KUTRONIO
Será en Octubre
- Desde
- 10 Mar 2010
- Mensajes
- 37.570
- Reputación
- 51.407
Siempre damos por hecho que el móvil primero de Pedro Sánchez en todas sus actuaciones es el afán de poder. Cualquiera puede observar que todo lo que está haciendo para mantenerse en el poder es exactamente lo contrario de lo que dijo que haría para llegar a él. Efectivamente eso convierte a Pedro Sánchez en alguien sin palabra y sin ideales. Pero aunque resulta evidente que Sánchez ha traicionado todo lo que decía para conseguir su objetivo, ¿cúal era realmente su objetivo?
La duda podría surgir a cuento de la actuación del gobierno con los indultos. Las encuestas comienzan a adelantar que no sólo una gran mayoría de los españoles, sino incluso de los votantes socialistas, rechazan conceder el indulto a los presos catalanes golpistas. El empecinamiento de Sánchez por indultar a los cabecillas del golpe, por otro lado sus socios indispensables para mantenerse en el poder, podría desencadenar un resultado devastador para el PSOE en las próximas elecciones. La pregunta es si Pedro Sánchez está dispuesto a indultar a los golpistas aunque tenga que dar de baja electoralmente al PSOE, o si a lo mejor eso es justo lo que pretende.
Desde luego indultar a los golpistas, aunque destrozara electoralmente al PSOE en las próximas elecciones, a fecha de hoy le garantizaría a Pedro Sánchez la permanencia en el poder. Desde este punto de vista bien podría interpretarse que Sánchez simplemente sacrifica el futuro electoral del PSOE en aras de sus propios intereses personales igual que ha sacrificado todas las demás cosas que se le interponían hasta la presidencia. No obstante, no carece de lógica cuestionarse si para Pedro Sánchez es un gran quebranto sacrificar electoralmente a su partido o si, por el contrario, puede ser lo que está deseando. Destruir al PSOE no sería un precio a pagar, sino un premio añadido.
Recordemos que la trayectoria de Sánchez hasta la presidencia vino precedida de un periplo llamativo hasta hacerse primero con el control del PSOE. Sánchez ganó unas primarias en 2014 a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. No las ganó por mucho. Sánchez obtuvo el 48% de los votos y sus dos rivales juntos sumaron el 51,4%. Es decir, Sánchez ganó con menos de la mitad de los votos y el partido quedó muy dividido. Tan dividido que en 2016 los disidentes organizaron un Comité Federal que lo expulsó de la secretaría general del partido en un acto de absoluta humillación personal para Sánchez, que además de la secretaría general tuvo que abandonar hasta su escaño de diputado. No obstante, Sánchez compitió en las primarias de 2017 recuperando el poder frente a Susana Díez y Patxi López. Esta vez Sánchez consiguió el 50,2% de los votos. Es decir, volvió a ganar pero el partido volvió a quedar muy dividido. Sánchez regresó a la secretaría general del PSOE vengándose de quienes le habían expulsado en 2016, purgando todo el aparato y colocando a sus fieles.
Interesa recordar la trayectoria de Pedro Sánchez para volver a preguntarse si realmente le preocupa mucho que el precio de indultar a los golpistas para mantener la presidencia sea abocar a una futura masacre electoral al PSOE. ¿Y si en el fondo dejar al PSOE destrozado no es algo que le provoca una íntima satisfacción? Hemos dado por hecho que el único móvil en las actuaciones de Sánchez es el poder, ¿pero y si también juega un papel la venganza?¿Y si hasta ese punto lleva clavado el día en que tuvo que salir humillado de un garaje tras haber sido expulsado de la secretaría general apuñalado por sus propios compañeros de partido? Además de regresar a la secretaría general y alcanzar la presidencia, objetivos para los que no ha dudado en utilizar cualquier medio y traicionar cualquier principio, ¿destruir al PSOE no sería la culminación personal de su venganza?
En realidad, con lo que nos gusta elucubrar, hasta cierto punto podríamos concluir que lo mismo nos da si es o no el caso. Es decir, destruir al PSOE seguramente es lo que va a conseguir, tanto si es lo que desea como si no, y a los demás seguramente nos interesa más la destrucción del PSOE que el motivo de su destrucción. Puede que el PSOE desaparezca o puede que no, pero pensar que la desaparición del PSOE es un imposible es un error. Tampoco es necesariamente cierto pensar que el precio de la desaparición del PSOE provendría de una crisis tan grave que pondría en riesgo la propia existencia de España. Formaciones como UCD o Ciudadanos, seguramente también el PSOE, aparecen y desaparecen, unas antes y otras después. El PCE dicen que todavía existe, pero no es una información contrastada. Que desaparezca un país como España es otra cosa. Podría pensarse que para cargarse al PSOE hay que cargarse a España, o que el PSOE desaparecerá si se carga España, lo cual no compensa, obviamente, pero a lo mejor es todo lo contrario y la realidad es que para salvar a España tiene que desaparecer el PSOE. Que se cargó al PSOE no sería lo peor que la historia podría contar en el futuro de Pedro Sánchez.
La duda podría surgir a cuento de la actuación del gobierno con los indultos. Las encuestas comienzan a adelantar que no sólo una gran mayoría de los españoles, sino incluso de los votantes socialistas, rechazan conceder el indulto a los presos catalanes golpistas. El empecinamiento de Sánchez por indultar a los cabecillas del golpe, por otro lado sus socios indispensables para mantenerse en el poder, podría desencadenar un resultado devastador para el PSOE en las próximas elecciones. La pregunta es si Pedro Sánchez está dispuesto a indultar a los golpistas aunque tenga que dar de baja electoralmente al PSOE, o si a lo mejor eso es justo lo que pretende.
Desde luego indultar a los golpistas, aunque destrozara electoralmente al PSOE en las próximas elecciones, a fecha de hoy le garantizaría a Pedro Sánchez la permanencia en el poder. Desde este punto de vista bien podría interpretarse que Sánchez simplemente sacrifica el futuro electoral del PSOE en aras de sus propios intereses personales igual que ha sacrificado todas las demás cosas que se le interponían hasta la presidencia. No obstante, no carece de lógica cuestionarse si para Pedro Sánchez es un gran quebranto sacrificar electoralmente a su partido o si, por el contrario, puede ser lo que está deseando. Destruir al PSOE no sería un precio a pagar, sino un premio añadido.
Recordemos que la trayectoria de Sánchez hasta la presidencia vino precedida de un periplo llamativo hasta hacerse primero con el control del PSOE. Sánchez ganó unas primarias en 2014 a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. No las ganó por mucho. Sánchez obtuvo el 48% de los votos y sus dos rivales juntos sumaron el 51,4%. Es decir, Sánchez ganó con menos de la mitad de los votos y el partido quedó muy dividido. Tan dividido que en 2016 los disidentes organizaron un Comité Federal que lo expulsó de la secretaría general del partido en un acto de absoluta humillación personal para Sánchez, que además de la secretaría general tuvo que abandonar hasta su escaño de diputado. No obstante, Sánchez compitió en las primarias de 2017 recuperando el poder frente a Susana Díez y Patxi López. Esta vez Sánchez consiguió el 50,2% de los votos. Es decir, volvió a ganar pero el partido volvió a quedar muy dividido. Sánchez regresó a la secretaría general del PSOE vengándose de quienes le habían expulsado en 2016, purgando todo el aparato y colocando a sus fieles.
Interesa recordar la trayectoria de Pedro Sánchez para volver a preguntarse si realmente le preocupa mucho que el precio de indultar a los golpistas para mantener la presidencia sea abocar a una futura masacre electoral al PSOE. ¿Y si en el fondo dejar al PSOE destrozado no es algo que le provoca una íntima satisfacción? Hemos dado por hecho que el único móvil en las actuaciones de Sánchez es el poder, ¿pero y si también juega un papel la venganza?¿Y si hasta ese punto lleva clavado el día en que tuvo que salir humillado de un garaje tras haber sido expulsado de la secretaría general apuñalado por sus propios compañeros de partido? Además de regresar a la secretaría general y alcanzar la presidencia, objetivos para los que no ha dudado en utilizar cualquier medio y traicionar cualquier principio, ¿destruir al PSOE no sería la culminación personal de su venganza?
En realidad, con lo que nos gusta elucubrar, hasta cierto punto podríamos concluir que lo mismo nos da si es o no el caso. Es decir, destruir al PSOE seguramente es lo que va a conseguir, tanto si es lo que desea como si no, y a los demás seguramente nos interesa más la destrucción del PSOE que el motivo de su destrucción. Puede que el PSOE desaparezca o puede que no, pero pensar que la desaparición del PSOE es un imposible es un error. Tampoco es necesariamente cierto pensar que el precio de la desaparición del PSOE provendría de una crisis tan grave que pondría en riesgo la propia existencia de España. Formaciones como UCD o Ciudadanos, seguramente también el PSOE, aparecen y desaparecen, unas antes y otras después. El PCE dicen que todavía existe, pero no es una información contrastada. Que desaparezca un país como España es otra cosa. Podría pensarse que para cargarse al PSOE hay que cargarse a España, o que el PSOE desaparecerá si se carga España, lo cual no compensa, obviamente, pero a lo mejor es todo lo contrario y la realidad es que para salvar a España tiene que desaparecer el PSOE. Que se cargó al PSOE no sería lo peor que la historia podría contar en el futuro de Pedro Sánchez.