Una mujer andaluza está acusada de apiolar y decapitar a su pareja, un jubilado vasco.

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Crimen de la cabeza: las macabras búsquedas de Mari Carmen en Google
Una mujer andaluza está acusada de apiolar y decapitar a su pareja, un jubilado vasco. Entregó su cabeza oculta en una caja a una vecina diciéndole que eran "juguetes sensuales"

Carmen Merino, una mujer de 67 años, separada y progenitora de dos hijos, está acusada de apiolar y decapitar a su última pareja, el jubilado Jesús Mari Baranda, en Castro Urdiales (Cantabria). Luego, entregó la cabeza metida en una caja a una vecina, a la que engañó diciéndole que lo que había dentro eran "juguetes sensuales", porque no quería que la Guardia Civil, que iba a registrar su casa, los encontrara.

LA CABEZA EN LA PUERTA
Carmen, a quien la Fiscalía pide una condena de 25 años de guandoca, declarará el lunes 7 de noviembre en el juicio que se celebra contra ella en la Audiencia de Cantabria. Hasta ahora, ha mantenido la versión de que alguien dejó una caja con la cabeza de su pareja en la puerta de su casa y que ella decidió guardarla porque era "lo único que me quedaba" de él.

Luego, se la entregó a su vecina, que la descubrió meses después, en septiembre de 2019, ante el olor que desprendía cuando fue a sacar la ropa de invierno de su armario. La vecina abrió la caja con un cúter y fue separando nueve bolsas de sarama hasta que vio "los ojos de un cráneo" y echó a correr. En la caja estaba la cabeza de Jesús Mari Baranda.


MÓVIL ECONÓMICO
La investigación de la Guardia Civil apunta a un móvil económico para el crimen. Baranda había hecho testamento en favor de Carmen, a quien había conocido ocho años atrás, cuando ella trabajaba de camarera en la cafetería de Castro Urdiales donde el jubilado desayunaba cada día. Se enamoraron y se fueron a vivir juntos.

En febrero de 2019, los primos de Jesús Mari lo echaron en falta. No acudió a una comida con ellos. Tampoco respondía al teléfono móvil. Mari Carmen les contó que se había ido a Galicia con unos amigos y les dijo que tenía un nuevo teléfono.

"EN PUNTA CANA, CON FULANAS"
El tiempo pasaba, el jubilado no volvía de ese supuesto viaje y contestaba a sus primos solo con mensajes de texto, siempre muy cortos. Ellos sospecharon y acudieron a la Guardia Civil después de que Mari Carmen les dijera que estaría en "Punta Cana, con fulanas".

Los investigadores de la Guardia Civil descubrieron que a mediados de aquel mes de febrero la mujer había pedido a la chica que les limpiaba el apartamento que fuera a su casa y se llevara varias bolsas de sarama en las que había dejado tierra de las macetas para tirar. Ella no podía hacerlo, le dijo, porque estaba mal del lumbago. La limpiadora acudió con una amiga y se llevaron las bolsas en coche, hasta un punto limpio. Los agentes creen que ahí iba el cuerpo del hombre desaparecido.

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La investigación de la Guardia Civil apunta a un móvil económico para el crimen. /EP
Los registros de la Guardia Civil descubrieron cinco manchas de sangre en la casa donde vivía la pareja. También, diez mil euros que la mujer había escondido en un sofá cama.

DEUDAS Y ESTAFAS
Carmen Merino fue detenida y enviada a prisión. Las investigaciones revelaron que tenía deudas de 21.000 euros con un banco y que enviaba dinero a sus dos hijos, de un primer matrimonio, que se habían quedado en Sevilla. El informe de la Guardia Civil apunta a que el dinero para su tren de vida y las deudas de sus hijos salía de las cuentas corrientes de Jesús Mari Baranda.

Siendo ya pareja del jubilado vasco, Carmen fue denunciada por dos hombres en Vigo, que la acusaron de engañarlos y quedarse con dinero que le habían prestado.

MOTOSIERRA, MARTILLO...
Otro de los indicios contra ella son las compras y las consultas que realizó por internet después de la desaparición de su pareja. Así, el 16 de febrero de 2019, Merino compró una sierra de calar, recambios y un martillo grande. A los tres días, compró una motosierra. Y el 26 de febrero realizó una nueva búsqueda: "como desatascar una motosierra".

La Guardia Civil recoge en su informe final la hipótesis de que utilizara la motosierra para tratar de partir el cuerpo de su pareja, y que se atrancara porque "la consistencia de tejidos y partes óseas del cuerpo humano con una máquina de mediana potencia puede derivar fácilmente en esa consecuencia".

"La investigada se encontró con la evidencia de que la sierra de calar, con sus sierras de corte, no eran suficientes y eficaces para el fin deseado por ella, por lo que decidió adquirir una máquina más potente y con mayor proyección de corte", concluyen los investigadores. Ni la motosierra ni el martillo han sido encontrados.

La mujer compró una motosierra, luego buscó en Google cómo desatascarla, adquirió botellas de whisky y preguntó al buscador: "si mi marido desaparece, ¿sigo cobrando pensión?"


El rastreo de sus búsquedas en Google permitió averiguar que Carmen Merino también compró en esas fechas "productos de limpieza agresiva como lejías, quitamanchas, amoniaco y guantes reforzados".

MUCHO WHISKY
Además, la mujer compró varias botellas de whisky, los investigadores creen que habría consumido una botella cada dos días, en ese periodo. "Puede llegar a ser comprensible si tenemos en cuenta que la ejecución de los actos que conllevan la destrucción de un cuerpo mediante las herramientas adquiridas previamente, requiere no sólo una insensibilidad para abstraerse de esa realidad sino también una desinhibición ante los actos que se halla ejecutando, para lo cual, puede ayudar efectivamente la ingesta exagerada de alcohol", indica el atestado.

Tres meses antes de la desaparición del hombre, la acusada intentó averiguar en Google "cuánto tarda en descomponerse un cuerpo" y otra duda también práctica: "¿si mi marido desaparece, sigo cobrando pensión?". La respuesta era sí, siempre que no se encontrara su cadáver y no se certificara su fin.

 
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Este es un caso muy técnico, de técnica jurídica, para la técnica jurídica española: mujer, decapitado vasco.... Es un caso muy complejo, desde el punto de vista de técnica jurídica, porque hay una mujer, un vasco y alguien que ha muerto. Si muere la mujer, está claro el caso, violencia de género, aunque seas vasco. Pero si muere el vasco y lo mata la mujer, ahí, tenemos un problema jurídico y procesal, pues tenemos que decidir sobre si el malo o la mala es un vasco, una mujer o sus circunstancias y, en teoría, todos ellos son inocentes, aunque quemen a la virgen de guardia.

(UFFFF... UFFFF... -estas cosas les hacen resoplar a los jueces de cualquier sanedrín o sala-. Dirán, es un caso muy complicado desde el punto de vista de la técnica jurídica, entonces nos reunimos y podemos sin decir nada hasta que todos hayan muerto o se hayan cansado (táctica habitual del constitucional o de otros juzgados para no emitir sentencia sobre lo evidente y sobre lo que no pueden emitir sentencia en contra porque se vería el lamentable estado de lo que llamamos estado de derecho, que nunca lo fue). Es un suponer o novela, señor juez o guardia civil que controla lo que se dice, según dijo un coronel de los de todo por la pasta... o patria... (siento no recordar bien el lema... señor juez).
 
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