Un poco por situarnos. Actualmente tengo 40 años y mi mujer 38. Ella ya tiene una hija de una relación anterior. El padre no quiso hacerse cargo de la niña y yo he asumido el papel de padre desde que tenía 5 años. Pero el deseo de ambos era tener descendencia propia de los dos.
Vivimos en el País Vasco y hemos gestionado todo el tema a través de Osakidetza.
Después de 1 años intentándolo y un aborto de manera natural acudimos al servicio de fertilidad público. Allí nos dicen que si ha habido aborto es buena señal y que sigamos intentándolo. Seguimos intentándolo y a los 3 meses se vuelve a quedar embarazada y vuelve a abortar.
Al final decidimos ir a una clínica privada donde en una ecografía ·3D le descubren endometriosis y baja reserva ovárica. La calidad de mis espermatozoides era normal.
Ya con esos informes volvemos a Osakidetza, donde de muy malas maneras y tras mucho insistir al final conseguimos que nos metan en un ciclo de FIV, pero en todo momento nos dejan claro que solo uno y nada más (lo normal es tener derecho a 3 ciclos por la pública).
Mientras tanto en las salas de espera veníamos a parejas de lesbianas embarazadas, madres solteras embarazadas, parejas heterosexuales extranjeras con varios hijos y que iban a hacerse la FIV... nos tiramos 9 meses esperando para comenzar el tratamiento, siempre había excusas y se iba retrasando.
Al final comenzamos el tratamiento, donde básicamente mi mujer tuvo que estar pinchándose hormonas para generar sobre ovulación. Cero ayuda ni explicación de cómo había que pincharse ni de que manera guardar los medicamentos. Por suerte el ciclo fue bien. El día de la extracción de sus óvulos teníamos que ir al hospital y yo tenía la opción de llevar el leche desde casa o sino me dejaban una habitación con revistas prono para hacerme la gayola.
En nuestro caso quisimos que la consecución de ese leche que iba a posibilitar la llegada de nuestra hija fuera lo más parecido a un acto de amor entre sus padres. Así que antes de ir al hospital nos besamos y estimulamos y mi mujer me hizo una felación hasta que no pude más y lo expulse todo en el bote.
A partir de ahí las cosas fueron bastante rodadas. Logramos 2 embriones de calidad A, uno de los cuales se lo implantaron a mi mujer y se quedó embarazada a la primera. El embarazo y el parto fueron perfectos y ahora estamos locos con la llegada de nuestra hija a nuestras vidas.
Pero sobre todo estamos muy dolidos por la poca empatía y deficiente atención en la Sanidad Pública y nos hemos sentido discriminados por ser pareja heterosexual autóctona. Con parejas de lesbianas, madres solteras y parejas de origen extranjero todo eran sonrisas, facilidades y amabilidad...
Vivimos en el País Vasco y hemos gestionado todo el tema a través de Osakidetza.
Después de 1 años intentándolo y un aborto de manera natural acudimos al servicio de fertilidad público. Allí nos dicen que si ha habido aborto es buena señal y que sigamos intentándolo. Seguimos intentándolo y a los 3 meses se vuelve a quedar embarazada y vuelve a abortar.
Al final decidimos ir a una clínica privada donde en una ecografía ·3D le descubren endometriosis y baja reserva ovárica. La calidad de mis espermatozoides era normal.
Ya con esos informes volvemos a Osakidetza, donde de muy malas maneras y tras mucho insistir al final conseguimos que nos metan en un ciclo de FIV, pero en todo momento nos dejan claro que solo uno y nada más (lo normal es tener derecho a 3 ciclos por la pública).
Mientras tanto en las salas de espera veníamos a parejas de lesbianas embarazadas, madres solteras embarazadas, parejas heterosexuales extranjeras con varios hijos y que iban a hacerse la FIV... nos tiramos 9 meses esperando para comenzar el tratamiento, siempre había excusas y se iba retrasando.
Al final comenzamos el tratamiento, donde básicamente mi mujer tuvo que estar pinchándose hormonas para generar sobre ovulación. Cero ayuda ni explicación de cómo había que pincharse ni de que manera guardar los medicamentos. Por suerte el ciclo fue bien. El día de la extracción de sus óvulos teníamos que ir al hospital y yo tenía la opción de llevar el leche desde casa o sino me dejaban una habitación con revistas prono para hacerme la gayola.
En nuestro caso quisimos que la consecución de ese leche que iba a posibilitar la llegada de nuestra hija fuera lo más parecido a un acto de amor entre sus padres. Así que antes de ir al hospital nos besamos y estimulamos y mi mujer me hizo una felación hasta que no pude más y lo expulse todo en el bote.
A partir de ahí las cosas fueron bastante rodadas. Logramos 2 embriones de calidad A, uno de los cuales se lo implantaron a mi mujer y se quedó embarazada a la primera. El embarazo y el parto fueron perfectos y ahora estamos locos con la llegada de nuestra hija a nuestras vidas.
Pero sobre todo estamos muy dolidos por la poca empatía y deficiente atención en la Sanidad Pública y nos hemos sentido discriminados por ser pareja heterosexual autóctona. Con parejas de lesbianas, madres solteras y parejas de origen extranjero todo eran sonrisas, facilidades y amabilidad...
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