entre el 6 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, unas 5.000 personas.

Entre los ejecutados vilmente, había 276 menores de edad, algunos con 13 años de edad. Varios padres, hijos y hermanos fueron fusilados juntos.

En la España actual, bajo el bombardeo constante de los medios afines a Pedro Sánchez y sus compinches, hay muchos convencidos de que en la Guerra Civil española hubo un bando intrínsecamente bueno y otro intrínsecamente malo.

La urticante realidad es que en la Guerra Civil de 1936, todos eran españoles y ambos bandos cometieron fechorías da repelúsntes.

A los 12 obispos, 4184 curas y 2365 monjas ejecutados por el bando republicano sólo por ser católicos, correspondieron cientos de escritores, maestros y sindicalistas pasados por las armas por el nacional.

Entre las historias de crueldad hubo muchas inventadas y otras tantas ciertas.

La carnicería de Paracuellos, como antes la perpetrada en el Cuartel de la Montaña, así como las torturas que se hicieron moneda común en las checas de Madrid o las sacas de presos, fueron una espantosa realidad.

En la matanza de Paracuellos, iniciada justo hace 85 años, la mayoría de las víctimas eran presos políticos sacados de las cárceles de Madrid, con la excusa de ser trasladados a Valencia.

Fueron asesinados por sus ideas o su religión abogados, jueces, periodistas, escritores, médicos, religiosos, militares,…
“Se le considera peligroso fascista; en el registro domiciliario se le ocuparon efectos religiosos”. Por esto lo mataron en Paracuellos (20 días antes del juicio). El PSOE es el partido con la historia más criminal de España. pic.twitter.com/YjOcLEjhrT
— Marcial Cuquerella (@cuquemar) November 7, 2021
Procedían de la guandoca Modelo y de otras prisiones madrileñas. Fueron trasladados en autobuses de dos pisos.

Se les hacía bajar en grupos de 10 a 20 atados de dos en dos.

Una vez puestos en fila eran fusilados por los milicianos.

Algunos fueron enterradas vivos, otros murieron desangrados, mientras se les trataba de introducir en las fosas.

Miembros de la Dirección General de Seguridad de la Junta de Defensa de Madrid obligaron a numerosos vecinos de Paracuellos a cavar las fosas donde fueron enterrados los asesinados.

En total existen 7 fosas. Cuando no hubo más espacio, se abrió otra en Torrejón de Ardoz.

La matanza fue organizada por el Consejo de la Dirección General de Seguridad de la Consejería de Orden Público presidida por Segundo Serrano Poncela, que a su vez dependía de Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.

Tanto Carrillo como su amigo Segundo Serrano Poncela pertenecían a las Juventudes Socialistas Unificadas de Madrid cuando se produjeron las matanzas de Paracuellos.

Dicha organización resultó de la fusión de las Juventudes del PSOE con las Juventudes del Partido Comunista.

El socialista Largo Caballero era presidente del Consejo de Ministros en noviembre de 1936.

La Ley de Memoria Histórica de Zapatero y la Memoria Democrática de Sánchez, no considera víctimas a los asesinados por milicianos de partidos que hoy están en el poder en España.

UN ESPANTO.

Desde muy temprano me di cuenta de que no hay acontecimiento que sea correctamente relatado en un diario, pero en España, por primera vez, vi crónicas periodísticas que no guardaban relación alguna con los hechos, ni siquiera la que implica una mentira ordinaria.»

Este fragmento, extraído de la obra ‘Looking Back on the Spanish War’, es obra de George Orwell, uno de los notables escritores que siguieron de cerca la Guerra Civil española, y resume perfectamente la retorcida forma en que se cubrió la contienda.

Ningún otro conflicto moderno, ni siquiera el yugoslavo o el árabe-israelí, ha despertado emociones tan vehementes, compromisos tan hondos y lealtades tan desgarradas como la Guerra del 36.

En esencia, como escribió Orwell, fue una lucha de clases y ambos bandos veían el choque como una cruzada.

Los nacionales batallaban para purgar el país de gente de izquierdas, restaurar el orden, defender valores que sentían amenazados y resucitar el ideal de una España «unida, grande y libre».

Los republicanos peleaban, en algunos casos, por un ideal democrático y en muchos a la busca de la «utopía comunista», empujados por un repruebo de clase desaforado, el anticlericalismo y hasta el miedo.

La intervención de Hitler y Mussolini en favor de los Nacionales y de Stalin en favor de los republicanos reforzó esta percepción.

Fue un momento apocalíptico de la Historia, uno de esos instantes en que todo el mundo se siente obligado a adoptar postura y asumir opciones trascendentales. Los contendientes se batieron con toda la ferocidad de que es capaz un ser humano.

Floy Gibbons, la estrella del Tribune de Chicago que había ido en 1923 al Sáhara a la busca de jeques parecidos al bello Rodolfo Valentino y para quien iba a ser la novena campaña militar de su carrera, no tuvo suficiente estómago para seguir de cerca el cainita conflicto español.

Milicianos republicanos posando junto a los cadáveres de varias personas que acaban de asesinar.

Al mes de llegar, Gibbons hizo las maletas:

«Es la más sangrienta y costosa guerra que he visto en mi vida… es espantoso el comprobar lo inhumanos que pueden ser unos hombres con otros.»
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Fusilamiento de un sacerdote católico, por milicianos gente de izquierdas, en 1936.

Como advertimos los periodistas españoles a partir de 1990 en la antigua Yugoslavia, es indiferente que los protagonistas sean blancos, educados y europeos. Cuando sobreviene una contienda fratricida, la crueldad de los participantes jamás toca fondo.

Ninguno de los que acudieron a la Península Ibérica para luchar o escribir salió indemne de una experiencia que marcaría a fuego las almas, el ideario, la memoria y los ademanes de toda una generación.

La Guerra del 36 fue un imán que magnetizó hasta el hipnotismo a los autores con más talento de esa época: Hemingway, Malraux, Orwell, Dos Passos, Koestler… Novelistas y corresponsales se entreveraron en el conflicto con ardor y eso afectó inevitablemente a la objetividad de su trabajo.

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Hemingway disfrutando del Madrid republicano, durante la Guerra Civil de 1936-39.

EL MITO Y LOS AGUJEROS DE ERNEST HEMINGWAY

Ernest Hemingway, que apareció como enviado especial de la North American Newspaper Alliance, se asignó a si mismo la misión de entrenar reclutas para las Brigadas Internacionales y solía acercarse al frente en uniforme de campaña.

George Orwell, enviado a España como reportero del New Statesman, se unió a las fuerzas trotskistas catalanas y no juzgaba anómalo combinar un poco de combate y el envío de crónicas.

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George Orwell, enviado a España como reportero del New Statesman.

El traidor Kim Philby, cubría la contienda para el Times desde el lado nacional, pero actuaba como agente secreto soviético.

Arthur Koestler aparecía como corresponsal del London News Chronicle, pero en realidad era espía de la Komintern, la Internacional Comunista.

Philby y Koestler no fueron los primeros periodistas que se tras*formaron en agentes secretos y se pusieron al servicio de Stalin empujados por su fe ciega en las virtudes del comunismo.

Antes de ellos, el número 1 del Kremlin fue Richard Sorge. Era un tipo voluminoso, moreno, y empezó su peripecia profesional a principios de los años treinta en el Extremo Oriente como enviado del Soziologische Magazin.

Los japoneses, verdaderos paranoicos en lo que se refiere a las filtraciones de información, nunca sospecharon de aquel alemán que describía en términos elogiosos sus sangrientas hazañas en Shanghái, Nankín y otros parajes de la China continental.

Para los nipones y los colegas de Sorge, el germano era un nancy mujeriego y un poco alocado. En realidad fue el organizador de una de las redes de espionaje comunista más eficientes de la Historia.

Como en todas las guerras, la de España, además de sus espías, tuvo su hotel: el Florida.

Allí, muy cerca de la antigua Estación del Norte madrileña, montaron su cuartel general Hemingway, Herbert Matthews, Antoine de Saint-Exupery, John Dos Passos y Martha Gellhorn, entre otros.

La ajetreada posada, donde el pasatiempo comunal era un gramófono con un solitario disco de Fréderic Chopin, valió a Hemingway para encuadrar ‘La Quinta Columna’ y para prometerse en matrimonio con Martha Gellhorn.

A diferencia de lo que ocurre ahora, Hemingway y muchos de los alojados en el Hotel Florida admitían abiertamente su parcialidad. Algunos hasta hacían gala de ello.

«Siempre detesto la falsedad y la hipocresía de los que proclaman ser imparciales y la tontería, por no decir estupidez, de los editores y lectores que demandan objetividad a los reporteros que cubrimos una guerra» -escribió Matthews-.

«Al condenar la parcialidad se rechazan los únicos factores que realmente importan: honestidad, comprensión y rectitud; el lector tiene derecho al solicitar los hechos, pero carece del derecho de pedir al periodista o al historiador que coincidan con el.»
Si el enviado del riguroso New York Times osaba proclamar esos principios, se me ponen los pelos de punta al imaginar cuales eran los criterios con los que se guiaban personajes enredados ideológicamente en la lucha.

Cuando los nacionales se dieron de bruces con Arthur Koestler en Málaga y lo atraparon antes de que pudiera embarcarse y huir, ni se les pasó por la cabeza tratarlo como a un periodista.

Dieron por supuesto que era un agente enemigo y estuvieron a punto de enviarlo al paredón.

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El periodista Arthur Koestler.

Afortunadamente para Koestler, los republicanos también tenían sus prisioneros y el incidente se saldó con un intercambio de cautivos.

Koestler aprovechó su recién recobrada libertad para publicar un libro con el título ‘Spanish Testament’, que provocó un estallido de ira contra el general Francisco Franco en Europa.

En la obra se narraban con detalle un sinnúmero de salvajadas cometidas por los nacionales. En 1954 los incautos lectores se enteraron por fin de la verdad: Koestler confesó haber escrito el libro en París bajo la supervisión de su jefe en la Komintern, un alemán llamado Willie Muenzenberg, quien se encargó de crear capítulos enteros, retocar pasajes demasiado blandos y maquillar todo el volumen.

El caso de Claud Cockburn, editor del semanario izquierdista británico The Week, es todavía mas llamativo.

Para presionar al gobierno francés y empujarlo a permitir el paso de un cargamento de armas destinado a la Republica y el bando ‘rojo‘, Cockburn y un tal Otto Katz -ahorcado paradójicamente en Praga en 1952 por la KGB con la falsa acusación de ser un agente capitalista- enviaron una pormenorizada crónica, toda ella producto de la ficción, en la que los escasamente armados gente de izquierdas aparecían corajudos, corteses y sacrificados en su lucha contra una gente de nacionales bien pertrechados.

El reportaje incluía nombres propios a granel, topónimos, paisajes identificables y, durante un prolongado lapso de tiempo, figuró como una obra imprescindible del reporterismo de guerra. Todo era inventado.

Durante el asedio al Alcázar de Toledo, un colega llamado Louis Fischer informó que los sitiadores estaban «desmoralizados», lo que era verdad, y Cockburn le increpó en público.

Fischer argumentó que el desaliento de los milicianos era un hecho palpable y que los ciudadanos tenían derecho a leer la verdad, a lo que Cockburn replicó:
«¿Quién les ha dado ese derecho?»
No es extraño que los artículos publicados en The Week y otros medios similares, conteniendo detalles correctos, resultaran radicalmente erróneos en conjunto.

Toda esa consciente, constante y masiva manipulación, despertó un fútil optimismo entre los lectores izquierdistas de todo el mundo a los que se indujo a creer que la victoria republicana era ineludible en España.

Se llevaron un chasco monumental, del que algunos progres españoles no se han recuperado nunca, lo que explica que los más obtusos intenten ganar la guerra casi un siglo años después de concluida.

 
La semana del terror o el 'Wannsee Rojo': la reunión que decidió las sacas de Paracuellos.

El Gobierno propone el 28 de octubre como día de las víctimas de la Guerra Civil: fue el día de la matanza del cementerio de Aravaca y los preparativos de Paracuellos.

Foto: Exhumación de cadáveres de Soto de la Aldovea para su traslado a Paracuellos.

Exhumación de cadáveres de Soto de la Aldovea para su traslado a Paracuellos.

Hace un par de semanas, el Gobierno proponía, dentro del articulado de la Ley de Memoria Democrática, una fecha para conmemorar a los caídos de ambos bandos en la Guerra Civil: el 28 de octubre. Se cumplen exactamente ahora 85 años de esa fecha maldita para la historia de España y acrecienta la bronca entre esas dos Españas que casi un siglo no han borrado: el 28 de octubre de 1936 se produjo una de las matanzas republicanas en Madrid, la de Aravaca, y dio comienzo la semana del terror rojo que culminaría con las sacas de Paracuellos y Soto de la Aldovea en Torrejón de Ardoz.

85 años de una semana que comenzó a hundir la II República internacionalmente. Una imagen que jamás podrían revertir. La gran pregunta es ¿cómo comenzó todo? ¿Por qué el supuesto Gobierno legítimo de la nación había caído en el mayor descrédito internacional apenas cuatro meses después del golpe de Estado? La realidad es que aniversarios como el de Aravaca o Paracuellos derriban una de las ideas fundamentales de la nueva ley socialista: no hubo buenos y malos.

Así, a finales de verano el Comité Provincial de Investigación Pública, el infausto CPIP, creado por la Dirección General de Seguridad de la República en agosto, se hacía con el control del orden y la última semana de octubre afilaron el terror en Madrid. ¿La excusa? Sencillamente, que con los aviones nacionales bombardeando ya incesantemente la capital desde Talavera de la Reina se quería evitar la famosa "puñalada por la espalda" de los fascistas escondidos en Madrid, la Quinta Columna a la que aludió el general Emilio Mola en verano y que realmente a esas alturas no existía.

El 1 de noviembre, el CPIP estableció un dispositivo en Aravaca idéntico al posterior de Paracuellos del Jarama

La historia de esa semana es clave en el relato de la Guerra Civil porque justo entre el 28 y el 1 de noviembre el CPIP estableció un dispositivo que resultaría prácticamente idéntico al de una semana después: el de las sacas de Paracuellos del Jarama. Nunca fueron incontroladas y siempre se siguió un plan detallado, las sacas que comenzaron esa semana y la reunión posterior así lo demuestran. La diferencia fundamental estribaría en la escala masiva de asesinatos a corto plazo. En concreto, esos días estaban en el punto de mira dos significados intelectuales Ramiro de Maeztu y Ramiro Ledesma Ramos, que sin embargo no habían participado en ninguna acción contra la República en julio, como esgrimirían sus asesinos.

'Evacuación' a Chinchilla

Lo explica el hispanista Julius Ruiz: "El 28 de octubre, el CPIP exigió que 31 prisioneros que estaban en la guandoca de Ventas [entre los que se encontraban Maeztu y Ledesma] quedaran bajo su custodia". El objetivo, supuestamente, era trasladarlos a Chinchilla, para lo cual se les ordenó empaquetar sus pertenencias para salir en la noche del 28 al 29 de octubre... Sin embargo, la orden de salida de Ventas a Chinchilla es del día 31 y la salida efectiva es el día siguiente, es decir, el 1 de noviembre. ¿Qué pasó con ellos? ¿Cuándo fueron 'trasladados' realmente?


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Interior de la cárcel Modelo de Madrid.

Interior de la guandoca Modelo de Madrid.

Nunca llegaron a Chinchilla. Fueron llevados esa noche —la del 28 al 29— al cementerio de Aravaca, donde fueron fusilados. Fue el comienzo de la semana del terror rojo, ya que entre el 1 y el 6 de noviembre otros 158 prisioneros —es decir, antes de las masacres de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz, que comenzaron un día después, el 7— fueron 'trasladados a Chinchilla', ahora ya no solo desde Ventas, sino también desde San Antón, Porlier y la guandoca Modelo, y todos fusilados igualmente en el cementerio de Aravaca o Rivas Vaciamadrid, un 'modus operandi' exactamente idéntico al que tendría lugar en Paracuellos del Jarama.

Entre agosto y noviembre, se asesinó a más, pero a partir de esa reunión se haría más rápido

Pero si el Gobierno de Largo Caballero no huyó a Valencia hasta el 6 y la Junta de Defensa no se estableció hasta un día después, ¿cuál era la responsabilidad de Carrillo y del propio Largo Caballero? Era total, puesto que la realidad es que si bien lo de Paracuellos "fue una tontería con lo que había pasado antes", el hecho fue que jamás había habido un operativo tan detallado y minucioso para apiolar a tanta gente en tan poco espacio de tiempo. Es decir, el CPIP, desde agosto, había asesinado a mucha más gente, pero a partir del día 6, con la llegada de la Junta de Defensa de Madrid, conseguirían una mejor logística y coordinación de las fuerzas del orden republicanas para hacerlo mejor y más rápido...

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Ramiro Ledesma Ramos, en el centro, junto a José Antonio Primo de Rivera.

Ramiro Ledesma Ramos, en el centro, junto a José Antonio Primo de Rivera.

El 6 de noviembre, cuando el CPIP ya había asesinado a más de 130 personas en Aravaca, ante el inminente avance de las tropas de Franco sobre Madrid, se produce una reunión para hacerse cargo de la situación de las prisiones en la capital y de la solución ante el "problema de la Quinta Columna". Por primera vez están presentes no solo los hombres de la CNT FAI del CPIP, sino también los comunistas, es decir, Santiago Carrillo y Segundo Serrano Poncela, de la JSU, que habían entrado en el Partido Comunista ese mismo día [sic] y a quienes la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general José Miaja, les había otorgado la Consejería de Orden Público.

Mejor logística

Básicamente, la que sería capaz de coordinar todos los recursos, traslados y logística para proceder a cabo con las evacuaciones. Lo que queda claro de la experiencia de Aravaca de la primera semana de noviembre es que tal y como estaban asesinando los del CPIP en Aravaca y Rivas Vaciamadrid no se iba a ningún lado, para empezar, porque ambos estaban ya muy cerca de la línea del frente y había que buscar otro lugar y otros medios. Si les suena a la conferencia nancy de Wannsee no es del todo reprochable. Santiago Carrillo le vendió una versión diferente al historiador Ian Gibson:

"La primera tarea que nos planteamos ¿cuál es? Acabar con lo que luego se han llamado las checas, es decir, con las policías paralelas. Y echamos de Madrid a todas las gentes de las checas, de las policías paralelas. Los echamos de Madrid, y es la policía gubernativa la que toma la responsabilidad del Orden Público en Madrid. Y se acaba en Madrid un espectáculo que había sido frecuente hasta entonces, que era el encontrar todas las mañanas gente paseada por las calles... El día 8 de noviembre ya no había eso, porque, repito, todas las policías paralelas habían desaparecido".

Carrillo dice que el 8 ya no hay muertos por las calles, pero están en las fosas de Paracuellos

La reacción del propio Ian Gibson no difiere de la de Julius Ruiz, aunque esté en las antípodas ideológicas: "Era la intención de la Junta de Defensa, pues, que, de haber represión, esta estuviera monopolizada por ella. Se trataba de la 'institucionalización' de la represión y en gran medida Carrillo y sus colegas lo consiguieron". No deja de sorprender en efecto una frase concreta de Carrillo, cuando dice que el día 8 ya no había muertos por las calles, sencillamente, porque estaban ocultos a la vista de todos en las fosas de Paracuellos del Jarama donde llamaban menos la atención y se les podía asesinar a gran escala. No se conserva el contenido de la crucial reunión de la CNT, CPIP y la nueva consejería de orden público, -aunque el historiador Jorge Martínez Reverte encontró el acta-, pero lo que parece claro a la luz de otras pruebas y testimonios es que se discuteron y solucionaron los problemas logísticos para llevar a cabo el existente plan de "evacuaciones" del CPIP, es decir, los asesinatos masivos.

La contribución de Carrillo

Como explica Julius Ruiz: "El CPIP podía haber apiolado a pequeños grupos de personas con regularidad desde agosto de 1936, pero carecía de los recursos logísticos necesarios para realizar asesinatos masivos a corto plazo. Yo diría que esta fue la principal contribución de la Consejería de Orden Público a los asesinatos de Paracuellos el 7 de noviembre".

Según Ian Gibson, la Consejería de Orden Público eliminó al CPIP, pero en realidad, para sustituirlo porque integró a cinco de los miembros del CPIP, entre ellos a Manuel Rascón de la CNT FAI, que había sido el principal ideólogo y ejecutor de las sacas desde verano y concretamente las del preludio de Paracuellos, la del 1 de noviembre en Aravaca en la que murieron entre otros, Ramiro de Maeztu y Ramiro Ledesma. Lo queda meridianamente claro es que el modus operandi ya existía y que en aquella semana de noviembre se sentaron las bases para que la Junta de Defensa pudiera comenzar la operación más sanguinaria de la guerra que ocuparía noviembre y diciembre: las sacas de Paracuellos.

 
Especial de Libertad Digital: Paracuellos, 1936.

Especial completo de Libertad Digital, cinco reportajes y una tertulia, con motivo del 85 aniversario de los fusilamientos masivos en Paracuellos del Jarama.




Libertad Digital ha visitado el Cementerio de Los Mártires de Paracuellos (que gestiona la Hermandad de Ntra. Señora de los Mártires y Caídos en Paracuellos del Jarama) para recordar aquellas noches de noviembre y diciembre de 1936 en las que miles de españoles fueron fusilados en un descampado por ser "desafectos" al régimen ideológico del Frente Popular.

Al comienzo de la guerra civil, las cárceles de Madrid y las llamadas checas, centros de detención y tortura ilegales, estaban saturadas de personas que habían sido prendidas en sus propios domicilios por su supuesta vinculación con la derecha política o por ir a misa. Entre ellos también cientos de militares retirados por la Reforma de Manuel Azaña y de religiosos, objetivo de las izquierdas desde el comienzo de la Segunda República. Miles de varones, algunos de 16 años, fueron ajusticiados de forma extrajudicial en la retaguardia.

Las extracciones de presos se hicieron de forma calculada y con la excusa de que iban a ser trasladados a cárceles de las afueras de la capital. Los milicianos comunistas, socialistas, sindicalistas o anarquistas llegaban con listados y tras cantar los nombres y apellidos los subían a autobuses de dos plantas de la Empresa Municipal de tras*portes, las famosas sacas o convoyes de la fin. Los ataban de dos en dos con un alambre a la altura del codo.

Se calcula que en el campo santo de Paracuellos puede haber hasta 8000 cadáveres. Familias enteras, padres e hijos que compartieron celda o checa durante semanas y que juntos recibieron el disparo, no siempre letal. Muchos murieron asfixiados en la propia fosa por el peso de los cadáveres que les caían encima. Por cierto, los milicianos obligaron, a punta de pistola, a los vecinos de los pueblos cercanos a cavar las fosas, trasladar los cuerpos y echar algo de tierra por encima. Un trauma que también se recuerda.

Contar la historia de estas siete fosas comunes sería más sencillo si las víctimas lo fueran de Franco y no del Gobierno del Frente Popular de Largo Caballero y de Santiago Carrillo (consejero de Orden Público de la Junta de Defensa en Madrid), y obra de milicianos sindicalistas, comunistas y socialistas. La Ley de Memoria Democrática, elaborada por los herederos jovenlandesales de aquellos políticos totalitarios de la Segunda República, no ahorraría épica ni lírica para describir los fusilamientos masivos y la matanza selectiva de familias enteras, el genocidio en la retaguardia. Por cierto, es un dato sin duda relevante, Francisco Franco nunca visitó la zona, adecentada en cementerio por las víctimas que no han recibido nunca subvenciones. No hay mal que por bien no venga y, de momento, poco puede hacer aquí el gobierno de Pedro Sánchez.

El Cementerio de Los Mártires de Paracuellos es un lugar privado, privado del reconocimiento y de la compasión ante un dolor que se mantiene vivo gracias las viudas que en los años 40 empezaron a venir en peregrinación cuando se corrió la voz que éste había sido el destino de sus familiares.

Pasamos varias horas recorriendo un lugar asombroso y simbólico. Cuesta creer que estas siete fosas comunes no importen a nadie, no abochornen. Libertad Digital rinde homenaje a estas víctimas, inocentes todos.

La serie de cinco reportajes se completa con una tertulia con Federico Jiménez Losantos Pedro Corral, Miguel Platón y Nuria Richart.

 
Georges Henny, un héroe humanitario en la Guerra Civil (I)

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El jefe del gobierno republicano, el socialista Francisco Largo Caballero, rehusó proporcionar al Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) el listado de los detenidos en las cárceles madrileñas tres días antes del comienzo de las matanzas de estos presos en Paracuellos del Jarama. Libertad Digital ofrece por vez primera a los lectores españoles la publicación de los documentos del médico suizo Georges Henny, delegado en Madrid del CICR.

El meritorio esfuerzo del Centro de Documentación de Cruz Roja Española respecto a la catalogación y digitalización de los fondos sobre la Guerra Civil del archivo del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) en Ginebra, está ofreciendo nuevos documentos de extraordinario interés sobre nuestra contienda. Entre ellos figuran los relacionados con las matanzas en Madrid de miles de presos considerados desafectos a la causa frentepopulista entre octubre y diciembre de 1936.

Esta documentación recoge la actividad del joven médico suizo Georges Henny, delegado del CICR en Madrid entre septiembre y diciembre de 1936. Henny fue, junto con el cónsul noruego Félix Schlayer, de 63 años, y el encargado de negocios argentino Edgardo Pérez Quesada, de 54, uno de los testigos clave de las sacas de presos de las cárceles madrileñas, conducidos por miles a su asesinato en masa en las localidades madrileñas de Aravaca, Rivas-Vaciamadrid, Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz.

La labor humanitaria del doctor Henny

La reconstrucción de la actividad del doctor Henny en el Madrid frentepopulista a través de estos documentos agiganta la heroica labor humanitaria del joven filántropo suizo, que el 8 de diciembre de 1936 estuvo a punto de perder la vida al ser ametrallado por un caza republicano el avión de la Embajada de Francia en el que salía de España. A la vez, esta documentación profundiza en el abismo en que cayeron quienes decidieron acabar con la vida de miles de presos cuya custodia era responsabilidad del gobierno de Largo Caballero. (1)

Nacido en Ginebra, Henny contaba con 29 años, estaba soltero y era pediatra del hospital cantonal cuando comienza la Guerra Civil. Se encontraba destinado en un servicio sustitutivo del militar, como teniente primero de la Compañía Sanitaria de Montaña III/11. (2) Por ello tuvo que solicitar permiso a sus autoridades antes de aceptar sumarse a la misión humanitaria del CICR en España.

Henny se ocupó del regreso desde la zona sublevada de miles de niños que disfrutaban de las colonias de verano
El joven doctor firmó con la Cruz Roja un contrato de un mes, del 11 de septiembre al 11 de octubre de 1936, que podía ser prorrogado mes a mes. Su sueldo era de 750 francos suizos y contaba con un seguro de enfermedad y accidente por valor de 75.000 en caso de invalidez. (3)

Henny dirigirá la delegación del CICR en la capital a las órdenes de Marcel Junod, delegado general en España y delegado jefe en la zona gubernamental. Llegará a Madrid el 16 de septiembre de 1936, cuando los sublevados están a punto de tomar Maqueda (Toledo), a 73 kilómetros de la capital.

La sede de la delegación del CICR se encontraba en un palacete de la calle José Abascal 55, junto al paseo de la Castellana, donde tenía su casa-taller el escultor Mariano Benlliure. Muy cerca, en José Abascal 27, estaba la legación de Noruega, encabezada por su cónsul honorario, Félix Schlayer, y convertida en refugio para cerca de un millar de perseguidos. Henny mantendrá una estrecha relación con Schlayer durante toda su misión humanitaria en España.

Henny tenía como delegado adjunto a Andrés de Vizcaya Laurent, de 33 años, nacido en Baden-Baden (Alemania) de padre español y progenitora francesa, pero afincado en Barcelona como hombre de negocios. El primer contacto de Henny en la capital será con el presidente de Cruz Roja en la España republicana, Aurelio Romeo Lozano, pediatra como él y funcionario del Ayuntamiento madrileño. A Cruz Roja Española pertenecía la veintena de voluntarios que trabajarían con Henny.

Una de las primeras gestiones de Henny fue colaborar con el embajador chileno, Aurelio Núñez Morgado, para intentar evacuar a las mujeres y niños del sitiado Alcázar en Toledo. (4) A la vez se ocupó del regreso desde la zona sublevada de los miles de niños que disfrutaban de las colonias de verano escolares cuando estalló el golpe militar. (5)

Llamada de auxilio a Ginebra

Desde su apertura, centenares de personas harán cola ante la delegación del CICR para conseguir la liberación de sus familiares o localizar su paradero, así como para contactar con los seres queridos que han quedado en la zona sublevada. Entre septiembre y diciembre de 1936, la delegación recibirá 21.800 demandas de información. La prolongación de la contienda hará que lleguen hasta las 261.400 en 1937. (6)

La suerte de las personas encarceladas por las fuerzas gubernamentales se convierte enseguida en su principal preocupación. Apenas llegado a Madrid, el 22 de septiembre, Henny informa a Ginebra que "es muy difícil en este momento obtener listas de presos y visitar sistemáticamente las cárceles de Madrid, como me había pedido el Dr. Junod". (7)

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El joven doctor Henny asume muy pronto su papel frente a los desastres de la guerra. El 30 de septiembre reclama al CICR en Ginebra que haga "una enérgica y rápida intervención ante los gobiernos de Burgos y de Valladolid [sic] para que la población civil y los prisioneros de guerra no sean fusilados y para que no sean bombardeadas las ciudades abiertas donde son víctimas las mujeres y los niños". (8)

El 7 de octubre, Henny y su adjunto Vizcaya son recibidos por Manuel Azaña, presidente de la República. "Nos felicitó por la labor humanitaria que estamos realizando y nos ofreció su apoyo", informará Henny. Azaña les pide noticias acerca de su sobrino Gregorio Azaña, detenido y fusilado en agosto por los rebeldes en Córdoba. "Puede que lo hayan fusilado, pero el Presidente no lo sabe", dice Henny al CIRC. (9)

El 15 de octubre, Henny reitera a Ginebra sus dificultades para obtener la lista de prisioneros gubernativos, "según lo dispuesto en nuestro programa de trabajo". "Tan pronto como pueda ser recibido, trataré esta importante cuestión, aunque tengo pocas esperanzas de obtener completa satisfacción", escribe. (10)

Visitar las cárceles, "muy peligroso"

Henny también visitará las cárceles para interesarse por la suerte de detenidos a petición de los familiares. Lo hace en concertación con el cuerpo diplomático destacado en Madrid. Desde el comienzo le acompañarán en estas visitas Schlayer, que le ayuda como intérprete, y Pérez Quesada.

El delegado del CICR recibe enseguida "avisos de prudencia de personas amigas que consideran que tales pasos son muy peligrosos en las circunstancias actuales", como notifica el 24 de octubre a Ginebra con motivo de sus visitas a las prisiones. En este informe, Henny comunica que "ha tenido el honor" de ser recibido ese mismo día por el jefe del gobierno, Francisco Largo Caballero, a quien le pide liberar a las mujeres detenidas en Madrid. El líder socialista rechaza la propuesta porque "considera que todas las mujeres detenidas en Madrid son objeto de información y que en esta ciudad no hay rehenes". (11)


Henny plantea también la cuestión de los canjes de prisioneros no combatientes en virtud del acuerdo firmado el 3 de septiembre por el CICR y su predecesor, José Giral, ratificado por el propio Largo Caballero. El jefe del gobierno insiste a Henny en que los canjes debe realizarlos el CICR como iniciativa suya, evitando que parezca "un acuerdo entre dos gobiernos beligerantes".

En otro informe, del 28 de octubre, Henny comunica a Ginebra que en las cárceles madrileñas hay más de 10.000 presos. "En algunas de ellas los detenidos estaban en condiciones deplorables, en otras las condiciones eran mejores", escribe. (12) También vuelve a notificar que ha recibido "varios avisos discretos, pero bastante precisos, dándome a entender que era mejor que cesara en esta actividad", en alusión a su visita a las prisiones.


Henny tras*mite también su conmoción al saber que "pequeños grupos políticos tenían libre acceso a estas cárceles donde elegían los presos que querían. Estas personas luego son reportadas como desaparecidas". Informa asimismo que "el domingo por la mañana [se refiere al 25 de octubre] se recogieron más de 134 cadáveres sólo en el municipio de Madrid". Para demostrar que "los hechos que les relato no son chismes", cuenta que "personalmente he tenido la oportunidad de salir de la ciudad por la mañana y he visto cadáveres abandonados en los baldíos".
"Estamos buscando -continúa Henny- la forma de garantizar de manera efectiva la protección de las cárceles, pero no la encontramos. Creemos que el gobierno se siente superado por los partidos políticos que hacen realmente lo que quieren".
El Frente Popular: no hay "rehenes" sino "prisioneros políticos"

Henny se refiere también en su informe del 28 octubre a la nota que el gobierno británico había enviado días antes a los dos bandos proponiendo un canje de los prisioneros no combatientes, calificados por la nota como "rehenes", ante el riesgo de que fueran exterminados en masa, para lo que ofrecía los servicios de la Royal Navy. El gobierno republicano contestará que en su zona no hay "rehenes" sino "prisioneros políticos" que han sido detenidos "por su intervención directa en la sublevación contra la República o con motivo de que puedan causarle daño y por las relaciones que mantengan con los opositores al régimen". (13) Henny aclarará a Ginebra sobre este punto que "es la misma respuesta que me dieron en mi entrevista en Presidencia", en referencia a su reunión con Largo Caballero.

Para Henny, la distinción entre prisioneros políticos y prisioneros de guerra importaba poco "desde un punto de vista humanitario". "Creemos que los presos políticos, en las circunstancias actuales, tienen derecho al mismo trato, si no mejor, que los prisioneros de guerra", señala Henny a Ginebra el 30 de octubre. (14)
"Debemos considerar -continúa el delegado de Cruz Roja- que la mayoría de estos llamados presos políticos no han tenido una actividad política real, sino que están detenidos porque tenían un familiar de derechas, o simplemente un amigo. Por otro lado, entre ellos hay un gran número de mujeres, e incluso ancianas que tienen derecho a alguna consideración".
Esta cuestión es muy relevante para entender en toda su dimensión la mentalidad que dio lugar a las matanzas de presos por parte de las fuerzas republicanas. (15) Matanzas que habían comenzado un día antes de esta nota de Henny, el 29 de octubre, con la primera saca de 31 presos de la guandoca de Ventas, asesinados en el cementerio de Aravaca, entre ellos Ramiro de Maeztu y Ramiro Ledesma.

El criterio para considerar a los presos políticos como prisioneros de guerra será defendido de nuevo por Henny ante el propio Largo Caballero en la carta que le escribe el 2 de noviembre de 1936, con copia a Julio Álvarez del Vayo, ministro de Estado, con quien se había reunido cinco días atrás, y a Rodolfo Llopis, subsecretario de Presidencia. El texto fue revisado por el cuerpo diplomático acreditado en Madrid.
"Sé que se puede objetar -escribe el delegado de Cruz Roja a Largo Caballero- que las personas detenidas en las cárceles de Madrid no son prisioneros de guerra, sino prisioneros políticos. Sin embargo, considerando que se encuentran privadas de libertad a causa de la guerra, y en virtud del Derecho de gentes y del artículo 3 del anexo de la Convención Internacional de La Haya de 18 de octubre de 1907, considero que esas personas tienen derecho al mismo trato humanitario que los prisioneros de guerra, y estoy seguro de que el Gobierno español es el primero en reconocerlo". (16)
En la misma misiva, Henny solicita a Largo Caballero que le autorice a visitar las cárceles y que promueva los canjes de presos. Asimismo, le recuerda que el CICR ha reclamado a su gobierno "las listas de prisioneros combatientes y no combatientes detenidos en territorio gubernamental". Henny garantiza que "tales listas sólo serían comunicadas confidencialmente a Ginebra para facilitar al Comité Internacional las averiguaciones que se le han pedido sobre las personas dadas por desaparecidas".

Aunque el delegado del CICR reitera su petición "insistiendo especialmente en la lista de prisioneros combatientes", a su vez anuncia a Largo Caballero que va a presentar en breve "un proyecto de doble liberación basado en el intercambio" para los no combatientes.

Con su carta, Henny se adelanta un día al llamamiento que el presidente del CICR, Max Huber, hará a los dos bandos, en línea con la nota británica, para que sean liberados o canjeados todos los prisioneros no combatientes. (17)

Sin aspirar a tanto, Henny se muestra confiado en que su carta logre que el gobierno de Largo Caballero mejore la situación de los presos desafectos. "Aunque no obtenga completa satisfacción, me atrevo a esperar que por esta petición tratemos de frenar los abusos que se cometen a diario en las cárceles de Madrid", asegura. No tardará en decepcionarse.

Largo Caballero contestará a Henny dos días después. Únicamente accede a su petición de visitar las cárceles. Sobre las peticiones relativas a las listas de presos y el canje de los no combatientes, Largo Caballero le responde que "en su día, contestaré a los otros extremos de su carta". (18) Henny nunca recibirá respuesta sobre estos asuntos.


El silencio del jefe del gobierno republicano sobre los presos en su carta del 4 de noviembre es atronador dado que, como decimos, desde el día 29 ya habían empezado en la guandoca de Ventas las sacas y asesinatos de prisioneros bajo las instrucciones del propio Ministerio de Gobernación que dirigía el también socialista Ángel Galarza. Sacas que se ampliarán a la de Porlier, bajo la misma cobertura gubernativa, y después a la Modelo y San Antón a partir del día 7, solo tres días después de la contestación de Largo Caballero a Henny.

Las listas serán precisamente, como se demostró en plenas sacas, el único instrumento de control y verificación en manos de Cruz Roja y del cuerpo diplomático para tratar de garantizar la vida o conocer el destino de las personas detenidas en las cárceles madrileñas, aunque para más de dos mil de esos detenidos ya será demasiado tarde.

El hecho de que el gobierno de Largo Caballero no solo se negara a reconocer la condición de prisioneros de guerra a los detenidos gubernativos, sino que también rehusara, como hoy ya sabemos, a contestar a la petición de Cruz Roja sobre la entrega de las listas de presos, es un dato relevante respecto al papel del gobierno del Frente Popular en este capítulo siniestro de la Guerra Civil.

Al negarse a facilitar estas listas al delegado del CICR en Madrid, Largo Caballero agravó aún más si cabe su responsabilidad junto a todos los que, obligados a garantizar la vida de miles de personas cautivas en las prisiones de la capital, colaboraron por acción u omisión en los mayores fusilamientos en masa cometidos en la Guerra Civil contra personas inermes.

Notas bibliográficas:
(1) Esta documentación ha sido reproducida solo parcialmente en francés por Pierre Marqués, en "La Croix Rouge pendant la Guerre d'Espagne", L'Harmattan, París y Montreal, 2000; y por Sébastien Farré, "L'affaire Henny", George Éditeur, Chêne-Bourg (Suiza), 2022. En su obra ya clásica "Paracuellos, cómo fue", Temas de Hoy, Barcelona, 2005, Ian Gibson la cita solo indirectamente a través de información proporcionada por el personal del CICR encargado de su custodia.

(2) Marqués, op. cit., p. 25.

(3) Contrato de Georges Henny con el CICR. Centro de Documentación de Cruz Roja Española (CDCRE), ACICR B CR 212 GEN-02.

(4) Informe de G. Henny, 18 de septiembre de 1936. Ibídem.

(5) Comunicación telefónica de G. Henny y A. de Vizcaya, 25 de septiembre de 1936. CDCRE, ACICR, C-ESCI 149.

(6) Memoria del Servicio de Intercambio de Noticias Familiares. 1937. CDCRE, ACICR, C ESCI-016.

(7) Informe de G. Henny, 22 de septiembre de 1936. CDCRE, ACICR, C ESCI-015.

(8) Comunicación telefónica de G. Henny, 30 de septiembre de 1936. CDCRE, ACICR, C-ESCI 149.

(9) Comunicación telefónica de G. Henny y A. de Vizcaya, 7 de octubre de 1936. CDCRE, ACICR, C ESCI-015.

(10) Informe de G. Henny. 15 de octubre de 1936. Ibídem.

(11) Informe de G. Henny, 24 de octubre de 1936. Ibídem.

(12) Informe de G. Henny, 28 de octubre de 1936. Ibídem.

(13) Marqués, op. cit., p. 405.

(14) Informe de G. Henny, 30 de octubre de 1936. CDCRE, ACICR, C ESCI-015.

(15) Julius Ruiz, "Paracuellos, una verdad incómoda", Espasa, Madrid, 2015, p. 210.

(16) Carta de G. Henny a F. Largo Caballero, 2 de noviembre de 1936. CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-58.

(17) Marqués, op. cit., p. 403-404

(18) Carta de F. Largo Caballero a G. Henny, 4 de noviembre de 1936. Ibídem.


Pedro Corral es autor, entre otros libros sobre la Guerra Civil española, de Vecinos de Sangre (La esfera de los Libros, 2022).

En la segunda entrega de Georges Henny, un héroe humanitario en la Guerra Civil: "Publicamos por primera vez el informe completo de Cruz Roja Internacional sobre la masacre de Paracuellos".


 
Georges Henny, un héroe humanitario en la Guerra Civil (II).
Por Pedro Corral.

"Había una fosa rellenada con tierra fresca. Pueden imaginar lo que ocultaba". Nuevos datos y testimonios de las llamadas "expediciones negras". El doctor Henny visita los lugares "de la más dramática tragedia".

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El doctor Georges Henny, delegado del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) en Madrid, llegó el 7 de noviembre de 1936 a la guandoca Modelo en las horas previas a la conducción de varias expediciones de presos para su asesinato en masa en Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz. Libertad Digital publica por vez primera en español el informe completo que Georges Henny envió a la Cruz Roja en Ginebra sobre estas masacres.

Los papeles del Centro de Documentación de Cruz Roja Española pertenecientes al fondo de la Guerra Civil del archivo del CICR reflejan la actividad incansable de Henny para paliar el sufrimiento de las víctimas de la contienda, pero también la desolación que los terribles acontecimientos del conflicto van produciendo en su ánimo.

A partir del 23 de octubre, en que se produce el primer gran ataque aéreo franquista que inaugurará los primeros bombardeos sistemáticos de la Historia sobre una gran ciudad, Henny será informado a diario por el Ayuntamiento de Madrid sobre las víctimas de las bombas franquistas, que solo en noviembre causan 305 muertos y 1.197 heridos. (1)

Crece también la preocupación de Henny por los asesinatos diarios, fruto de la actividad de las trescientas checas de partidos y sindicatos frentepopulistas que funcionan en Madrid, y muy especialmente por la situación de los presos de las cárceles madrileñas ante el inminente asalto a la ciudad por los sublevados.

La inquietud del delegado de Cruz Roja se ve agravada por la negativa del jefe del gobierno, el socialista Francisco Largo Caballero, a remitirle las listas de presos que había solicitado reiteradamente desde su llegada a España. También le consterna la insistencia del gobierno frentepopulista al considerar que los detenidos bajo su responsabilidad no pueden ser amparados como prisioneros de guerra de acuerdo con las convenciones internacionales, puesto que son "prisioneros políticos".

La visita a la guandoca Modelo

El mismo día en que comienza el ataque franquista contra Madrid, el sábado 7 de noviembre, el doctor Henny se presenta en la guandoca Modelo, junto a la plaza de Moncloa, con el cónsul noruego Félix Schlayer. La salida del gobierno hacia Valencia en la tarde anterior había hecho aumentar la preocupación del cuerpo diplomático por la suerte de los presos.

Al llegar a la Modelo se encuentran con el acceso a la guandoca está cortado por barricadas y que ante la puerta hay numerosos autobuses municipales de dos pisos. El subdirector del presidio les confirma que los presos van a ser trasladados. El joven Henny y el viejo Schlayer deciden entrevistarse con el general Miaja, nombrado al frente de la nueva Junta de Defensa de Madrid, y con su consejero de Orden Público, Santiago Carrillo, para pedirles garantías para la vida de los presos. "A los presos no les tocarían un pelo", según les dice Miaja, relata Schlayer en su libro "Diplomático en el Madrid rojo". (2)

El 10 de noviembre, un día después del nombramiento como inspector general de prisiones de Melchor Rodríguez, el "Ángel Rojo", Henny y Schlayer visitan al dirigente anarquista y constatan su voluntad de garantizar la vida de los presos. No dudarán por ello en reconocerle por su compromiso y el de sus colaboradores de acompañar hasta su destino a las futuras expediciones entre cárceles, y de estar "dispuestos a sacrificar sus vidas en defensa de los presos". (3)

Henny visitará las cárceles los días 11 y 12 para comprobar que es efectiva la paralización de las "expediciones negras", como se llamaron entonces a las que acabaron en fosas comunes. Lo hace pese a que cobren más sentido que nunca las advertencias sobre el riesgo que suponen estas visitas. El día 12, de hecho, la delegación del CICR ve reforzada su seguridad al ser sustituida la vigilancia de milicianos por guardias de asalto. (4)

Las indagaciones de Schlayer y Henny sobre la suerte de los detenidos sacados de la Modelo les conducen al atroz hallazgo, el 13 de noviembre, del lugar donde han sido asesinados varios centenares de ellos en las cercanías de Torrejón de Ardoz. Todo ello quedará recogido en el informe que Henny envía el 24 de noviembre a la sede de Cruz Roja en Ginebra a través de la valija diplomática de la Embajada suiza.

A su informe, que hoy publicamos por vez primera íntegramente, Henny adjuntó el elaborado en español por Schlayer, con fecha de 17 de noviembre, para las autoridades noruegas y el cuerpo diplomático. Schlayer referirá en su nota el descubrimiento por su parte, el 15 de noviembre, de las fosas recién tapadas en Paracuellos del Jarama.

"He visto yo mismo anteayer -escribe Schlayer- caballones de tierra recién levantada, que llegan desde la carretera hasta el río en varias hileras, que cubren los cadáveres de lo menos 700 presos que fueron asesinados a tiros allí mismo donde al parecer había ya zanjas abiertas a propósito". (5)

El informe de Schlayer contiene también su primer testimonio sobre la orden de entrega de los presos de la Modelo, firmada por el subdirector general de Seguridad, Vicente Girauta. "La he visto yo. Sin embargo, la orden la dio el Director General Manuel Muñoz en la noche del 6 al 7, antes de su huida a Valencia", afirma el cónsul noruego.

Los testimonios de Henny y Schlayer tienen el valor histórico de ser las primeras notificaciones oficiales de aquella barbarie, junto con el informe que Pérez Quesada redactó para sus superiores argentinos también el 17 de noviembre. (6)

La visita de Henny, Schlayer y Pérez Quesada al lugar de la masacre en Torrejón de Ardoz, cuya fecha siempre ha sido dudosa, podemos datarla con seguridad el 13 de noviembre. Así se deduce de una comunicación de su adjunto Andrés de Vizcaya, quien informa que Henny está visitando ese día prisiones con Schlayer. (7)

De hecho, habían ido a Alcalá de Henares para comprobar qué expediciones de presos habían llegado a la ciudad cervantina. Más tarde se acercaron a Torrejón, donde por confidencias localizaron en Soto de la Aldovea el lugar del fusilamiento en masa de cerca de 400 presos de Porlier y la Modelo.

"En una extensión de unos 200 m había una fosa de 2,5 m a 3 m de profundidad rellenada con tierra fresca. Pueden imaginar lo que ocultaba esa tierra", escribe Henny a Ginebra. (8)

El mismo día 13, Henny y Schlayer visitan a Jesús Galíndez, delegado del PNV en Madrid, a quien relatan –"con voz entrecortada por la emoción", escribirá su anfitrión– su descubrimiento de las masacres. (9) Estas informaciones llegarán al ministro Manuel Irujo, quien preguntará al general Miaja y al ministro de Gobernación, Ángel Galarza, por los presos. Ambos aseguran que están todos sanos y salvos.

La mentira del traslado de presos

Después de su atroz descubrimiento en Torrejón, Henny se dedica a confirmar con las prisiones de Chinchilla (Albacete), Valencia, Alicante o Figueras (Gerona), supuestos destinos de los presos, si ha llegado a ellas alguna de las expediciones. Ninguna ha recibido un solo detenido de Madrid, según Henny, que no dejará nunca de reconocer la humanidad de los funcionarios del cuerpo de prisiones que colaboran en sus investigaciones.

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El día 16, cuando se va a evacuar la Modelo ante la cercanía de las fuerzas franquistas, que ya están en la Ciudad Universitaria, Henny entra en ella para supervisar la salida de los presos. Al mismo tiempo, consigue hacerse con las listas de los presos que según sus informaciones fueron trasladados los días 6, 7 y 8. Para ello se hace acompañar de Vizcaya y de dos dactilógrafas para copiar las listas mientras caen las bombas de los franquistas, que dan el pasaporte y hieren a algunos presos. Circunstancia que no le arredra, pues regresará esa misma tarde a continuar, bajo el fuego de los atacantes, la recopilación de nombres de presos trasladados.

Estas listas acompañarán el informe que el día 24 envía Henny a Ginebra, entre las cuales figuran las de los presos de la Modelo conducidos el día 16 a otras cárceles madrileñas, pero también otras con los detenidos, un total de 970, que nunca llegaron a sus destinos en las sacas del 7 y 8 de noviembre.

El día 18 cuando, después del cese de Melchor Rodríguez el día 14, ya se han reemprendido las sacas y matanzas de presos, Henny y Schlayer se presentan en la prisión habilitada para mujeres en el convento de Conde Toreno por una llamada del director, que les comunica que las 1.400 presas se niegan a ser evacuadas de la zona de guerra por temor a ser asesinadas. Finalmente, gracias a las seguridades ofrecidas por Henny y Schlayer, aceptan salir y son realojadas sin percance alguno en el asilo de San Rafael, en Chamartín. (10) Quince días atrás, según cuenta Schlayer en sus memorias, Henny y él habían evitado la saca y el asesinato de aquellas mujeres.

Las sacas frentepopulistas, un escándalo internacional

Las masacres se sucederán hasta el 4 de diciembre, víspera del nuevo nombramiento de Melchor Rodríguez al frente de las prisiones madrileñas, ahora como delegado especial. Su nombramiento supondrá su definitiva paralización por la imposibilidad de seguir ocultándolas ante el escándalo internacional promovido por denuncias como las de Henny y Schlayer.

En este tiempo, Henny se ocupa también de persuadir a las autoridades republicanas para que acepten la propuesta del CICR de crear una zona neutral, reservada para población no combatiente, desde Paseo de Ronda (hoy Raimundo Fernández Villaverde) a Génova y Goya, y desde Zurbano a Velázquez. Largo Caballero se opondrá frontalmente, pese a ser vista con buenos ojos por el general Miaja.

Para las autoridades republicanas supondría legitimar los bombardeos de los sublevados sobre el resto de Madrid, además de ser similar al llamamiento que la propaganda franquista hizo para que la población civil se concentrara en el barrio de Salamanca. "Lamento la negativa del Gobierno a crear una zona neutral, que a pesar de la dificultad de su realización sería muy necesaria", escribe Henny a Ginebra. (11)

"La situación en Madrid es cada vez más triste", relata en ese informe, en el que expresa su desolación ante los efectos de los bombardeos, que alcanzan incluso el hospital de la Cruz Roja en la actual avenida de Reina Victoria. "También vemos deambular bajo la lluvia convoyes de personas cargando de cualquiera manera sus muebles, o lo que han considerado más necesario llevar", escribe.

Sobre su ánimo pesan también las contrariedades y dificultades de su misión. "El trabajo en estas condiciones es muy desagradable, se obtiene muy poca satisfacción, cada vez menos, de gente que está furiosa por los bombardeos", reconoce. (12)

Al mismo tiempo siente impotencia ante la incapacidad del CICR para frenar los ataques de la aviación franquista. Así, el 18 de noviembre, un día después del bombardeo que sufre Madrid con bombas incendiarias, se pregunta en su comunicación telefónica con Ginebra: "La delegación del CICR recibe numerosas quejas sobre este tema. ¿Cree el CIRC que es posible tomar medidas para poner fin a este bombardeo?". (13)

Le descorazona también que su labor sea sospechosa de simpatía por el bando contrario, cuando no directamente tachada de espionaje. "Es difícil admitir aquí que uno puede estar interesado en los presos sin ser un fascista o un espía", asegura Henny. (14)

En su propia sede, Henny sabe que puede estar vigilado por el personal. "Tengo a mi disposición una gran cantidad de personal voluntario controlado por el Gobierno del Frente Popular", escribe. (15) También revela que un antiguo representante de la Cruz Roja Española, el doctor Jacinto Segovia, había declarado que "todo el Comité Internacional [de Cruz Roja] está compuesto de personas de extrema derecha y de generales". "Es inútil dar demasiada importancia a estos hechos, pero quería que lo supieran", añade a sus compañeros de Ginebra. (16)

El informe que escalofría a Cruz Roja Internacional

El 2 de diciembre, Henny envía a Ginebra un nuevo informe con nuevas listas de presos sacados de las cárceles. Son expediciones realizadas entre el 16 al 30 de noviembre con destino a Alcalá de Henares. Las de los días 27 y 30, según comunica, son de presos "presuntamente liberados", aunque anota después: "Probablemente ejecutados". (17)

Los datos que Henny revela en este informe debieron de escalofriar al CICR. Al referirse a la evacuación de prisioneros y a la falta de tras*portes para ello, asegura que "se deja a muchos en libertad".

"Sin embargo, hay dos clases de libertad, una libertad efectiva y real y otra libertad que libera definitivamente y para siempre de toda preocupación a los que son objeto de ella. De hecho, todos los prisioneros que son ejecutados (es más justo decir asesinados) son declarados como liberados en las listas que he obtenido y anunciados como tales en las declaraciones oficiales", afirma.

Sus informaciones sobre lo ocurrido son cada vez más precisas, y no tiene reparos en exponerlas ante sus superiores del CICR:
"Sé que últimamente -escribe Henny- han sido fusilados unos 470 prisioneros cerca del aeródromo de Barajas, donde ya estaba prevista una fosa. Según me han contado, los prisioneros habrían sido conducidos en autobús hasta esta tumba preparada con antelación, les habrían hecho bajar con las manos atadas en grupos de diez y fusilado delante de los que después iban a sufrir la misma suerte. Esos 470 prisioneros venían de San Antón y deben de ser los que figuran en las listas como puestos en libertad. No tengo más datos sobre lo que ha sucedido en otras cárceles, pero sé que en una de ellas (General Porlier) ocurren otros tantos hechos deplorables".

"Con frecuencia, prisioneros liberados por la mañana son vueltos a detener esa misma tarde y a veces asesinados", afirma Henny, quien resalta que los liberados solo tengan el deseo de refugiarse en una embajada con su familia. "Las embajadas están llenas y ya no pueden aceptar a más gente. Sin embargo, no pueden poner en la calle a gente que está en peligro de fin", subraya.

Al hablar del empeoramiento de las condiciones de los prisioneros por la falta de alimentación, el frío y el hacinamiento, Henny cita a un director de una guandoca que le confiesa su desesperación por no poder hacer nada para mejorar la situación. Entre los detenidos tenía a tres chicos de entre 14 y 15 años y a un hombre de 60 años que había sido profesor de Azaña. "Él, que trataba con la mayor bondad y como un caballero a los granujas que le eran confiados, se ve obligado a comportarse como un granuja con personas que son unos caballeros (son sus propias palabras)", escribe el delegado de Cruz Roja.

El informe del 2 de diciembre denuncia también el propósito del gobierno de Largo Caballero de expulsar de España a Félix Schlayer, declarado "persona non grata". Henny achaca la decisión al ministro de Estado, Álvarez del Vayo, "a quien no le gusta que examinemos muy de cerca lo que ocurre en las cárceles y en los alrededores de Madrid". (18) Evitará la expulsión de su amigo movilizando al CRIC y al gobierno noruego. Para ello apela al apoyo que le ha brindado en sus gestiones, la suerte de las personas refugiadas en la legación noruega y, sobre todo, al "temor por la seguridad de Schlayer". (19)

Apenas dos meses después de su llegada a la capital, el joven médico suizo sabe muy bien cuál puede ser el precio final de su misión humanitaria en aquella España en llamas. Ya tiene la absoluta certeza de que la vida en aquel Madrid en guerra no vale nada. Tampoco la suya.

Notas bibliográficas

(1) Informes diarios de los bombardeos sobre Madrid, CDCRE, ACICR, C ESCI-161. Bordes, Enrique, y Sobrón, Luis de. "Madrid bombardeado. Cartografía de la destrucción 1936-1939". Ediciones Cátedra, Madrid, 2021.

(2) Félix Schlayer, "Diplomático en el Madrid rojo", prólogo de Javier Cervera, Espuela de Plata, Sevilla, 2021. Hay una edición anterior bajo el título "Matanzas en el Madrid republicano", prólogo de José Manuel de Ezpeleta, Áltera, Barcelona, 2005.

(3) Carta de G. Henny a Melchor Rodríguez, 10 de noviembre de 1936, CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-58.

(4) Comunicación telefónica de A. de Vizcaya, 12 de noviembre de 1936, CDCRE, ACICR, C ESCI-149.

(5) Informe de F. Schlayer, 17 de noviembre de 1936, CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-58.

(6) Julius Ruiz, "Paracuellos, una verdad incómoda", Espasa, Madrid, 2015, p. 334-335.

(7) Comunicación telefónica de A. de Vizcaya, 13 de noviembre de 1936, CDCRE, ACICR, C ESCI-149.

(8) Informe de G. Henny, 24 de noviembre de 1936, ibídem.

(9) Jesús Galíndez. "Los vascos en el Madrid sitiado", Ekin-Txalaparta, Tafalla, 2005, págs. 90-91.

(10) Ibídem.

(11) Informe de G. Henny, 26 de noviembre de 1936. CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-58.

(12) Ibídem.

(13) Comunicación telefónica de G. Henny, 18 de noviembre de 1936, CDCRE, ACICR, C ESCI-149

(14) Informe de G. Henny, 26 de noviembre de 1936. CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-58.

(15) Informe de G. Henny, 15 de octubre de 1936, CDCRE, ACICR, C ESCI-015.

(16) Ibídem.

(17) Informe de G. Henny, 2 de diciembre de 1936. CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-58.

(18) Ibídem.


(19) Expulsión del diplomático noruego Félix Schlayer, CDCRE, ACICR, B CR 212 GEN-06.

Pedro Corral es autor, entre otros libros sobre la Guerra Civil española, de Vecinos de Sangre (La esfera de los Libros, 2022).

En la tercera entrega de mañana lunes de Georges Henny, un héroe humanitario en la Guerra Civil (III): Una amenaza sobre Henny: "De todos modos en ese avión hay uno que no llegará".

 
sonrisa: fue sin querer queriendo y no seais tan recorosos que ya han pasado 85 añazos los nostalgicos os poneis muy pesaditos con el tema
pasaron "cosillas" nosotros ya las hemos olvidado
 
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