Creo que ya lo has dicho antes, los antiguos semitas y los bereberes antiguos son caucásicos. Aún quedan.
Los fenotipos de gente como los argelinos o los marroquís no les viene por esa parte, sino por la mezcla con subsaharianos que en particular en los marroquís es de las mas altas de un país que no sea neցro. Creo que jovenlandia es de los países que no forman parte del África de color, con mas sangre subsahariana, por eso en el mundo de la religión del amor (extremadamente racista) son tan odiados.
Yo creo que es porque esa zona directamente no se repobló demasiado. El dominio de la religión del amor en Gallaecia fue muy fugaz , es probable que los conquistadores jovenlandeses que hubieran allí cambiaran directamente de chaqueta. También habrá otros factores como que Galicia es la única región española que no sufrió ese cuello de botella que fue la repoblación desde los reductos cristianos del norte, se quedó un poco como estaba, mas el aporte africano de las guarniciones que habría. También hay otros factores como la propia emigración de Portugueses, que pudiera haber sido un refugio de moriscos, etc., de hecho León o ciertas zonas de España fueron zonas donde se arrearon ciertos moriscos para dispersarlos.
Que hoy en España haya regiones con mas genética norteafricana es debido a procesos que empiezan con la conquista islámica y terminan ya en el siglo XVII, no es debido a la influencia del imperio romano o similares como dice Topollillo. Que en Andalucía existiera dicha genética en tiempos clásicos no importa porque los andaluces de hoy no descienden de esas gentes.
Los bereberes y los antiguos guanches, eran caucásicos, nada que ver con los jovenlandeses de hoy, de hecho a los guanches se les describe como gente aguerrida, alta, grácil, etc.,
Serían como pueda ser Zidane o Benzema. Los jovenlandeses de hoy, como he dicho son lo que son por la mezcla continua con otras gentes del África subsahariana. En cualquier caso, los canarios son esencialmente colonos castellanos, y de su parte guanche no creo que deban avergonzarse en absoluto.
