Mikken
Himbersor
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Pues ya se desvela una capa más del asunto...
LA VANGUARDIA
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
Joaquín Vera
08/11/2024 06:00 |Actualizado a 08/11/2024
Marina e Irati, dos enfermeras vascas que no llegan a la treintena, se preparaban a primera hora de ayer en un colegio público de Paiporta para salir a limpiar las calles aún anegadas por el barro que arrastró la DANA. La escena era propia de los tiempos de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del cobi19, en los que la sociedad se familiarizó con los EPI o aprendió a distinguir tipos de mascaras: equipo de protección desechable, botas de agua hasta las rodillas, guantes de doble capa, mascarilla y gafas de seguridad. Y todo ello sellado con interminables vueltas de cinta aislante.
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
“No pensábamos que necesitaríamos tanta protección, pero cuando llegamos alucinamos”, explican las jóvenes, que advierten del riesgo de contraer infecciones por agua y barro contaminado que corren los vecinos sin formación necesaria y equipamiento específico. Seis calles más abajo –por las que el lodo parece que no para de brotar del suelo pese a la actividad incesante–, en el centro de salud, empiezan a acumularse los casos de gastroenteritis.
fVideo
Así están trabajando cientos de voluntarios para evitar infecciones por el agua estancada de la DANA
Diez días después de la destructiva gota fría, en el epicentro de la ruina parece no haber pasado el tiempo. Sigue siendo una odisea llegar a Paiporta, donde la maquinaria pesada aparece a cuentagotas. Lo primero que llama la atención puede ser el nivel de barbarie que dejó el barro, el olor insoportable o quizá que el nivel del agua sigue sobrepasando las rodillas de los voluntarios. Pero si se va a los detalles –de los que antes han avisado las enfermeras– pronto se empieza a percibir cómo una buena parte de los vecinos barren el fango sin mascarilla, con los brazos descubiertos y con pequeñas heridas al aire, que se han ido acumulado por el duro esfuerzo diario. “Las heridas son una puerta para las infecciones. Y más en un agua que está contaminada hasta los topes”, alerta de nuevo la sanitaria, que se ha echado a sus espaldas una mochila cargada de apósitos para curar cortes, rozaduras, arañazos, brechas…
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
Vecinos de Paiporta y voluntarios del resto de la geografía se ofenden –con todo la legitimidad del mundo– si se les pregunta, después de haberlo perdido todo, si se están protegiendo lo suficiente para evitar infecciones. Los mismos se resignan si se les explica al foco de infección terrible que se exponen por su falta de medidas higiénicas. Y se enfurecen –también cargados con sus razones– si se les consulta si están al tanto de las recomendaciones sobre salud pública emitidas por la Generalitat. Un documento, rubricado también por el Ministerio de Sanidad, en el que se desaconseja participar en labores de limpieza a población vulnerable, lavarse las manos frecuentemente con agua limpia y jabón, usar calzado de goma y abrir ventanas y puertas para ventilar.
Entre el trasiego de cadenas humanas tras*portando espuertas repletas de barro, puestos con donaciones y mezcla de uniformes –de los bomberos de Madrid a los policías de Cartagena, pasando por los militares de la UME o los miembros de Protección Civill– se cruzaban ayer parejas de médicos y enfermeros que están visitando a enfermos que no pueden salir de sus domicilios. A los crónicos, o recién operados, se están sumando casos de gastroenteritis, aunque las autoridades sanitarias rehúsan por el momento hablar de brotes.
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
En el centro de salud, la Conselleria de Sanitat ha impuesto mordazas a sus sanitarios para no hablar con los medios de comunicación. Sin embargo, un rápido vistazo al cuaderno en el que apuntan la primera valoración permite leer palabras que dan cuenta de la situación: náuseas, vómitos, dolor intestinal, diarrea…
Ya casi a la salida del pueblo, en un local destartalado sin puertas, se puede leer escrito en un cartel “Veterinario”. Allí llevan días improvisando una consulta, a la vez que buscan otro lugar más seguro de los pillajes, en la que atienden urgencias de mascotas que también están sufriendo las consecuencias de los parásitos que pueblan el lodo. Alba Pedregosa, veterinaria de urgencias y cuidados intensivos, cuenta que un enorme número de clínicas de la zona no pueden dar soporte a causa de la DANA, por lo que están atendiendo a urgencias, que ahora también se centran en los vómitos y diarreas, además de las enfermedades crónicas.
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
El lunes, tres mascotas tuvieron que ser trasladadas de Paiporta al hospital, según informa Pedregosa, quien recomienda –aunque a veces sea “altamente complicado”– no sacar a las mascotas a las calles embarradas, sustituyendo esos paseos por la utilización, cuando se pueda, de las terrazas de los últimos pisos de los bloques. “Está siendo una locura”, exclama, con un gesto que se puede interpretar como que esto no será un problema de unos días.
Joaquín Vera
Periodista especializado en información de Interior, Seguridad y Terrorismo
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Redactor de la sección de Política de La Vanguardia. A cargo de la información de Interior y Defensa, con el foco en la Seguridad y el Terrorismo
El turno de las infecciones por fango de la DANA
Marina e Irati, dos enfermeras vascas que no llegan a la treintena, se preparaban a primera hora de ayer en un colegio público de Paiporta para salir a limpiar
www.lavanguardia.com
LA VANGUARDIA
El turno de las infecciones por fango de la DANA
Vecinos y voluntarios en Paiporta, epicentro de la DANA, empiezan a contagiarse con el lodo contaminado ante la falta de medidas de higiene y equipos de protección
Un rayo de luz en la zona olvidada de la DANA
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
Joaquín Vera
08/11/2024 06:00 |Actualizado a 08/11/2024
Marina e Irati, dos enfermeras vascas que no llegan a la treintena, se preparaban a primera hora de ayer en un colegio público de Paiporta para salir a limpiar las calles aún anegadas por el barro que arrastró la DANA. La escena era propia de los tiempos de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del cobi19, en los que la sociedad se familiarizó con los EPI o aprendió a distinguir tipos de mascaras: equipo de protección desechable, botas de agua hasta las rodillas, guantes de doble capa, mascarilla y gafas de seguridad. Y todo ello sellado con interminables vueltas de cinta aislante.
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
“No pensábamos que necesitaríamos tanta protección, pero cuando llegamos alucinamos”, explican las jóvenes, que advierten del riesgo de contraer infecciones por agua y barro contaminado que corren los vecinos sin formación necesaria y equipamiento específico. Seis calles más abajo –por las que el lodo parece que no para de brotar del suelo pese a la actividad incesante–, en el centro de salud, empiezan a acumularse los casos de gastroenteritis.
Así están trabajando cientos de voluntarios para evitar infecciones por el agua estancada de la DANA
Diez días después de la destructiva gota fría, en el epicentro de la ruina parece no haber pasado el tiempo. Sigue siendo una odisea llegar a Paiporta, donde la maquinaria pesada aparece a cuentagotas. Lo primero que llama la atención puede ser el nivel de barbarie que dejó el barro, el olor insoportable o quizá que el nivel del agua sigue sobrepasando las rodillas de los voluntarios. Pero si se va a los detalles –de los que antes han avisado las enfermeras– pronto se empieza a percibir cómo una buena parte de los vecinos barren el fango sin mascarilla, con los brazos descubiertos y con pequeñas heridas al aire, que se han ido acumulado por el duro esfuerzo diario. “Las heridas son una puerta para las infecciones. Y más en un agua que está contaminada hasta los topes”, alerta de nuevo la sanitaria, que se ha echado a sus espaldas una mochila cargada de apósitos para curar cortes, rozaduras, arañazos, brechas…
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
Vecinos de Paiporta y voluntarios del resto de la geografía se ofenden –con todo la legitimidad del mundo– si se les pregunta, después de haberlo perdido todo, si se están protegiendo lo suficiente para evitar infecciones. Los mismos se resignan si se les explica al foco de infección terrible que se exponen por su falta de medidas higiénicas. Y se enfurecen –también cargados con sus razones– si se les consulta si están al tanto de las recomendaciones sobre salud pública emitidas por la Generalitat. Un documento, rubricado también por el Ministerio de Sanidad, en el que se desaconseja participar en labores de limpieza a población vulnerable, lavarse las manos frecuentemente con agua limpia y jabón, usar calzado de goma y abrir ventanas y puertas para ventilar.
Entre el trasiego de cadenas humanas tras*portando espuertas repletas de barro, puestos con donaciones y mezcla de uniformes –de los bomberos de Madrid a los policías de Cartagena, pasando por los militares de la UME o los miembros de Protección Civill– se cruzaban ayer parejas de médicos y enfermeros que están visitando a enfermos que no pueden salir de sus domicilios. A los crónicos, o recién operados, se están sumando casos de gastroenteritis, aunque las autoridades sanitarias rehúsan por el momento hablar de brotes.
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
En el centro de salud, la Conselleria de Sanitat ha impuesto mordazas a sus sanitarios para no hablar con los medios de comunicación. Sin embargo, un rápido vistazo al cuaderno en el que apuntan la primera valoración permite leer palabras que dan cuenta de la situación: náuseas, vómitos, dolor intestinal, diarrea…
Ya casi a la salida del pueblo, en un local destartalado sin puertas, se puede leer escrito en un cartel “Veterinario”. Allí llevan días improvisando una consulta, a la vez que buscan otro lugar más seguro de los pillajes, en la que atienden urgencias de mascotas que también están sufriendo las consecuencias de los parásitos que pueblan el lodo. Alba Pedregosa, veterinaria de urgencias y cuidados intensivos, cuenta que un enorme número de clínicas de la zona no pueden dar soporte a causa de la DANA, por lo que están atendiendo a urgencias, que ahora también se centran en los vómitos y diarreas, además de las enfermedades crónicas.
Visita a Paiporta una de las poblaciones mas afectadas.
(Xavi Jurio / Propias)
El lunes, tres mascotas tuvieron que ser trasladadas de Paiporta al hospital, según informa Pedregosa, quien recomienda –aunque a veces sea “altamente complicado”– no sacar a las mascotas a las calles embarradas, sustituyendo esos paseos por la utilización, cuando se pueda, de las terrazas de los últimos pisos de los bloques. “Está siendo una locura”, exclama, con un gesto que se puede interpretar como que esto no será un problema de unos días.
Joaquín Vera
Periodista especializado en información de Interior, Seguridad y Terrorismo
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Redactor de la sección de Política de La Vanguardia. A cargo de la información de Interior y Defensa, con el foco en la Seguridad y el Terrorismo