El Pionero
Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
«Los tallarines a la mostaza son una receta familiar de la abuela», explica la encargada. «La ternera a la pimienta también es un plato muy bueno», apunta cuando se le pregunta por los segundos. Efectivamente, ambos platos son exquisitos. Sin embargo, tras los fogones esconden un secreto llamado Roger. Se trata de un cocinero filipino que, a menos de dos semanas para el cierre del local, puso fin a su relación laboral de forma abrupta tras llevar años trabajando jornadas de «casi 12 horas al día», «seis días a la semana» y «sin vacaciones», según relata él mismo con ayuda de un intérprete y sus abogados.
La escena se produce en el restaurante Buen Gusto, situado en el número 60 de la calle Santa María de la Cabeza. Un local emblemático de Arganzuela conocido popularmente como El chino del Rey a causa de la visita que el ahora emérito, Juan Carlos I, hizo al local en el año 2005 para disfrutar de un menú degustación con el marisco como plato estrella. La foto de este encuentro da la bienvenida a quienes cruzan el umbral de la puerta junto a una pecera de langostas vacía de la que cuelga un cartel de Se vende por 1.200 euros.
De este modo, entre visitas de parroquianos, periodistas, policías y abogados, este restaurante chino está sufriendo un turbulento final que se precipitó por «una empresa que compró todo el edificio», según cuentan desde el local.
El que presume de ser «el primer chino auténtico de Madrid» cuenta con una larga trayectoria que arrancó hace más de 27 años. Durante este tiempo, además de por las visitas de la realeza, ha adquirido una gran popularidad dentro y fuera del barrio gracias a premios gastronómicos, la presencia de famosos y la llegada de llamativas innovaciones en la hostelería como el empleo de un camarero robot, con un funcionamiento similar a las aspiradoras Roomba, al que el personal llama Mari Carmen.
Una trayectoria de éxito que se ve enturbiada por un final a caballo entre la crónica social -«otro negocio de toda la vida que desaparece del barrio por culpa de los fondos buitre», resume una vecina- y la de sucesos, con la irrupción de seis agentes de la Policía Nacional que acuden a causa de la situación del cocinero, cuyo rostro no aparece en ninguna de las fotografías del equipo acompañados por celebridades de todo cuño.
El Rey Juan Carlos I junto a los propietarios del restaurante Buen Gusto.E.M.
Antes de la llegada de los agentes de la Policía Nacional, los letrados de Roger -pertenecientes a la firma Alen y Marbe Abogados- pidieron al cocinero que abandonara los fogones con ayuda de un intérprete que habla tagalo, el único idioma en el que se maneja con fluidez pese a llevar casi dos décadas trabajando en España.
Roger se encuentra en una situación de «esclavitud», según cuentan sus representantes legales. Durante los casi 15 años que ha pasado en las brasas del restaurante Buen Gusto, ha estado «muchos años sin contrato». Después, con uno «a media jornada» pese a que «en realidad tenía que trabajar casi 12 horas al día y seis días a la semana sin disfrutar de vacaciones, ni de pagas extraordinarias». Unas condiciones por las que han calculado que el restaurante fundado por Wu Zhenzhong adeuda 90.000 euros a este trabajador y que consideran que se corresponden con «un delito contra los derechos de los trabajadores».
Para evitar llegar a juicio, los letrados cuentan cómo desde el restaurante propusieron al cocinero una fórmula para que cobrase el paro sin litigios: «Podemos darle una carta de despido y luego ayudarle a solicitar el paro. De esta manera, Roger podrá descansar hasta seis meses y recibir el 70% del paro, y cuando quiera regresar a trabajar, lo aceptamos de inmediato». Además, aseguran que están dispuestos a entregarle «800 euros como pequeño regalo».
El proceso del grupo compuesto por tres abogados y una intérprete para «rescatar» al cocinero resultó agónico y surrealista. Tras la llamada de los letrados al 091, dos agentes de la Policía Municipal irrumpieron ayer en el establecimiento. «Les hemos llamado nosotros», les interpeló una de las abogadas. «A nosotros no nos ha avisado», respondió una agente municipal. Entonces, comenzó una discusión a tres bandas entre los letrados, que instaban a los agentes a actuar; la gerente del restaurante, que aseguraba «vamos a negociar» y sostenía que el cocinero no podía marcharse al no haber terminado su turno; y los agentes municipales -cuya presencia en el local se debía a que habían acudido a recoger un pedido de comida- que aseguraron que los hechos relatados por los letrados «son cosa de la Nacional».
Agentes de la Policía Nacional irrumpen en el restaurante Buen Gusto.E.M.
Minutos después, seis agentes de la Policía Nacional identificaron a todos los presentes y manifestaron que realizarán un informe de las actuaciones y que Roger «se podía marchar si quería». El cocinero, visiblemente preocupado por la presencia de los uniformados, espetó un «la jefa se va a enfadar», en castellano. Sus abogados le explicaron que ya no trabajaba allí, que su particular «pesadilla» en la cocina de este restaurante con un hilo musical de Another Day in Paradise (Phill Collins) y Winds of Change (Scorpions) ya había terminado.
www.elmundo.es
La escena se produce en el restaurante Buen Gusto, situado en el número 60 de la calle Santa María de la Cabeza. Un local emblemático de Arganzuela conocido popularmente como El chino del Rey a causa de la visita que el ahora emérito, Juan Carlos I, hizo al local en el año 2005 para disfrutar de un menú degustación con el marisco como plato estrella. La foto de este encuentro da la bienvenida a quienes cruzan el umbral de la puerta junto a una pecera de langostas vacía de la que cuelga un cartel de Se vende por 1.200 euros.
De este modo, entre visitas de parroquianos, periodistas, policías y abogados, este restaurante chino está sufriendo un turbulento final que se precipitó por «una empresa que compró todo el edificio», según cuentan desde el local.
El que presume de ser «el primer chino auténtico de Madrid» cuenta con una larga trayectoria que arrancó hace más de 27 años. Durante este tiempo, además de por las visitas de la realeza, ha adquirido una gran popularidad dentro y fuera del barrio gracias a premios gastronómicos, la presencia de famosos y la llegada de llamativas innovaciones en la hostelería como el empleo de un camarero robot, con un funcionamiento similar a las aspiradoras Roomba, al que el personal llama Mari Carmen.
Una trayectoria de éxito que se ve enturbiada por un final a caballo entre la crónica social -«otro negocio de toda la vida que desaparece del barrio por culpa de los fondos buitre», resume una vecina- y la de sucesos, con la irrupción de seis agentes de la Policía Nacional que acuden a causa de la situación del cocinero, cuyo rostro no aparece en ninguna de las fotografías del equipo acompañados por celebridades de todo cuño.
El Rey Juan Carlos I junto a los propietarios del restaurante Buen Gusto.E.M.
Antes de la llegada de los agentes de la Policía Nacional, los letrados de Roger -pertenecientes a la firma Alen y Marbe Abogados- pidieron al cocinero que abandonara los fogones con ayuda de un intérprete que habla tagalo, el único idioma en el que se maneja con fluidez pese a llevar casi dos décadas trabajando en España.
Roger se encuentra en una situación de «esclavitud», según cuentan sus representantes legales. Durante los casi 15 años que ha pasado en las brasas del restaurante Buen Gusto, ha estado «muchos años sin contrato». Después, con uno «a media jornada» pese a que «en realidad tenía que trabajar casi 12 horas al día y seis días a la semana sin disfrutar de vacaciones, ni de pagas extraordinarias». Unas condiciones por las que han calculado que el restaurante fundado por Wu Zhenzhong adeuda 90.000 euros a este trabajador y que consideran que se corresponden con «un delito contra los derechos de los trabajadores».
Para evitar llegar a juicio, los letrados cuentan cómo desde el restaurante propusieron al cocinero una fórmula para que cobrase el paro sin litigios: «Podemos darle una carta de despido y luego ayudarle a solicitar el paro. De esta manera, Roger podrá descansar hasta seis meses y recibir el 70% del paro, y cuando quiera regresar a trabajar, lo aceptamos de inmediato». Además, aseguran que están dispuestos a entregarle «800 euros como pequeño regalo».
El proceso del grupo compuesto por tres abogados y una intérprete para «rescatar» al cocinero resultó agónico y surrealista. Tras la llamada de los letrados al 091, dos agentes de la Policía Municipal irrumpieron ayer en el establecimiento. «Les hemos llamado nosotros», les interpeló una de las abogadas. «A nosotros no nos ha avisado», respondió una agente municipal. Entonces, comenzó una discusión a tres bandas entre los letrados, que instaban a los agentes a actuar; la gerente del restaurante, que aseguraba «vamos a negociar» y sostenía que el cocinero no podía marcharse al no haber terminado su turno; y los agentes municipales -cuya presencia en el local se debía a que habían acudido a recoger un pedido de comida- que aseguraron que los hechos relatados por los letrados «son cosa de la Nacional».
Agentes de la Policía Nacional irrumpen en el restaurante Buen Gusto.E.M.
Minutos después, seis agentes de la Policía Nacional identificaron a todos los presentes y manifestaron que realizarán un informe de las actuaciones y que Roger «se podía marchar si quería». El cocinero, visiblemente preocupado por la presencia de los uniformados, espetó un «la jefa se va a enfadar», en castellano. Sus abogados le explicaron que ya no trabajaba allí, que su particular «pesadilla» en la cocina de este restaurante con un hilo musical de Another Day in Paradise (Phill Collins) y Winds of Change (Scorpions) ya había terminado.
El convulso final del restaurante chino favorito del Rey Juan Carlos: denuncias por "explotación" al cocinero y su local comprado por un fondo buitre
«Los tallarines a la mostaza son una receta familiar de la abuela», explica la encargada. «La ternera a la pimienta también es un plato muy bueno», apunta...
www.elmundo.es
