Paletik "Paletov" Pasha
Dios, Empresa y Concejo
Al ser junto con el zar de Rusia y el ban de Croacia Josef Jelacic, los únicos gobernantes capaces de contener el estallido de la Revolución y mantener la ley y orden dentro de sus fronteras, Narváez aumentó no solo su prestigio, si no el de España en Europa. En algunos círculos españoles comenzó a ser conocido como el "Ban de Loja" en comparación con Jelacic.
Los estallidos revolucionarios de Marzo de 1848 en Madrid y Junio de 1848 en Madrid, Valencia, Cataluña y Sevilla fueron diligentemente sofocados.
Por ese mismo prestigio, los tenedores de bonos ingleses restauraron su confianza tras escribir Narváez a Lord Palmerston que los bonistas ingleses de deuda soberana española serían satisfechos de sus derechos, y estos podrían haberse satisfecho antes si no llega a ser por los sucesos que habían perturbado el orden en el país en aquel año (esto es una puyita al gobierno inglés, que había protestado frente a la expulsión del embajador británico Bulwer por su apoyo a los revolucionarios). Las palabras del prestigioso general resonaron con fuerza en los oídos de los tenedores, y la deuda pública española se revalorizó en un 6%, subiendo además las principales bolsas europeas.
En 1849 Austria, confiando en el prestigio de Narváez y para evitar que Francia tomase influencia geopolítica en Italia, invita a España a restaurar el orden en los Estados Papales mandando una fuerza expedicionaria.
En ese mismo año un conato de dimisión de Narváez debido a asuntos relacionados con el matrimonio real, fue aplacado por el ministro de asuntos extranjeros de Francia, con la mediación del embajador en España y del propio Carlos Luis Napoleón Bonaparte, a la sazón presidente de la república francesa; los cuales escribieron cartas en apoyo al general manifestando su interés por la permanencia del orden en España. Estas muestras de apoyo a Narváez dentro y fuera de nuestras fronteras (entre ellas, los propios moderados y los "progresistas de orden") remontaron su ánimo para seguir al frente del gobierno.
Gracias a la lucha de Narváez contra los revolucionarios, Prusia y Austria reconocieron a Isabel II. Rusia se mostró más reticente, pero dio su brazo a torcer después de la neutralidad de España en la Guerra de Crimea.
Los estallidos revolucionarios de Marzo de 1848 en Madrid y Junio de 1848 en Madrid, Valencia, Cataluña y Sevilla fueron diligentemente sofocados.
Por ese mismo prestigio, los tenedores de bonos ingleses restauraron su confianza tras escribir Narváez a Lord Palmerston que los bonistas ingleses de deuda soberana española serían satisfechos de sus derechos, y estos podrían haberse satisfecho antes si no llega a ser por los sucesos que habían perturbado el orden en el país en aquel año (esto es una puyita al gobierno inglés, que había protestado frente a la expulsión del embajador británico Bulwer por su apoyo a los revolucionarios). Las palabras del prestigioso general resonaron con fuerza en los oídos de los tenedores, y la deuda pública española se revalorizó en un 6%, subiendo además las principales bolsas europeas.
En 1849 Austria, confiando en el prestigio de Narváez y para evitar que Francia tomase influencia geopolítica en Italia, invita a España a restaurar el orden en los Estados Papales mandando una fuerza expedicionaria.
En ese mismo año un conato de dimisión de Narváez debido a asuntos relacionados con el matrimonio real, fue aplacado por el ministro de asuntos extranjeros de Francia, con la mediación del embajador en España y del propio Carlos Luis Napoleón Bonaparte, a la sazón presidente de la república francesa; los cuales escribieron cartas en apoyo al general manifestando su interés por la permanencia del orden en España. Estas muestras de apoyo a Narváez dentro y fuera de nuestras fronteras (entre ellas, los propios moderados y los "progresistas de orden") remontaron su ánimo para seguir al frente del gobierno.
Gracias a la lucha de Narváez contra los revolucionarios, Prusia y Austria reconocieron a Isabel II. Rusia se mostró más reticente, pero dio su brazo a torcer después de la neutralidad de España en la Guerra de Crimea.
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