Todo es verdad. Franco fue un nacional socialista católico, más socialista que ningún gobierno del PSOE. Más nacional que ninguno del PP. Fue un hombre honrado que levantó el país. En lo único en que no coincido con él son sus valores cristianos, también de su tiempo. Y aún así, en los 60 y los 70 se vestían minifaldas que quitaban el hipo. Faltó una Ley del divorcio y poco más.
Yo también fui engañado de chaval por la educación y el cine progre. Recuerdo sentir rabia cuando veía perder a la República la guerra contra los nacionales.
Luego no podía comprender cómo se podían hacer las cosas tan mal. ¿Por qué un país con los problemas de nacionalismo de España basaba su construcción nacional en CCAAs? ¿Cómo se podía ser tan torpe?
Ahora, ya con canas, comprendo que cuando algo te parece muy absurdo, es solo porque te faltan piezas del puzzle. España sufrió la conspiración ****o-masónica que tanto se ridiculizó (y se ridiculiza) desde la izquierda al principio, todos ahora. Un proceso de generaciones para debilitar y destruir a un competidor en el mercado internacional. Ni más, ni menos.
No somos únicos. Muchos otros países han sufrido esto antes, y lo sufren hoy en día. Que le pregunten a Libia, Egipto, Siria, Ucrania... la lista es infinita. Solo las culturas más fuertes e inteligentes evitan su fagocitación en una lucha diaria que, desde la caída de la URSS, se paga con sangre.
Franco fue lo bastante hábil como para mantener a España independiente y libre. Era un ejercicio complejísimo de contentar a unos y a otros. De ser sutil. Tan pronto como murió, Carrero Blanco no supo continuarlo. Quiso parar de frente al tren yanki, y el resultado fue que el tren lo arrolló a él, y al futuro del país. Franco se hubiera puesto de perfil, como hizo tantas veces antes. Felipe se vendió directamtente al Capital internacional. Aznar se puso soberbio y eso le costó a los españoles 200 muertos e incontables heridos. El galllego era muy, muy hábil, y las torpezas de los que han venido detrás subrayan esa habilidad para quien sepa verla.
La gente está ciega, con la cabeza comida por el dogma de auto-repruebo que les han metido desde que eran unos niños. No se puede hacer nada. El país va a acabar pobre y perversos. El día que sus plantas de automóviles -ya todas extranjeras- sean desmanteladas, no quedará industria en el país.
Nuestros competidores trabajan a largo plazo. Miden el tiempo en décadas. Como ocurre en algunas misiones espaciales, sus objetivos, sus planes, se desarrollan durante generaciones.
Un líder como Franco fue algo excepcional, algo que solo sucede cada muchas generaciones. Un líder honrado, sin otra ambición que hacer próspero a su pueblo y grande a su país, su cultura. Como no podía ser de otra manera, nuestros enemigos nos enseñaron a odiarlo, a despreciar su trabajo y su legado. A nuestras élites les callaron la boca con el ejemplo de Carrero Blanco: el que se mueva de la foto, salta por los aires. Haz negocios, sigue siendo rico, y no te metas en problemas. Era demasiado tentador.
Un hombre que siempre ha vivido muy bien me dijo: "Yo siempre he ganado dinero y vivido bien. Con unos, y con otros". Eso es todo lo que nos queda. La prosperidad individual. Como colectivo hemos sido fagocitados por el Nuevo Orden Mundial. Casi es mejor. Otros pueblos más orgullosos y fuertes, por el momento, como Francia y Alemania, o incluso Turquía, se resisten. Las consecuencias están todos los días en los telediarios para quién sepa verlas.
Ya decía Quevedo aquello de "Me duele España". A mi lo que me ha terminado de apartar de ella son los propios españoles. Ver a mis compatriotas tragándose todas las mentiras, toda la manipulación. Ahí es donde perdí la esperanza. Recuerdo a España como a un familiar que se fue: sus gestas, la increíble historia que construyeron nuestros abuelos. Hombres excepcionales que durante siglos mantuvieron a un país de difícil orografía, suelos pobres y escasa población, en los descubridores primero y los amos del mundo después.
Y ya no siento dolor. Porque he dejado de escuchar a los mentirosos que tratan de manipularme para que desprecie y odie mi cultura. Porque se la verdad y, desde ella, los recuerdos de una cultura tan grande se vuelven dulces. Nunca más amargos.
Tuvimos nuestro momento, y fuimos sustituidos por otros, sustituidos a su vez. Es la rueda de la historia que no deja de girar. Ahora es toda la Cultura occidental la que se va por el sumidero. el desastre español es solo una ficha más del dominó: es todo Occidente el que va a ser destruido. Somos las últimas generaciones de romanos presenciando como el Imperio se hunde y llegan los bárbaros.
Quién sepa, que recuerde y viva su vida lo mejor que pueda. Saber la verdad es un gran bálsamo. No discutan con los necios. Ignoren los altavoces de la mentira. Vivan su vida asumiendo que Roma no puede salvarse, pero ustedes, sus hijos y sus nietos sí pueden.
Y sean muy felices. Esa, al fin y al cabo, es la única victoria real.
