85 Aniversario del genocidio de Paracuellos.

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Paracuellos, las fosas comunes olvidadas de las víctimas del terror rojo.

Libertad Digital visita el Cementerio de Los Mártires de Paracuellos, que gestiona la Hermandad de Ntra. Señora de los Mártires y Caídos en Paracuellos del Jarama.



La llegada al cementerio es subrepticia y desoladora. Una puerta al pasado. Se respira dolor y silencio. En la rotonda, la señal que indica dónde se encuentra este gran campo santo está oculta. Lo mismo que las miles de historias de las personas fusiladas aquí, en Paracuellos, entre noviembre y diciembre de 1936, hace ahora 85 años. Sobre lo de mejorar la señalización, nos cuentan que da igual qué partido gobierne en esta localidad de las afueras de Madrid porque este episodio de la Guerra Civil española les resulta igual de incómodo a todos.

Contar la historia de las siete fosas comunes, con entre 5000 y 8000 cadáveres, sería más sencillo si las víctimas lo fueran de Franco y no del Gobierno del Frente Popular de Largo Caballero y de Santiago Carrillo (consejero de Orden Público de la Junta de Defensa en Madrid), y obra de milicianos sindicalistas, comunistas y socialistas. La Ley de Memoria Democrática, elaborada por los herederos jovenlandesales de aquellos políticos totalitarios de la Segunda República, no ahorraría épica ni lírica para describir los fusilamientos masivos y la matanza selectiva de familias enteras, el genocidio en la retaguardia. Por cierto, es un dato sin duda relevante, Francisco Franco nunca visitó la zona, adecentada en cementerio por las víctimas.

Paracuellos siempre ha sido un lugar para el dolor en la intimidad. Para rezar. Nos recibe, haciendo una excepción, el Presidente de la Hermandad Ntra. Señora de los Mártires y Caídos en Paracuellos del Jarama, José Calle. "Nunca hemos recibido una subvención", nos dice. Es un lugar privado, privado del reconocimiento y de la compasión ante un dolor que se mantiene vivo gracias las viudas que desde los años 40 vinieron en peregrinación. No hay mal que por bien no venga y, de momento, poco puede hacer aquí el gobierno de Pedro Sánchez.

Pasamos varias horas recorriendo un lugar asombroso y simbólico. Cuesta creer que estas siete fosas comunes no importen a nadie, no abochornen.

Paracuellos es el asesinato selectivo de civiles a manos de "hordas marxistas", dice una lápida, porque eran derechistas, daba igual que fueran derechistas republicanos, católicos, religiosos o militares (los menos). La mayoría hombres, ya tuvieran 17 o 77 años. Familias enteras, padres e hijos que compartieron celda o checa durante semanas, que atados por el brazo bajaron unidos al que sería su lugar de reposo eterno y que juntos recibieron el disparo, no siempre letal. Muchos murieron asfixiados en la propia fosa por el peso de los siguientes cadáveres, en una fría madrugada de noviembre y diciembre. Por cierto, los milicianos obligaron, a punta de pistola, a los vecinos de los pueblos cercanos a cavar las fosas, trasladar los cuerpos y echar algo de tierra por encima.

Todo empieza en la antigua carretera de Barajas, donde paraban los autobuses de dos plantas de la Empresa Municipal de tras*portes. Las víctimas figuraban en listados cuidadosamente elaborados por gobierno del Frente Popular. Las famosas sacas o convoyes de la fin.

 
Paracuellos, un genocidio planeado.

Por Pedro Fernández Barbadillo.

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Quienes defienden que el bando del Frente Popular encarnaba la democracia y la legalidad se encuentran con el obstáculo de navegar sobre el mar de sangre que manó de la represión perpetrada por el SIM y la miríada de ‘patrullas del amanecer’, comités de seguridad y checas.
Su solución es mantener impertérritos que los secuestros, torturas y asesinatos los realizaron gentes que se vengaban de la opresión sufrida durante siglos, sin contacto con las autoridades ‘legítimas’; y que éstas trataron, en la medida de sus posibilidades, pues estaban desbordadas por los ‘fascistas’, de evitar semejantes crímenes, condenables, pero comprensibles. En su libro El holocausto español, el publicista Paul Preston dedica un capítulo a Paracuellos, que titula así: "La respuesta de una ciudad aterrada".

El miedo insuperable es un atenuante en el derecho penal español. Se entiende, ¿verdad?

La matanza de un mínimo de 4.500 personas, incluidos 276 menores de edad (datos del principal investigador de la represión de izquierdas en la provincia de Madrid, José Manuel Ezpeleta) ejecutada en noviembre y diciembre de 1936 en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz y Aravaca, no se puede comprender sin la campaña de propaganda contra el ‘enemigo interior’ (quinta columna) y la planificación de la Junta de Defensa de Madrid, ambas de responsabilidad de comunistas, tanto soviéticos como españoles.

Campaña de terror sobre su propia población

Después de que el Ejército de África cruzase a la Península el 5 de agosto de 1936 y los nacionales uniesen las dos zonas que controlaban, el siguiente objetivo militar fue la toma de Madrid. El Gobierno del Frente Popular enloquecía a sus tropas y su población civil con una campaña de propaganda de terror, en la que sobresalían la supuesta matanza de Badajoz y las violaciones de mujeres realizadas por los soldados marroquíes.

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El genocida Santiago Carrillo.

En los últimos días de agosto, Franco conquista Toledo y libera a los sitiados del Alcázar; el 1 de octubre, sus camaradas le eligen generalísimo; y prosigue su avance hacia Madrid, que había sufrido el primer bombardeo la noche del 27 al 28 de agosto. A lo largo de octubre, los nacionales toman Navalcarnero, Griñón y otros pueblos; en Seseña aparecen los primeros tanques soviéticos (T-26). En los primeros días de noviembre, caen Alcorcón, Móstoles, Getafe, Leganés, Fuenlabrada…

El cerco sobre Madrid se estrecha. Los generales Varela y Mola disponen sus fuerzas en cuatro columnas, en el norte y el oeste. El 6 de noviembre, los soldados de Varela irrumpen en Carabanchel y Villaverde. El ‘Gobierno de la Victoria’, presidido por el socialista Largo Caballero, no cree en la consigna que difunden sus periódicos y radios de que ‘Madrid será la tumba del fascismo’ y, en uno de los actos más vergonzosos de la guerra, huye a Valencia la noche del 6 al 7.

En Madrid queda la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general José Miaja y formada por representantes de todos los partidos del Frente Popular. La consejería de Orden Público la desempeña Santiago Carrillo en nombre de las Juventudes Socialistas Unificadas, ya al servicio del PCE, o sea, de Stalin. Carrillo, nacido en 1915, no pisó el frente durante toda la guerra salvo para hacerse fotos.

La invención de la ‘quinta columna’

En esa situación de miedo y derrota, apareció la expresión ‘quinta columna’. Según Julius Ruiz (El Terror rojo), "La primera utilización pública del término que se conoce en la zona republicana fue la que hizo Dolores Ibárruri en Mundo Obrero el 3 de octubre de 1936".
Su artículo fijó el mito: a una pregunta de unos periodistas de cuál de sus cuatro columnas entraría primero en Madrid, el general Mola respondió que la quinta, la que estaba dentro de la ciudad. Pasionaria concluía con una de sus habituales arengas a la matanza, del estilo de las que pronunció en las Cortes: "a este enemigo hay que aplastar inmediatamente".

Unos días después, Milicia Popular, periódico del Quinto Regimiento, por boca del comisario de la unidad, el italiano Vittorio Vidali, agente soviético, dio más detalles y añadió lo que les interesaba a los comunistas (Paul Preston, en El holocausto español):
"El general Mola ha tenido la complacencia de indicarnos el lugar donde se encuentra el enemigo. (…) La ‘quinta columna’ es un conglomerado de todos los elementos que hay emboscados en Madrid todavía, de gentes que simpatizan con el enemigo o que son ‘neutrales’, en contra de los cuales ha tomado ya nuestro Gobierno medidas oportunas, que han empezado a ponerse en práctica."
Bastaba acusar a alguien de ‘quintacolumnista’ para que fuese encarcelado o linchado.
Ruiz subraya que
"el discurso del PCE en 1936 hacía hincapié en que la eliminación del enemigo interno era una condición sine qua non para la victoria en la Guerra Civil. Este mensaje fue recalcado una y otra vez aquel mes de noviembre. ‘Mundo Obrero’ declaraba el día 3 que el partido tenía la ‘obligación vital de aniquilar’ a la ‘quinta columna’"
‘Agit-prop’ comunista

Pero ¿de verdad Mola, que conocía el valor de la propaganda y manipulación de masas, ya que había sido director general de Seguridad entre 1930 y 1931, iba a desvelar la existencia de centenares de aliados escondidos en campo enemigo?

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Ruiz asegura que "la autoría de Mola sigue sin haber sido demostrada". Como la expresión ‘quinta columna’ apareció por primera vez en el comunista Mundo Obrero justo tras la pérdida de Toledo pudo haber sido acuñada por los comunistas "para proporcionar un arma de propaganda eficaz en la lucha contra los espías". En esas semanas había en Madrid "adiestrados periodistas y policías soviéticos": Mijail Koltsov, Ilya Ehrenburg, Lev Lazarevich Nikolsky (jefe del NKVD en España)…

Esa "autoría comunista" explicaría el misterio del supuesto patinazo de Mola. Ruiz aduce que el estudio más completo sobre la ‘quinta columna’ en Madrid, el realizado por Javier Cervera (Madrid en guerra. La ciudad clandestina), "demuestra que no hubo ninguna organización clandestina en contacto con los franquistas hasta finales de 1936".

Además, el 7 de noviembre, Mola ordenó una investigación para saber si había en la ciudad "servicios organizados para atender las primeras necesidades cuando se ocupe Madrid". Si es verdad que conocía esa ‘quinta columna’, ¿para qué iba a dar esa orden?

El heroísmo de Félix Schlayer y Melchor Rodríguez

Ese mismo día 7, la Consejería de Orden Público comenzó las sacas de detenidos con la excusa de trasladarlos fuera de Madrid. En las prisiones de Madrid había, junto a militares y civiles implicados en el golpe de Estado de julio (muchos otros había sido ejecutados en los meses anteriores, como Pedro Mohíno y Jaime Quiroga, único hijo varón de Emilia Pardo Bazán), miles de ‘sospechosos’: estudiantes, sacerdotes, profesionales, empresarios, periodistas, funcionarios destituidos y hasta ancianos. Las partidas de asesinos gente de izquierdas recorrieron las cárceles de Ventas, Porlier y San Antón durante un terrible mes.

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Melchor Rodríguez, el ángel rojo.

¿Es creíble que en una ciudad sitiada, donde se había movilizado a los hombres y confiscado todos los vehículos, docenas de milicianos pudieran ausentarse de sus puestos en las trincheras, sacar a cientos de presos de sus prisiones, meterlos en camiones y autobuses, cruzar las barreras y puestos de vigilancia para trasladarlos a las afueras, fusilarlos y regresar a Madrid sin la participación de la Consejería de Orden Público, donde se redactaban las órdenes de traslado?

La prueba definitiva de la organización sistemática con que se cometió el genocidio es que éste concluyó cuando el 4 de diciembre de 1937 la Junta nombró al anarquista Melchor Rodríguez encargado de las prisiones, puesto en el que se ganó el apodo del ‘Ángel Rojo’ por su honradez y su valor. Ese cambio se debió a las presiones del cuerpo diplomático, enterado de los asesinatos en masa gracias al cónsul honorario de Noruega, el alemán Félix Schlayer, y el delegado de la Cruz Roja Internacional, el suizo George Henny. Este último sufrió un intento de asesinato.

El indulto de Franco

Las responsabilidades judiciales por el genocidio quedaron extinguidas bajo el franquismo merced a un decreto-ley promulgado por el general Franco el 31 de marzo de 1969, que declaró "prescritos todos los delitos cometidos con anterioridad al uno de abril de 1939".
Pero Carrillo tenía otras cuentas pendientes en España, como su responsabilidad en las partidas de maquis que causaron docenas de muertos y en el asesinato de camaradas desobedientes.

 
El fusilamiento de Pedro Muñoz Seca en Paracuellos: "Para humillar su figura, le cortaron los bigotes"

Eran las 10.30 de la mañana del 28 de noviembre. Según la orden firmada por Santiago Carrillo había sido "trasladado" a Valencia. Ajusticiado en Paracuellos, sus huesos reposan en una fosa común.

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Por Alfonso Ussía.

Tres grupos fueron fusilados ante sus ojos en espera de su turno. En uno de ellos, un marino con sus dos hijos, de 14 y 13 años. Llegó su hora. Se alineó al lado de un sacerdote agustino del guanol. El pelotón ejecutor lo formaban catorce republicanos con fusiles y tres que se ocupaban de una eficaz ametralladora. Gritó don Pedro "¡Viva Cristo Rey!" y todos cayeron muertos o malheridos. Don Pedro, agonizante, necesitó del tiro de gracia.
Eran las 10.30 de la mañana del 28 de noviembre de 1936. Según la orden firmada por Santiago Carrillo Solares habían sido "trasladados" a Valencia. En una fosa común de Paracuellos de Jarama, a pocos kilómetros de Madrid, enterraron los cuerpos de los ajusticiados. Ochenta y cinco años después, sus huesos permanecen reunidos en la fosa común.

Don Pedro Muñoz-Seca había nacido en 1879 en el Puerto de Santa María, Cádiz. Engañó a sus biógrafos. Algunos de ellos datan su fecha de nacimiento en 1881. Don Pedro no pretendió quitarse años, sino responder a su humor andaluz. El año 1881 era el capicúa del siglo XIX, y los años capicúas, dicen, que dan suerte. La tuvo en la vida, rebosada de trabajo, éxitos, algún fracaso y una larga familia. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en Sevilla y se doctoró en ambas carreras. Pero su vocación era el Teatro, y el Teatro era Madrid. Consiguió un puesto de pasante en el bufete de don Antonio Maura. Había conocido a la mujer que fue el amor de su vida, Asunción Ariza Diez de Bulnes, de una conocida familia de Puente Genil. Anunció a sus padres su intención de casarse, y los padres acudieron a Puente Genil, Córdoba, a conocer a su futura nuera. El padre escribió a su hijo: "Asunción me ha parecido extraordinaria, inteligente, profundamente religiosa… Todo muy bien. En mi opinión, con un solo defecto. A tu lado, es bastante bajita". Don Pedro le respondió:

No anda usted equivocado.
Es tan bajita Asunción,
Que cuando, se halla a mi lado
Me llega hasta el corazón.
Y a mí me gusta la mar
Ese defecto que alega,
Pues no me podrá negar
Que es una mujer que llega
Adonde debe llegar.


Nueve hijos. Joaquín, Asunción ‒mi progenitora‒, Mercedes, Rosario, Pedro, José María, Milagros, Alfonso y Rocío. Dos hermanas monjas y dos hermanos médicos. Don Francisco, que ejerció toda su vida en el Puerto, y don José, famoso pediatra en Madrid. Desde que abandonó El Puerto para buscar la gloria y la fortuna en Madrid, escribió a su progenitora una tarjeta postal cada día. Se instaló en un piso de la calle de Salustiano Olózaga, frente a la Biblioteca Nacional. A los diez días murió la portera del inmueble, y cuatro días más tarde, el portero. Un matrimonio de ancianos ‒la jubilación como tal, no era efectiva en aquellos tiempos‒, que formaron un matrimonio ejemplar. Y fueron enterrados juntos en La Almudena. El hijo, que heredó la portería de sus padres, solicitó a don Pedro que escribiera un epitafio versificado para la tumba de sus padres, y don Pedro salió del engorroso encargo con soltura.

Fue tan grande su bondad,
Tal su laboriosidad
Y la virtud de los dos,
Que están con seguridad
En el Cielo, junto a Dios.


Se desentendió del asunto. Por las mañanas, trabajo de abogado y por las tardes, después de la Tertulia de "Molinero", a escribir teatro. Volvió el hijo de los porteros a pedirle un nuevo epitafio.
―¿No le ha gustado?
―A mí me ha gustado y emocionado mucho, don Pedro, pero parece que no tanto al señor Obispo, que dice, y quizá tenga razón, que no es usted nadie para asegurar que mis padres están en el Cielo, junto a Dios.
A don Pedro la divirtió la coyuntura. Y escribió otro epitafio:

Fueron muy juntos los dos,
El uno del otro en pos
Donde va siempre el que muere.
Pero… no están junto a Dios
Porque el Obispo no quiere.

Segundo rechazo obispal. Tercera opción, escrita sin posibilidad de éxito.
Flotando sus almas van
Por el éter, débilmente
Sin saber qué es lo que harán,
Porque, desgraciadamente
Ni Dios sabe dónde están.


Y ahí siguen, un siglo más tarde los pobres porteros. Sin epitafio sobre su sepulcro.

Don Pedro se convierte en el autor más seguido, aplaudido, y denostado del Teatro español. En diciembre de 1918 estrena La Venganza de Don Mendo, escrita en verso, con un dominio de la polimetría excepcional y una gracia arrolladora. Hoy, ciento dos años más tarde, es la pieza teatral más representada del Teatro español, a mucha distancia de la segunda, Don Juan Tenorio de José mujercita. Miles de representaciones y diferentes versiones en España, Argentina, Colombia, Perú, Chile… toda la América de habla española.

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Cruz del Cementerio de Paracuellos.

Don Pedro era un español rotundo, un cristiano hondo ‒hoy, cuando escribo las presentes líneas en avanzado proceso de beatificación por la Santa Sede‒, monárquico y amigo del Rey Don Alfonso XIII y colaborador de ABC y Blanco y neցro, las publicaciones de su entrañable amigo don Torcuato Luca de Tena y posteriormente de su hijo Juan Ignacio. Resalto estas cuatro características porque fueron las cuatro acusaciones que el Tribunal Popular socialista y comunista más importancia le dieron. Le ofrecieron la libertad y la vida a cambio de manifestar públicamente su rechazo a Dios, la Unidad de España, la Monarquía y el ABC. "Prefiero la fin." La ejecución de la sentencia se llevó a cabo dos días más tarde.
Escribió durante su vida noventa y una comedias. Una de ellas, Las Cuatro Paredes, estrenada cuatro años después de ser asesinado. Ochenta y tres en colaboración con don Pedro Pérez-Fernández, que muerto Muñoz-Seca no estrenó ninguna comedia. Y veinticinco más con diferentes colaboradores, entre ellos Azorín y el gran Enrique García Álvarez, más vago que la chaqueta de un guardia.

Confieso con harto afán
Y sentimiento profundo
Que soy lo más holgazán
Que Dios ha puesto en el mundo.


Inventó con Los Extremeños se Tocan la comedia musical sin música. Pero sobre todas sus comedias, su gran clásico, La Venganza de Don Mendo. Benavente (premio Nobel de Literatura en 1922), Azorín, Pemán, y hasta el temible Valle Inclán, se rinden a su obra. "Quítenle –escribió Valle Inclán–, al teatro de Muñoz-Seca su humor; desnúdenlo de caricatura; arrebátenle su talento satírico y facilidad para la parodia, y seguirán ante un monumental autor de teatro."

"No os engañéis –le dice a Julián Cortés Cavanillas y Cayetano Luca de Tena–. Todos los que han salido hoy, ya han sido asesinados por estos criminales."

Don Pedro, en los años que van de 1931 a 1936 escribe, estrena y es aclamado y perseguido, un teatro crítico y mordaz contra la República. Azaña le aborrece. Enrique de Mesa, poeta pobre y crítico teatral, arremete contra él en sus críticas. Le preguntan "¿Ha leído la última crítica de Mesa?". Y responde: "No, todavía no me importa la opinión de los muebles".

Estrena en Barcelona el 18 de julio de 1936 La sencilla del Rizo. Las noticias de Madrid son devastadoras. Su familia está a salvo. El 20 de julio es detenido junto a su mujer en la Plaza de Cataluña. Cuatro comisarios políticos los llevan a Madrid, vía Valencia. Su mujer es liberada en la estación, y don Pedro ingresa en la guandoca-Checa de San Antón. Ahí se convierte en el ángel bueno y amigo de todos sus compañeros de suplicio. Organiza Ejercicios Espirituales, tertulias y escribe pequeñas obritas. Escribe a su mujer 34 postales y 7 cartas. Le pide, ante todo, ropa de abrigo y medicinas para su úlcera de estómago. En una de ellas le ruega que le mande una bigotera. La característica física de don Pedro era la de sus enormes bigotes con las puntas alzadas, a lo D’Artagnan. "Tengo los bigotes tan caídos que se me han metido en la sopa del rancho." Recupera su altivez bigotera. Pela lentejas en la cocina. Hasta el más brutal de sus carceleros, "Dinamita", le muestra respeto.

Contempla con infinita tristeza las salidas de los camiones abarrotados de compañeros de martirio camino de la fin. "No os engañéis –le dice a Julián Cortés Cavanillas y Cayetano Luca de Tena–. Todos los que han salido hoy, ya han sido asesinados por estos criminales."

El 27 de noviembre intuye, después de la farsa del juicio popular, que le quedan pocas horas. Se encierra en la madrugada del 28 de noviembre con el sacerdote agustino, también asesinado, don Tomás Ruiz del Rey. Se confiesa. Y con una grafía perfecta, sobre una pequeña mesa esquinada en su celda, escribe a su mujer su carta de despedida. Quiere darle ánimos, pero al final le hace ver lo irremediable. Esta carta la recibiría su mujer terminada la Guerra Civil de manos de un diplomático mexicano.

Don Pedro, que era un enamorado de San Sebastián, quiso comprar una villa en Ondarreta llamada Txoko-Maitea, que aún existe, y cambiarle la denominación. Era amigo de los Barcáiztegui, que habitaban en Toki-Ona (La Villa Grande) y de los Padilla que lo hacían en Toki Eder (La Villa hermosa"). Don Pedro soñaba con bautizar a su casa Toki el Timbre. En 1940, no se sabe cómo, llegó a la casa de mis abuelos en San Sebastián un sobre escrito a mano con la carta autógrafa del Rey en el exilio. El sobre se lee: "Sra. Dña. Asunción Ariza. Viuda de Muñoz-Seca. Toki el Timbre. Ondarreta. San Sebastián. España". Su divertido sueño se cumplió.

Su carta de despedida dice:
Queridísima Asunción:
Sigo muy bien; cuando recibas estos renglones estaré fuera de Madrid. Voy resignado y contento. Dios sobre todo. Llevo una muda de repuesto. Aquí dejo el abrigo de entretiempo para que mandes por él. Con el dinero que me mandaste he comprado Bismuto. Dejo aquí unas cuantas deudas, porque he gastado hasta nueve pesetas diarias y no me mandabas más de cinco duros de tarde en tarde. Voy muy tranquilo sabiendo que todos están bien y que tú seguirás siendo el ángel bueno de todos. El mío lo has sido siempre, y si Dios tiene dispuesto que no volvamos a vernos, mi último pensamiento será siempre para ti.
No te olvides de mi progenitora. Procura que Pepe, mi hermano, me sustituya en los deberes para con ella, y tú díle cuando la veas que su recuerdo ha estado siempre conmigo.
Nada tengo que encargarte para los niños. Sé que todos ellos, imitándome, cumplirán siempre con su deber, y serán para ti, como yo he sido para mis padres, un modelo. Es de lo único que puedo vanagloriarme.
Siento proporcionarte el disgusto de esta separación, pero si todos debemos sufrir por la salvación de España, y ésta es la parte que me ha correspondido, benditos sean estos sufrimientos.
Te escribo muy deprisa porque me ha cogido la noticia un poco de sorpresa. Adiós, vida mía. Muchos besos a los niños, cariños para todos, y para ti, que siempre fuiste mi felicidad, todo el cariño de tu Pedro.
28 de noviembre.
P.D. Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas.

Cuando fue llamado, Don Pedro Salió sonriente, tranquilo, con inmensa tristeza en sus ojos. Se abalanzaron sobre él y le quitaron un abrigo que llevaba plegado en el brazo. Le quitaron la cartera y el reloj. Ataron sus manos a la espalda con un hilo de bramante. Un miliciano, algo más humano, le quitó la cadena con la medalla de la Virgen de los Milagros, Patrona del Puerto de Santa María, y con un movimiento rápido se la metió en el bolsillo derecho de la chaqueta. Para humillar su figura, le cortaron los bigotes.

Tenía cincuenta y siete años. No hizo en su vida otra cosa que el bien. Dios, España, la Corona y ABC fueron sus delitos.

Cayó como un mártir y un valiente.

Perdonó a quienes se disponían a matarlo.
Artículo publicado en el libro 'Memoria Histórica, amenaza para La Paz en Europa', libro publicado por el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, en el que se integra el Vox.
 
Y las casas se quedaron sin hombres: "Ese dolor de pensar que mi abuelo murió junto a sus hijos".



Consuelo Martínez-Sicluna y Sepúlveda tiene enterrados en Paracuellos a sus dos abuelos y a varios tíos, que en 1936 rondaban los veinte años.
 
"Paracuellos es el mayor genocidio de toda la Guerra Civil"



Los historiadores Miguel Platón y Pedro Corral reconstruyen los detalles y resumen las claves de los fusilamientos en masa perpetrados por la izquierda entre noviembre y diciembre de 1936 a las afueras de Madrid.

Lo de Paracuellos es la culminación de la violencia sindical, comunista o socialista durante toda la Segunda República, responsables de más del 95% de los asesinatos en estos años.

Madrid se había teñido de rojo desde abril del 36. El derramamiento de sangre fue a más desde el Golpe de Estado del 18 de julio. El gobierno del Frente Popular se había trasladado a Valencia y la Junta de Defensa al mando, de la que formaba parte Santiago Carrillo, llevó a cabo una operación de limpieza selectiva de la retaguardia.

Las calles de la capital estaban llena de cadáveres. Se mató a más de 5000 personas, la mayoría hombres, por ser "desafectos" con el gobierno, es decir, por ser derechas, católicos o religiosos. Entre los asesinados unos 200 menores.

 
El derribo del avión francés con un testigo clave de Paracuellos.

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https://s.libertaddigital.com/images/tras*.pngGeorges Henny, delegado de Cruz Roja Internacional, se recupera de sus heridas en un hospital madrileño después del derribo del avión | Ministerio de Cultura

El 8 de diciembre de 1936, cuando sobrevolaba la localidad alcarreña de Pastrana a 3.000 metros de altura, un bimotor Potez-54 de la Embajada francesa en Madrid, que había despegado de Barajas a las 12,20 horas con dos tripulantes y cinco pasajeros, era ametrallado por un avión de caza.

A consecuencia del ametrallamiento, que causó heridas de bala a tres de los cinco pasajeros, el aparato francés tuvo que hacer un aterrizaje forzoso sobre un campo de labranza a cuatro kilómetros de Pastrana. Debido al impacto, el avión capotó y después volcó.

Entre los heridos se encontraba Georges Henny, médico suizo, que desde el 11 de septiembre de 1936 era delegado en España del Comité Internacional de la Cruz Roja. Había conocido de primera mano, junto con Félix Schlayer, cónsul de Noruega, las sacas de las cárceles madrileñas y las matanzas de Paracuellos y Torrejón de Ardoz en noviembre y diciembre de 1936. Según los archivos de Cruz Roja en Ginebra, Henny había reportado en noviembre la salida de cerca de mil presos de las cárceles Modelo, San Antón y Ventas, de los cuales señalaba que sólo 196 habían llegado a Alcalá.

A consecuencia del ametrallamiento del Potez-54, Henny resultó herido de bala en el gemelo derecho. Schlayer aseguró que Henny portaba documentación sobre las matanzas en Madrid para informar sobre las mismas en Ginebra.

En esas fechas se iba a reunir en la ciudad suiza el Consejo de la Sociedad de Naciones, cuya convocatoria había solicitado el Gobierno republicano y donde tenía previsto hablar el ministro de Estado republicano, Julio Álvarez del Vayo, contra la intervención militar de Alemania e Italia en la contienda española. La documentación de Henny habría puesto en entredicho el efecto que buscaba la denuncia de Álvarez del Vayo.

También resultó herido en el derribo del avión el periodista francés Louis Delaprée, corresponsal de "Paris-Soir", alcanzado en la ingle y en el vientre por las balas del avión agresor. A consecuencia de estas heridas, Delaprée falleció tres días después en el Hospital de San Luis de los Franceses, en la madrileña calle Claudio Coello, 32. Tenía 34 años y dejaba viuda y cuatro hijos.

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El avión Potez-54 de la Embajada francesa en Madrid, derribado en Pastrana (Guadalajara) el 8 de diciembre de 1936.

Delaprée había denunciado con firmeza en sus crónicas desde Madrid las masacres de civiles a consecuencia de los bombardeos de la artillería y la aviación franquistas. Se dirigía de vuelta a Francia una vez terminada su misión informativa en España y tras un desencuentro con los responsables de su diario, a los que acusaba de dar menos importancia al asesinato de un centenar de niños que a "un suspiro de la señora Simpson, la fruta del rey", en referencia a la amante del monarca británico Eduardo VII. En 2013 fue publicado su libro "Morir en Madrid" (editorial Raíces), que reúne sus crónicas desde la capital de España en edición del hispanista Martin Minchom.

Asimismo fue alcanzado por el ametrallamiento el también periodista André Château, corresponsal de la agencia Havas. Fue herido en una pierna por un proyectil del avión atacante que le fracturó la tibia y el peroné. Los médicos tuvieron que amputarle finalmente la extremidad.

En el avión viajaban también dos niñas españolas: María Carlota y María Dolores Cabello y Sánchez-Pleités. En varias fuentes aparecen como "Pleytas" o "Cabello", pero se desconocía hasta hoy su verdadera identidad. Mis pesquisas lograron identificarlas definitivamente como hijas del matrimonio entre el arquitecto Pedro Cabello Maíz y María Carlota Sánchez-Pleités y Jiménez, marquesa de Los Soidos y de Fromistá, Grande de España. La pequeña María Dolores sufrió la fractura del antebrazo en el aterrizaje del avión. Antes de despegar de Barajas, Louis Delaprée se ofreció amablemente a intercambiar su asiento con María Dolores para que estuviera más cómoda en el viaje. Esa decisión le costó la vida al periodista y probablemente salvó la de la niña.

El doctor Cortijo aseguró que vio a los pasajeros del avión quemar un maletín de cuero y fotografías en una hoguera.
El piloto Charles Boyer y el radiotelegrafista Bougrat formaban la tripulación del avión de la Embajada francesa. Su pericia evitó males mayores al conseguir tomar tierra en un campo de labranza a cuatro kilómetros de Pastrana (Guadalajara), a la derecha de la carretera que conduce desde esta localidad a Fuentelaencina. Un examen del lugar del aterrizaje refuerza la idea de que el avión volcó y quedó boca arriba debido al desnivel existente entre las lindes que separan los labrantíos.

Los heridos fueron atendidos por Francisco Cortijo Ayuso, médico de Pastrana que Camilo José Cela cita en su Viaje a la Alcarria, quien acudió presto al lugar del accidente. Su testimonio fue recogido en la "Revista de Historia Militar" de marzo de 2001 por Felipe Ezquerro Ezquerro, uno de los grandes especialistas de la historia de la aeronáutica en España. El doctor Cortijo aseguró que vio a los pasajeros del avión quemar un maletín de cuero y fotografías en una hoguera. Afirmó también que, antes de la llegada de varios coches con autoridades de Madrid y Guadalajara, el doctor Henny le confió dos sacas de la valija diplomática que más tarde pudo entregar al Secretario de la Embajada francesa.

El suceso provocó inmediatamente la reacción de la prensa de la zona republicana, que no dudó en achacar el ataque al avión civil a la "aviación fascista". El diario madrileño "La Voz" llegó a titular el 9 de diciembre: "Alemania dispara nuevamente contra los aviones de Francia". Sin embargo, muy pronto empezaron a suscitarse dudas sobre esta versión.

Las incógnitas

En los primeros días de enero de 1937 varios periódicos franceses se hacían eco de una información oficiosa difundida el 31 de diciembre, según la cual el Gobierno francés habría acreditado, tras una investigación, que el ataque fue obra de aviones republicanos.

El hispanista Ian Gibson refiere en su libro "Paracuellos, cómo fue", reeditado en 2005, que

"parece ser que el Gobierno francés llevó a cabo una investigación sobre el incidente ocurrido en el cielo de Pastrana. Si algún día se publica tal informe podrá arrojar luz sobre un episodio hasta ahora envuelto en incógnitas".
El informe existe y se conserva en los archivos de la diplomacia gala en Nantes. El hispanista Martin Minchom lo consultó hace años y lo utilizó para documentar su artículo "La verdad sobre Guernica: Picasso y la prensa mentirosa", publicado en 2012.

El informe confirmaba que el ataque al Potez-54 de la Embajada de Francia en Madrid había sido realizado por dos cazas con las bandas rojas distintivas de la aviación republicana: un monoplano que identificó al aparato francés y un biplano que después de dicha identificación lo ametralló.

A la luz de esta conclusión, Minchom sitúa la filtración de las conclusiones del informe a la prensa dentro del enfrentamiento suscitado en Francia entre partidarios y detractores de la República española. Dicho enfrentamiento se había visto agudizado a consecuencia del fallecimiento, a causa del ataque, de Louis Delaprée, corresponsal de "Paris-Soir", uno de los más firmes denunciantes de los brutales efectos de los bombardeos franquistas sobre la población civil de Madrid.

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El diario "Paris-soir" informa el 10 de diciembre de 1936 de que su corresponsal en España, Louis Delaprée, ha resultado herido en el ataque. Fallecerá un día después.

La campaña de los medios izquierdistas tuvo, no obstante, contestación por parte de la viuda de Delaprée, Camille, que envió un telegrama a "L’Humanité", órgano del Partido Comunista, asegurándoles que "no tienen derecho a utilizar el nombre del hombre que yo tanto amaba para fines políticos" y que su marido "solo odiaba una cosa: la guerra".

La filtración del informe, según Minchom, habría sido una baza jugada por el Quai d’Orsay en plena polémica, dada su "ambivalente actitud" hacia el bando republicano. Esta ambivalencia, que para otros autores era abierta hostilidad, marcó la postura de la diplomacia francesa bajo el Gobierno frentepopulista de Léon Blum, ante el temor de perder el apoyo de Gran Bretaña y dejar a Francia aislada en caso de que hubiera intervenido directamente a favor de Madrid.

El Gobierno de Largo Caballero, lejos de darse por enterado, siguió achacando el ataque a la aviación franquista.

Hay un elemento importante que, sin embargo, Minchom ha podido pasar por alto en esta cuestión. Una vez concluido el informe, el Gobierno francés se limitó a enviar oficialmente a las autoridades republicanas, pero sin darle ningún tipo de publicidad, una nota formal de protesta exigiendo que sancionara a los autores del ataque e indemnizara a las víctimas. Pero el Gobierno de Largo Caballero, lejos de darse por enterado, siguió achacando el ataque a la aviación franquista.

Así lo hizo el ministro de Estado, Julio Álvarez del Vayo, el 3 de enero de 1937, cinco días después de recibir la nota de protesta, para responder a las filtraciones aparecidas en la prensa francesa que achacaban el ataque a aviones republicanos.

Según la nota de la agencia Fabra publicada por "La Vanguardia" el 5 de enero,
"en una carta oficialmente dirigida por Álvarez del Vayo al encargado de Negocios francés en Valencia, el ministro de Estado español afirma de una manera rotunda que el Gobierno legal tiene pruebas incontestables de que el avión en el que viajaba el periodista Delaprée fue agredido por un aparato rebelde y no por un avión gubernamental, como han pretendido hacer creer ciertas informaciones de la Prensa derechista francesa".
"El mismo día en que se produjo el incidente –señalaba la carta de Álvarez del Vayo– y unas horas después del mismo, el aeródromo de Alcalá de Henares era atacado por los aviones rebeldes, aviones de bombardeo y de caza, entre los que indudablemente se hallaba el agresor del avión de la Embajada francesa. Una hora antes, los aviones rebeldes efectuaron un vuelo de reconocimiento en los alrededores de Pastrana".
El despacho de la agencia Fabra informaba de que
"el Gobierno español termina aconsejando al Gobierno francés que ayude a hacer una encuesta para desmentir las fantásticas informaciones publicadas por el diario fascista L'Echo de París, según el cual los gubernamentales quisieron derribar el avión de la Embajada francesa ya que en el mismo viajaba Hery (sic), delegado de la Cruz Roja Internacional en Madrid".
La nota de Fabra terminaba de un modo realmente fantasioso, asegurando que, según Álvarez del Vayo, "Hery (sic) fue asesinado hace unos días por 1.500 soldados del Tercio (sic) bajo las órdenes de los generales rebeldes". La realidad es que Georges Henny, delegado de Cruz Roja Internacional, que asumió sin ambages haber sido la diana del ataque al Potez-54 francés, abandonó la España republicana poco después del incidente para no regresar nunca más.

Fue en respuesta a estas afirmaciones de Álvarez del Vayo cuando el Quai d’Orsay decide finalmente, diez días después de redactarla, difundir en la prensa la nota de protesta que había remitido al Gobierno republicano. Posiblemente la filtración de las conclusiones de la investigación oficial, señalando la autoría de aviones republicanos, pudo ser obra de elementos derechistas del departamento de Exteriores galo, como insinúa Minchom. Pero lo que queda claro es que el gobierno de Blum había preferido hasta ese momento no hacer pública su nota de protesta a las autoridades de Madrid para no dañar la causa de la República española.

La nota de protesta del Gobierno francés, que reproducimos íntegra en traducción de Mercedes Corral, deja muy clara la identidad de los aviones atacantes:

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Nota de protesta del Gobierno francés ante las autoridades republicanas españolas en la que denuncia el derribo del avión por cazas gubernamentales.
29 de diciembre de 1936
El Encargado de Negocios de Francia tiene el honor, por orden de su Gobierno, de llamar la atención del Gobierno español sobre la agresión de la que fue objeto el 8 de diciembre el avión de la Embajada de Francia encargado de asegurar las conexiones con el territorio francés.
Dicho aparato, provisto de las marcas de nacionalidad y números de matriculación reglamentarios de la aviación civil (FA.000), y llevando además la inscripción «Embajada de Francia», dejó el aeródromo de Barajas el 8 de diciembre a las 12.20 h con destino a Toulouse, después de haber cumplido con todas las formalidades requeridas.
Pilotado por el Sr. Boyer, tomó el rumbo habitual que le mantiene constantemente por encima del territorio que ha permanecido fiel al Gobierno español y lo más lejos posible de las fuerzas insurgentes. En los alrededores de Alcalá se cruzó con un avión que llevaba las bandas rojas características de la aviación gubernamental, el cual pareció haberlo reconocido, por lo que no se preocupó. Hacia Pastrana, un biplano de caza con unas bandas rojas parecidas evolucionó alrededor del avión francés durante el tiempo suficiente para asegurarse de su identidad. El Sr. Boyer continuó su camino sin imaginar la posibilidad de un ataque y pensando solamente que había sido reconocido de nuevo, cuando una salva de balas alcanzó el avión de la Embajada y a cuatro de sus pasajeros. La sangre fría y la presencia de ánimo del piloto permitieron un aterrizaje en unas condiciones especialmente peligrosas y evitaron una catástrofe aún mayor.
El ataque tuvo las graves consecuencias siguientes: a pesar de la ayuda encontrada en las autoridades locales y los auxilios médicos prestados de inmediato, el Sr. Delaprée no sobrevivió a sus heridas, y otro francés, el Sr. Chateau, estuvo durante varios días en un estado muy preocupante. El delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja y una joven, embarcados regularmente, resultaron igualmente heridos. En lo que respecta a los daños materiales causados, son importantes. El avión francés quedó completamente inutilizable y su estructura destruida. Los objetos pertenecientes a los pasajeros o bien se han perdido o bien han resultado dañados.
Debido a estas circunstancias, así como al hecho de que el ataque se produjo en una región donde las autoridades gubernamentales ejercen efectivamente su autoridad, el Gobierno francés lamenta tener que formular una protesta formal ante el Gobierno español, pedirle que sean sancionados los autores de dicho ataque y rogarle que le haga saber las reparaciones que piensa conceder para las personas que fueron víctimas de él y para las pérdidas materiales consecuentes".

A pesar de la clara identificación de los aparatos atacantes por el piloto Charles Boyer, Minchom sostiene que el Gobierno francés tenía "razonables sospechas, pero pocas evidencias firmes" para atribuir el ataque a la aviación republicana y apuesta a que "el avión de la Embajada francesa fue atacado por error, quizás por aviones franquistas, quizá por aviones republicanos". Es decir, vuelve al punto de partida.

Henny tenía la certeza de que el ataque había tenido como objetivo eliminarlo, lo que indica su absoluto convencimiento sobre su autoría.
La nota de protesta del Gobierno francés deja, sin embargo, una firme evidencia: la del testimonio de un piloto que sobrevuela una nación envuelta en una guerra civil y al que se le supone conocimiento suficiente para identificar sin género de dudas los distintivos de los aviones contendientes. A su vez, la nota ofrece la confirmación de que el Potez-54 era el mismo aparato que venía haciendo los vuelos entre Madrid y Toulouse sin que hubiera tenido percance alguno hasta entonces, lo que desmiente la hipótesis de que no estuviera suficientemente identificado, aun tratándose de un bombardero reconvertido para vuelos civiles.

El periodista André Château, que perdió la pierna a consecuencia de las heridas sufridas en el ataque, consideraba que el delegado de Cruz Roja Internacional era un "testigo incómodo". El cónsul de Francia en Madrid, Emmanuel Neuville, tampoco tuvo dudas al respecto. Pero lo más importante es que el propio Henny tenía la certeza de que el ataque había tenido como objetivo eliminarlo, lo que indica su absoluto convencimiento sobre su autoría.

Al cabo de los años, el entonces jefe de la aviación de caza de la República, Andrés García Lacalle, señaló en sus memorias, Mitos y verdades, a Gheorghij Zajarov y Nicolai Shmelkov como los pilotos rusos que habrían participado en la identificación y derribo del Potez-54. Según publicó en los años sesenta el periodista británico Sefton Delmer, corresponsal en la guerra de España, la orden de derribar el avión habría partido de Alexander Orlov, responsable de la NKVD, el espionaje ruso, en Madrid, que participó también en el secuestro y asesinato de Andreu Nin, líder del POUM, por órdenes de Stalin.

El intento de eliminar a un testigo incómodo de las matanzas de Paracuellos y Torrejón, nada menos que al delegado de Cruz Roja Internacional en la zona republicana, resultó fallido. Pero aun de haberse consumado el asesinato de Georges Henny, nada habría evitado que se conociera la mayor masacre de civiles de la Guerra Civil perpetrada bajo las indicaciones y con la colaboración de una parte de las autoridades del Madrid asediado y el consentimiento de las restantes.

(Fragmento incluido del libro Eso no estaba en mi libro de la Guerra Civil, Editorial Almuzara)

 
Azaña, indolente ante el relato que le hace un agustino superviviente de Paracuellos

José María Marco nos cuenta la historia de un agustino que se salva gracias a Manuel Azaña, que nunca empatizó con la tortura y martirio de sus primeros maestros.



José María Marco nos cuenta la historia de un agustino de El guanol que se salva gracias a que en le bolsillo tenía una carta firmada por Manuel Azaña. Sin embargo, cuando el fraile va a Valencia a contar al Presidente de la República lo ocurrido en los fusilamientos masivos de Paracuellos, Azaña no se conduele por los cientos de frailes y religiosos asesinados. No empatizó con la tortura y martirio de sus primeros maestros de escuela.

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Juan Negrín, sobre las sacas: "Lo siento, se nos ha ido de las manos"

El periodista y escritor Pedro Corral relata la historia de su familiar el teniente coronel de caballería retirado Fermín Saleta Victoria, víctima de las matanzas de Paracuellos.

 
Es muy fácil valorarlo a toro pasado ...pero si yo me entero que mi progenitora ha sido asesina y mi hermana ha sido amada sin consentimiento en Badajoz....seguramente me hubieran faltado balas debido a la impotencia y la rabia...no lo justifico pero es entendible.
 
Es muy fácil valorarlo a toro pasado ...pero si yo me entero que mi progenitora ha sido asesina y mi hermana ha sido amada sin consentimiento en Badajoz....seguramente me hubieran faltado balas debido a la impotencia y la rabia...no lo justifico pero es entendible.
Tú lo que eres es un zascandil. No me extraña que en la guerra a los tuyos les pusieran el ojo ciego como la bandera del Japón.
 
Tú lo que eres es un zascandil. No me extraña que en la guerra a los tuyos les pusieran el ojo ciego como la bandera del Japón.

Comeme los bemoles de derechas hijo de la gran fruta...qué hablas de los míos...estulto ...orate tarado....
 
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Actos conmemorativos del 85º aniversario de la masacre de Paracuellos

En el otoño de 1936, los comunistas asesinaron a unos 5.000 hombres, mujeres y niños en una de las peores masacres de la Guerra Civil Española.

Los nombres de los 50 niños asesinados por los comunistas en la masacre de Paracuellos

El Cementerio de los Mártires de Paracuellos de Jarama, en Madrid

Los asesinados lo fueron por el mero hecho de ser católicos o por tener ideas políticas opuestas a las de sus asesinos. Las víctimas fueron sacadas de varias cárceles de Madrid y llevadas a Aravaca, Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz, donde fueron ejecutadas a tiros. Entre los asesinados hubo 50 niños, cuyos nombres podéis leer aquí. Tenían edades comprendidas entre los 13 y los 17 años, siendo 276 el número total de menores de edad asesinados.

El Obispado de Alcalá ha informado hoy de los actos conmemorativos que tendrán lugar con motivo del 85º aniversario de esta masacre. Estos actos se celebrarán el domingo 14 de noviembre a las 12:00 del mediodía, y constarán de la celebración de la Santa Misa, seguida de una Procesión Eucarística con estaciones en el Cementerio de los Mártires de Paracuellos. Estos actos estarán presididos por el Obispo de Alcalá de Henares, Monseñor Juan Antonio Reig Pla. A los que no podáis asistir a estos actos, os ruego una oración por las víctimas.

En su web, la Diócesis de Alcalá de Henares recuerda que entre las víctimas de esta masacre “hay sacerdotes y seminaristas de, al menos, ocho arzobispados y diócesis: Archidiócesis de Madrid, Arzobispado Castrense, Archidiócesis de Toledo y las Diócesis de Getafe, Ciudad Rodrigo, Jaén, Lugo y naturalmente Alcalá de Henares”. Además, en el Cementerio de los Mártires “también reposan los restos mortales de centenares de religiosos pertenecientes, al menos, a 20 órdenes religiosas: Agustinos, Capuchinos, Carmelitas, Carmelitas Descalzos, Claretianos, Dominicos, Escolapios, Franciscanos, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Hospitalarios de San Juan de Dios, Jerónimos, Jesuitas, Marianistas, Maristas, Misioneros Oblatos, Paules, Pasionistas, Redentoristas, Sagrados Corazones de Jesús y María y Salesianos”.

La Iglesia Católica ha ha beatificado a 143 mártires de entre los religiosos asesinados en esa masacre, beatificaciones llevadas a cabo por el Papa San Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco. Éstas son las órdenes de esos 143 mártires: “63 religiosos Agustinos, 22 Hospitalarios de San Juan de Dios, 13 Dominicos, 6 Salesianos, 15 Misioneros Oblatos, 3 Hermanos Maristas, 1 sacerdote de la Orden de San Jerónimo, 1 Capuchino, 1 religioso de la Orden del Carmen, 9 Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) y 9 miembros de la Familia Vicenciana”.

Para más información, os animo a visitar la página informativa de la Diócesis de Alcalá de Henares sobre estos actos (pulsad aquí). Bajo estas líneas podéis ver la ubicación del Cementerio de los Mártires en Google Maps, por si deseáis asistir a estos actos.

 
Hijo de la Gran fruta, subcampeón de cosa, aquí vas a venir a justificar el genocidio de tus amiguitos.
Te reventaba gratis, lgtb.

de derechas orate ...tu reputa progenitora asquerosa...saco de cosa...además seguro que invisible para las mujeres...feo con poca gracia...que no amaras ni pagando meparto: meparto:

estulto meparto:meparto:
 
En el 85º aniversario de las matanzas de Paracuellos

Por Ricardo Ruíz de la Serna

Este fin de semana se cumple el 85º aniversario de las matanzas de Paracuellos del Jarama, Aravaca y Torrejón de Ardoz. Entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, grupos de milicianos del PSOE, el PCE, la UGT y la CNT asesinaron a cerca de cinco mil hombres y mujeres encerrados por motivos políticos en las cárceles madrileñas (la de Porlier, la Modelo y la de San Antón). Entre las víctimas, había 276 menores de edad. Alguna de ellas sólo tenía 13 años. Los milicianos llegaron a apiolar a padres, hijos y hermanos juntos. El crimen se cometió siendo Santiago Carrillo consejero de Orden Público, con conocimiento de la Junta de Defensa de Madrid, que presidía el general Miaja, y con respaldo del ministro de la Gobernación, el socialista Ángel Galarza.

Las matanzas de Paracuellos, al igual que los demás crímenes cometidos entre 1931 y 1939 por las autoridades republicanas, las distintas organizaciones de izquierda -partidos, sindicatos, milicias, bandas de pistoleros- y los nacionalistas vascos y catalanes, son un tema del que se habla poco en la España de nuestro tiempo. Desde que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero impulsase el movimiento de la “memoria histórica”, la verdad de lo ocurrido durante la II República Española y durante la Guerra Civil en la zona bajo control republicano ha ido cayendo en el olvido o ha sido tan tergiversado que cualquier parecido con la verdad es pura coincidencia. La persecución religiosa padecida por la Iglesia católica es un tema casi de mal gusto en la vida política española. Recordar que aquella república fue un régimen ilegítimo que dividió a los españoles y los abocó a una guerra fratricida es como mentar la soga en casa del ahorcado. Sólo se conmemoran y se recuerdan los crímenes que la izquierda y los nacionalistas reconocen como tales.

La ofensiva para borrar del recuerdo las atrocidades cometidas por el bando republicano -ni siquiera se suele hablar de “gente de izquierdas”- se ha impulsado desde el poder. Tanto los gobiernos socialistas de Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez como el gobierno de Mariano Rajoy han apoyado el movimiento de “memoria histórica” a través de fondos públicos y de acción política. Zapatero y Sánchez intensificaban los esfuerzos para deslegitimar a la derecha. Rajoy trataba de hacerse perdonar. A los esfuerzos desde el gobierno central, se sumaban los de los nacionalistas en las comunidades y ayuntamientos que gobernaban. Había que enterrar atrocidades como las de Paracuellos, Torrejón y Aravaca en la nostalgia por una república idealizada de maestros y artistas. Había que lavar la cara de los comunistas, los socialistas, los anarquistas y los nacionalistas catalanes, gallegos y vascos presentándolos como víctimas del fascismo. Era preciso enseñar que la II República fue víctima y no victimaria. Todos los recursos de que han dispuesto Podemos y sus organizaciones satélites se han sumado al esfuerzo de quebrantar la legitimidad de la Constitución de 1978 y reivindicar la de 1931 como origen de la democracia en España. Se trata de dinamitar la tras*ición como paso para acabar con el sistema constitucional y con la unidad nacional. No debe sorprender que sean blanco habitual de sus ataques las instituciones que la defienden (el Rey, las Fuerzas armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, entre otras).

Por eso, intentan que se olvide Paracuellos.

La II República, que tuvo una dudosísima legitimidad de origen, cayó pronto en una rotunda ilegitimidad de ejercicio. El régimen que comenzó con quemas de conventos e iglesias terminó con “sacas”, “paseos” y checas. No fueron episodios aislados obra de elementos incontrolados, sino del intento deliberado y sistemático de excluir y deslegitimar a los católicos, los monárquicos, los republicanos de derecha y, en fin, a todos los opositores al Frente Popular.

En estos días, pues, debemos insistir en hacer memoria. Frente a la industria de la nostalgia republicana, debemos mantener la claridad jovenlandesal y ceñirnos a los hechos. Las matanzas de Paracuellos fueron orquestadas desde el poder republicano como lo fueron los asesinatos políticos que las precedieron (por ejemplo, el de alopécico Sotelo). Los autores fueron efectivos de las milicias armadas desde el gobierno de la República. Sus miembros pertenecían a partidos políticos que, aún hoy, pretenden jactarse de un pasado democrático.

No debemos olvidar nada de esto.

 
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