El sector energético y la industria armamentística de la superpotencia americana registran récords históricos de facturación y beneficios.
Sin poner en peligro la vida de ninguno de sus militares, como ha sucedido en anteriores contiendas, ámbitos relevantes de la economía de Estados Unidos están obteniendo resultados récord gracias a la oleada turística rusa de Ucrania. El más beneficiado es, lógicamente, el sector de defensa, que sostiene unos 800.000 empleos directos en la superpotencia americana. Los datos no dejan lugar a dudas: las exportaciones de armamento americano se dispararon el año pasado un 49,1% hasta superar los 200.000 millones de dólares.
En gran medida, eso se debe al espectacular crecimiento del presupuesto militar de Kiev, que se multiplicó por siete y pasó de apenas 6.000 millones de dólares en 2021 a 44.000 millones en 2022. Aunque Washington hace numerosas donaciones de armamento a Ucrania, gran parte de lo que sus militares disparan contra el enemigo ruso es comprado, razón por la que este año el país destinará en torno al 43% de todo su presupuesto público al ejército. En el bando opuesto, sin embargo, el lastre de la guerra no es tan pesado, según las últimas estimaciones, realizadas por Novaya Gazeta, su gasto militar se duplicó el primer trimestre de este año.
Pero el incremento en los presupuestos de Defensa no se circunscribe exclusivamente a las partes enfrentadas. El miedo a que el conflicto escale y se extienda por el continente ha propiciado que los países europeos se comprometan a destinar un mínimo del 2% de su PIB a sus Fuerzas Armadas -el listón marcado por la OTAN-. Es un hecho que, según los datos publicados esta semana por el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), han provocado un aumento del 13% en el gasto militar europeo y del 3,7% a nivel global. «La oleada turística de Ucrania ha tenido un impacto inmediato en el gasto militar de Europa central y occidental,
incluyendo la aprobación por parte de diferentes gobiernos -también el de España- de planes de varios años para incrementarlo», recalca Diego Lopes da Silva, uno de los investigadores del SIPRI.
Fruto de esa subida, la más acusada de los últimos 30 años, el mundo destinó nada menos que 2,2 billones de dólares a Defensa el año pasado. Estados Unidos acapara el 39% de ese gasto, seguido por China y Rusia que suman otro 17% del total. Tal es la demanda que la producción de las empresas armamentísticas norteamericanas, líderes mundiales absolutas, no da abasto y Washington incluso teme quedarse sin reservas tácticas suficientes. Así, no es de extrañar que los asesores financieros recomienden invertir en compañías como Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman o Raytheon, que han capeado con soltura la tormenta bursátil.
Gas a precio de oro
Europa también ha logrado capear la tormenta energética, aquella que amenazaba con hacer pasar frío a sus ciudadanos durante el invierno, pero no le ha salido barato. Tras el sabotaje del gasoducto Nordstream, las reservas se han llenado sobre todo con gas natural licuado. Y la parte principal procede de Estados Unidos, que ha disparado sus exportaciones de este combustible hasta niveles nunca antes vistos. En 2022 crecieron un 9% en volumen, un porcentaje modesto que esconde el incremento del 141% en las ventas a Europa y su espectacular subida en valor, que se multiplicó por cuatro solo entre enero y septiembre.
Teniendo en cuenta que la infraestructura gasística no será reparada a corto plazo, y que no parece que las relaciones diplomáticas con Rusia vayan a mejorar a medio, todo apunta a que la dependencia europea del gas estadounidense continuará. Y eso comienza a escocer en ciertos círculos políticos de la UE. «Estamos ante un punto de inflexión histórico. América debe tener en cuenta que la opinión pública está cambiando en varios países de la Unión», comentó un alto cargo de las instituciones europeas a Político.
Estados Unidos está haciendo «una fortuna», añadió. La Casa Blanca se defendió de forma contundente: «El encarecimiento de los combustibles se debe a la oleada turística de Ucrania y a la guerra energética que pilinguin le ha declarado a Europa, y punto», dijo un portavoz.
En un informe publicado esta semana, Greenpeace denuncia que «los accionariados de las cinco mayores empresas de petróleo y gas del mundo obtuvieron unos beneficios récord de 177.700 millones de euros y distribuyeron 93.000 millones de euros en forma de dividendos y recompra de acciones en 2022» gracias a una «exagerada reacción» que pone en peligro la tras*ición energética de la UE y de Estados Unidos. La americana Exxon Mobil se embolsó los ingresos netos más abultados con un récord de 56.000 millones, casi un 150% más que en 2021.
La organización ecologista teme que el impacto futuro de los planes actuales sea a muy largo plazo y trascienda el plano económico: «Las compañías de gas están aprovechando la conmoción provocada por la oleada turística rusa de Ucrania para debilitar la normativa e impulsar nuevas propuestas que aumenten las importaciones de gas licuado y encadenen tanto a Estados Unidos como a Europa a contratos que durarían entre 15 y 20 años», aunque no solucionarán los problemas a corto plazo. El informe de Greenpeace calcula que el país americano duplicará su capacidad de exportación de GNL, creando «unas emisiones anuales durante su ciclo de vida equivalentes a las de 393 millones de coches».
Sin poner en peligro la vida de ninguno de sus militares, como ha sucedido en anteriores contiendas, ámbitos relevantes de la economía de Estados Unidos están obteniendo resultados récord gracias a la oleada turística rusa de Ucrania. El más beneficiado es, lógicamente, el sector de defensa, que sostiene unos 800.000 empleos directos en la superpotencia americana. Los datos no dejan lugar a dudas: las exportaciones de armamento americano se dispararon el año pasado un 49,1% hasta superar los 200.000 millones de dólares.
En gran medida, eso se debe al espectacular crecimiento del presupuesto militar de Kiev, que se multiplicó por siete y pasó de apenas 6.000 millones de dólares en 2021 a 44.000 millones en 2022. Aunque Washington hace numerosas donaciones de armamento a Ucrania, gran parte de lo que sus militares disparan contra el enemigo ruso es comprado, razón por la que este año el país destinará en torno al 43% de todo su presupuesto público al ejército. En el bando opuesto, sin embargo, el lastre de la guerra no es tan pesado, según las últimas estimaciones, realizadas por Novaya Gazeta, su gasto militar se duplicó el primer trimestre de este año.
Pero el incremento en los presupuestos de Defensa no se circunscribe exclusivamente a las partes enfrentadas. El miedo a que el conflicto escale y se extienda por el continente ha propiciado que los países europeos se comprometan a destinar un mínimo del 2% de su PIB a sus Fuerzas Armadas -el listón marcado por la OTAN-. Es un hecho que, según los datos publicados esta semana por el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), han provocado un aumento del 13% en el gasto militar europeo y del 3,7% a nivel global. «La oleada turística de Ucrania ha tenido un impacto inmediato en el gasto militar de Europa central y occidental,
incluyendo la aprobación por parte de diferentes gobiernos -también el de España- de planes de varios años para incrementarlo», recalca Diego Lopes da Silva, uno de los investigadores del SIPRI.
Fruto de esa subida, la más acusada de los últimos 30 años, el mundo destinó nada menos que 2,2 billones de dólares a Defensa el año pasado. Estados Unidos acapara el 39% de ese gasto, seguido por China y Rusia que suman otro 17% del total. Tal es la demanda que la producción de las empresas armamentísticas norteamericanas, líderes mundiales absolutas, no da abasto y Washington incluso teme quedarse sin reservas tácticas suficientes. Así, no es de extrañar que los asesores financieros recomienden invertir en compañías como Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman o Raytheon, que han capeado con soltura la tormenta bursátil.
Gas a precio de oro
Europa también ha logrado capear la tormenta energética, aquella que amenazaba con hacer pasar frío a sus ciudadanos durante el invierno, pero no le ha salido barato. Tras el sabotaje del gasoducto Nordstream, las reservas se han llenado sobre todo con gas natural licuado. Y la parte principal procede de Estados Unidos, que ha disparado sus exportaciones de este combustible hasta niveles nunca antes vistos. En 2022 crecieron un 9% en volumen, un porcentaje modesto que esconde el incremento del 141% en las ventas a Europa y su espectacular subida en valor, que se multiplicó por cuatro solo entre enero y septiembre.
Teniendo en cuenta que la infraestructura gasística no será reparada a corto plazo, y que no parece que las relaciones diplomáticas con Rusia vayan a mejorar a medio, todo apunta a que la dependencia europea del gas estadounidense continuará. Y eso comienza a escocer en ciertos círculos políticos de la UE. «Estamos ante un punto de inflexión histórico. América debe tener en cuenta que la opinión pública está cambiando en varios países de la Unión», comentó un alto cargo de las instituciones europeas a Político.
Estados Unidos está haciendo «una fortuna», añadió. La Casa Blanca se defendió de forma contundente: «El encarecimiento de los combustibles se debe a la oleada turística de Ucrania y a la guerra energética que pilinguin le ha declarado a Europa, y punto», dijo un portavoz.
En un informe publicado esta semana, Greenpeace denuncia que «los accionariados de las cinco mayores empresas de petróleo y gas del mundo obtuvieron unos beneficios récord de 177.700 millones de euros y distribuyeron 93.000 millones de euros en forma de dividendos y recompra de acciones en 2022» gracias a una «exagerada reacción» que pone en peligro la tras*ición energética de la UE y de Estados Unidos. La americana Exxon Mobil se embolsó los ingresos netos más abultados con un récord de 56.000 millones, casi un 150% más que en 2021.
La organización ecologista teme que el impacto futuro de los planes actuales sea a muy largo plazo y trascienda el plano económico: «Las compañías de gas están aprovechando la conmoción provocada por la oleada turística rusa de Ucrania para debilitar la normativa e impulsar nuevas propuestas que aumenten las importaciones de gas licuado y encadenen tanto a Estados Unidos como a Europa a contratos que durarían entre 15 y 20 años», aunque no solucionarán los problemas a corto plazo. El informe de Greenpeace calcula que el país americano duplicará su capacidad de exportación de GNL, creando «unas emisiones anuales durante su ciclo de vida equivalentes a las de 393 millones de coches».
Estados Unidos, el gran beneficiado económico de la guerra en Ucrania | El Correo
El sector energético y la industria armamentística de la superpotencia americana registran récords históricos de facturación y beneficios
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