Yago Zarroca, el empresario detrás de la falsa ONG
“Estoy llorando de alegría”, “ya era hora de que alguien hablara de Yago Zarroca” o “al leer su nombre no me extrañó para nada” son sólo algunos de los comentarios que ha recibido La Vanguardia tras publicar los reportajes sobre los voluntariados de la falsa ONGYes We Help. Este periódico ha recibido multitud de mensajes alertando sobre las numerosas sombras en torno a los negocios del empresario detrás de la presunta estafa de los viajes solidarios a Ghana y Sri Lanka. No es la primera vez que Zarroca es acusado de “estafador”.
Zarroca, de 32 años, se define a si mismo como un “emprendedor” cuya mayor meta ha sido siempre ayudar a los jóvenes, especialmente a los estudiantes. Es administrador único de una sociedad limitada llamada Yes We Campus, empresa que ha tenido diversas ramas pero cuyo mayor proyecto ha sido Jordi dela Rosa, que se dedica a la comercialización de paradas de rosas en Sant Jordi. Pero también se ha dedicado a la organización de viajes a la nieve o de final de curso y a la promoción de discotecas y restaurantes. Quienes han trabajado a su lado afirman que “siempre había gente descontenta”.
Yago Zarroca insiste en que sólo es el fundador de Yes We Help, aunque ha sido él el protagonista de toda la campaña de promoción en los medios de una ONG -como se podía leer hasta hace poco en sus cuentas en las redes sociales- que en realidad era una empresa privada. Ha sabido vender el proyecto de maravilla, convenciendo a 822 jóvenes y menores que le han pagado 850 euros por cabeza. Este ha sido su proyecto más ambicioso, pero podría acarrearle graves problemas legales.
Según se lee en el contrato que firmaron los voluntarios, Yes We Help es una Sociedad Limitada cuyo administrador único es Marius Monmany. Este joven de 18 años está vinculado desde hace años con el empresario y, en un principio, sólo reconocía ser “miembro del staff” en Sri Lanka junto a otro barcelonés, Oriol Hernández. La semana pasada, aseguraban que ninguno de los dos era responsable de la empresa después de que Zarroca, en conversación telefónica con La Vanguardia, identificara como CEO de la empresa a Hernández. Esta persona, que según su Linkedin todavía trabaja de asociado en la auditoría Pricewaterhouse Coopers, aparece en la documentación de YWH como cofundador.
Según consta en el Registro Mercantil, Monmany registró la S.L. el 23 de octubre de 2017. No obstante, él niega “haber tomado ninguna decisión” sobre Yes We Help y afirma haber sido víctima de su “juventud e inocencia”. El pasado lunes día 30 sus abogados mandaron un burofax presentando su “cesamiento como administrador a efectos inmediatos” pese a que días antes seguía negando tener cualquier responsabilidad sobre la empresa o conocer cómo funcionaba su organigrama. Lo único que ha alcanzado a decir es: “Tú ya sabes quién está detrás”.
La versión de Monmany es contradictoria, ya que ha participado activamente desde hace años en la promoción, no sólo de Yes We Help en los medios, si no en las otras aventuras empresariales de Zarroca. El pasado mes de febrero, cuando ya hacía más de cuatro meses que era administrador único de la S.L., acudió a Onda Cero junto al empresario para presentarse sólo como un entusiasta “voluntario”.
Su relación con Zarroca se remonta a hace al menos cinco años, a juzgar por una foto publicada en la página de Facebook de Jordi dela Rosa en la que Monmany aparece en una parada de Sant Jordi. Posteriormente, el joven ha promocionado Yes We Campus en su página de Facebook personal. Además, según han explicado testigos a La Vanguardia, Monmany ha utilizado las oficinas de Zarroca para desarrollar “su verdadera pasión”, una empresa de especulación con divisas y criptomonedas llamada Fox Trader.
“Penalmente no nos preocupa que Yago Zarroca no salga en los papeles. Para nosotros está claro que es el administrador de hecho de Yes We Help”, afirma la abogada Ingrid Sagué, cuyo bufete, Sagué Abogados Penalistas, está llevando la denuncia colectiva contra la empresa. La cantidad de afectados que se han puesto en contacto con ella es tan grande que ha tenido que habilitar un correo electrónico específico para este caso. “Nos estaban colapsando el mail”, afirma.
Esta letrada ha podido obtener documentación que demuestra que hay más de 300.000 euros “que no se sabe dónde han ido a parar” y cree este es un caso claro de estafa. Una exempleada de Yes We Help a la que representa fue testigo de cómo las telefonistas de la empresa “simulaban que ellas habían sido helpers para convencer a los interesados en los voluntariados”. Este testimonio coincide con el de una joven que se interesó por los voluntariados y afirma que recibió el mismo mensaje de whatsapp desde varios números de teléfono distintos en el que una supueste helper que aseguraba que había realizado el mismo voluntariado el año antes la animaba a apuntarse. “Su estrategia era muy insistente e intrusiva”, asegura. Gracias a estas técnicas engañosas, 822 personas confiaron en la empresa para realizar unos proyectos de voluntariado que, en realidad, no existían.
Zarroca ni siquiera tenía interés en que se montaran los proyectos que había prometido a los helpers. Esta extrabajadora explica que, cuando llegó a Ghana con la supuesta misión de organizarlos a menos de dos semanas de que llegara el primer grupo, a Zarroca ni siquiera le parecía bien. “Nos decía que lo importante era que estuvieran entretenidos realizando actividades lúdicas. Decía que con cuatro fotos para el Instagram con jovenlandeses, los voluntarios ya estarían contentos”, recuerda. Finalmente, acabó dimitiendo días antes de que llegara el primer grupo.
Sagué también afirma que Zarroca podría haber cometido un delito de abandono de menores. La abogada cuenta con testigos que afirman que Zarroca decía a su equipo que “nadie era responsable de los menores”, algo que también han explicado diversos helpers a esta periodista. Tampoco se preocupó de pedir un certificado de antecedentes penales y, según fuentes de la abogada, Zarroca afirmó saber que al menos uno de los helpers había tenido denuncias por acoso sensual. Aun así, le permitió participar en un voluntariado con decenas de adolescentes. Además, el descontrol en las residencias de los voluntarios era absoluto. Nadie sabía quien entraba o salía del recinto, el staff no se preocupaba de los helpers cuando enfermaban e incluso hubo menores que se marcharon de vuelta a España antes de tiempo y nadie se dio cuenta.
“Estoy llorando de alegría”, “ya era hora de que alguien hablara de Yago Zarroca” o “al leer su nombre no me extrañó para nada” son sólo algunos de los comentarios que ha recibido La Vanguardia tras publicar los reportajes sobre los voluntariados de la falsa ONGYes We Help. Este periódico ha recibido multitud de mensajes alertando sobre las numerosas sombras en torno a los negocios del empresario detrás de la presunta estafa de los viajes solidarios a Ghana y Sri Lanka. No es la primera vez que Zarroca es acusado de “estafador”.
Zarroca, de 32 años, se define a si mismo como un “emprendedor” cuya mayor meta ha sido siempre ayudar a los jóvenes, especialmente a los estudiantes. Es administrador único de una sociedad limitada llamada Yes We Campus, empresa que ha tenido diversas ramas pero cuyo mayor proyecto ha sido Jordi dela Rosa, que se dedica a la comercialización de paradas de rosas en Sant Jordi. Pero también se ha dedicado a la organización de viajes a la nieve o de final de curso y a la promoción de discotecas y restaurantes. Quienes han trabajado a su lado afirman que “siempre había gente descontenta”.
Yago Zarroca insiste en que sólo es el fundador de Yes We Help, aunque ha sido él el protagonista de toda la campaña de promoción en los medios de una ONG -como se podía leer hasta hace poco en sus cuentas en las redes sociales- que en realidad era una empresa privada. Ha sabido vender el proyecto de maravilla, convenciendo a 822 jóvenes y menores que le han pagado 850 euros por cabeza. Este ha sido su proyecto más ambicioso, pero podría acarrearle graves problemas legales.
Según se lee en el contrato que firmaron los voluntarios, Yes We Help es una Sociedad Limitada cuyo administrador único es Marius Monmany. Este joven de 18 años está vinculado desde hace años con el empresario y, en un principio, sólo reconocía ser “miembro del staff” en Sri Lanka junto a otro barcelonés, Oriol Hernández. La semana pasada, aseguraban que ninguno de los dos era responsable de la empresa después de que Zarroca, en conversación telefónica con La Vanguardia, identificara como CEO de la empresa a Hernández. Esta persona, que según su Linkedin todavía trabaja de asociado en la auditoría Pricewaterhouse Coopers, aparece en la documentación de YWH como cofundador.
Según consta en el Registro Mercantil, Monmany registró la S.L. el 23 de octubre de 2017. No obstante, él niega “haber tomado ninguna decisión” sobre Yes We Help y afirma haber sido víctima de su “juventud e inocencia”. El pasado lunes día 30 sus abogados mandaron un burofax presentando su “cesamiento como administrador a efectos inmediatos” pese a que días antes seguía negando tener cualquier responsabilidad sobre la empresa o conocer cómo funcionaba su organigrama. Lo único que ha alcanzado a decir es: “Tú ya sabes quién está detrás”.
La versión de Monmany es contradictoria, ya que ha participado activamente desde hace años en la promoción, no sólo de Yes We Help en los medios, si no en las otras aventuras empresariales de Zarroca. El pasado mes de febrero, cuando ya hacía más de cuatro meses que era administrador único de la S.L., acudió a Onda Cero junto al empresario para presentarse sólo como un entusiasta “voluntario”.
Su relación con Zarroca se remonta a hace al menos cinco años, a juzgar por una foto publicada en la página de Facebook de Jordi dela Rosa en la que Monmany aparece en una parada de Sant Jordi. Posteriormente, el joven ha promocionado Yes We Campus en su página de Facebook personal. Además, según han explicado testigos a La Vanguardia, Monmany ha utilizado las oficinas de Zarroca para desarrollar “su verdadera pasión”, una empresa de especulación con divisas y criptomonedas llamada Fox Trader.
“Penalmente no nos preocupa que Yago Zarroca no salga en los papeles. Para nosotros está claro que es el administrador de hecho de Yes We Help”, afirma la abogada Ingrid Sagué, cuyo bufete, Sagué Abogados Penalistas, está llevando la denuncia colectiva contra la empresa. La cantidad de afectados que se han puesto en contacto con ella es tan grande que ha tenido que habilitar un correo electrónico específico para este caso. “Nos estaban colapsando el mail”, afirma.
Esta letrada ha podido obtener documentación que demuestra que hay más de 300.000 euros “que no se sabe dónde han ido a parar” y cree este es un caso claro de estafa. Una exempleada de Yes We Help a la que representa fue testigo de cómo las telefonistas de la empresa “simulaban que ellas habían sido helpers para convencer a los interesados en los voluntariados”. Este testimonio coincide con el de una joven que se interesó por los voluntariados y afirma que recibió el mismo mensaje de whatsapp desde varios números de teléfono distintos en el que una supueste helper que aseguraba que había realizado el mismo voluntariado el año antes la animaba a apuntarse. “Su estrategia era muy insistente e intrusiva”, asegura. Gracias a estas técnicas engañosas, 822 personas confiaron en la empresa para realizar unos proyectos de voluntariado que, en realidad, no existían.
Zarroca ni siquiera tenía interés en que se montaran los proyectos que había prometido a los helpers. Esta extrabajadora explica que, cuando llegó a Ghana con la supuesta misión de organizarlos a menos de dos semanas de que llegara el primer grupo, a Zarroca ni siquiera le parecía bien. “Nos decía que lo importante era que estuvieran entretenidos realizando actividades lúdicas. Decía que con cuatro fotos para el Instagram con jovenlandeses, los voluntarios ya estarían contentos”, recuerda. Finalmente, acabó dimitiendo días antes de que llegara el primer grupo.
Sagué también afirma que Zarroca podría haber cometido un delito de abandono de menores. La abogada cuenta con testigos que afirman que Zarroca decía a su equipo que “nadie era responsable de los menores”, algo que también han explicado diversos helpers a esta periodista. Tampoco se preocupó de pedir un certificado de antecedentes penales y, según fuentes de la abogada, Zarroca afirmó saber que al menos uno de los helpers había tenido denuncias por acoso sensual. Aun así, le permitió participar en un voluntariado con decenas de adolescentes. Además, el descontrol en las residencias de los voluntarios era absoluto. Nadie sabía quien entraba o salía del recinto, el staff no se preocupaba de los helpers cuando enfermaban e incluso hubo menores que se marcharon de vuelta a España antes de tiempo y nadie se dio cuenta.
Yes We Help S.L. comparte domicilio social con Yes We Campus S.L., empresa de la que Zarroca es administrador único. Con esta sociedad, el empresario se ha dedicado a negocios diversos, pero en todos se ha caracterizado por un modelo de negocio calificado por múltiples testigos como “piramidal” y enfocado a un público muy joven. “Ha encontrado un nicho entre la gente de 18 y 19 años”, explican. Esta empresa tiene numerosas ramas, entre las que destacan Jordi dela Rosa, Yes We Travel y Yes We Party.
El buque insignia de esta sociedad es Jordi dela Rosa. Es común ver en los campus de las universidades publicidad de este proyecto con el que Yago Zarroca promete grandes beneficios a los jóvenes (normalmente estudiantes de primer año) si le encargan a él las rosas y toda la gestión de las paradas de Sant Jordi. Zarroca, descrito como un excelente vendedor, organiza charlas motivacionales en sus oficinas y así logra que decenas y decenas de estudiantes decidan montar una parada con él. A partir de ahí, vienen los problemas.
“Había un sistema piramidal. Si conseguía que un amigo pusiera también una parada, yo me llevaba un poco de beneficio. Y si mi amigo también ponía a alguien, él y yo recibíamos comisión. Es un sistema que al final peta”, explica un afectado. Fue así como, en poco tiempo, el empresario “saturó el mercado”, afirma una persona que trabajó con él. “Vendía tantas rosas, que la gente no las conseguía colocar y volvía a casa con pérdidas”, asegura.
Además, varias personas conocedoras del funcionamiento de Jordi dela Rosa afirman que los precios estaban inflados. “Recuerdo personas que pagaron con seis meses de antelación 400 euros o más. Yo, yendo el día de antes al Mercat de les Flors, compraba rosas por 200”, dice un testigo. Zarroca, no sólo vendía las flores por un precio superior al de mercado, si no que además, numerosos testimonios aseguran que cobraba a los jóvenes por la gestión de las licencias de las paradas, cuando es un trámite gratuito ofrecido por el Ayuntamiento.
Para colmo, en ocasiones ni siquiera realizaba la gestión. “Montamos la parada y cuando la policía nos pidió la licencia, le dimos los papeles que nos habían dado en Jordi dela Rosa. Pero nos dijeron que no valían y que si no nos íbamos, tendríamos que pagar una multa de 300 euros. Llamamos a la empresa y -¡mira qué casualidad!-, justo el día de Sant Jordi, que es cuando más tienen que atender al teléfono, no contestaba nadie. Llamamos como locos y no nos contestaron”, afirma un afectado.
Pero el punto más polémico de esta iniciativa son las llamadas “rosas solidarias”. Zarroca exigía el pago de 30 euros a cada parada si querían tener un cartel indicando que, al vender una rosa, parte de los beneficios irían destinados a una ONG. En concreto, Zarroca proporcionó carteles en los que figuraba el logotipo de Unicef y Save the Children.
Unicef ha negado haber colaborado con el empresario ni haber recibido “nunca” un donativo suyo o de su empresa. Por su parte, Save the Children explica que sí que colaboró con Zarroca durante un tiempo, pero ahora está estudiando acciones legales contra él.
La ONG afirma que en 2016 estableció “una colaboración para que un porcentaje de las ventas de las rosas fuese destinado a nuestros programas”. Ese año, Yes We Campus les ingresó 7.000 euros. “En 2017 repetimos la colaboración y se comprometieron a donarnos 20.000 euros, dinero que nunca fue ingresado alegando Yago Zarroca problemas logísticos y económicos. Debido a la falta de tras*parencia, decidimos cortar la relación”. La ONG asegura que en 2018 Yes We Campus ha vuelto a usar su logotipo sin su consentimiento. Al pedir explicaciones, Zarroca alegó “que no podía controlar lo que hacían los universitarios”. “Nuestros equipos jurídicos están estudiando qué tipo de acciones legales emprender tanto por el impago de 2017 como por la utilización de la marca sin consentimiento en 2018”, aseguran.
Zarroca se ha especializado también en la venta de viajes para jóvenes. No obstante, siempre suele dejar un reguero de descontento. Pese a ser un negocio muy diferente al de las rosas, también aplica estrategias de venta agresivas y trucos para lograr que sus clientes se conviertan en comerciales. “Se inventaba te había tocado el viaje en un sorteo, pero solo ibas gratis si venías con otros cinco amigos”, explica una exempleada. Una vez hecha la venta, todo eran problemas.
“Vendí un viaje a Ibiza a toda mi clase. Pagamos a finales de 2015 para poder viajar el verano de 2016. Pero una semana antes de irnos, nos anularon el viaje. Nos dejan tirados y no pudimos ir. Nos reembolsaron todo el dinero, pero yo quedé fatal”, recuerda un afectado que se ha puesto en contacto con La Vanguardia.
En otros casos, la situación fue mucho más dramática. “Organizamos un viaje a la nieve que fue un desastre”, asegura una persona que trabajó con Zarroca. “Éramos muchas personas y cuando llegamos no había habitaciones suficientes. No había un punto de información y la gente estaba indignada. Algunos tuvieron que dormir en los coches a temperaturas de menos 20 grados. Y así una detrás de otra”, afirma.
En otro viaje a Biarritz, los jóvenes que habían contratado el viaje con Yes We Travel fueron expulsados del camping donde se alojaban después de que se detectara que había menores bebiendo alcohol y Yago Zarroca no se responsabilizara de lo sucedido. “Se lió muy subida de peso. Nos echaron porque Yago no apareció en toda la semana, siendo el responsable. Había muchos menores de edad”, explica una participante.
Siguiendo en el mundo de los jóvenes, Zarroca se ha embarcado también en el mundo de los promotores de discotecas, esas personas que te suelen parar los viernes y sábados por la noche ofreciendo una bebida gratis o algún beneficio si entras en el local que promociona. Llegó a tener un equipo de casi 90 personas repartidas por las principales discotecas de Barcelona, pero conseguir un beneficio con esta actividad resultaba sumamente difícil.
“Marcaba unos objetivos tan elevados que sólo los cuatro o cinco jefes cercanos a él los lograban, el resto se quedaba sin cobrar nada o casi nada”, asegura una persona que estuvo implicada en el proyecto. El esquema era el siguiente: Un promotor nuevo tenía que captar a diez personas por semana si quería cobrar un euro por cada una de ellas. Si no lo conseguía, no cobraba. Si quería ganar más y llegar a promotor veterano tenía que convencer a 20 personas. “Casi nadie lo conseguía”, explica este testigo. Si la suerte les sonreía y llegaban a veteranos, ganaban 2 euros por persona que entraba al local. Para mantener este estatus, debían llevar a más de quince personas en dos semanas, si no, lo perdían. “Para que te hagas una idea del margen de beneficio: la empresa cobraba entre tres y cuatro euros por persona que pasábamos y los os meses buenos solían ser entre 100 y 150 personas cada jueves, viernes y sábado”.
Todas las personas que se han dirigido a La Vanguardia para hablar de Zarroca lo describen como una persona a quien sólo le importa el dinero y con un tremendo poder de persuasión. “Puede conseguir lo que quiera, hablas cinco minutos con él y te convence de lo que sea”, explican. No obstante, quien se mueve por sus círculos asegura que tiene fama de deshonesto. Personas que le conocen, aconsejaron a sus conocidos que no implicaran a sus familiares en los voluntariados de Yes We Help. “No es una persona muy altruista que digamos, me sorprendió saber montaba voluntariados”, explica un conocido suyo.
© Image LaVanguardia.com Imagen del perfil de Facebook del empresario Yago Zarroca
“Es bastante chungo y extraño”, afirma un excompañero de universidad. En sus tiempos de estudiante de ADE en la Universitat Internacional de Catalunya, cuentan que era habitual que hiciera “trapicheos” como comprar trabajos o pagar a gente para que le hiciera los exámenes. “Era poco de fiar. Siempre fardaba de que había engañado a gente”. Con las mujeres no era mucho mejor que con los negocios. “Era un mujeriego chungo. La misma filosofía de liar a la gente para sacarles pasta, la tenía en su relación con las chicas”, aseguran. A pesar de que Zarroca afirma en su Linkedin que es licenciado en ADE por la UIC, la universidad niega que se graduara con ellos.
Zarroca también ha sido acusado por al menos dos personas que han hablado con esta periodista de amenazas graves y de hacer “lo que sea” por recuperar supuestas deudas. “Es una persona amoral. No le importa el daño que pueda hacer a la gente, sólo piensa en ganar dinero sea como sea”, afirma alguien que lo conoce desde hace muchos años. “La desgracia que ha tenido es ser hijo de Santiago Zarroca, que es quien le asesora y le ayuda a hacer todas estas cosas. Su padre es el responsable de haber creado a un chico así, ha tenido siempre problemas judiciales”, prosigue. “Es algo habitual que pasa con Yago. Le llaman timador. Pero esta es la liada más subida de peso que ha hecho”, concluye uno de sus conocidos.
El buque insignia de esta sociedad es Jordi dela Rosa. Es común ver en los campus de las universidades publicidad de este proyecto con el que Yago Zarroca promete grandes beneficios a los jóvenes (normalmente estudiantes de primer año) si le encargan a él las rosas y toda la gestión de las paradas de Sant Jordi. Zarroca, descrito como un excelente vendedor, organiza charlas motivacionales en sus oficinas y así logra que decenas y decenas de estudiantes decidan montar una parada con él. A partir de ahí, vienen los problemas.
“Había un sistema piramidal. Si conseguía que un amigo pusiera también una parada, yo me llevaba un poco de beneficio. Y si mi amigo también ponía a alguien, él y yo recibíamos comisión. Es un sistema que al final peta”, explica un afectado. Fue así como, en poco tiempo, el empresario “saturó el mercado”, afirma una persona que trabajó con él. “Vendía tantas rosas, que la gente no las conseguía colocar y volvía a casa con pérdidas”, asegura.
Además, varias personas conocedoras del funcionamiento de Jordi dela Rosa afirman que los precios estaban inflados. “Recuerdo personas que pagaron con seis meses de antelación 400 euros o más. Yo, yendo el día de antes al Mercat de les Flors, compraba rosas por 200”, dice un testigo. Zarroca, no sólo vendía las flores por un precio superior al de mercado, si no que además, numerosos testimonios aseguran que cobraba a los jóvenes por la gestión de las licencias de las paradas, cuando es un trámite gratuito ofrecido por el Ayuntamiento.
Para colmo, en ocasiones ni siquiera realizaba la gestión. “Montamos la parada y cuando la policía nos pidió la licencia, le dimos los papeles que nos habían dado en Jordi dela Rosa. Pero nos dijeron que no valían y que si no nos íbamos, tendríamos que pagar una multa de 300 euros. Llamamos a la empresa y -¡mira qué casualidad!-, justo el día de Sant Jordi, que es cuando más tienen que atender al teléfono, no contestaba nadie. Llamamos como locos y no nos contestaron”, afirma un afectado.
Pero el punto más polémico de esta iniciativa son las llamadas “rosas solidarias”. Zarroca exigía el pago de 30 euros a cada parada si querían tener un cartel indicando que, al vender una rosa, parte de los beneficios irían destinados a una ONG. En concreto, Zarroca proporcionó carteles en los que figuraba el logotipo de Unicef y Save the Children.
Unicef ha negado haber colaborado con el empresario ni haber recibido “nunca” un donativo suyo o de su empresa. Por su parte, Save the Children explica que sí que colaboró con Zarroca durante un tiempo, pero ahora está estudiando acciones legales contra él.
La ONG afirma que en 2016 estableció “una colaboración para que un porcentaje de las ventas de las rosas fuese destinado a nuestros programas”. Ese año, Yes We Campus les ingresó 7.000 euros. “En 2017 repetimos la colaboración y se comprometieron a donarnos 20.000 euros, dinero que nunca fue ingresado alegando Yago Zarroca problemas logísticos y económicos. Debido a la falta de tras*parencia, decidimos cortar la relación”. La ONG asegura que en 2018 Yes We Campus ha vuelto a usar su logotipo sin su consentimiento. Al pedir explicaciones, Zarroca alegó “que no podía controlar lo que hacían los universitarios”. “Nuestros equipos jurídicos están estudiando qué tipo de acciones legales emprender tanto por el impago de 2017 como por la utilización de la marca sin consentimiento en 2018”, aseguran.
Zarroca se ha especializado también en la venta de viajes para jóvenes. No obstante, siempre suele dejar un reguero de descontento. Pese a ser un negocio muy diferente al de las rosas, también aplica estrategias de venta agresivas y trucos para lograr que sus clientes se conviertan en comerciales. “Se inventaba te había tocado el viaje en un sorteo, pero solo ibas gratis si venías con otros cinco amigos”, explica una exempleada. Una vez hecha la venta, todo eran problemas.
“Vendí un viaje a Ibiza a toda mi clase. Pagamos a finales de 2015 para poder viajar el verano de 2016. Pero una semana antes de irnos, nos anularon el viaje. Nos dejan tirados y no pudimos ir. Nos reembolsaron todo el dinero, pero yo quedé fatal”, recuerda un afectado que se ha puesto en contacto con La Vanguardia.
En otros casos, la situación fue mucho más dramática. “Organizamos un viaje a la nieve que fue un desastre”, asegura una persona que trabajó con Zarroca. “Éramos muchas personas y cuando llegamos no había habitaciones suficientes. No había un punto de información y la gente estaba indignada. Algunos tuvieron que dormir en los coches a temperaturas de menos 20 grados. Y así una detrás de otra”, afirma.
En otro viaje a Biarritz, los jóvenes que habían contratado el viaje con Yes We Travel fueron expulsados del camping donde se alojaban después de que se detectara que había menores bebiendo alcohol y Yago Zarroca no se responsabilizara de lo sucedido. “Se lió muy subida de peso. Nos echaron porque Yago no apareció en toda la semana, siendo el responsable. Había muchos menores de edad”, explica una participante.
Siguiendo en el mundo de los jóvenes, Zarroca se ha embarcado también en el mundo de los promotores de discotecas, esas personas que te suelen parar los viernes y sábados por la noche ofreciendo una bebida gratis o algún beneficio si entras en el local que promociona. Llegó a tener un equipo de casi 90 personas repartidas por las principales discotecas de Barcelona, pero conseguir un beneficio con esta actividad resultaba sumamente difícil.
“Marcaba unos objetivos tan elevados que sólo los cuatro o cinco jefes cercanos a él los lograban, el resto se quedaba sin cobrar nada o casi nada”, asegura una persona que estuvo implicada en el proyecto. El esquema era el siguiente: Un promotor nuevo tenía que captar a diez personas por semana si quería cobrar un euro por cada una de ellas. Si no lo conseguía, no cobraba. Si quería ganar más y llegar a promotor veterano tenía que convencer a 20 personas. “Casi nadie lo conseguía”, explica este testigo. Si la suerte les sonreía y llegaban a veteranos, ganaban 2 euros por persona que entraba al local. Para mantener este estatus, debían llevar a más de quince personas en dos semanas, si no, lo perdían. “Para que te hagas una idea del margen de beneficio: la empresa cobraba entre tres y cuatro euros por persona que pasábamos y los os meses buenos solían ser entre 100 y 150 personas cada jueves, viernes y sábado”.
Todas las personas que se han dirigido a La Vanguardia para hablar de Zarroca lo describen como una persona a quien sólo le importa el dinero y con un tremendo poder de persuasión. “Puede conseguir lo que quiera, hablas cinco minutos con él y te convence de lo que sea”, explican. No obstante, quien se mueve por sus círculos asegura que tiene fama de deshonesto. Personas que le conocen, aconsejaron a sus conocidos que no implicaran a sus familiares en los voluntariados de Yes We Help. “No es una persona muy altruista que digamos, me sorprendió saber montaba voluntariados”, explica un conocido suyo.
© Image LaVanguardia.com Imagen del perfil de Facebook del empresario Yago Zarroca
“Es bastante chungo y extraño”, afirma un excompañero de universidad. En sus tiempos de estudiante de ADE en la Universitat Internacional de Catalunya, cuentan que era habitual que hiciera “trapicheos” como comprar trabajos o pagar a gente para que le hiciera los exámenes. “Era poco de fiar. Siempre fardaba de que había engañado a gente”. Con las mujeres no era mucho mejor que con los negocios. “Era un mujeriego chungo. La misma filosofía de liar a la gente para sacarles pasta, la tenía en su relación con las chicas”, aseguran. A pesar de que Zarroca afirma en su Linkedin que es licenciado en ADE por la UIC, la universidad niega que se graduara con ellos.
Zarroca también ha sido acusado por al menos dos personas que han hablado con esta periodista de amenazas graves y de hacer “lo que sea” por recuperar supuestas deudas. “Es una persona amoral. No le importa el daño que pueda hacer a la gente, sólo piensa en ganar dinero sea como sea”, afirma alguien que lo conoce desde hace muchos años. “La desgracia que ha tenido es ser hijo de Santiago Zarroca, que es quien le asesora y le ayuda a hacer todas estas cosas. Su padre es el responsable de haber creado a un chico así, ha tenido siempre problemas judiciales”, prosigue. “Es algo habitual que pasa con Yago. Le llaman timador. Pero esta es la liada más subida de peso que ha hecho”, concluye uno de sus conocidos.