18 mar 2014 Las extravagantes muertes de los filósofos antiguos

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Las extravagantes muertes de los filósofos antiguos

FUENTE: Las extravagantes muertes de los filósofos antiguos - La piedra de Sísifo

Muchos de los grandes filósofos de la Antigüedad son más conocidos por lo que se ha dicho de ellos que por lo que ha quedado de lo que ellos mismos han dicho. No es completamente extraño que se haya perdido todo rastro de sus obras o que, en el mejor de los casos, hayan sobrevivido unos cuantos fragmentos aislados, con frecuencia aforísticos. Si se les conoce es, sobre todo, por referencias y testimonios posteriores, generalmente poco rigurosos, que los describen como unos bichos raros aunque, eso sí, llenos de carisma. Basta con echarle un vistazo a las muertes tan originales que se les atribuye a algunos de ellos.

Una de esas principales fuentes de información es el biógrafo e historiador griego Diógenes Laecio, que en su magna obra del siglo III Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres ‒conservado casi completo‒ recoge en diez tomos la vida, anécdotas, opiniones, teorías y fragmentos de los grandes filósofos antiguos desde los presocráticos hasta Sexto Empíricode. A pesar de que su obra contiene muchas informaciones inciertas y poco contrastadas se considera un valiosísimo documento sobre la filosofía de la época clásica porque recoge una gran cantidad de testimonios de diversos filósofos, historiadores y pensadores. A continuación recopilo algunas de las muertes filosóficas más curiosas según recoge Diógenes Laecio en su obra.


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Zenón de Elea

Zenón: Apuñalado tras morder una oreja

Zenón de Elea, bautizado por Aristóteles como «inventor de la dialéctica», es conocido sobre todo por sus paradojas, especialmente por aquellas que niegan la existencia del movimiento. Diógenes Laecio nos informa de que, como otros filósofos antiguos, tuvo una intensa vida política. Concretamente apoyaba, bajo pena de fin, el derrocamiento del tirano eleata que gobernaba en ese momento ‒quizá Nearco o Diomedón‒. Tras ser arrestado se le llevó ante el tirano para ser interrogado. Zenón prometió importantes revelaciones, así que se acercó al tirano para hacer la confesión en secreto. Sin embargo, en lugar de confesar Zenón aprovechó para moderle la oreja al tirano y acto seguido se arrancó su lengua a mordiscos y se la tiró al infame a la cara. A continuación fue apuñalado.


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Empédocles de Agrigento

Empédocles: Se arrojó a un volcán

En Selino Empédocles desvió un río pestilente para que las aguas frescas no se mezclaran con las viciadas, salvando así a sus habitantes de la peste. Después de esta hazaña y de alguna que otra curación milagrosa, la gente de la ciudad, impresionada por sus facultades, comenzó a adorarlo como a un dios. Parece que se le terminó subiendo a la cabeza y, convencido de su naturaleza divina, decidió arrojarse al volcán Etna para renacer convertido en un dios. Sin embargo, Pausanias, uno de sus admiradores, fue a rendirle culto y descubrió una de sus zapatilla doradas al borde del volcán, lo que le llevó a la conclusión de que Empédocles era mortal. Incluso Diógenes Laercio, cuestiona la veracidad de esta historia y existen versiones que sitúan la fin del filósofo en el destierro en el Peloponeso.


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Heráclito de Éfeso

Heráclito de Éfeso: Se enterró en estiércol

Según Diógenes Laercio Heráclito se retiró a vivir al monte a causa de su misantropía. Sus condiciones de vida, sustentado únicamente a base de hierbas, le produjeron hidropesía, así que decidió regresar a la ciudad y consultar a los médicos acerca de su mal. Como no encontraba ninguna solución Heráclito razonó que debía encontrar la manera de calentar su cuerpo para deshacerse del agua que le sobraba. En este punto los relatos acerca de su fin difieren. Una de las versiones dice que murió enterrado en el estiércol de un establo para que el calor absorbiera las humedades. Otra versión dice que se puso al sol y ordenó a sus siervos que lo cubriesen y emplastasen con estiércol. Una última versión relata que, no pudiendo quitarse el estiércol, permaneció inmóvil y fue devorado por unos perros.


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Diógenes de Sinope

Diógenes de Sinope: Aguantar la respiración

Pocos filósofos antiguos están tan envueltos en la leyenda como Diógenes de Sinope, también conocido como el Cínico, cuyas anécdotas vitales superan con creces al conocimiento de su verdadera doctrina. Sin entrar en muchos detalles, la imagen que se tiene de él es la de un vagabundo demente que vivía en un barril, que rechazaba las normas sociales y que, en última instancia, se salía siempre con la suya pues era considerado como alguien completamente inofensivo. En uno de los episodios más conocidos se cuenta que Alejandro Magno se colocó frente a él y le dijo que le pidiera cualquier cosa, lo que quisiera, a lo que Diógenes respondió que solo quería que se quitara de delante, que le tapaba el sol. Su fin, de la que hay varias versiones, tampoco está libre de la leyenda. Se dice que murió de un cólico provocado por la ingestión de un pulpo vivo, que murió después de haber sido mordido en un tendón por un perro cuando intentaba darle de comer pulpo y que murió por voluntad propia, después de haber decidido aguantar la respiración. De cualquier modo, vivió como un perro en la calle y murió como tal.


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Crisipo de Solos

Crisipo de Solos: Tuvo un ataque de risa

A pesar de no ser muy conocido, Crisipo de Solos es uno de los máximos representantes de la escuela estoica. Se dice que no pasaba ni un día sin escribir como mínimo 500 líneas y que llegó a componer más de 700 obras. Pero aunque fue un escritor muy prolífico hoy en día solo se conservan algunos fragmentos aislados. «Si los dioses usaran dialéctica, utilizarían la de Crisipo», escribió de él Diógenes Laecio. Este nos da dos explicaciones acerca de su fin. La más normal nos dice que murió después de haberse embriagado con vino sin diluir durante una fiesta. La otra, sin embargo, afirma que vio un burro comiendo higos, a lo que exclamó «¡Que alguien le dé una copa de vino puro para regar los higos!», lo que le produjo un ataque de risa tan fuerte que le provocó la fin.


Anaxarco de Abdera: Fue machacado en un mortero gigante

Muy poco se sabe sobre Anaxarco de Abdera. Como amigo y consejero de Alejandro Magno, se ganó la enemistad de unos cuantos hombres poderosos, entre ellos Nicocreonte, tirano de Chipre. En un banquete Anaxarco ofendió a Nicocreonte y este no dudó en apresarle y en mandar que se le diera la más horrible de las muertes. Entonces se colocó a Anaxarco en un mortero gigante y fue machacado con mazas de hierro hasta morir. Sus últimas palabras fueron el tipo de cosas que diría un filósofo antes de morir al ser molido a golpes en un mortero gigante: «Machacad, machacad la bolsa que contiene a Anaxarco, pero a Anaxarco no lo machacáis». Indignado, Nicocreonte ordenó que le arrancaran la lengua, pero antes se la cortó a mordiscos y se la escupió al tirano. Una fin digna de un mártir en el siglo IV a.C.


Texto obtenido de http://www.lapiedradesisifo.com/201...rtes-de-los-filósofos-antiguos/#ixzz2wOxUnQyC
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Última edición:
La genialidad es una enfermedad mental mas,
 
Sus últimas palabras fueron el tipo de cosas que diría un filósofo antes de morir al ser molido a golpes en un mortero gigante: «Machacad, machacad la bolsa que contiene a Anaxarco, pero a Anaxarco no lo machacáis».

La frase dicha así pierde bastante fuerza. Me gusta tal y como la tradujo Quevedo (aunque confundía a Anaxarco con Anaxágoras, crep recordad):

Hiere, tirano, hiere; que Anaxágoras está más allá de adonde llega tu martillo.
 
Aunque Esquilo no fuera filósofo, lo pongo aquí, siempre me ha fascinado su fin:


Poco antes de su fin, el oráculo le vaticinó que moriría aplastado por una casa, por lo que decidió residir fuera de la ciudad. Curiosa, y trágicamente, falleció al ser golpeado por el caparazón de una tortuga, que fue soltado por un quebrantahuesos desde el aire.
 
Heráclito era un tío de lo más raro. Odiaba a la humanidad entera: hombres y mujeres, niños y adultos, pobres y ricos, griegos o extranjeros... No quiso saber nada de nadie, y por ello se fue a un rincón de las montañas a refugiarse en la filosofía. Se pasó la vida comiendo hierbas, para las cuales el metabolismo humano no tiene enzimas para degradar su celulosa. Cogió hidropesia, que le causaba unos dolores terribles. Entonces, volvió a Éfeso. Como bien dice el hilo principal, creyó que el calor del estiércol secaría antes su cuerpo (quería morirse lo más pronto posible) y así se quedó.

Añado: Pitágoras. Los ciudadanos de Crotona fueron a lincharle. Él pudo haberse escondido en un campo de habas. Pero tenía tanto repruebo a las habas (no sé saber el porqué) que no quiso meterse ahí. Total, que le encontraron y le dieron fin.
 
Sócrates, podía haberse salvado facilmente, primero fue acusado y en el juicio refutó todas las acusaciones con su labia, pero a continuación se puso a criticar a todo quisqui, salió culpable en una votación muy ajustada.

Después llega el momento de ponerle la pena, propuso pagar una multa cuantiosa y que sus discípulos podrían triplicarla si hacía falta, lo cual le dejaba en la ruina, todo con su labia habitual, parecía que hasta sus peores enemigos se darían por satisfechos, pero a continuación se pone farruco, sigue criticando, pide un puesto en el consejo de la ciudad y dice que educan mal a sus hijos, algo que el arreglará, esta vez la gran mayoría se cabrearon y voto por su fin.

Rematado todo con una conjura de sus discípulos, quisieron sacarlo de la ciudad y la fuga habría sido relativamente fácil, pero se negó fugarse y se bebió la cicuta.
 
Siempre está bien recordar a Diógenes el cínico, sin duda uno de mis preferidos.

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Lo de cortarse la propia lengua no deja de espantarme, hace falta tener bemoles de acero o estar muy loco para hacer eso.

Hoy en día sería algo impensable.
 
¿No fue Pitagoras al que mato un soldado enemigo porque aquel no le hacia ni caso, absorto en sus calculos?
 
Añado: Pitágoras. Los ciudadanos de Crotona fueron a lincharle. Él pudo haberse escondido en un campo de habas. Pero tenía tanto repruebo a las habas (no sé saber el porqué) que no quiso meterse ahí. Total, que le encontraron y le dieron fin.

Qué tipo de habas hay en Crotona para poder esconder a un hombre? pero si como crecen 50 o 70 cm.
 
Añado: Pitágoras. Los ciudadanos de Crotona fueron a lincharle. Él pudo haberse escondido en un campo de habas. Pero tenía tanto repruebo a las habas (no sé saber el porqué) que no quiso meterse ahí. Total, que le encontraron y le dieron fin.

Lo de las habas es uno de los rasgos más curiosos de la escuela pitagórica. El motivo exacto no se sabe pero lo que es seguro es que, como gran parte del conocimiento atribuido a Pitágoras, su origen es egipcio. Se ha dicho que su consumo puede ser peligroso, que su forma recuerda a un embrión humano, que las flatulencias que provoca no permiten el estudio, etc... pero la razón última solo la sabían los sacerdotes egipcios que tampoco las consumían.
 
Lo de las habas es uno de los rasgos más curiosos de la escuela pitagórica. El motivo exacto no se sabe pero lo que es seguro es que, como gran parte del conocimiento atribuido a Pitágoras, su origen es egipcio. Se ha dicho que su consumo puede ser peligroso, que su forma recuerda a un embrión humano, que las flatulencias que provoca no permiten el estudio, etc... pero la razón última solo la sabían los sacerdotes egipcios que tampoco las consumían.

Las habas contienen saponinas, phytoestrogenos, acido fítico y lectina. Te parece poco?
 
Teofrasto, el sucesor de Aristóteles en su liceo, no tuvo una fin extraña, pero sí una absolución curiosa.

También a él le acusaban de "impiedad", como a Sócrates y al mismo Aristóteles (que se marchó sigilosamente a Eubea "porque no quiero que Atenas se manche con otro crimen contra la filosofía", aunque de poco le valió). Así que se fue al exilio. Pero a los pocos días, los tenderos de Atenas se manifestaron ruidosamente pidiendo la anulación de los cargos, porque los discípulos habían seguido en masa al maestro y las ventas de comestibles habían caído en picado por falta de clientela. Y el gobierno local se la tuvo que envainar.

Platón, en cambio, murió muy tranquilo. Un discìpulo le invitó a su boda, donde lo pasó muy bien, pero en cierto momento se apartó a un rincón a echar una siestecita, y ya no se despertó. Tales de Mileto murió viejísimo en el estadio de su ciudad natal presenciando un espectáculo deportivo.

Y la fin más curiosamente filosófica corresponde a Demócrito de Abdera, el "creador" del átomo. Según algunos murió con más de cien años. Se dice que un buen día le dijo a su hermana que se tenía que morir ya. Y ella (que también debía de ser mayorcita) le respondió que no, que no podía ser, que eran las fiestas de las Tesmoforias y que ella tenía que ir al templo de Démeter durante toda la semana.

Demócrito le dijo que no se preocupara. Bastaba con que cada día volviera un rato del templo y le trajera un poco de miel fresca. Él se la aplicaba en la nariz, y respirando su aroma aguantó la semana de ferias. Cuando la hermana volvió, ya con tiempo para hacerle los funerales, dijo "bueno, ahora ya puedo irme". Y se murió.
 
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Lo de las habas es uno de los rasgos más curiosos de la escuela pitagórica. El motivo exacto no se sabe pero lo que es seguro es que, como gran parte del conocimiento atribuido a Pitágoras, su origen es egipcio. Se ha dicho que su consumo puede ser peligroso, que su forma recuerda a un embrión humano, que las flatulencias que provoca no permiten el estudio, etc... pero la razón última solo la sabían los sacerdotes egipcios que tampoco las consumían.
Es muy probable que Pitàgoras haya muerto por comer habas.

Los pueblos del Mediterràneo y el pueblo judìo padecemos un tipo de anemia hemolìtica -en muy raras ocasiones- y uno de sus disparadores es la ingesta de habas.

Una hija mìa sufriò un episodio ni bien acababa de nacer y la tras*fundieron de urgencia. Parecìa un chorizo. Mi mujer y yo nos tuvimos que hacer unos anàlisis de sangre para detectar ese factor y ambos estamos en el lìmite.

Otro de los disparadores es la naftalina.

Algo extraño pasò con el esqueleto de Descartes.
 
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