ciudadano kant
Madmaxista
Me he adentrado en el género del relato de la novela corta, espero que os guste, es pura política ficción, espero que alguien del foro se digne a leerlo y me dé su opinión. Si alguien quiere mas info que lea este post:
http://www.burbuja.info/inmobiliaria/guarderia/631443-solucion-al-problema-turco-2.html#post13742436
Y Selim no volvió a agacharse
Selim Sularoğlu se despertó como de costumbre a las 6 AM de su cama, pero miro a las paredes de su habitación, y recordó:
-‘’Es verdad, aquí no hay altavoces, voy a seguir durmiendo mejor-‘’
No recordaba que estaba en la Turquía europea, la Turquía que Atatürk soñó y se hizo realidad, pero no a cualquier precio.
Selim era un destacado reportero que había vivido su infancia en Ankara, en una época que él no recuerda, 80 millones de personas vivían unidas en harmonía en un territorio cuna de grandes civilizaciones, y que se había erigido en una importante potencia mundial...hasta que llegó lo inimaginable.
Un islamista llegó al poder, y al mismo compás que la economía turca se desarrollaba a velocidad de vértigo, aumentaba la represión y la teocratización de la sociedad. Selim nunca recordó haberse despertado un dia sin que sonasen los altavoces de su ciudad a todo trapo indicando que había llegado el primer rezo de la jornada y que todo varón ‘’buen ciudadano de la república’’ (como decía Erdoğan) debía agacharse y rezar al que el presidente creía que era el dios único, y verdadero.
Fue deteriorándose la situación, hasta que llegó un dia que una gran parte de la población, hastiada de una teocratización que había socavado los principios con los que Mustafá Kemal Atatürk había fundado la república, 91 años atrás, dijo basta y se rebeló, pero fue inútil.
O eso creyó el presidente.
La semilla del mal estaba puesta. Igual que en España en la época de la II República, había un conflicto en el seno de la nación que llevaba a ver dos visiones del estado: Una, la de los turcos urbanitas que querían vivir en una república laica y democrática, otra, la de los turcos rurales que querían vivir acorde a su religión sin importar el régimen.
Entonces esta situación fue aprovechada por EEUU, que contactó con ciertos generales del ejército, antaño guardián de la laicidad, que pactaron iniciar una revolución para derrocar al presidente y reestablecer de una vez por todas la situación previa.
¿Hace falta decir que salió mal?
En 2015, tras unas elecciones parlamentarias que fueron tildadas por la oposición de fraude, muchos ciudadanos salieron a la calle a protestar, reclamando la repetición y las medidas autoritarias que el presidente cometía, formando una especie de maidán el cual no tardó Erdoğan en reprimir, enviando órdenes a sus generales.
Pasó lo inimaginable.
Parte de los generales y de los soldados del ejército se negaron a reprimir a la población local, y parte de la población salió a las calles para defender la actuación del propio presidente. Entonces se desató una guerra civil que en los primeros días sumió a la nación turca en la incertidumbre y la anarquía.
No tardaron las potencias internacionales en actuar, pero siguiendo rutas diferentes: Por un lado, la UE, EEUU y la OTAN apoyaron al grupo rebelde con armas y reconocimiento internacional, por otro lado Rusia, que no dudó en enviar tropas en ayuda del gobierno de Erdoğan, a raíz de esto, la coalición occidental respondió con un ataque aéreo, que se saldó con muchísimas víctimas, gran parte civiles.
La situación interna era dramática y el mundo se hallaba al borde de un conflicto internacional, añadiéndose dos actores que hacían aparición y que desestabilizaron aún más la situación: el EI y el PKK.
El Estado Islámico no dudó en filtrarse por la porosa frontera con Siria y comenzó a invadir y arrasar aldeas y pueblos fronterizos, junto con el PKK que con armas de dudosa procedencia (americanas en gran parte) junto a peşmergas del ejército kurdo iraquí.
El mundo contemplaba horrorizado como se libraba una batalla por la supervivencia a las puertas de Europa, finalmente la OTAN decidió llevar a cabo una intervención armada, y las agonizantes fuerzas del bando laico, asentadas en la costa del Egeo y la Tracia, lograron conquistar grandes extensiones a los islamistas y junto a los kurdos, aislar al gobierno de Erdoğan en el centro de Anatolia y contener el avance del EI. Éste sátrapa, viéndose acorralado suplicó a las naciones árabes y Rusia que le apoyasen con soldados, llegando al extremo de comprarle a Corea del Norte una bomba nuclear, y aseguró que de seguir el conflicto lo lanzaría contra Grecia (principal base de operaciones de la OTAN). El conflicto había llegado a límites próximos al apocalipsis. Habían muerto más de 250.000 turcos y se habían desplazado 3 millones.
Viendo que la situación se alargaba y se hacía insostenible, a petición de la ONU y la Liga Árabe se declaró una tregua en 2017 y se iniciaron las conversaciones de paz en Bakı (Azerbaiyán), ambos frentes se acusaban mutuamente de iniciar el conflicto y pedían a cambio de la reagrupación la destitución de su líder, Erdoğan en un lado, Mustafa Sarıgül en el otro.
Finalmente la ONU elaboró un plan de partición que estipulaba la partición de Turquía en tres países: Una república con sede en Estambul, otra con capital en Ankara y el Kurdistán turco accedía por fin a la independencia con Diyarbakır como capital. Sarıgül aceptó de inmediato, Erdoğan viendo que sería incapaz de unificar el país y contrarrestar la ocupación kurda , decidió aceptar, convirtiéndose en amo absoluto en su feudo del centro de Anatolia y finalmente, tras 2 años largos de conflictos, volvió la paz al país euroasiático, pero esta vez dividida al más puro estilo Guerra Fría.
Selim recordó esta época con amargura, una época donde vio morir a sus familiares por bombardeos despiadados contra la población civil, tanto de la OTAN como de Rusia, y viendo en 2017 que se había proclamado la república islámica, decidió huir de la que probablemente su permanencia allí hubiese supuesto su fin (era abiertamente laico y seguidor del CHP, el partido de la oposición a Erdoğan) y tras una dura travesía durante 3 días, logró atravesar la frontera de la recién proclamada República Democrática Turca.
Vagó durante días, sin empleo y sin rumbo, hasta que logró un empleo como redactor en uno de los numerosos diarios que habían aparecido a raíz de la estrenada libertad de expresión, algo que habían olvidado muchísimos turcos, y aprendió a vivir en un nuevo país, que pese a estar destruido, afrontaba con ilusión una nueva etapa de libertad, democracia y unión con los que consideraban su pueblo hermano, el pueblo europeo.
De aquello fue hace 10 largos años, Selim pues se levantó ya a las 9, disfrutó su café y su boca dibujó una mueca de sonrisa al leer que la República de Turquía, debido a sus avances en materia económica y de libertades sociales, iniciaba los trámites para adherirse a la Unión Europea.
Entonces comprendió Selim que nunca más tendría que volver a agacharse.
http://www.burbuja.info/inmobiliaria/guarderia/631443-solucion-al-problema-turco-2.html#post13742436
Y Selim no volvió a agacharse
Selim Sularoğlu se despertó como de costumbre a las 6 AM de su cama, pero miro a las paredes de su habitación, y recordó:
-‘’Es verdad, aquí no hay altavoces, voy a seguir durmiendo mejor-‘’
No recordaba que estaba en la Turquía europea, la Turquía que Atatürk soñó y se hizo realidad, pero no a cualquier precio.
Selim era un destacado reportero que había vivido su infancia en Ankara, en una época que él no recuerda, 80 millones de personas vivían unidas en harmonía en un territorio cuna de grandes civilizaciones, y que se había erigido en una importante potencia mundial...hasta que llegó lo inimaginable.
Un islamista llegó al poder, y al mismo compás que la economía turca se desarrollaba a velocidad de vértigo, aumentaba la represión y la teocratización de la sociedad. Selim nunca recordó haberse despertado un dia sin que sonasen los altavoces de su ciudad a todo trapo indicando que había llegado el primer rezo de la jornada y que todo varón ‘’buen ciudadano de la república’’ (como decía Erdoğan) debía agacharse y rezar al que el presidente creía que era el dios único, y verdadero.
Fue deteriorándose la situación, hasta que llegó un dia que una gran parte de la población, hastiada de una teocratización que había socavado los principios con los que Mustafá Kemal Atatürk había fundado la república, 91 años atrás, dijo basta y se rebeló, pero fue inútil.
O eso creyó el presidente.
La semilla del mal estaba puesta. Igual que en España en la época de la II República, había un conflicto en el seno de la nación que llevaba a ver dos visiones del estado: Una, la de los turcos urbanitas que querían vivir en una república laica y democrática, otra, la de los turcos rurales que querían vivir acorde a su religión sin importar el régimen.
Entonces esta situación fue aprovechada por EEUU, que contactó con ciertos generales del ejército, antaño guardián de la laicidad, que pactaron iniciar una revolución para derrocar al presidente y reestablecer de una vez por todas la situación previa.
¿Hace falta decir que salió mal?
En 2015, tras unas elecciones parlamentarias que fueron tildadas por la oposición de fraude, muchos ciudadanos salieron a la calle a protestar, reclamando la repetición y las medidas autoritarias que el presidente cometía, formando una especie de maidán el cual no tardó Erdoğan en reprimir, enviando órdenes a sus generales.
Pasó lo inimaginable.
Parte de los generales y de los soldados del ejército se negaron a reprimir a la población local, y parte de la población salió a las calles para defender la actuación del propio presidente. Entonces se desató una guerra civil que en los primeros días sumió a la nación turca en la incertidumbre y la anarquía.
No tardaron las potencias internacionales en actuar, pero siguiendo rutas diferentes: Por un lado, la UE, EEUU y la OTAN apoyaron al grupo rebelde con armas y reconocimiento internacional, por otro lado Rusia, que no dudó en enviar tropas en ayuda del gobierno de Erdoğan, a raíz de esto, la coalición occidental respondió con un ataque aéreo, que se saldó con muchísimas víctimas, gran parte civiles.
La situación interna era dramática y el mundo se hallaba al borde de un conflicto internacional, añadiéndose dos actores que hacían aparición y que desestabilizaron aún más la situación: el EI y el PKK.
El Estado Islámico no dudó en filtrarse por la porosa frontera con Siria y comenzó a invadir y arrasar aldeas y pueblos fronterizos, junto con el PKK que con armas de dudosa procedencia (americanas en gran parte) junto a peşmergas del ejército kurdo iraquí.
El mundo contemplaba horrorizado como se libraba una batalla por la supervivencia a las puertas de Europa, finalmente la OTAN decidió llevar a cabo una intervención armada, y las agonizantes fuerzas del bando laico, asentadas en la costa del Egeo y la Tracia, lograron conquistar grandes extensiones a los islamistas y junto a los kurdos, aislar al gobierno de Erdoğan en el centro de Anatolia y contener el avance del EI. Éste sátrapa, viéndose acorralado suplicó a las naciones árabes y Rusia que le apoyasen con soldados, llegando al extremo de comprarle a Corea del Norte una bomba nuclear, y aseguró que de seguir el conflicto lo lanzaría contra Grecia (principal base de operaciones de la OTAN). El conflicto había llegado a límites próximos al apocalipsis. Habían muerto más de 250.000 turcos y se habían desplazado 3 millones.
Viendo que la situación se alargaba y se hacía insostenible, a petición de la ONU y la Liga Árabe se declaró una tregua en 2017 y se iniciaron las conversaciones de paz en Bakı (Azerbaiyán), ambos frentes se acusaban mutuamente de iniciar el conflicto y pedían a cambio de la reagrupación la destitución de su líder, Erdoğan en un lado, Mustafa Sarıgül en el otro.
Finalmente la ONU elaboró un plan de partición que estipulaba la partición de Turquía en tres países: Una república con sede en Estambul, otra con capital en Ankara y el Kurdistán turco accedía por fin a la independencia con Diyarbakır como capital. Sarıgül aceptó de inmediato, Erdoğan viendo que sería incapaz de unificar el país y contrarrestar la ocupación kurda , decidió aceptar, convirtiéndose en amo absoluto en su feudo del centro de Anatolia y finalmente, tras 2 años largos de conflictos, volvió la paz al país euroasiático, pero esta vez dividida al más puro estilo Guerra Fría.
Selim recordó esta época con amargura, una época donde vio morir a sus familiares por bombardeos despiadados contra la población civil, tanto de la OTAN como de Rusia, y viendo en 2017 que se había proclamado la república islámica, decidió huir de la que probablemente su permanencia allí hubiese supuesto su fin (era abiertamente laico y seguidor del CHP, el partido de la oposición a Erdoğan) y tras una dura travesía durante 3 días, logró atravesar la frontera de la recién proclamada República Democrática Turca.
Vagó durante días, sin empleo y sin rumbo, hasta que logró un empleo como redactor en uno de los numerosos diarios que habían aparecido a raíz de la estrenada libertad de expresión, algo que habían olvidado muchísimos turcos, y aprendió a vivir en un nuevo país, que pese a estar destruido, afrontaba con ilusión una nueva etapa de libertad, democracia y unión con los que consideraban su pueblo hermano, el pueblo europeo.
De aquello fue hace 10 largos años, Selim pues se levantó ya a las 9, disfrutó su café y su boca dibujó una mueca de sonrisa al leer que la República de Turquía, debido a sus avances en materia económica y de libertades sociales, iniciaba los trámites para adherirse a la Unión Europea.
Entonces comprendió Selim que nunca más tendría que volver a agacharse.
Adjuntos
Última edición: