❌ Programa económico del Carlismo ❌

GabrielSSP

Forero Paco Demier
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23 Oct 2023
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Nuestro pueblo está moribundo y tocado de fin, no sólo espiritualmente, sino también materialmente. Muchas trágicas causas han provocado esta situación que todos sufrimos, siendo las principales la negligencia, cuando no traición, de los partidos políticos, cuyo interés por el bien común de todos nosotros es nulo; pero también el culmen del sistema revolucionario que impusieron desde hace al menos dos siglos, ligado a la ideología liberal y a sus hijos nacionalistas, socialistas, comunistas y nihilistas.

Es crucial un diagnóstico cierto para que podamos curar esta grave enfermedad. Eumerados y resumidos estos son los principales problemas que sufrimos:

1 )Una hipertrofia de las normativas gubernamentales que impiden la creación y desarrollo de cualquier actividad mercantil, que no sea aprobada, controlada y regulada por el Estado. Normativas además erróneas y perjudiciales, vigiladas por ineptos y criminales, y cuya mera existencia retroalimenta la burocracia y colapsa la justicia.

2) Anexo a lo primero, un saqueo fiscal de absolutamente todas las actividades humanas.

3) La presión para extinguir oficios primarios y comercios esenciales para la vida, es pos de su reemplazo por corporaciones enormes y agentes multinacionales.

4) La presión por imponer la ideología revolucionaria también sobre actividades mercantiles, de forma que se premia y se soborna a los que acepten y promuevan dicha ideología, que además es corrupta.

5) La promoción de la mediocridad y baja calidad en pos de la cantidad y del bajo coste, con la degradación y merma de todas las producciones nacionales.

6) La nula defensa jurídica de las actividades comerciales cuando los intereses españoles se ven vulnerados por agentes extranjeros injustamente.

7) La miseria económica provocada por lo anterior, unido al saqueo patrimonial, que impide la recuperación del patrimonio, con su consiguiente crecimiento económico.

8) El fraude educativo por el que se degradan tanto los oficios profesionales como las profesiones formadas universitariamente, por la hipertrofia de la universidad de baja calidad y enormes promociones de alumnos no cualificados de forma experta.

9) La centralización buscada de todas las actividades económicas en las capitales de provincia mayores en detrimento de municipios y capitales menores, que son condenadas a la extinción económica.



Hay muchos más problemas relacionados con estos que también requieren solución, pero, abordando de forma crucial los puntos anteriores, muchos de aquellos encontrarían solución de forma natural y lógica. Este es el diagnóstico general que todos sufrimos y podemos ver fácilmente, y para el cuál podrían plantearse las siguientes soluciones. Estas han sido siempre defendidas por el Carlismo, que es la auténtica España cristiana según las circunstancias, por el mayor bien de nuestro pueblo. La esencia de todas ellas no ha cambiado, y no pasa por otra cosa que por la Restauración de la sociedad de acuerdo al derecho público cristiano, de acuerdo al Magisterio perenne de la Iglesia:



-La erradicación del falso derecho revolucionario que extinguió los Fueros y el Derecho viejo. En el ámbito económico, no debe haber más regulación que la de los Fueros (el derecho privado) sancionados por el Rey, que garantizan el mayor interés de una comunidad, y los acuerdos privados entre partes velados por la justicia. De esta manera todas las actividades comerciales tendrían una enorme libertad para poder crearse, crecer, y vivir sin estar asediadas por los mamotretos siempre crecientes y cambiantes que imponen los partidos políticos.

-La disminución enorme de los impuestos, de manera que incluso lleguen a no ser imputables las actividades comerciales, sino solo los patrimonios personales o familiares, y en grado mínimo.

-La disminución enorme del aparato Estatal, cuya única razón de existir es el control total de la sociedad y el reemplazo de las instituciones naturales, que eran las que servían a las necesidades sociales, con el patrocinio de reyes, señores, y de la Iglesia.

-La reforma radical de la educación para expurgarla de la ideología revolucionaria, fundarla sobre las virtudes del esfuerzo y de la sabiduría, y enfocarla como lo que es: desarrollar las potencias de los niños para hacer de ellos hombres virtuosos para la sociedad.

-La reforma radical de las instituciones de enseñanza de oficios, para que alcancen el grado de perfección profesional que es necesaria para la mejora de la sociedad y la competencia ventajosa con el extranjero.

-Incentivar el patrimonio familiar, municipal, comunitario, de forma que pueda crecer la calidad económica y se gane fuerza para vencer la tendencia a la mediocridad y a la masificación.

-La reforma completa del sistema de justicia mercantil para que, siendo velador del derecho privado y no de las normativas administrativas y políticas, pueda actuar con rapidez y fuerza para impartir justicia cuando se requiera.


Son reformas de enormes proporciones, no están al alcance de los partidos políticos que viven de esta remora que han creado. Una reforma tal implica primero la restauración política de nuestra patria, que vive sometida al sistema revolucionario de los partidos políticos, del Estado, de la ideología anticristiana, y demás desgracias denunciadas siempre por los sabios carlistas, españoles, católicos.


Todo va de la mano, debemos entenderlo bien: no es posible una reforma para la salvación económica de la sociedad si primero no diagnosticamos que el problema está, no en este o aquel partido político o en la mala o buena ejecución de sus programas: sino en la ideología de fondo que funda todos ellos, y que es contraria al orden cristiano que siempre existió.


¡Por Dios por la patria y el Rey, lucharon nuestros padres!
¡Por Dios por la patria y el Rey, lucharemos nosotros también!
 
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Es crucial un diagnóstico cierto para que podamos curar esta grave enfermedad. Eumerados y resumidos estos son los principales problemas que sufrimos:

1 )Una hipertrofia de las normativas gubernamentales que impiden la creación y desarrollo de cualquier actividad mercantil, que no sea aprobada, controlada y regulada por el Estado. Normativas además erróneas y perjudiciales, vigiladas por ineptos y criminales, y cuya mera existencia retroalimenta la burocracia y colapsa la justicia.

2) Anexo a lo primero, un saqueo fiscal de absolutamente todas las actividades humanas.

3) La presión para extinguir oficios primarios y comercios esenciales para la vida, es pos de su reemplazo por corporaciones enormes y agentes multinacionales.

4) La presión por imponer la ideología revolucionaria también sobre actividades mercantiles, de forma que se premia y se soborna a los que acepten y promuevan dicha ideología, que además es corrupta.

5) La promoción de la mediocridad y baja calidad en pos de la cantidad y del bajo coste, con la degradación y merma de todas las producciones nacionales.

6) La nula defensa jurídica de las actividades comerciales cuando los intereses españoles se ven vulnerados por agentes extranjeros injustamente.

7) La miseria económica provocada por lo anterior, unido al saqueo patrimonial, que impide la recuperación del patrimonio, con su consiguiente crecimiento económico.

8) El fraude educativo por el que se degradan tanto los oficios profesionales como las profesiones formadas universitariamente, por la hipertrofia de la universidad de baja calidad y enormes promociones de alumnos no cualificados de forma experta.

9) La centralización buscada de todas las actividades económicas en las capitales de provincia mayores en detrimento de municipios y capitales menores, que son condenadas a la extinción económica.



Hay muchos más problemas relacionados con estos que también requieren solución, pero, abordando de forma crucial los puntos anteriores, muchos de aquellos encontrarían solución de forma natural y lógica. Este es el diagnóstico general que todos sufrimos y podemos ver fácilmente, y para el cuál podrían plantearse las siguientes soluciones. Estas han sido siempre defendidas por el Carlismo, que es la auténtica España cristiana según las circunstancias, por el mayor bien de nuestro pueblo. La esencia de todas ellas no ha cambiado, y no pasa por otra cosa que por la Restauración de la sociedad de acuerdo al derecho público cristiano, de acuerdo al Magisterio perenne de la Iglesia:



-La erradicación del falso derecho revolucionario que extinguió los Fueros y el Derecho viejo. En el ámbito económico, no debe haber más regulación que la de los Fueros (el derecho privado) sancionados por el Rey, que garantizan el mayor interés de una comunidad, y los acuerdos privados entre partes velados por la justicia. De esta manera todas las actividades comerciales tendrían una enorme libertad para poder crearse, crecer, y vivir sin estar asediadas por los mamotretos siempre crecientes y cambiantes que imponen los partidos políticos.

-La disminución enorme de los impuestos, de manera que incluso lleguen a no ser imputables las actividades comerciales, sino solo los patrimonios personales o familiares, y en grado mínimo.

-La disminución enorme del aparato Estatal, cuya única razón de existir es el control total de la sociedad y el reemplazo de las instituciones naturales, que eran las que servían a las necesidades sociales, con el patrocinio de reyes, señores, y de la Iglesia.

-La reforma radical de la educación para expurgarla de la ideología revolucionaria, fundarla sobre las virtudes del esfuerzo y de la sabiduría, y enfocarla como lo que es: desarrollar las potencias de los niños para hacer de ellos hombres virtuosos para la sociedad.

-La reforma radical de las instituciones de enseñanza de oficios, para que alcancen el grado de perfección profesional que es necesaria para la mejora de la sociedad y la competencia ventajosa con el extranjero.

-Incentivar el patrimonio familiar, municipal, comunitario, de forma que pueda crecer la calidad económica y se gane fuerza para vencer la tendencia a la mediocridad y a la masificación.

-La reforma completa del sistema de justicia mercantil para que, siendo velador del derecho privado y no de las normativas administrativas y políticas, pueda actuar con rapidez y fuerza para impartir justicia cuando se requiera.


Son reformas de enormes proporciones, no están al alcance de los partidos políticos que viven de esta remora que han creado. Una reforma tal implica primero la restauración política de nuestra patria, que vive sometida al sistema revolucionario de los partidos políticos, del Estado, de la ideología anticristiana, y demás desgracias denunciadas siempre por los sabios carlistas, españoles, católicos.


Todo va de la mano, debemos entenderlo bien: no es posible una reforma para la salvación económica de la sociedad si primero no diagnosticamos que el problema está, no en este o aquel partido político o en la mala o buena ejecución de sus programas: sino en la ideología de fondo que funda todos ellos, y que es contraria al orden cristiano que siempre existió.


¡Por Dios por la patria y el Rey, lucharon nuestros padres!
¡Por Dios por la patria y el Rey, lucharemos nosotros también!
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