Shanchito
Himbersor
- Desde
- 21 Abr 2014
- Mensajes
- 2.430
- Reputación
- 5.387
17 de enero de 1966: Colisión ‘nuclear’ en espacio aéreo español
JUEVES 13 DE OCTUBRE DE 2016
El 17 de enero de 1966 el espacio aéreo español sobre la Provincia de Almería fue escenario de la colisión entre un bombardero Boeing B-52 Stratofortress y un avión nodriza McDonell Douglas KC-135Stratotanker del Mando Aéreo Estratégico (SAC, Strategic Air Command) de la Fuerza Aérea de EEUU (USAF) durante una maniobra rutinaria de reabastecimiento de combustible en vuelo a gran altitud.
El bombardero llevaba a cabo un tercer intento de acoplamiento con el avión cisterna, procedente de la Base Aérea de Morón (Sevilla), cuando la boca de la pértiga de reabastecimiento del nodriza golpeó violentamente al bombardero desgarrando su fuselaje superior longitudinalmente y provocando la ignición y explosión de las 182 toneladas de queroseno de sus depósitos. Un total de 7 de los 11 tripulantes de las dos aeronaves resultaron fallecidos en el accidente.
El bombardero se encontraba de regreso a la base de la Fuerza Aérea de Seymour Johnson en Goldsboro, Carolina del Norte (EEUU), tras llevar a cabo una misión de alerta siguiendo la ruta sur del Mando Aéreo Estratégico denominada en código ‘Chrome Dome’ (cúpula de cromo)*. El B-52 iba armado con cuatro bombas de hidrógeno B28**, un modelo concebido para ataques nucleares por gravedad, con una potencia explosiva de entre 70 kilotones (Kt) y 1,45 megatones (Mt) [Como referencia comparativa considérese que la bomba atómica ‘littleboy’ lanzada el 6 de Agosto de 1945 sobre la ciudad japonesa de Hiroshima tenía una potencia de 12,5 kilotones, equivalente a la detonación de 12.500 toneladas de Trinitrotolueno (TNT)].
El material de alto explosivo, aunque no el fisible o nuclear, de dos de las bombas detonó como consecuencia del impacto con el suelo sembrando los campos del municipio almeriense de Palomares de Uranio 235 (U235), Plutonio 239 (PU239) y de otros residuos radiactivos que formaban parte de los componentes de las dos bombas de hidrógeno. La tercera bomba cayó en tierra y se mantuvo intacta, mientras que la cuarta se hundió en el Mediterráneo, donde fue localizada a 8 kilómetros de la costa tras 80 días de intensa búsqueda y extraída dos semanas después, el 7 de abril. En estos dos últimos casos el despliegue del paracaídas incorporado a este modelo de bomba minimizó el impacto y permitió que ambos artefactos mantuvieran su integridad estructural.
Este tipo de accidente, en el que se ve comprometida la seguridad de una o varias armas nucleares, recibe la denominación técnica de ‘brokenarrow’ (del Inglés, flecha rota) y comprende, entre otras circunstancias, desde la pérdida, robo o incautación de un arma nuclear o de alguno de sus componentes; la detonación no nuclear de un artefacto y la contaminación radiactiva (como en el caso de Palomares); hasta la detonación accidental, no autorizada, o potencial de un arma nuclear por razones ajenas a un acto de guerra.
Los Estados Unidos llevaron a cabo una limpieza extensiva de la zona de la catástrofe en Palomares, de donde se retiraron 1.400 toneladas de tierra y vegetación contaminadas que fue enviada a los EEUU para su almacenamiento definitivo.
El entonces Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, se bañó junto al embajador estadounidense en la playa de Palomares para tratar de minimizar las consecuencias del accidente frente a la opinión pública española y demostrar que no existía peligro de radiación.
El actual Convenio entre el Reino de España y los Estados Unidos de América sobre Cooperación para la Defensa de 1 de Diciembre de 1988 señala expresamente en su Artículo 11.2 que “La instalación, almacenamiento o introducción en territorio español de armas nucleares o no convencionales, o sus componentes, quedarán supeditados al acuerdo del Gobierno español“. Así mismo, en los canjes de notas diplomáticas que acompañan al Convenio, se recoge una carta del entonces Ministro de Asuntos Exteriores español, Francisco Fernández Ordóñez, al entonces embajador de EEUU en la que con la misma fecha del Convenio se realiza textualmente la siguiente declaración: “(..) es política del Gobierno español que no sobrevuelen España aeronaves con armamentos y material nuclear a bordo y que cualquier cambio en esta práctica exige el consentimiento del Gobierno de España“. Parece pues evidente suponer que estas disposiciones son consecuencia directa de los acontecimientos que tuvieron lugar en Palomares el 17 de enero de 1966.
(*) Por aquel entonces la doctrina de disuasión nuclear del SAC (Mando Aéreo Estratégico, USAF) consistía era mantener permanentemente en vuelo, y en ruta hacia las fronteras de la entonces URSS, un número sustancial de bombarderos estratégicos con objetivos preasignados que en caso de un ataque nuclear soviético inesperado proporcionarían a los EEUU una capacidad inmediata de represalia con armas nucleares sobre objetivos en el interior de la Unión Soviética. En este tipo de misiones el apoyo de aviones nodriza desplegados en bases de ultramar resultaba una pieza clave para mantener a los bombarderos en el aire – donde eran menos vulnerables a un ataque nuclear – y sostener el desarrollo de las operaciones aéreas de disuasión estratégica.
Esta doctrina resultó obsoleta con el despliegue de los modernos submarinos balísticos lanzamisiles de propulsión nuclear (SSBN) o ‘boomers’, dotados de una notable capacidad de supervivencia gracias a su sigilo. Sin embargo, los bombarderos estratégicos constituyen aún hoy en día uno de los pilares de la llamada tríada en la disuasión nuclear estadounidense junto a los misiles balísticos de lanzamiento submarino (SLBM, del Inglés Submarine-Launched Ballistic Missile) y los misiles balísticos intercontinentales con base en tierra (ICBM, del Inglés Intercontinental Ballistic Missile).
(**) La bomba B28 (o modelo Mark 28) estuvo en servicio en la Fuerza Aérea de EEUU (USAF) entre 1958 y 1991.
Fuente: Rojo y Gualda
http://www.elespiadigital.com/index...966-colision-nuclear-en-espacio-aereo-espanol
Comentario: De como el "patrioterismo españolista profesional" nos convirtió en colonia yanqui.
JUEVES 13 DE OCTUBRE DE 2016
El 17 de enero de 1966 el espacio aéreo español sobre la Provincia de Almería fue escenario de la colisión entre un bombardero Boeing B-52 Stratofortress y un avión nodriza McDonell Douglas KC-135Stratotanker del Mando Aéreo Estratégico (SAC, Strategic Air Command) de la Fuerza Aérea de EEUU (USAF) durante una maniobra rutinaria de reabastecimiento de combustible en vuelo a gran altitud.
El bombardero llevaba a cabo un tercer intento de acoplamiento con el avión cisterna, procedente de la Base Aérea de Morón (Sevilla), cuando la boca de la pértiga de reabastecimiento del nodriza golpeó violentamente al bombardero desgarrando su fuselaje superior longitudinalmente y provocando la ignición y explosión de las 182 toneladas de queroseno de sus depósitos. Un total de 7 de los 11 tripulantes de las dos aeronaves resultaron fallecidos en el accidente.
El bombardero se encontraba de regreso a la base de la Fuerza Aérea de Seymour Johnson en Goldsboro, Carolina del Norte (EEUU), tras llevar a cabo una misión de alerta siguiendo la ruta sur del Mando Aéreo Estratégico denominada en código ‘Chrome Dome’ (cúpula de cromo)*. El B-52 iba armado con cuatro bombas de hidrógeno B28**, un modelo concebido para ataques nucleares por gravedad, con una potencia explosiva de entre 70 kilotones (Kt) y 1,45 megatones (Mt) [Como referencia comparativa considérese que la bomba atómica ‘littleboy’ lanzada el 6 de Agosto de 1945 sobre la ciudad japonesa de Hiroshima tenía una potencia de 12,5 kilotones, equivalente a la detonación de 12.500 toneladas de Trinitrotolueno (TNT)].
El material de alto explosivo, aunque no el fisible o nuclear, de dos de las bombas detonó como consecuencia del impacto con el suelo sembrando los campos del municipio almeriense de Palomares de Uranio 235 (U235), Plutonio 239 (PU239) y de otros residuos radiactivos que formaban parte de los componentes de las dos bombas de hidrógeno. La tercera bomba cayó en tierra y se mantuvo intacta, mientras que la cuarta se hundió en el Mediterráneo, donde fue localizada a 8 kilómetros de la costa tras 80 días de intensa búsqueda y extraída dos semanas después, el 7 de abril. En estos dos últimos casos el despliegue del paracaídas incorporado a este modelo de bomba minimizó el impacto y permitió que ambos artefactos mantuvieran su integridad estructural.
Este tipo de accidente, en el que se ve comprometida la seguridad de una o varias armas nucleares, recibe la denominación técnica de ‘brokenarrow’ (del Inglés, flecha rota) y comprende, entre otras circunstancias, desde la pérdida, robo o incautación de un arma nuclear o de alguno de sus componentes; la detonación no nuclear de un artefacto y la contaminación radiactiva (como en el caso de Palomares); hasta la detonación accidental, no autorizada, o potencial de un arma nuclear por razones ajenas a un acto de guerra.
Los Estados Unidos llevaron a cabo una limpieza extensiva de la zona de la catástrofe en Palomares, de donde se retiraron 1.400 toneladas de tierra y vegetación contaminadas que fue enviada a los EEUU para su almacenamiento definitivo.
El entonces Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, se bañó junto al embajador estadounidense en la playa de Palomares para tratar de minimizar las consecuencias del accidente frente a la opinión pública española y demostrar que no existía peligro de radiación.
El actual Convenio entre el Reino de España y los Estados Unidos de América sobre Cooperación para la Defensa de 1 de Diciembre de 1988 señala expresamente en su Artículo 11.2 que “La instalación, almacenamiento o introducción en territorio español de armas nucleares o no convencionales, o sus componentes, quedarán supeditados al acuerdo del Gobierno español“. Así mismo, en los canjes de notas diplomáticas que acompañan al Convenio, se recoge una carta del entonces Ministro de Asuntos Exteriores español, Francisco Fernández Ordóñez, al entonces embajador de EEUU en la que con la misma fecha del Convenio se realiza textualmente la siguiente declaración: “(..) es política del Gobierno español que no sobrevuelen España aeronaves con armamentos y material nuclear a bordo y que cualquier cambio en esta práctica exige el consentimiento del Gobierno de España“. Parece pues evidente suponer que estas disposiciones son consecuencia directa de los acontecimientos que tuvieron lugar en Palomares el 17 de enero de 1966.
(*) Por aquel entonces la doctrina de disuasión nuclear del SAC (Mando Aéreo Estratégico, USAF) consistía era mantener permanentemente en vuelo, y en ruta hacia las fronteras de la entonces URSS, un número sustancial de bombarderos estratégicos con objetivos preasignados que en caso de un ataque nuclear soviético inesperado proporcionarían a los EEUU una capacidad inmediata de represalia con armas nucleares sobre objetivos en el interior de la Unión Soviética. En este tipo de misiones el apoyo de aviones nodriza desplegados en bases de ultramar resultaba una pieza clave para mantener a los bombarderos en el aire – donde eran menos vulnerables a un ataque nuclear – y sostener el desarrollo de las operaciones aéreas de disuasión estratégica.
Esta doctrina resultó obsoleta con el despliegue de los modernos submarinos balísticos lanzamisiles de propulsión nuclear (SSBN) o ‘boomers’, dotados de una notable capacidad de supervivencia gracias a su sigilo. Sin embargo, los bombarderos estratégicos constituyen aún hoy en día uno de los pilares de la llamada tríada en la disuasión nuclear estadounidense junto a los misiles balísticos de lanzamiento submarino (SLBM, del Inglés Submarine-Launched Ballistic Missile) y los misiles balísticos intercontinentales con base en tierra (ICBM, del Inglés Intercontinental Ballistic Missile).
(**) La bomba B28 (o modelo Mark 28) estuvo en servicio en la Fuerza Aérea de EEUU (USAF) entre 1958 y 1991.
Fuente: Rojo y Gualda
http://www.elespiadigital.com/index...966-colision-nuclear-en-espacio-aereo-espanol
Comentario: De como el "patrioterismo españolista profesional" nos convirtió en colonia yanqui.