Las pirámides de los templos maya.... ¿Pudieron servir para esto?..5

qaral

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El indígena señaló que en esa fortaleza se,

“adoraba un objeto misterioso que hace mucho tiempo atrás había sido entregado a los sacerdotes por los Dioses venidos del cielo en una nave brillante. Un objeto milenario que según las tradiciones comenzaría a cantar en el momento que esos Dioses retornaran a la Tierra. Y que recientemente había comenzado a emitir extraños zumbidos semejantes al de las abejas, causando un intenso fervor y reverencia entre su pueblo”.

Esto motivó las ansias del escritor por encontrar el objeto extraterrestre.

A pesar de sus reservas iniciales, Däniken dio luz verde para que la expedición se concretase. Nuevamente Tatunca y Schmidt fueron convocados. El gobierno brasileño la autorizó, pero con la condición que se contará con la participación de Roldão Pires Brandão, un renombrado arqueólogo y expedicionario. Faltando dos días para arribar a Akahim, se produjo un confuso episodio que involucró a Pires Brandão (6), el cual resultó herido de bala en un brazo, hecho calificado como “accidente”.

Durante la travesía truncada, Pires Brandão observó extrañas formaciones en la selva. A su regreso partió en un vuelo por la zona, dándose cuenta que esos montículos no eran normales, sino que se asemejaban a pirámides. Por esa época un grupo de exploradores ingleses intentaban llegar a Akahim a través de Venezuela. Temiendo perder la primicia, el arqueólogo informó de su descubrimiento a la revista “Veja”, una de las más importantes de Brasil. El 1 de Agosto de 1979, un reportaje de cinco páginas mostró el increíble hallazgo. La noticia recorrió el mundo (7).

Cuatro años antes, en 1975, el satélite Landsat de la NASA había captado diez formaciones piramidales en el sudeste del Perú, en la zona de Alta progenitora de Dios.

NOTAS

“Karl Brugger tenía tatuada en su pecho una tortuga, igual a la que también posee Tatunca Nara, en idéntico lugar de su cuerpo. Es el emblema de la tribu Ugha Mongalula: la bala asesina perforó justamente ahí”.

“En 1977, un medio europeo, Spekula, publicó un artículo crítico sobre la historia de Akakor. Las comparaciones entre las declaraciones del libro, y las grabaciones mostraron serias desviaciones. Se advirtieron conceptos más refinados e intelectuales que de ningún modo se esperaban de un indígena de la selva. Se determinó, que Brugger habría manipulado Crónica de Akakor, intercalando pasajes completos de viejas leyendas mitológicas.”

Obispo Grotti.

¿Istmo de Panamá?

Tatunca contó a Karl Brugger que sus sacerdotes: “saben como transmitir el pensamiento si utilizar palabras. Esto le permite comunicarse con otras personas a través de las más largas distancias, no en detalle, sino que pueden trasmitirse si su corazón están alegres o tristes. Pero para esta comunicación son precisos el conocimiento del legado de los Dioses y un poder absoluto sobre las fuerzas mentales”.

“Durante la 5ta. reunión mundial de la “Ancient Astronaut Society” realizada en julio de 1978 en Chicago (EE.U), Daniken hizo un relato pormenorizado y ampliado de los hechos … manifestando su esperanza de que la expedición pudiera obtener el ansiado contacto con la civilización subterránea de Akakor. Pero tres meses después, en la revista “Ancient Skies”, órgano de la asociación mencionada … en su volumen 5, nº 4, el propio renombrado escritor aparecía suscribiendo un comunicado – o al menos, a él se le atribuía - donde narraba los enormes problemas que había causado Roldão, que entre otras menudencias se hirió con sus propia arma, por negligencia en el manejo de la misma, y por eso se debió forzar el regreso de los expedicionarios cuando sólo faltaban dos días para llegar a Akahim.

El itinerario que había seguido era el curso del Río neցro, y luego penetraron en un sub-afluente del Amazonas donde, como la región era muy montañosa debieron continuar su camino a pie. Fue justamente al llegar a la base de un cerro donde Brandão se accidentó y, por fortuna, pudo socorrérsele a tiempo, pero tenía fiebre muy alta y habría fallecido, de continuar . Así accedieron a un puesto policial, donde un hidroavión recogió al grupo, trasladándolo sin perdida de tiempo a Manaus”.

“Según parece, Brandão se autolesionó con el fin de detener la expedición organizada por Dãniken una vez que él tuviese localizada la ubicación exacta de las pirámides”. Así aseguró para Brasil la primicia del descubrimiento, adelantándose a otras expediciones extranjeras que ya merodeaban por la zona.

“Casi enseguida surge una cohorte de negadores, juzgando que esas elevaciones no tienen nada de pirámides; manifestando “son sólo pequeños morros”. A eso Daniken se siente obligado a responder y en forma enfática publica en la primera página del nº 14 (volumen 6) de Ancient Skies (septiembre-octubre de 1979) un caluroso artículo, con el título de “Akahim existe”, ilustrándolo con la fotografía de una forma piramidal”.

“Dichas pirámides y la ciudad de Akahim se situaban en la cordillera de Parima, en el sistema montañoso del Gurupira, en las fuentes donde nace el río Padauiri (que es afluente del Rio neցro). Su localización está cercana a la frontera con Venezuela y el territorio es considerado por el gobierno brasileño de “seguridad nacional”. Las pirámides son de base cuadrangular y la más elevada debe tener entre 100 y 150 metros de altura. Las otras son de menores dimensiones. El arqueólogo Roldao Pires Brandao observó que “las pirámides por su forma son idénticas a las descubiertas en México”. Las fotos publicadas por la revista Veja muestran otras construcciones cubiertas por vegetación baja.”

“La expedición brasileña pudo fotografiar las pirámides desde unos cuatro kilómetros de distancia pero, les fue imposible aproximarse a ellas ni a las ruinas de la ciudad abandonada de Akahim ya que no podían abrirse camino a través de la tupida jungla por falta de braceros.


Pirámide de Akahim.

Revista Veja 01-08-79

“La expedición brasileña asegura haber tenido como guía al indio Tatunca Nara que, no solo les llevó hasta el lugar donde se ubicaban las pirámides sino que prosiguieron hasta el noroeste, siguiendo las crestas de la Sierra de Gurupira, hasta llegar a las inmediaciones de las ruinas de una ciudad perdida y abandonada medio escondida entre la espesura de la selva. En ella pudieron observar incontables bocas de cavernas por entre las rocas del lugar adyacente.

Al parecer, según testimonios posteriores, la ciudad ya había sido vista por pilotos civiles y militares de las Fuerzas Aéreas Brasileñas que sobrevolaron la región. Un etnólogo que les acompañó, Ryoku Yuhan (1), llegó a la conclusión, después de haber examinado “desde lejos” la ciudad, de que las ruinas tenían gran semejanza con construcciones de estilo incaico y deben tener una antigüedad de “cientos de siglos” (?). Incluso apuntó la posibilidad de que tales ruinas correspondiesen a las de Eldorado, tan buscadas por los españoles. Esta ciudad fue localizada a unos 180 kms. del lugar donde se ubicaban las pirámides.”

El descubrimiento de las pirámides del Amazonas, le brindó a la historia de Akakor una publicidad extra. Tatunca Nara, aumentó su credibilidad entre los investigadores, que intuyeron tras su relato una fuente de verdad.

“Además de estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre el Gran Lago: yManoa, en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias terrestres de los Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala.

En el centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera conducía hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias desconocidas por nosotros. El edificio principal estaba rodeado de pirámides más pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas creadas artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que resplandecían.

Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa luz, que se reflejaba en las montañas nevadas.”

" También los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones son testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos. Para los Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de residencia sino también símbolos de la vida y de la fin.

Eran un signo del sol, de la luz, de la vida. Los Maestros Antiguos nos enseñaron que hay un lugar entre la vida y la fin, entre la vida y la nada, que está sujeto a un tiempo diferente. Para ellos, las pirámides suponían una conexión con la segunda vida”.

Con la noticia en primera plana, Däniken optó por una nueva expedición, la cual tampoco prosperó. Solo alcanzó para un relato oral de Ferdinand Schhmidt (2).

Llegados al punto más abajo de la catarata mayor, en el que estaba enclavado nuestro antiguo campamento, nos plantamos en veinte minutos de marcha a través de la selva ante la pared rocosa que había que escalar.

Alcanzamos el punto más alto, que estaba poblado de muchas variedades de cactus, y que ofrecía una grandiosa panorámica hacía el oeste. Desde aquí pude fotografiar las tres pirámides y la inmediata cadena montañosa con las antiguas ruinas de Akahim. A partir de ahora nos encaminamos juntos en dirección hacia la catarata, a través de la selva, y a poca distancia de la orilla.

De repente había ante nosotros, apoyado en un árbol, un indio.

akakor01_04.jpg


Pirámide oculta en la maleza de la selva amazonía.

Entre él y nosotros mediaba una hondonada pequeña. Tatunka se detuvo y exclamó “Ramos”.El indio se encaminó hacía Tatunka y ambos se abrazaron. Ramos tenía cabellos neցros que le caían sobre los hombros, lucía una cinta trenzada en la frente, era de piel bastante oscura, pero tenía ojos claros, verdes. De la oreja derecha le pendía una cadenita en forma de gota, con alguna figura y un reborde exterior decorado.

Ramos era el jefe de la tropa de los Mongulala y estaba allí con sus guerreros, quienes esperaban más arriba. Ramos advirtió a Tatunka que los sacerdotes de su tribu habían decidido su casamiento con la princesa que le había sido asignada hace ya muchos años(3). Después Ramos le preguntó por el escritor (Däniken), ya que los Mongulala esperaban encontrarse con él, en lugar de con Ferdinand Schmid.

Como Tatunka debía volver para casarse con la princesa, Schmid tuvo que elegir entre proseguir él solo con Ramos y sus guerreros o echar para atrás y regresar: El suizo sabía que apenas quedaban unos kilómetros para alcanzar Akahim, la ciudad donde se ocultaban las reliquias tecnológicas de los dioses. Schmid estaba en un dilema. Ramos y sus guerreros no le daban garantías por su vida tanto en su viaje a Akahim como en el retorno a Manaos.

Pese ello, con cierta osadía, se empeñó en ir a Akahim. Pensó que, después de tan largo y penoso camino por una jungla donde llovía copiosamente la mayor parte del tiempo, estando a un par de pasos del objetivo tanto tiempo esperado no podía desaprovechar aquella oportunidad que, tal vez, fuese la última.

Pero Tatunka le dijo que tenía miedo de volver solo a la civilización. Argumentó que, si regresaba sin Schmid, los blancos - y en especial el propio Däniken -, querrían saber de su paradero y Tatunka se preguntaba si creerían la palabra de un indio.

Schmid pensó que si le daba una carta para Erich von Däniken el problema quedaba resuelto. Pero el indio no lo veía claro. Si les daba la carta a los blancos estos podrían pensar que él la escribió presionado por amenazas. De esta forma, Schmid no tuvo más remedio que volver con Tatunka a Manaos.

Resignado, el suizo captó la señal de alerta, marchándose de regreso a su país. Otros investigadores desoyeron “las señales”, y continuaron buscando las ciudades subterráneas. La mayoría desapareció en la selva amazónica.
 
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