M. Priede
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@Hic Svnt Leones
Diario La Nueva España, de Oviedo
"Los caminos hacia la descarbonización del planeta no son en línea recta. La crisis energética en Europa ha puesto de manifiesto el desajuste entre el declive de la capacidad de generación fósil y la variable energía renovable". Las declaraciones son de Gary Nagle, consejero delegado de la compañía Glencore, propietaria de Asturiana de Zinc (Azsa). El mundo vuelve a mirar al carbón. Con el mineral "más sucio" como combustible, el gigante suizo logró en el primer semestre un beneficio neto de 12.085 millones de dólares, un 846% más que en 2021. España y el Principado, sin embargo, siguen firmes en su decisión de no reactivar la industria carbonera. Aunque los precios del gas y la sequía hayan incrementado el peso del combustible en el mix energético, España continúa comprando el carbón fuera. Se niega a extraerlo, pero no puede evitar quemarlo.
Este año, según anticipa la Agencia Internacional de Energía, apunta a convertirse en el ejercicio con la mayor demanda de carbón de la historia: 8.000 millones de toneladas debido a la guerra en Ucrania y las maniobras rusas sobre el precio del gas. El informe de la Agencia sobre la situación del carbón en el mundo refiere que el total global igualaría el récord anual establecido en 2013, y anticipa que "es probable que la demanda aumente aún más el próximo año", marcando en 2023 un nuevo máximo que dependerá de la economía china. Asia, con mucha diferencia, sigue siendo la mayor consumidora de carbón a nivel mundial.
Asturias ya está de retirada en el juego de lo que ha vuelto a ser "oro neցro". En 1958, el año en el que la minería asturiana llegó a su cénit, había 110 empresas hulleras y 55 dedicadas a la extracción de antracita en la región. En 1961, se alcanzaron las 7.904.765 toneladas de carbón extraídas, una cifra a la que la minería nacional nunca más ha llegado. La primera gran crisis del sector llegó en los 60 y acabó desembocando en la creación, en 1967, de Hunosa, un conglomerado de compañías hulleras deficitarias. Su plantilla llegó al máximo dos años después, en el 69, con 26.590 trabajadores. Solo Hunosa mantiene un pequeño reducto de explotación carbonera, en el Pozo San Nicolás, más conocido como "Nicolasa". Ya en los setenta llegó la cuesta abajo, que culminó en 2018.
Hoy, en Asturias, siguen abiertas la pequeña térmica de La Pereda (Hunosa), el grupo III de la central de Soto de Ribera y los grupos I y II de Aboño (EDP), que tienen planes de cierre definitivo para 2025 con la intención de dejar paso al hidrógeno. Las térmicas de Lada y Narcea ya están totalmente fuera de servicio. Casi la totalidad del carbón que se sigue quemando en los grupos de Aboño y Soto de Ribera viene desde hace años de países como Australia o Sudáfrica. La razón es que el carbón importado es más económico y de más calidad que el nacional. Solo La Pereda funciona con producción nacional, que alimenta sus escasos 50MW de potencia instalada.
El repentino aumento de la demanda de carbón y las sanciones al régimen de pilinguin han pillado al mercado a contrapié. La materia prima, denostada durante años por sus altas emisiones de CO2, llevó a la mayor parte de las empresas a desinvertir, cerrar pozos y liquidar empresas dedicadas a la extracción. La caída de la oferta y las circunstancias del mercado han cuadruplicado los precios del carbón en solo un año. Ahora supera los 300 dólares por tonelada, y los contratos a futuro para este otoño de la referencia australiana superan los 400 dólares. Los resultados de Glencore evidencian que el carbón, a día de hoy, es un gran negocio.
Con la llegada de la crisis del gas y la publicación por parte de la Comisión Europea del plan "Repower EU" –en el que se abría la puerta a ampliar el peso del carbón en el mix energético– los sindicatos asturianos lanzaron una pequeña ofensiva reclamando la reapertura de minas. La respuesta fue un "no" tajante, tanto por parte del Gobierno central, por boca de la vicepresidenta Teresa Ribera, como del Gobierno del Principado.
Sin embargo y, aunque el Gobierno sostiene que la puerta que le abrió la Comisión a los países europeos se hizo de manera tras*itoria y pensando en los estados del norte, más expuestos al gas ruso, España también está avivando la quema de carbón. El peso del mineral sucio en el mix energético sigue subiendo. Solo en Asturias, durante los cuatro meses del año, el carbón fue la principal fuente de energía, acumulando el 45,8% del total producido. El peso del carbón se ha disparado un 160% en el panel nacional este año, superando, al ciclo combinado. Y la dinámica se está repitiendo por toda Europa.
Diario La Nueva España, de Oviedo
"Los caminos hacia la descarbonización del planeta no son en línea recta. La crisis energética en Europa ha puesto de manifiesto el desajuste entre el declive de la capacidad de generación fósil y la variable energía renovable". Las declaraciones son de Gary Nagle, consejero delegado de la compañía Glencore, propietaria de Asturiana de Zinc (Azsa). El mundo vuelve a mirar al carbón. Con el mineral "más sucio" como combustible, el gigante suizo logró en el primer semestre un beneficio neto de 12.085 millones de dólares, un 846% más que en 2021. España y el Principado, sin embargo, siguen firmes en su decisión de no reactivar la industria carbonera. Aunque los precios del gas y la sequía hayan incrementado el peso del combustible en el mix energético, España continúa comprando el carbón fuera. Se niega a extraerlo, pero no puede evitar quemarlo.
Este año, según anticipa la Agencia Internacional de Energía, apunta a convertirse en el ejercicio con la mayor demanda de carbón de la historia: 8.000 millones de toneladas debido a la guerra en Ucrania y las maniobras rusas sobre el precio del gas. El informe de la Agencia sobre la situación del carbón en el mundo refiere que el total global igualaría el récord anual establecido en 2013, y anticipa que "es probable que la demanda aumente aún más el próximo año", marcando en 2023 un nuevo máximo que dependerá de la economía china. Asia, con mucha diferencia, sigue siendo la mayor consumidora de carbón a nivel mundial.
Asturias ya está de retirada en el juego de lo que ha vuelto a ser "oro neցro". En 1958, el año en el que la minería asturiana llegó a su cénit, había 110 empresas hulleras y 55 dedicadas a la extracción de antracita en la región. En 1961, se alcanzaron las 7.904.765 toneladas de carbón extraídas, una cifra a la que la minería nacional nunca más ha llegado. La primera gran crisis del sector llegó en los 60 y acabó desembocando en la creación, en 1967, de Hunosa, un conglomerado de compañías hulleras deficitarias. Su plantilla llegó al máximo dos años después, en el 69, con 26.590 trabajadores. Solo Hunosa mantiene un pequeño reducto de explotación carbonera, en el Pozo San Nicolás, más conocido como "Nicolasa". Ya en los setenta llegó la cuesta abajo, que culminó en 2018.
Hoy, en Asturias, siguen abiertas la pequeña térmica de La Pereda (Hunosa), el grupo III de la central de Soto de Ribera y los grupos I y II de Aboño (EDP), que tienen planes de cierre definitivo para 2025 con la intención de dejar paso al hidrógeno. Las térmicas de Lada y Narcea ya están totalmente fuera de servicio. Casi la totalidad del carbón que se sigue quemando en los grupos de Aboño y Soto de Ribera viene desde hace años de países como Australia o Sudáfrica. La razón es que el carbón importado es más económico y de más calidad que el nacional. Solo La Pereda funciona con producción nacional, que alimenta sus escasos 50MW de potencia instalada.
El repentino aumento de la demanda de carbón y las sanciones al régimen de pilinguin han pillado al mercado a contrapié. La materia prima, denostada durante años por sus altas emisiones de CO2, llevó a la mayor parte de las empresas a desinvertir, cerrar pozos y liquidar empresas dedicadas a la extracción. La caída de la oferta y las circunstancias del mercado han cuadruplicado los precios del carbón en solo un año. Ahora supera los 300 dólares por tonelada, y los contratos a futuro para este otoño de la referencia australiana superan los 400 dólares. Los resultados de Glencore evidencian que el carbón, a día de hoy, es un gran negocio.
Con la llegada de la crisis del gas y la publicación por parte de la Comisión Europea del plan "Repower EU" –en el que se abría la puerta a ampliar el peso del carbón en el mix energético– los sindicatos asturianos lanzaron una pequeña ofensiva reclamando la reapertura de minas. La respuesta fue un "no" tajante, tanto por parte del Gobierno central, por boca de la vicepresidenta Teresa Ribera, como del Gobierno del Principado.
Sin embargo y, aunque el Gobierno sostiene que la puerta que le abrió la Comisión a los países europeos se hizo de manera tras*itoria y pensando en los estados del norte, más expuestos al gas ruso, España también está avivando la quema de carbón. El peso del mineral sucio en el mix energético sigue subiendo. Solo en Asturias, durante los cuatro meses del año, el carbón fue la principal fuente de energía, acumulando el 45,8% del total producido. El peso del carbón se ha disparado un 160% en el panel nacional este año, superando, al ciclo combinado. Y la dinámica se está repitiendo por toda Europa.