El ministro Puente te lo explica

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Nuestras costumbres sensuales podrían remontarse muy atrás en el tiempo. Tanto que incluso habría que hurgar en la historia de especies humanas predecesoras a la nuestra. A pesar de la extendida imagen de los neandertales como trogloditas que arrastraban a sus mujeres por los cabellos y con un comportamiento sensual que difería poco de las bestias, es una idea errónea. Según los investigadores, la conducta sensual de nuestros antepasados no fue muy distinta de nuestros comportamientos actuales, sobre todo por una cuestión de anatomía.
Es difícil poder remarcar alguna certeza sobre cómo era el sesso entre neandertales. Extinguidos hace unos 40 000 años, todo intento de acercarnos a su cultura y comportamientos depende de los restos fósiles y materiales que podamos encontrar de esta especie. Y, por desgracia, los huesos fosilizados no brindan mucha información acerca de cómo se comportaba el individuo en vida. Con todo, los esfuerzos realizados por paleontólogos y demás científicos afines a la causa encuentran sus frutos y poco a poco desentrañamos más aspectos de la vida de Homo neandertahlensis, incluido el apartado sensual. Contamos con varias pistas que nos permiten teorizar sobre el tema y a ellas hemos llegado por diversas rutas.
Monógamos, muy activos e incestuosos
Sin embargo, aunque el comportamiento de tener una sola pareja estuviese extendido, hay estudios que apuntan a una actividad sensual del neandertal mucho mayor a la nuestra. Teniendo en cuenta la mortalidad, natalidad y longevidad de nuestros antepasados, debían copular varias veces al día para asegurar una descendencia viable a partir de la cual los homínidos logramos colonizar todo el planeta.

Partiendo de esta base, los investigadores sostienen que el incesto no era tabú para los neandertales, sino que debió ser una práctica normalizada e incluso se podría decir que necesaria. Esta idea no solo la confirman estudios de ADN que desvelan que los padres de los individuos analizados estaban íntimamente emparentados, sino que las condiciones geográficas jugaron un papel innegable.

Los investigadores estiman que durante el Paleolítico superior pudo haber una población de entre 900 y 3800 personas en Centroeuropa, lo cual supondría una densidad demográfica de unas 0,103 personas por cada 100 kilómetros cuadrados. Es decir, actualmente hay más gente en la Antártida durante el verano. Esta situación de aislamiento deriva en dos fenómenos: la endogamia debió ser muy frecuente y el cruce entre especies se dio, pero con una frecuencia e impactos mínimos en nuestra evolución. Según María Martinón, paleoantropóloga del equipo de Atapuerca:

“En nuestro ADN llevamos aproximadamente un 3% de genes neandertales por lo que podemos afirmar rotundamente que hubo contactos sensuales, pero si analizamos el tiempo en el que ambas especies cohabitaron y lo comparamos con ese porcentaje, vemos que es muy pequeño: es un trasvase genético muy bajo a pesar de que coincidieron durante más de 60.000 años… No debieron de encontrarse muy atractivos”.



Hacerlo cara a cara
En cuanto a la práctica sensual es la anatomía la que nos da ciertas pistas de cómo pudo suceder entre neandertales y otros homínidos ya extintos. Resulta obvio pensar que nuestra forma del cuerpo y disposición de los órganos sensuales marcan nuestras conductas sensuales y posturas más propicias para llevar a cabo la cópula.

De todo el reino animal, el ser humano es prácticamente el único que mantiene relaciones sensuales cara a cara. Algunos de nuestros parientes primates también utilizan esta postura sensual, pero de manera inusual y esporádica. Hacerlo con la pareja mirándose de frente es un comportamiento diferenciador de los humanos.

Algunos cronistas de la edad moderna contaron que los europeos enseñaron a hacer el amor cara a cara a las indígenas de América, que se mostraban sorprendidas ante la novedad. Sin embargo, estas afirmaciones parecen ser falsas y solo buscaban equiparar a los indígenas, precisamente, con bestias y animales salvajes.

Pero la razón de que la postura del misionero sea la más característica de nuestra especie tiene una razón más práctica que romántica. Nuestra evolución hacia el bipedismo transformó nuestra anatomía. En el caso de la mujer, la cadera giró hacia delante y desplazó la vagina hacia una posición en la que las relaciones sensuales cara a cara son más cómodas y eficaces.

Referencias:

Baena Preysler, J. y Torres Navas, C. 2022. Neandertales y sapiens: hubo sesso, pero poco amor. abc.es.

Gorvett, Z. 2021. Here's what we know sex with Neanderthals was like. bbc.com.

Peláez, J. 2016. sesso en las cavernas: de la cópula con neandertales a la utilidad del orgasmo. elespanol.com.
 
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