Segismunda
Reina de los Trolls
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Un nuevo fenómeno recorre Occidente. Las actrices se estampan contra el muro con naturalidad, se jactan, pasean altivas sus papadas y arrastran las berzas por las alfombras rojas. Estas mujeres se subieron al carrusel de platanos y lo disfrutaron sin límites ni reservas, para bajarse cuando sus ovarios eran tan funcionales como dos maracas. Lejos de sufrir la venganza kármica con la que sueñan los incels, presentan un nivel de empoderamiento que asusta. Repasamos alguno de los principales exponentes de este PRIDE WALL (orgullo de muro para los que no se manejan en la lengua de Xespir).
JAMIE LEE CURTIS: CÓMO MONETIZAR EL MURO
La 'final girl' de la saga HALLOWEEN está viviendo su momento más dulce con 64 años. Ya solo acepta papeles en los que aparece desastrada, pues sabe que en esta etapa de su carrera los premios y taquillazos le llegarán como actriz de carácter. Tras una vida de éxitos, acaba de lograr su primer Óscar por Todo a la vez en todas partes. En el plano personal, la vida sonríe a Vieji Lee Muris. Sigue casada con el mismo ricachón desde hace cuarenta años. Un aristócrata al que vio en una revista, sus títulos nobiliarios la hicieron reír, y orquestó un plan para desposarlo. Seis meses después, lo habría logrado. Por si fuera poco, tiene un hijo tras*exual, que es el sueño dorado de cualquier actriz demócrata. Este niño vino con un shishi debajo del brazo, solo había que implantárselo quirúrgicamente. Ver tras*formación.
KIM BASINGER: UNA CARA DE BÉLMEZ VIVIENTE
Al igual que las humedades en las paredes provocan fluctuaciones en las populares Caras de Bélmez, el rostro de Kim Basinger muta: que si un pómulo se le sube, que si un ojo se le cierra... esa carita está lo que se dice «tente mientras cobro». Sin embargo, la consideramos un ejemplo de WALL PRIDE porque, a diferencia de Linda Evangelista, que se sometió a una cirugía que salió mal y se recluyó en el ostracismo, nuestra Kimberly pasea su faz henchida de colágeno por todas partes. Y no es para menos, está tocando el cielo con los dedos (como Tontxu) junto a su alfota, un hombre al que conoció cuando aún era joven y tenía muchas lefotas que sorber, razón por la que lo rechazó. Con 69 años, vieja y derroída, ha aceptado que este galán le huela las ropa interior.
BRIGITTE BARDOT: EXTREME CHARIFICATION
A la señora Bardot todo le rezuma el papo, salvo los derechos de los animales. Por eso se permitió llamar lechonaPUTAS a las actrices del 'me too' y se quedó tan fresca. Lo bueno de la extreme charification es que una puede ir por la vida como la loca de los gatos, diciendo lo que le parece, sea una opinión progre o de derechas. A sus 88 años, esta mujer no tiene más que ponerse un camisón, cuatro horquillas en sus pelos electrificados, y acudir a darse un bañito de masas. Sus pedos, siempre prestos a ser olidos por los fans, aún enamoran a su marido, con el que vive feliz y ajena a la papocalipsis. Cató tantos regazos, que sus dueños cogidos de la mano podrían dar tres vueltas al planeta Tierra, pero este comportamiento lorealista permanece sin castigo. Es rica, historia viva del cine con un marido y nietos que legarán sus genes. El Ático y todas sus teorías, reducidos a cenizas.
GOLDIE HAWN: LA REINA DE LAS PIZPIS Y SU PIZPI-MURO
Si hay una actriz que mereció el adjetivo 'pizpi', esa es Goldie Hawn. Pudimos verla hecha una milfona en La fin os sienta tan bien, que a la postre sería un biopic, con casi cincuenta años. Y todavía conservaba un meneo en Enredos de sociedad, camino de los sesenta. Esta actriz, que estuvo amable durante cinco décadas distintas (60's-00's), ha sido falsamente acusada de envejecer mal por operarse de más. Lo cierto es que Goldie ha envejecido, sencillamente, por dejar de operarse. Lo que se aprecia en la tercera foto es el efecto de perder el colágeno de los labios, el resto de la cara tiene las arrugas normales en una mujer de casi ochenta años. Oscarizada y convertida en un icono pop, tras disfrutar de los ****** más fresquísimos del mercado, sentó cabeza con el posicionadito Kurt Russel. Con él lleva más de treinta años y sumando, siendo una de las parejas más felices y longevas de Hollywood. Su secreto: no haberse casado nunca.
OTROS CASOS DE ENMURAMIENTO ORGULLOSO
Pincharse potentes productos químicos en la cara, de manera aleatoria, forma parte del ideal de belleza femenina americano. Pero no todas las estrellas están dispuestas a estirar la piel de sus rostros hasta parecer panderetas que podrían ser tañidas por los pastores al son de un villancico. HELEN MIRREN (77) es un buen ejemplo, ha envejecido logrando mantener su estatus; recibe premios y ovaciones que mantienen su autoestimita intacta. Ser lorealista en la tercera edad es posible. Que se lo preguntan a JANE FONDA, la inolvidable Barbarella luce sus arrugas con el orgullo de una vieja demócrata cada vez más vieja y más demócrata. El feminismo está despertando a todas las lagartas hibernantes del sistema, que salen orgullosas a mostrar su WALL PRIDE, lo que tendrá efectos inmediatos en el emputecimiento femenino a coste cero. Por desgracia, algunas alienadas como Linda Evangelista, nos ponen palos en las ruedas con su actitud patriarcal:
Quedar hecha un mostrenco por una liposupción no es óbice para recluirse en casa, por lujosa y amplia que esta sea. La exmodelo Linda debería hacer honor a su apellido y evangelizar, mostrar al mundo que el éxito económico y el carrusel no tienen consecuencias. Si fuese capaz de superar sus inseguridades, comprendería lo que ya saben el ciborg de Esther Cañadas y la drogodependiente Laura Ponte. Ambas lucen derroídas nivel Dios pero no se ocultan al mundo. Viven sin dar palo, ***ándose mañacos de fresquísimo platanón (Cañadas) o sorbiendo lefotas de toyboys (Ponte), pues salir con hombres que podrían ser tu nieto ahora se considera trendy.
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Al igual que las humedades en las paredes provocan fluctuaciones en las populares Caras de Bélmez, el rostro de Kim Basinger muta: que si un pómulo se le sube, que si un ojo se le cierra... esa carita está lo que se dice «tente mientras cobro». Sin embargo, la consideramos un ejemplo de WALL PRIDE porque, a diferencia de Linda Evangelista, que se sometió a una cirugía que salió mal y se recluyó en el ostracismo, nuestra Kimberly pasea su faz henchida de colágeno por todas partes. Y no es para menos, está tocando el cielo con los dedos (como Tontxu) junto a su alfota, un hombre al que conoció cuando aún era joven y tenía muchas lefotas que sorber, razón por la que lo rechazó. Con 69 años, vieja y derroída, ha aceptado que este galán le huela las ropa interior.
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Si hay una actriz que mereció el adjetivo 'pizpi', esa es Goldie Hawn. Pudimos verla hecha una milfona en La fin os sienta tan bien, que a la postre sería un biopic, con casi cincuenta años. Y todavía conservaba un meneo en Enredos de sociedad, camino de los sesenta. Esta actriz, que estuvo amable durante cinco décadas distintas (60's-00's), ha sido falsamente acusada de envejecer mal por operarse de más. Lo cierto es que Goldie ha envejecido, sencillamente, por dejar de operarse. Lo que se aprecia en la tercera foto es el efecto de perder el colágeno de los labios, el resto de la cara tiene las arrugas normales en una mujer de casi ochenta años. Oscarizada y convertida en un icono pop, tras disfrutar de los ****** más fresquísimos del mercado, sentó cabeza con el posicionadito Kurt Russel. Con él lleva más de treinta años y sumando, siendo una de las parejas más felices y longevas de Hollywood. Su secreto: no haberse casado nunca.
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