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Madmaxista
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Durante unas semanas, la Unión Europea (UE) ha estado reuniéndose con varios líderes europeos para elaborar un plan de rescate europeo conjunto, y sigue reuniéndose y reuniéndose. Como casi siempre cuando hay un plan europeo y especialmente uno con el liderazgo francés, los planes de gastar y gastar suelen ser magníficas en su tamaño, aunque pocas veces en su efectividad.
Lo que sorprende es que el primer ministro británico esté metido en medio de estos planes bien keynesianos, tendiendo a soviéticos, donde el Estado toma el papel omnipotente de inversor último, y de decisor último sobre qué y cómo hacer.
Como ya he argumentado en estas páginas, es importante fijar las culpas correctamente antes de introducir soluciones aparentemente simples pero que no son ni simples ni soluciones.
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Si pensamos que los culpables principales son los presidentes de los bancos centrales, bajo la tutela y la presión de sus líderes políticos, como he argumentado en estas páginas, está claro que las soluciones a los problemas actuales no vienen por dar aún más poder a los mismos políticos y burócratas que nos metieron en este lío.
Criticar a los participantes en el sector capitalista por seguir sus intereses es mirar a las consecuencias no a las causas. Los reguladores están para prohibir actuaciones inadecuadas, para fijar los límites a las actuaciones permitidas y para actuar con firmeza en contra de los que incumplen.
Los reguladores no están para permitir todo, para acceder a las presiones políticas y luego, cuando estalla la crisis, para acceder aún más a las peticiones políticas que, como siempre, siguen el camino más fácil, gastar…gastar…y gastar dinero que no es suyo.
Afortunadamente, a la líder de la economía principal en Europa, Angela Merkel, canciller de Alemania, las soluciones propuestas por sus colegas europeos le suenan como los planes que ella veía de niña en la anterior República Democrática de Alemania, la anterior Este de Alemania. Allí el gobierno mandaba en todo, era dueño de todo, decidía donde invertir, decidía en qué sectores se debería invertir, decidía qué había que producir, en qué cantidad y a qué precio se debería vender. Luego los ciudadanos se ponían en cola para ver qué les caía, si quedaba algo después de que los enchufados habían llevado la mejor tajada.
Estamos en ese camino ahora, donde los gobierno están tomando control sobre sectores enteros, protagonismo sobre cómo llevarlos adelante y a quién ayudar y cómo.
En este contexto, se entiende que algunos están pronunciando el fin del capitalismo y preparando su entierro, incluso en estas páginas. No porque el capitalismo haya fracasado y debe ser reemplazado y lo antes posible, como algunos quieren, incluso en estas páginas, pero porque los gobiernos, en nombre de intentar resolver el pánico, que ellos mismos han fomentado, está implementando medidas que siguen este camino equivocado.
¿Realmente pensamos que seremos más eficientes y más ricos si el poder económico está bajo la tutela de los políticos y de sus mandados?
No sorprende que a la Sra Merkel no la están invitando a las reuniones preparativas. Espero que se mantenga fuerte, frente a las críticas que ya está recibiendo.
Una líder europea con responsabilidad y memoria
Lo que sorprende es que el primer ministro británico esté metido en medio de estos planes bien keynesianos, tendiendo a soviéticos, donde el Estado toma el papel omnipotente de inversor último, y de decisor último sobre qué y cómo hacer.
Como ya he argumentado en estas páginas, es importante fijar las culpas correctamente antes de introducir soluciones aparentemente simples pero que no son ni simples ni soluciones.
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Si pensamos que los culpables principales son los presidentes de los bancos centrales, bajo la tutela y la presión de sus líderes políticos, como he argumentado en estas páginas, está claro que las soluciones a los problemas actuales no vienen por dar aún más poder a los mismos políticos y burócratas que nos metieron en este lío.
Criticar a los participantes en el sector capitalista por seguir sus intereses es mirar a las consecuencias no a las causas. Los reguladores están para prohibir actuaciones inadecuadas, para fijar los límites a las actuaciones permitidas y para actuar con firmeza en contra de los que incumplen.
Los reguladores no están para permitir todo, para acceder a las presiones políticas y luego, cuando estalla la crisis, para acceder aún más a las peticiones políticas que, como siempre, siguen el camino más fácil, gastar…gastar…y gastar dinero que no es suyo.
Afortunadamente, a la líder de la economía principal en Europa, Angela Merkel, canciller de Alemania, las soluciones propuestas por sus colegas europeos le suenan como los planes que ella veía de niña en la anterior República Democrática de Alemania, la anterior Este de Alemania. Allí el gobierno mandaba en todo, era dueño de todo, decidía donde invertir, decidía en qué sectores se debería invertir, decidía qué había que producir, en qué cantidad y a qué precio se debería vender. Luego los ciudadanos se ponían en cola para ver qué les caía, si quedaba algo después de que los enchufados habían llevado la mejor tajada.
Estamos en ese camino ahora, donde los gobierno están tomando control sobre sectores enteros, protagonismo sobre cómo llevarlos adelante y a quién ayudar y cómo.
En este contexto, se entiende que algunos están pronunciando el fin del capitalismo y preparando su entierro, incluso en estas páginas. No porque el capitalismo haya fracasado y debe ser reemplazado y lo antes posible, como algunos quieren, incluso en estas páginas, pero porque los gobiernos, en nombre de intentar resolver el pánico, que ellos mismos han fomentado, está implementando medidas que siguen este camino equivocado.
¿Realmente pensamos que seremos más eficientes y más ricos si el poder económico está bajo la tutela de los políticos y de sus mandados?
No sorprende que a la Sra Merkel no la están invitando a las reuniones preparativas. Espero que se mantenga fuerte, frente a las críticas que ya está recibiendo.
Una líder europea con responsabilidad y memoria