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Será en Octubre
La explosión en el puente de Kerch abre un nuevo capítulo en la guerra: ¿puede Rusia responder?
Aunque desde Kiev no han reconocido oficialmente la autoría de este ataque, las reacciones oficiales no están ocultando su alegría por la destrucción de esta infraestructura
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La explosión en el puente de Kerch abre un nuevo capítulo en la guerra: ¿puede Rusia responder?
Aunque desde Kiev no han reconocido oficialmente la autoría de este ataque, las reacciones oficiales no están ocultando su alegría por la destrucción de esta infraestructura
No había apenas terminado el día del 70 cumpleaños de pilinguin cuando el puente de Kerch, que une la ocupada península de Crimea con territorio de la Rusia continental, quedó seriamente dañado por una presunta explosión de la que todavía no se conocen más detalles. Según las imágenes y vídeos disponibles, una de las vías del puente, la de paso para vehículos, ha quedado destruida, mientras que la vía paralela, para el tras*porte ferroviario, ha sufrido grandes daños.
Este nuevo desarrollo en el terreno militar implica un duro golpe para Rusia, tanto en la parte emocional (el puente es un símbolo del poderío ruso y su presencia en Crimea) como en lo específicamente militar, afectando a una de las principales vías de suministro y refuerzos para la península y las zonas ocupadas por Rusia en el sur de Ucrania. Además de demostrar que Ucrania tiene la capacidad de atacar objetivos estratégicos cada vez más lejos de su territorio controlado. Se abre aquí en una nueva etapa en la guerra en la que Ucrania ha ejercido un golpe maestro que pone a Rusia en la obligación de responder... o ceder.
Aunque Kiev no ha reconocido oficialmente la autoría del ataque, las reacciones oficiales no están ocultando su alegría por la destrucción del puente, entendida como un primer paso para una ofensiva mayor. "Crimea, el puente, el principio. Todo lo ilegal debe ser destruido, todo lo robado debe ser devuelto a Ucrania, todo lo ocupado por Rusia debe ser expulsado", ha declarado Mykhailo Podoliak, asesor de Volodímir Zelenski.
La voladura del puente de Crimea señala que nos encontramos en el momento más peligroso de toda la guerra. Si -como todo parece indicar, a juzgar por las reacciones oficiales desde Kiev- se confirma la autoría ucraniana, el líder ruso Vladímir pilinguin se verá obligado a responder de algún modo significativo. O Moscú escala ahora, o probablemente no lo hará nunca.
Porque para Rusia, Crimea es mucho más importante que cualquiera de los otros territorios ucranianos recientemente anexionados. Perder cualquiera de ellos supondría un importante torpedo al prestigio imperial ruso, pero nada comparable a un avance ucraniano sobre esta península, que la Federación Rusa integró a la fuerza en su territorio ya en 2014. La construcción del puente sobre el estrecho de Kerch le costó a las arcas rusas unos 3.600 millones de euros de la época. A ojos de la población rusa, Crimea es Rusia.
Para Rusia, Crimea es mucho más importante que cualquiera de los otros territorios ucranianos recientemente anexionados
A diferencia de regiones como Jersón o Zaporiyia, la península está llena de colonos rusos que se han instalado allí en todos estos años y que la han convertido en su hogar. Los ataques sobre instalaciones militares rusas en territorio crimeano este verano llevaron a algunos a marcharse con la marea de turistas que huían presas del pánico. Ahora, la explosión en el puente está produciendo largas colas de vehículos de residentes que tratan de salir, sin saber muy bien por dónde. Y, sin embargo, esos ataques -contra una base aérea en Saki- no generaron entonces una respuesta específica de Rusia, pese a considerar Crimea "territorio ruso" y línea roja.
Rusia construyó el puente apenas dos años después de la ocupación y anexión de Crimea, como una vía logística clave -es toda una obra de ingeniería de casi 18 kilómetros de largo, el puente más largo de Europa- pero también como un elemento publicitario y símbolo de orgullo para Rusia que subrayaba el poder del Kremlin y la rusificación de la península.
La construcción del puente en 2018 fue para los ucranianos un durísimo golpe psicológico, pero también físico. El pasado diciembre, apenas dos meses antes de que Rusia avanzara sus primeros tanques hacia Kiev, este diario entrevistaba en Mariúpol al director del puerto, Igor Barskyi, quien explicaba que los rusos habían construido un puente tan bajo que impedía que muchos de los barcos cargados de acero del Donbás ucraniano pudieran pasar por el Mar de Azov, activamente ahogando parte de la economía ucraniana. El puente de Kerch era así un dedo levantado contra los ucranianos, que han pedido en numerosas ocasiones su demolición y lo han visto desde el inicio de la oleada turística a gran escala como un objetivo legítimo.
Todavía no está claro el alcance de los daños en el puente. Algunos expertos sugieren que el colapso de varias secciones bien diferenciadas de la estructura sugiere al menos dos explosiones, que podrían deberse al uso de sistemas de artillería de largo alcance, como los HIMARS o, más probablemente, los ATACMS suministrados recientemente por EEUU a Ucrania. Algunos funcionarios rusos hablan de la detonación de un vehículo bomba sobre la estructura, si bien varios especialistas han señalado que es dudoso que este tipo de deflagración pudiese provocar el tipo de destrucción que puede verse en el puente, donde gran parte de la potencia de la explosión se difumina al estar al aire libre.
Golpe de Kiev y aislar suministros
Y si Ucrania ha decidido dar este paso con el que lleva amenazando desde el principio de la guerra, las implicaciones son enormes. Militarmente, el golpe ha sido casi quirúrgico contra la principal vía de abastecimiento y de entrada de refuerzos desde Rusia tanto a la propia península de Crimea como al frente de Jersón en el sur. Con el puente caído y la vía férrea temporalmente dañada, las tropas desplegadas en Crimea podrán ser reabastecidas navalmente, pero con muchas más dificultades.
El ataque contra el puente de Kerch coincide también con otros ataques casi simultáneos en los próximos días que nos dibujan un panorama desolador para las tropas rusas, en el que los ucranianos están intentando -y consiguiendo- bloquear todas las rutas de acceso de suministros y refuerzos a Crimea y la zona de Jersón. Hace tres días, fuerzas ucranianas bombardearon intensamente vías férreas en Tokmak, en el área entre Melitopol y Donetsk, y la principal ruta de abastecimientos entre el este controlado por los rusos y las zonas ocupadas en el sur. Sin esa vía de suministros, las tropas rusas que todavía controlan la zona del sureste quedarán bloqueadas. El mapa que dejan estos bombardeos apuntan a la intención de Ucrania de crear "bolsas" rusas que no podrán recibir refuerzos antes de una fuerte ofensiva desde, por ejemplo, Zaporiya, hacia el sur.
Además, señala -como ya adelantó el ataque contra el aeródromo militar ruso en Saki, en Crimea- que Ucrania tiene ya los medios para atacar cada vez más lejos de sus posiciones. Aunque las primeras hipótesis aireadas por la televisión rusa han preferido apuntar a un camión cargado de explosivos, las características de la explosión apuntan más a un ataque combinado de misiles.
Pero más allá del terreno puramente de movimientos militares, Kiev muestra que considera la recuperación de Crimea como uno de sus objetivos en esta guerra defensiva. Esto no es baladí, puesto que en los últimos días, al calor de las amenazas nucleares de pilinguin, algunos líderes occidentales en activo o retirados han vuelto a hablar de la necesidad de dejar al Kremlin una salida que le permita salvar la cara. La excanciller alemana Angela Merkel dijo esta semana que había que tomarse en serio las palabras de pilinguin, y que no es posible una paz duradera en Europa sin Rusia.
Más importantes aún han sido los comentarios del presidente estadounidense Joe Biden, quien ha dicho que pilinguin "no bromea cuando habla sobre el uso potencial de armas nucleares tácticas, o armas biológicas o químicas" y que EEUU está "intentando determinar cuál es la estrategia de salida de pilinguin. ¿Dónde puede encontrar una salida?". Esto, sumado a algunas recientes acciones diplomáticas, han hecho temer a muchos partidarios de Ucrania que sus aliados podrían estar considerando la posibilidad de una solución negociada aceptable para el Kremlin, ahora en un momento de debilidad, pero que forzaría a Kiev a aceptar importantes concesiones, como el tener que renunciar a Crimea.
Nominalmente, EEUU y otros socios importantes han expresado el derecho de Ucrania a recuperar la península. La paradoja, además, es que este tipo de posicionamientos públicos se han multiplicado tras la anexión rusa de las otras cuatro regiones ucranianas -Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia-, lo que ha contribuido a diluir una supuesta "excepcionalidad de Crimea" que incluso el gobierno de Kiev aceptaba antes a regañadientes, cuando sus objetivos militares se limitaban a "liberar el territorio anterior a las fronteras del 24 de febrero".
Esa es una pregunta clave. ¿Seguirá tan adamantino el apoyo occidental a Ucrania si la contraofensiva avanza más allá de las fronteras del 24 de febrero, esperando reconquistar territorio controlado por Rusia o sus fuerzas 'proxy' desde 2014 o delineada en los acuerdos de Minsk? Ante esta pregunta, fuentes de alto nivel de la Comisión Europea apuntaron a El Confidencial que "no van a decir a Ucrania cómo tienen que llevar su ofensiva".
Sin embargo, a medida que la posibilidad de una escalada incontrolada se vuelve más real, los objetivos de Kiev y los de sus socios podrían empezar a divergir. En ese sentido, la reciente filtración por parte de los servicios de inteligencia de EEUU de que al menos una parte del gobierno ucraniano estaría detrás del atentado contra los Dugin en Moscú, podría interpretarse como un intento estadounidense de trazar una línea roja, previniendo a Kiev para que no vaya por libre en sus ataques no convencionales contra Rusia. Al atacar el puente de Kerch, Ucrania estaría señalando a los partidarios del apaciguamiento que -en la coyuntura actual, cada vez más favorable a sus fuerzas armadas- Crimea es un objetivo irrenunciable.
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