castguer
Madmaxista
Los países llamados ricos no permiten que se produzca desarrollo demográfico alguno, lo evitan siempre que pueden. Han decidido que el modo de reducir la pobreza en los países pobres es matando y haciendo difícil la vida en esos lugares.No se han planteado ni por un momento cambiar el modelo económico.
En España todos los partidos políticos de la monarquía cocotera han aceptado el aborto, y cada gobierno ha ampliado su uso, hasta convertirlo, en la práctica, en método anticonceptivo. Hoy hemos superado los 100.000 abortos anuales. Y es que pensamos como vivimos; si disfrutamos de 23.000 euros de renta per capita, fruto del expolio al 82% de la humanidad, nadie puede extrañarse que se justifique la implantación de una cultura de fin. En definitiva, que hemos aceptado construir nuestro bienestar sobre la fin de los empobrecidos. Menos mal que después Dios, que lo perdona todo, nos absorverá de nuestros pecados. Podemos decir que Dios justifica nuestros asesinatos.
Pero al mismo tiempo, la cultura de la sociedad moderna ha expulsado los valores religiosos, los referentes filosóficos e históricos, incluso el pensamiento científico, dejando como único valor el pragmatismo tecnológico y, con él, el utilitarismo y la eficiencia como máximo valor. Este reduccionismo antropológico convierte todo problema humano en problema técnico y considera buenas todas las soluciones técnicamente posibles. En el otro extremo de la vida, encontramos que la población del planeta ha envejecido como consecuencia del último descenso de la natalidad, sobre todo en los países ricos. La presencia cada vez mayor de viejos, exige cambios estructurales y culturales que los integre; pero la cultura violenta, depredadora, utilitarista y salvajemente competitiva del imperio no lo permite. Como en el caso de los empobrecidos, optan por eliminar a los débiles, por culpar a las víctimas.
DEMOS: Demos
En España todos los partidos políticos de la monarquía cocotera han aceptado el aborto, y cada gobierno ha ampliado su uso, hasta convertirlo, en la práctica, en método anticonceptivo. Hoy hemos superado los 100.000 abortos anuales. Y es que pensamos como vivimos; si disfrutamos de 23.000 euros de renta per capita, fruto del expolio al 82% de la humanidad, nadie puede extrañarse que se justifique la implantación de una cultura de fin. En definitiva, que hemos aceptado construir nuestro bienestar sobre la fin de los empobrecidos. Menos mal que después Dios, que lo perdona todo, nos absorverá de nuestros pecados. Podemos decir que Dios justifica nuestros asesinatos.
Pero al mismo tiempo, la cultura de la sociedad moderna ha expulsado los valores religiosos, los referentes filosóficos e históricos, incluso el pensamiento científico, dejando como único valor el pragmatismo tecnológico y, con él, el utilitarismo y la eficiencia como máximo valor. Este reduccionismo antropológico convierte todo problema humano en problema técnico y considera buenas todas las soluciones técnicamente posibles. En el otro extremo de la vida, encontramos que la población del planeta ha envejecido como consecuencia del último descenso de la natalidad, sobre todo en los países ricos. La presencia cada vez mayor de viejos, exige cambios estructurales y culturales que los integre; pero la cultura violenta, depredadora, utilitarista y salvajemente competitiva del imperio no lo permite. Como en el caso de los empobrecidos, optan por eliminar a los débiles, por culpar a las víctimas.
DEMOS: Demos