EL INTERVENTOR
Himbersor
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Jorge Fernández Díaz.- Acaba de estrenarse en España una película sobre Gabriel Amorth, el que fuera durante 30 años hasta su fallecimiento en 2016, el exorcista de la diócesis de Roma, de la que es obispo, el Papa, como es sabido. Tras verla, atraído por el personaje y el cartel que sin duda son de categoría, es obligado escribir sobre ella como «aviso a navegantes» de buena fe, motivados a verla por razones similares.
La cinta tiene el atractivo título de «El exorcista del Papa» y, desde luego, la calidad técnica del film es extraordinaria, y magníficas la fotografía, los efectos especiales propios de la acción del diablo y la interpretación del personaje de Gabriel Amorth por Russell Crowe, famoso por su excelente papel en la película «Gladiator». El film tiene así, en apariencia, todos los ingredientes para no ser una mera película propia del género de terror, sino conseguir tratar con rigor temas tan sensibles como los del diablo y los exorcismos.
La película empieza recordando con solvencia que «el mayor éxito del diablo es que el mundo no crea en su existencia como un ser real, porque así actúa con total impunidad». Todo parece apuntar en la dirección correcta; eso sí, con creciente sorpresa por el llamativo protagonismo de España y la lengua española en el guion. Incluso el escenario central de la acción es una antigua basílica dedicada a san Sebastián en la provincia de Segovia, lo que no parece a priori tener sentido… ¡hasta que se descorre el velo y se entiende todo!
El diablo se emplea allí a fondo por ser un lugar en el que supuestamente la «malvada Inquisición española» habría tenido particular protagonismo al estar poseído su inquisidor por el infernal Asmodeo, que conseguiría así «a partir de 1475» –«casualmente» justo al comienzo del reinado de Isabel la Católica– que toda la misión evangelizadora de España y de defensa de la cristiandad, en realidad fuera toda ella una obra diabólica. Supuestamente en la actualidad el diablo Asmodeo sigue muy activo en ese lugar para poseer al exorcista del Papa y conseguir en la cúspide de la Iglesia de Roma lo obtenido entonces con la monarquía católica española.
Como se ve, un diabólico guion de la leyenda de color antiespañola en estado puro, que ratifica lo que afirmara Benedicto XVI: «El diablo odia a España y quiere destruirla». Precisamente, por conocer la verdad del papel protagonista de España en la evangelización de América y en la defensa de la Iglesia católica ante el cisma luterano.
La AIE, Asociación Internacional de Exorcistas fundada por el P. Amorth, ha descalificado con dureza la película.
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La cinta tiene el atractivo título de «El exorcista del Papa» y, desde luego, la calidad técnica del film es extraordinaria, y magníficas la fotografía, los efectos especiales propios de la acción del diablo y la interpretación del personaje de Gabriel Amorth por Russell Crowe, famoso por su excelente papel en la película «Gladiator». El film tiene así, en apariencia, todos los ingredientes para no ser una mera película propia del género de terror, sino conseguir tratar con rigor temas tan sensibles como los del diablo y los exorcismos.
La película empieza recordando con solvencia que «el mayor éxito del diablo es que el mundo no crea en su existencia como un ser real, porque así actúa con total impunidad». Todo parece apuntar en la dirección correcta; eso sí, con creciente sorpresa por el llamativo protagonismo de España y la lengua española en el guion. Incluso el escenario central de la acción es una antigua basílica dedicada a san Sebastián en la provincia de Segovia, lo que no parece a priori tener sentido… ¡hasta que se descorre el velo y se entiende todo!
El diablo se emplea allí a fondo por ser un lugar en el que supuestamente la «malvada Inquisición española» habría tenido particular protagonismo al estar poseído su inquisidor por el infernal Asmodeo, que conseguiría así «a partir de 1475» –«casualmente» justo al comienzo del reinado de Isabel la Católica– que toda la misión evangelizadora de España y de defensa de la cristiandad, en realidad fuera toda ella una obra diabólica. Supuestamente en la actualidad el diablo Asmodeo sigue muy activo en ese lugar para poseer al exorcista del Papa y conseguir en la cúspide de la Iglesia de Roma lo obtenido entonces con la monarquía católica española.
Como se ve, un diabólico guion de la leyenda de color antiespañola en estado puro, que ratifica lo que afirmara Benedicto XVI: «El diablo odia a España y quiere destruirla». Precisamente, por conocer la verdad del papel protagonista de España en la evangelización de América y en la defensa de la Iglesia católica ante el cisma luterano.
La AIE, Asociación Internacional de Exorcistas fundada por el P. Amorth, ha descalificado con dureza la película.
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Una película diabólica y antiespañola
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