Tae-suk
Doña Inés, a sus pies
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No le llega la camisa al cuello, está nervioso, tiene prisa. Pero el tiempo se le acaba...
El problema es que, a diferencia de otras ocasiones, Sánchez está a punto de cruzar el límite que marca la ley. ¿Por qué? Básicamente, lo hará si presenta la proposición de ley de amnistía, algo que es claramente INCONSTITUCIONAL y que están denunciando la mayor parte de los juristas, abogados, jueces y especialistas en derecho en general. Una amnistía no cabe en la Constitución, Aunque el texto constitucional no la prohibe expresamente, de hecho, ni siquiera la menciona, sí prohibe los indultos generales. La opinión mayoritaria de los juristas es clara: el indulto es legal, está permitido en ciertos casos, y regulado. La amnistía, no. No hay, ni ha habido nunca una ley de amnistía, porque no es constitucional, así de simple. Una amnistía ataca la legalidad, la igualdad ante la ley, el Estado de Derecho y la separación de poderes. Casi nada.
Si alguien defiende una amnistía, está defendiendo algo que no es legal y que, para materializarse, exigiría, entre otras cosas, una reforma constitucional de gran calado. Pero una cosa es que lo defienda un periodista en una tertulia mañanera, y otra muy distinta es que la defienda el presidente de un gobierno supuestamente democrático. El problema es que Sánchez no defiende simplemente la amnistía de palabra (aunque antes la rechazaba, que esa es otra), sino que lo que pretende hacer ahora es llevar una proposición de ley al Congreso para regularla...
Y ahí es donde puede tener un serio problema. Máxime, cuando una amnistía ataca la separación de poderes y supone una injerencia ILEGAL del poder legislativo y del ejecutivo en las competencias del poder judicial. En el mismo instante en el que la proposición de ley llegue al Congreso, el Tribunal Supremo podría emprender acciones legales contra los siguientes:
1- El letrado mayor del Congreso. Un tal Fernando Galindo, socialista que trabajaba en el ministerio de política territorial. Es el que daría el visto bueno a la tramitación de la ley.
2- La Mesa del Congreso. Podría afectar a los 9 componentes, incluídos los 4 miembros del PP, ya que es un órgano colegiado.
3- Pedro Sánchez, no como presidente del Gobierno, sino como líder del grupo proponente, es decir, el PSOE.
4- El diputado socialista que defienda la proposición de ley desde la tribuna, en caso de que no sea el propio Sánchez.
En definitiva, como la proposición de ley llegue al Congreso, se puede montar un berenjenal de tres pares de narices. Y por supuesto, la proposición de ley será recurrida ante el TC que, teóricamente, debería tumbarla, por mucho que Conde Pumpido sea una marioneta de Sánchez. También los jueces la van a recurrir ante la Justicia Europea. Pero aunque la ley no prospere, lo que sí pueden prosperar son las acciones judiciales contra Sánchez. Ojo, porque a lo mejor, como decía Abascal, termina llamándole a Puigdemont para pedirle que le busque piso en Bruselas. Veremos lo que pasa.
El problema es que, a diferencia de otras ocasiones, Sánchez está a punto de cruzar el límite que marca la ley. ¿Por qué? Básicamente, lo hará si presenta la proposición de ley de amnistía, algo que es claramente INCONSTITUCIONAL y que están denunciando la mayor parte de los juristas, abogados, jueces y especialistas en derecho en general. Una amnistía no cabe en la Constitución, Aunque el texto constitucional no la prohibe expresamente, de hecho, ni siquiera la menciona, sí prohibe los indultos generales. La opinión mayoritaria de los juristas es clara: el indulto es legal, está permitido en ciertos casos, y regulado. La amnistía, no. No hay, ni ha habido nunca una ley de amnistía, porque no es constitucional, así de simple. Una amnistía ataca la legalidad, la igualdad ante la ley, el Estado de Derecho y la separación de poderes. Casi nada.
Si alguien defiende una amnistía, está defendiendo algo que no es legal y que, para materializarse, exigiría, entre otras cosas, una reforma constitucional de gran calado. Pero una cosa es que lo defienda un periodista en una tertulia mañanera, y otra muy distinta es que la defienda el presidente de un gobierno supuestamente democrático. El problema es que Sánchez no defiende simplemente la amnistía de palabra (aunque antes la rechazaba, que esa es otra), sino que lo que pretende hacer ahora es llevar una proposición de ley al Congreso para regularla...
Y ahí es donde puede tener un serio problema. Máxime, cuando una amnistía ataca la separación de poderes y supone una injerencia ILEGAL del poder legislativo y del ejecutivo en las competencias del poder judicial. En el mismo instante en el que la proposición de ley llegue al Congreso, el Tribunal Supremo podría emprender acciones legales contra los siguientes:
1- El letrado mayor del Congreso. Un tal Fernando Galindo, socialista que trabajaba en el ministerio de política territorial. Es el que daría el visto bueno a la tramitación de la ley.
2- La Mesa del Congreso. Podría afectar a los 9 componentes, incluídos los 4 miembros del PP, ya que es un órgano colegiado.
3- Pedro Sánchez, no como presidente del Gobierno, sino como líder del grupo proponente, es decir, el PSOE.
4- El diputado socialista que defienda la proposición de ley desde la tribuna, en caso de que no sea el propio Sánchez.
En definitiva, como la proposición de ley llegue al Congreso, se puede montar un berenjenal de tres pares de narices. Y por supuesto, la proposición de ley será recurrida ante el TC que, teóricamente, debería tumbarla, por mucho que Conde Pumpido sea una marioneta de Sánchez. También los jueces la van a recurrir ante la Justicia Europea. Pero aunque la ley no prospere, lo que sí pueden prosperar son las acciones judiciales contra Sánchez. Ojo, porque a lo mejor, como decía Abascal, termina llamándole a Puigdemont para pedirle que le busque piso en Bruselas. Veremos lo que pasa.
