Yolanda díaz abraza las maravillosas ideas de maduro con 10 años de retraso y una buena lección de economía

KUTRONIO

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10 Mar 2010
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Yolanda Diaz vuelve a la carga con sus grandes ideas, en este caso la limitación general de los precios. Lo malo es que se trata de una idea que ya mucha gente ha tenido antes. Yolanda Díaz llega por tanto a estas ideas 10 años más tarde que una personalidad de la talla intelectual de Nicolas Maduro, por poner un ejemplo. Pensar que la inflación se combate topando los precios es como pensar que con el paro se acaba prohibiendo los despidos. Pero no descartamos que Yolanda Díaz también piense que se acaba con el paro prohibiendo los despidos, así que intentaremos explicar la falla de fondo de las ideas de doña Yolanda quien, por otro lado, con lo que dice que quiere acabar no es con el paro sino con el trabajo.


Lo que frena los precios es la abundancia, no topar los precios.
Si en tu isla tienes 10 monedas y 10 cocos cada coco valdrá una moneda.
Si tienes 10 cocos y 50 monedas tendrás inflación. Crear riqueza significa tener más cocos, no imprimir o acuñar más monedas. Las monedas nacionales son o papel mojado o un reflejo real de la riqueza nacional. Para tener 50 monedas sin inflación tienes que tener 50 cocos. Para tener una moneda que valga algo tienes que tener tras ella aunque sea un coco.
Si tu producción de cocos cae a 5 cocos y tienes 10 monedas, cada coco valdrá 2 monedas y serás más pobre aunque en la isla tengas las mismas monedas, porque lo que te hace rico son los cocos que tienes y no las monedas. Por otro lado si faltan cocos y se dobla su precio, en vez de toparlo eso será un estímulo para plantar más palmeras.
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Si topas el precio del coco a 1 moneda, seguirás teniendo 5 cocos y por tanto escasez de cocos. No vas a poder dar un coco a cada uno de los 10 habitantes de la isla aunque limites el precio. Lo que tienes que hacer para que vuelva a haber 10 cocos ó 20 cocos es plantar más palmeras. Los cocos no caen del cielo.
Si al que va a plantar una palmera lo llamas maldito buitre empresario explotador y le das una paliza, en vez de plantar la palmera se dedicará a mirar las nubes o se irá a plantar cocos a otra isla donde no gobierne una fanática comunista totalitaria.


Hay una isla en la que es el gobierno el que se encarga de plantar las palmeras y producir los cocos de forma igualitaria. Produce 8 cocos.
Hay al lado otra isla en que la gente decide libremente si planta o no planta palmeras. Produce 25 cocos. ¿Por qué esta diferencia?
En la isla de los comunistas, hay 5 personas capaces de recoger 3 cocos al día y 5 capaces de recoger 2 cocos. Recojan los cocos que recojan, todos cobran una moneda porque es una isla igualitaria.
Como el capaz de recoger 3 cocos cobra lo mismo que el que recoge 1, los 5 que podrían recoger 15 sólo recogen 6. De los otros 5, como cobran lo mismo los que recogen 1 coco que los que se tumban a la bartola, sólo recogen 2 cocos. Por eso en total, sólo se recogen 8 cocos al día.
En la isla de los capitalistas, por el contrtario, con la misma capacidad pero a pleno rendimiento se recogen 25 cocos al día. Por eso a la redistribución de la riqueza en el capitalismo se le llama solidaridad o caridad y llamamos en cambio socialismo a la redistribución de pobreza.


Así funciona la coconomía, pero aún asumiendo las simplificaciones que implica, sus principios se pueden aplicar aproximadamente a cualquier otro aspecto de la economía. El socialismo por su parte no funciona ni con los cocos ni con ninguna otra cosa. Que Yolanda Díaz sea con sus ideas ministra de Trabajo en España podría ser una situación meramente pintoresca, pero en la medida en que le dejen ser algo más que un jarrón decorativo a medio plazo es un auténtico peligro para la economía. De momento aún tenemos cocos pero, pese a atravesar una época de vacas obesas y creación de empleo, tenemos graves problemas con el acceso a la vivienda, con los niveles de pobreza y con la dificultad para llenar el carro de la compra. No queramos saber lo que puede puede pasar cuando lleguen las vacas flacas, o cuando se corte el chorro de millones por la cara que nos llega de Europa.
 
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