Noticia: Vecinos de valencia :de tenerlo todo a ir al banco de alimentos

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Vivir en un pueblo sin comercio: “Nuestro dinero no tiene utilidad”​

La Torre sigue en estado de shock. Los vecinos viven del banco de alimentos, reclaman ayudas urgentes y posponen el duelo por las víctimas mortales del pueblo​

Los vecinos limpian uno de los negocios de La Torre

Los vecinos limpian uno de los negocios de La Torre / C.MORENO

Claudio Moreno

Claudio Moreno
València 05 NOV 2024 13:09 Actualizada 05 NOV 2024 13:18
La Torre es la boca del infierno. El primer punto de la zona cero tras la frontera natural –y ahora emocional– de la V30. Lo primero que se encuentran los miles de jóvenes que acuden cada día al auxilio de los afectados por la Dana es una parroquia con una gran cola de gente en la puerta. Son vecinos de La Torre. “Nos hemos quedado sin comercios. Nuestro dinero aquí no tiene utilidad”, comenta José. “Yo vengo a por una cuchilla de afeitar, algo de conservas, un trozo de pan”.

Algunas zonas de La Torre continúan arrasadas una semana después

Algunas zonas de La Torre continúan arrasadas una semana después / C.MORENO
Una semana después de la mayor catástrofe meteorológica del país, los residentes de esta pedanía de València siguen sin ver la luz. En la cola hay lágrimas y abrazos espontáneos. Caras de agotamiento. La mayoría de los vecinos y vecinas jamás se habían visto en la tesitura de tener que acudir a un banco de alimentos para sobrevivir. En la plaza hay un punto sanitario con tres médicos y dos pediatras del Hospital Peset. También hay decenas de policías, muchos de ellos procedentes de Madrid. De lejos parece un checkpoint.
El alcantarillado sigue anegado de agua y fango

El alcantarillado sigue anegado de agua y fango / C.MORENO
Isabel Tortajada –del albergue Sant Joan de Deu de València– coordina el reparto de los miles de kilos de comida y agua almacenados en la iglesia. Dice que el pueblo sigue en la primera fase de la tragedia. “De momento la gente está preocupada por ver cómo sale adelante cada día. Gestionando hipotecas o la limpieza de sus pequeños comercios. Pero aquí hay un tema importante de salud mental, porque mucha gente sigue con el miedo metido en el cuerpo. Cuando acabemos con este primer proceso tocará pasar el duelo por las víctimas mortales”.

Conversación entre Pepe y Jesús. En la pared se aprecia la marca de la riada

Conversación entre Pepe y Jesús. En la puerta se aprecia la marca de la riada / C.MORENO
En un garaje de la calle Mariano Brull fallecieron siete personas. Pepe vive justo enfrente y conocía a una de las víctimas, María Benet. Fue todo muy rápido. Algunas personas fueron a rescatar su coche y no lograron salir. El vecino de La Torre pide justicia para ellos y todos los afectados por una catástrofe de la que aún se dirimen responsabilidades. El debate político gotea sobre el pueblo en forma de indignación. “Esto ha sido un abandono absoluto; en una semana no han hecho nada y ahora veremos las ayudas cómo llegan. Si llegan”.

El lodo arrasa un colegio estrenado en septiembre tras años de barracones
Es una de las preocupaciones compartidas ahora mismo por la pedanía. Ángel vive en la avenida Real de Madrid y tiene una sábana colgada de su vivienda unifamiliar donde ha escrito: “Ayudas ya”. Cuando piensa en los comercios se echa a llorar –es habitual que los vecinos de la zona cero se rompan al hablar, el drama sigue a flor de piel–. Este extremeño afincado en La Torre dice que la solidaridad ha sido desbordante pero insuficiente en términos económicos. Donde no llegan los chavales aún se espera a las instituciones. “Hemos perdido todo el tejido comercial. El horno tradicional, las tres farmacias, los bares y restaurantes, el supermercado… Esa gente ahora mismo está en la encrucijada de intentar reabrir el negocio o cesar la actividad indefinidamente. Necesitan dinero para vivir estos meses sin trabajo y necesitan ayudas para invertir en comercios de los que nos nutrimos todos los vecinos”, reflexiona.
Protestas contra los políticos en La Torre / C.MORENO
Uno de los locales que se han perdido temporalmente es el bar-bocatería La Piedra. Su propietario pudo acudir ayer por primera vez desde Picassent y cuando levantó la persiana tenía un metro de fango. La cocina estaba completamente destruida, con el frigorífico encajado en horizontal un metro sobre el suelo. La comida se había podrido. Jesús cuenta que lleva 11 años con el negocio, su único sustento. Aún le quedan tres años para jubilarse. Y tiene un ejército de amigos y voluntarios limpiando porque su idea es reabrir en cuanto se pueda. “A ver cuánto nos da el seguro”.
Colas en el banco de alimentos de La Torre / C.MORENO
Sobre ayudas también habla Reme, apoyada en el quicio de su puerta. Dice que hay mucha rumorología sobre los importes que maneja el consorcio para los afectados. Todo lo que suena es escaso para recuperar viviendas enfangadas. “Esta zona es la más afectada –vive al lado del citado garaje–, hemos tenido que tirarlo casi todo y no sabemos cómo vamos a recuperarnos. De momento funcionamos con lo que nos dan en el banco de alimentos”, añade. casa de Francisco, en una de las calles más afectadas / C.MORENO
En la jerarquía de inquietudes una segunda residencia aparece a media tabla y los hobbies muy al final. Pero también de eso hay. Francisco se estaba restaurando una casa heredada para mudarse allí con sus padres, pero la planta baja es una balsa de barro. No la tiene asegurada. Se lo toma con filosofía porque conoce la dimensión del drama. Este camionero se quedó a 300 metros del socavón de la A3 y en Paiporta ha perdido a Voro y Emilia,



 
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