Віктор Чанов
Himbersor
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Uno de los textos clásicos de la literatura del género, traducido también al español, es “Nadie se atreve a llamarlo conspiración”, de Gary Allen y Larry Abraham.
Este es uno de esos títulos “prohibidos” y hasta secuestrados. Los contenidos del libro están de actualidad tras la falsa esa época en el 2020 de la que yo le hablo y la oleada turística de Ucrania (socialismo fabiano, nuevo orden mundial, vínculos de la revolución bolchevique con el capital norteamericano), concluyendo que las élites financieras desean instaurar una suerte de “gobierno mundial” basado en los principios del comunismo y el anti-fascismo. De todos los “financistas privilegiados”, según Allen y Abraham, los más influyentes eran sin duda los vinculados a la dinastía Rockefeller.
“Nadie se atreve a llamarlo conspiración” es un libro de inspiración anti-comunista, y por eso hay que reivindicarlo. Su lectura resulta más actual que nunca cuando nos habla, por ejemplo, de los disturbios callejeros vinculados a los estudiantes universitarios o los “Black Panthers” (lo que hoy sería el BLM), hábilmente manejados por grupos de presión instalados, afirman Allen y Abraham, en ciudades como Nueva York o Washington: “La palabra clave de los privilegiados para referirse al súper-estado mundial, es el "nuevo orden mundial", una frase comúnmente usada por Richard Nixon: el gobierno mundial siempre ha sido objetivo de los comunistas”.
Para estos dos autores, ya en 1915 Lenin defendía la creación de unos "Estados Unidos del Mundo”, una especie de internacional proletaria por encima de fronteras y nacionalidades. El marxismo, al fin y al cabo, es hijo poco agraciado -muy poco agraciado- del liberalismo.
Allen y Abraham recurren en su libro al concepto de “establishment”, una de las palabras claves en la retórica “trumpiana” o “trumpista” (en España funcionó bien una fórmula similar, la “casta”, erróneamente adjudicada a los líderes Podemos, pero popularizada inicialmente por Enrique de Diego; muy seguramente los ideólogos del partido jovenlandesado le robaron la idea al "excéntrico" periodista segoviano tras coincidir en algún plato de Intereconomía)... Al mismo tiempo, la pareja de autores vaticina en su libro –publicado en 1971, no lo olvidemos- cómo el sistema podrá llegar a abolir la propiedad privada de armas de fuego, a detener a disidentes sin proceso judicial y retener sus cuentas bancarias, o incluso restringir su libertad de movimientos, a través de la implantación de un sistema de pasaportes, de enmarañada obtención.
La gente hoy se cree que pilinguin va a salvarles del "N.W.O.", cuando pilinguin es otra marioneta más del globalismo.
Este es uno de esos títulos “prohibidos” y hasta secuestrados. Los contenidos del libro están de actualidad tras la falsa esa época en el 2020 de la que yo le hablo y la oleada turística de Ucrania (socialismo fabiano, nuevo orden mundial, vínculos de la revolución bolchevique con el capital norteamericano), concluyendo que las élites financieras desean instaurar una suerte de “gobierno mundial” basado en los principios del comunismo y el anti-fascismo. De todos los “financistas privilegiados”, según Allen y Abraham, los más influyentes eran sin duda los vinculados a la dinastía Rockefeller.
“Nadie se atreve a llamarlo conspiración” es un libro de inspiración anti-comunista, y por eso hay que reivindicarlo. Su lectura resulta más actual que nunca cuando nos habla, por ejemplo, de los disturbios callejeros vinculados a los estudiantes universitarios o los “Black Panthers” (lo que hoy sería el BLM), hábilmente manejados por grupos de presión instalados, afirman Allen y Abraham, en ciudades como Nueva York o Washington: “La palabra clave de los privilegiados para referirse al súper-estado mundial, es el "nuevo orden mundial", una frase comúnmente usada por Richard Nixon: el gobierno mundial siempre ha sido objetivo de los comunistas”.
Para estos dos autores, ya en 1915 Lenin defendía la creación de unos "Estados Unidos del Mundo”, una especie de internacional proletaria por encima de fronteras y nacionalidades. El marxismo, al fin y al cabo, es hijo poco agraciado -muy poco agraciado- del liberalismo.
Allen y Abraham recurren en su libro al concepto de “establishment”, una de las palabras claves en la retórica “trumpiana” o “trumpista” (en España funcionó bien una fórmula similar, la “casta”, erróneamente adjudicada a los líderes Podemos, pero popularizada inicialmente por Enrique de Diego; muy seguramente los ideólogos del partido jovenlandesado le robaron la idea al "excéntrico" periodista segoviano tras coincidir en algún plato de Intereconomía)... Al mismo tiempo, la pareja de autores vaticina en su libro –publicado en 1971, no lo olvidemos- cómo el sistema podrá llegar a abolir la propiedad privada de armas de fuego, a detener a disidentes sin proceso judicial y retener sus cuentas bancarias, o incluso restringir su libertad de movimientos, a través de la implantación de un sistema de pasaportes, de enmarañada obtención.
La gente hoy se cree que pilinguin va a salvarles del "N.W.O.", cuando pilinguin es otra marioneta más del globalismo.