Tae-suk
Doña Inés, a sus pies
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Hasta ahora sólo era una sospecha. Después de lo de ayer, YA NO QUEDA NI UN ATISBO DE DUDA.
Feijóo no decide. No es libre. O lo es en una medida muy pequeña, y siempre que se mantenga dentro de los límites que le han marcado desde fuera. ¿Quién? Poderes y organismos supranacionales que, al parecer, son los que toman una serie de decisiones que, en teoría, sólo deberían corresponder a los cargos públicos elegidos por los ciudadanos españoles, que somos por otra parte, quienes les pagamos el sueldo.
Tampoco Sánchez es libre, ojo. La diferencia es que no lo esconde, mientras que Feijóo tiene que disimular. No es libre el presidente del gobierno, pero tampoco lo es el candidato a presidente o líder de la oposición, como no lo son la mayoría de los diputados del Congreso o de presidentes autonómicos, que han aceptado someterse a lo que les dictan desde fuera. Parece que Abascal y VOX no lo han hecho, y esperemos que no lo hagan, pero todos los demás sí, en especial, los 2 grandes partidos. Pero ojo, también se sometieron Podemos y los multipartidos que lo integran, IU, PCE, Anticapitalistas, o Sumar y los suyos, o los separatistas y regionalistas, o mismamente, Ciudadanos.
Todos tienen órdenes de no pactar (en principio) con VOX, porque VOX ataca directamente los objetivos de esos poderes supranacionales. Es decir, la maldita Agenda 2030: inmi gración descontrolada (bajo la excusa de acoger "refugiados", instauración de un comunismo liberal en lo económico (al estilo de China), disolución de la religión cristiana y la cultura ****ocristiana y grecorromana, fomento del Islam, agenda LGTBI, feminismo radical, adoctrinamiento sensual a niños en los colegios, religión climática, terror pandémico, eliminación de los rasgos culturales e identitarios nacionales y eliminación progresiva de la soberanía de los estados nacionales, con el fin de someter a todas ellas a los dictados de una suerte de gobierno mundial. En eso están y por eso todos los actuales líderes políticos de los distintos partidos, salvo VOX y sus homólogos europeos, están sometidos.
Como también estaban sometidos los anteriores líderes de PP y PSOE: Casado, Rajoy, Aznar, Rubalcaba, Zapatero... Aunque antes no se sabía, o bien, antes de 2013, no tenían orden de no pactar con VOX, ya que VOX todavía no existía. Ahora existe y tiene presencia en el Congreso, en los parlamentos autonómicos e incluso en algunos gobiernos regionales y ayuntamientos. A todos les han ordenado 2 cosas: la primera, no pactar con VOX. La segunda, ocultarlo. La primera instrucción es la de no pactar con VOX, salvo que no quede otra opción. Y la segunda, ocultar a sus votantes que tienen instrucciones de no pactar con VOX.
Y sin embargo, PP y VOX han suscrito acuerdos en varios gobiernos regionales y en más de 100 ayuntamientos. A los poderes extranjeros no les gusta nada, pero lo han tenido que aceptar, aunque sea a regañadientes. ¿Por qué ha sucedido esto? Por varias razones. La primera, que el alcance de su poder es limitado. TODAVIA es limitado. No pueden llegar a todas partes. Sus órdenes alcanzan a la dirección nacional de los partidos, pero no pueden llegar hasta lo que decida el alcalde de un pequeño pueblo de Segovia, al menos por ahora. Y por otro, también se está viendo que la dirección nacional del PP no tiene un mando sólido y que los barones autonómicos y municipales muchas veces actuan por libre. No completamente al margen de Génova 13, pero tampoco siguiendo al pie de la letra lo que se decida allí.
Pero la dirección nacional del PP, lo que se llama coloquialmente "Génova 13" o Génova a secas, esta sometida. Lo está su líder, lo están sus distintos portavoces y lo están sus representantes en el Congreso y el Senado. Mucho más aun lo están sus europarlamentarios en Bruselas, que reciben las órdenes in situ (ejemplo: Esteban González Pons, que no perdía ocasión de atacar a VOX y calificarle de extrema derecha). Por eso un acuerdo entre PP y VOX a nivel nacional es imposible. Por eso Feijóo no ha querido pactar con Abascal. Por eso cuando le preguntaban si incluiría a representantes de VOX como ministros o vicepresidentes en un hipotético gobierno, Feijóo daba la callada por respuesta, o contestaba con una evasiva, o incluso lo negaba veladamente, diciendo que él sólo contemplaba un gobierno del PP en solitario. Si acaso con apoyo externo de VOX, pero sin incluirles en el gobierno. A diferencia de Sánchez, que no ha ocultado, más bien todo lo contrario, que habría gobierno de coalición PSOE-Sumar y que Yolanda Díaz sería su vicepresidenta. Y por eso Feijóo, con sus acciones, omisiones y declaraciones, ha dejado muy clara su posición, aunque no la haya manifestado expresamente: si no gobierna en solitario, prefiere entregar el gobierno a Sánchez y sus socios antes que pactar nada con VOX. Como digo, antes podía haber alguna duda, ahora no hay ninguna.
Esto es lo que hay, y por eso Feijóo no va a pactar con VOX. Ahora no, porque no le dan los números, pero tampoco lo habría hecho si hubiera obtenido mayoría absoluta junto con VOX. El paso que habría dado es buscar apoyos entre los demás partidos para que le permitieran gobernar en solitario, bajo la amenaza de contar con VOX en caso de no tener apoyos. Pero eso era sólo un farol, la premisa de no gobernar con VOX ya estaba contemplada de antemano. Por eso, tras las elecciones, y dado que los números no daban, ha intentado buscar el apoyo de otros partidos, en especial del PNV, pero sin rechazar abiertamente a VOX. Por eso, durante la campaña, los mensajes eran de ninguneo, o incluso de abierto desprecio hacia VOX, mientras lanzaba guiños a practicamente todos los partidos excepto ERC o Bildu. Feijóo llegó a dirigirse una vez incluso a los votantes de Sumar. Por eso todas las terminales mediáticas del PP, han atacado de manera brutal a VOX, mientras blanqueaban a PSOE, PNV, Junts e incluso Sumar. Por eso el twit de un diputado de VOX en el Parlamento de Baleares sobre el feminismo suscitaba una polémica, pero no el hecho de que los responsables de poner a más de 100 forzadores en la calle siguieran en el gobierno y se presentasen de nuevo como candidatos.
Por eso ahora algunos, quiero decir, algunos votantes y simpatizantes del PP, empiezan a pedir la dimisión de Feijóo, como antes pidieron la de Casado. Por un lado, porque han FRACASADO estrepitosamente, pero sobre todo, porque no aceptan esta incoherencia y esta negativa a pactar con el partido al que ellos (los votantes) consideran más próximo, que no es otro que VOX. El problema es que los votantes del PP desconocen, en su inmensa mayoría, el sometimiento de su líder a poderes extranjeros. Y el líder, Feijóo, se encuentra atrapado entre lo que le exigen esos poderes y lo que le piden sus propios votantes. Es decir, exactamente el mismo problema que tenía Casado. En esta situación, sólo cabe ser coherente y no plegarse a lo que le dictan desde fuera, si eso va contra el ideario de su partido, la voluntad de sus votantes o sus principios. Y si no quiere, entonces tiene que dimitir.
Esto es lo que hay, señores. Más vale que algunos, en especial los votantes del PP, despierten de ese sueño y abran los ojos a la realidad.
Feijóo no decide. No es libre. O lo es en una medida muy pequeña, y siempre que se mantenga dentro de los límites que le han marcado desde fuera. ¿Quién? Poderes y organismos supranacionales que, al parecer, son los que toman una serie de decisiones que, en teoría, sólo deberían corresponder a los cargos públicos elegidos por los ciudadanos españoles, que somos por otra parte, quienes les pagamos el sueldo.
Tampoco Sánchez es libre, ojo. La diferencia es que no lo esconde, mientras que Feijóo tiene que disimular. No es libre el presidente del gobierno, pero tampoco lo es el candidato a presidente o líder de la oposición, como no lo son la mayoría de los diputados del Congreso o de presidentes autonómicos, que han aceptado someterse a lo que les dictan desde fuera. Parece que Abascal y VOX no lo han hecho, y esperemos que no lo hagan, pero todos los demás sí, en especial, los 2 grandes partidos. Pero ojo, también se sometieron Podemos y los multipartidos que lo integran, IU, PCE, Anticapitalistas, o Sumar y los suyos, o los separatistas y regionalistas, o mismamente, Ciudadanos.
Todos tienen órdenes de no pactar (en principio) con VOX, porque VOX ataca directamente los objetivos de esos poderes supranacionales. Es decir, la maldita Agenda 2030: inmi gración descontrolada (bajo la excusa de acoger "refugiados", instauración de un comunismo liberal en lo económico (al estilo de China), disolución de la religión cristiana y la cultura ****ocristiana y grecorromana, fomento del Islam, agenda LGTBI, feminismo radical, adoctrinamiento sensual a niños en los colegios, religión climática, terror pandémico, eliminación de los rasgos culturales e identitarios nacionales y eliminación progresiva de la soberanía de los estados nacionales, con el fin de someter a todas ellas a los dictados de una suerte de gobierno mundial. En eso están y por eso todos los actuales líderes políticos de los distintos partidos, salvo VOX y sus homólogos europeos, están sometidos.
Como también estaban sometidos los anteriores líderes de PP y PSOE: Casado, Rajoy, Aznar, Rubalcaba, Zapatero... Aunque antes no se sabía, o bien, antes de 2013, no tenían orden de no pactar con VOX, ya que VOX todavía no existía. Ahora existe y tiene presencia en el Congreso, en los parlamentos autonómicos e incluso en algunos gobiernos regionales y ayuntamientos. A todos les han ordenado 2 cosas: la primera, no pactar con VOX. La segunda, ocultarlo. La primera instrucción es la de no pactar con VOX, salvo que no quede otra opción. Y la segunda, ocultar a sus votantes que tienen instrucciones de no pactar con VOX.
Y sin embargo, PP y VOX han suscrito acuerdos en varios gobiernos regionales y en más de 100 ayuntamientos. A los poderes extranjeros no les gusta nada, pero lo han tenido que aceptar, aunque sea a regañadientes. ¿Por qué ha sucedido esto? Por varias razones. La primera, que el alcance de su poder es limitado. TODAVIA es limitado. No pueden llegar a todas partes. Sus órdenes alcanzan a la dirección nacional de los partidos, pero no pueden llegar hasta lo que decida el alcalde de un pequeño pueblo de Segovia, al menos por ahora. Y por otro, también se está viendo que la dirección nacional del PP no tiene un mando sólido y que los barones autonómicos y municipales muchas veces actuan por libre. No completamente al margen de Génova 13, pero tampoco siguiendo al pie de la letra lo que se decida allí.
Pero la dirección nacional del PP, lo que se llama coloquialmente "Génova 13" o Génova a secas, esta sometida. Lo está su líder, lo están sus distintos portavoces y lo están sus representantes en el Congreso y el Senado. Mucho más aun lo están sus europarlamentarios en Bruselas, que reciben las órdenes in situ (ejemplo: Esteban González Pons, que no perdía ocasión de atacar a VOX y calificarle de extrema derecha). Por eso un acuerdo entre PP y VOX a nivel nacional es imposible. Por eso Feijóo no ha querido pactar con Abascal. Por eso cuando le preguntaban si incluiría a representantes de VOX como ministros o vicepresidentes en un hipotético gobierno, Feijóo daba la callada por respuesta, o contestaba con una evasiva, o incluso lo negaba veladamente, diciendo que él sólo contemplaba un gobierno del PP en solitario. Si acaso con apoyo externo de VOX, pero sin incluirles en el gobierno. A diferencia de Sánchez, que no ha ocultado, más bien todo lo contrario, que habría gobierno de coalición PSOE-Sumar y que Yolanda Díaz sería su vicepresidenta. Y por eso Feijóo, con sus acciones, omisiones y declaraciones, ha dejado muy clara su posición, aunque no la haya manifestado expresamente: si no gobierna en solitario, prefiere entregar el gobierno a Sánchez y sus socios antes que pactar nada con VOX. Como digo, antes podía haber alguna duda, ahora no hay ninguna.
Esto es lo que hay, y por eso Feijóo no va a pactar con VOX. Ahora no, porque no le dan los números, pero tampoco lo habría hecho si hubiera obtenido mayoría absoluta junto con VOX. El paso que habría dado es buscar apoyos entre los demás partidos para que le permitieran gobernar en solitario, bajo la amenaza de contar con VOX en caso de no tener apoyos. Pero eso era sólo un farol, la premisa de no gobernar con VOX ya estaba contemplada de antemano. Por eso, tras las elecciones, y dado que los números no daban, ha intentado buscar el apoyo de otros partidos, en especial del PNV, pero sin rechazar abiertamente a VOX. Por eso, durante la campaña, los mensajes eran de ninguneo, o incluso de abierto desprecio hacia VOX, mientras lanzaba guiños a practicamente todos los partidos excepto ERC o Bildu. Feijóo llegó a dirigirse una vez incluso a los votantes de Sumar. Por eso todas las terminales mediáticas del PP, han atacado de manera brutal a VOX, mientras blanqueaban a PSOE, PNV, Junts e incluso Sumar. Por eso el twit de un diputado de VOX en el Parlamento de Baleares sobre el feminismo suscitaba una polémica, pero no el hecho de que los responsables de poner a más de 100 forzadores en la calle siguieran en el gobierno y se presentasen de nuevo como candidatos.
Por eso ahora algunos, quiero decir, algunos votantes y simpatizantes del PP, empiezan a pedir la dimisión de Feijóo, como antes pidieron la de Casado. Por un lado, porque han FRACASADO estrepitosamente, pero sobre todo, porque no aceptan esta incoherencia y esta negativa a pactar con el partido al que ellos (los votantes) consideran más próximo, que no es otro que VOX. El problema es que los votantes del PP desconocen, en su inmensa mayoría, el sometimiento de su líder a poderes extranjeros. Y el líder, Feijóo, se encuentra atrapado entre lo que le exigen esos poderes y lo que le piden sus propios votantes. Es decir, exactamente el mismo problema que tenía Casado. En esta situación, sólo cabe ser coherente y no plegarse a lo que le dictan desde fuera, si eso va contra el ideario de su partido, la voluntad de sus votantes o sus principios. Y si no quiere, entonces tiene que dimitir.
Esto es lo que hay, señores. Más vale que algunos, en especial los votantes del PP, despierten de ese sueño y abran los ojos a la realidad.
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