Una feminista radical de mi oficina quiere tema conmigo y tengo miedo a la par que curiosidad

Aunque sé que mi vida os importa una fruta cosa o voy a poner en situación para que me aconsejéis de forma amistosa: tengo una compañera de trabajo veinteañera (ni antiestética ni guapa pero amable bajo mi punto de vista virgendoritico) que lleva dos meses en la oficina con la que hasta hora había tenido una relación bastante seca aunque cordial ya que mis verdaderos hamijos sois todos vosotros y no los zombis sistémicos que van a remar conmigo a ese cúbil infecto. El caso es que la semana pasada me fijé en que la muchacha llevaba este libro en la mano:





Al ver el libro que portaba la muchacha, rápidamente vinieron a mi mente imágenes de los hilos de aynd randiano sobre los aquelarres que montan por la vía pública las turbas lilas feminista radicals subvencionadas con dinero público en sus autos de fe, con toda su parafernalia de antorchas, mégafonos, capuchas y cartelería diversa. La tordac en cuestión tendrá sobre los venticinco años y viste discreta con algo de maquillaje, no penséis que es una momia como Lidia Falcón.





Decidí no darle mayor importancia al asunto, mi oficina se encuentra altamente charificada pero con una tipología charil compuesta de señoras que tienen una chacha ecuatoriana que les limpia en casa y suelen ser votantas de peperos, ciudadanos o psoeros como obedientes borregas que son, por supuesto todas se ponen sus lazitos rosas o jovenlandesados cuando la tele lo dice pero de momento no hay carteles en la oficina contra el heteropatriarcado y la violencia estructural que sufren las mujeres.

Lo preocupante del asunto es que el miércoles pasado hubo que hacer una cosa de powerpoint para exponerlo ante los empleados que menos tiempo llevan en la empresa y uno de los intervinientes tuve que ser yo por mi amplia experiencia en esos enajenantes menesteres.





Pues bien, al acabar la presentación con los aplausos de rigor que le obligan a dar a esos pobres diablos para que los powerpointistas farsantes como yo podamos inventar autoestima, la muchacha sospechosa de ser una feminista radical loca del shishi se me acercó todo sonriente y pizpireta pestañeando mucho para pedirme poder ampliar información sobre la presentación bla bla bla y que le mandase a su correo la info y tal...a lo que añadió "Bueno, mejor apúntame tu teléfono y te escribo para poder hablar mejor ji ji ji" acompañando su aseveración entregándome un dispositivo celular que tenía siguiente carcasa.





Ahí ya me empezó a entrar el desasoiego y la turbación porque lo del libro podría ser algo prestado por alguna feminista radical amiga suya que quería aleccionarla pero lo de la carcasa ya me dice que esta tipa está a sueldo de Soros y del NWO, lo peor fue cuando ayer antes de irnos y mientras yo hacía como que trabajaba, se me acercó por detrás e hizo esto acompañando el gesto con la siguiente frase: "Ciru, tenemos que quedar la semana que viene para preparar no sé que hay que entregar antes de navidad".





¿Qué hago hamijos? ¿Me estoy montando mis películas de machirulo cosificándola y sexualizándola como buen hijo sano del patriarcado y de la cultura de la violación que soy? Dejo una encuesta abierta.

Cualquier relación sesso-sentimental con compañeras de trabajo es golpe de remo. Pareces nuevo

Respóndele heteronormativamente a la par que igualitariamente. Como a ellas les gusta.

A partir de ahora, tu no te llevas trabajo a casa, al salir de la oficina siempre tendrás prisa, nunca se queda con compañeras a solas, nunca. Repito, nunca.

Mientele y hazle ver que vives con tu progenitora, entre montañas de doritos, y muñecos de la guerra de la galaxias. Eso les disuade.

Si quedas con ella, te acabará hundiendo, y si le rechazas seguro que también. Esas mujeres están locas. Locas del shishi. Tu única opción en este juego es no jugar.