Una "artista" peruana antihispana representará a España en la bienal de Venecia

Heteropatriarca

Madmaxista
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Soy una pobrecita víctima porque hace 500 años tuvimos una guerra, dame tu dinero. Que mi país sea de los mayores productores de oro y plata del mundo no tiene nada que ver con este tema.

El pabellón de España en Venecia se convertirá en un museo contra el racismo español

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“Ojalá haya críticas. El arte es un espacio seguro (chorrada pogre nacida en las universidades de EE.UU. pero esto no es colonialismo) donde podemos dialogar y puede servir de ejercicio para otro tipo de cuestiones más complejas y urgentes. Si no nos podemos permitir el desencuentro en el arte no sé dónde va a ser. Así que sí me gustaría que fuera un lugar para el desencuentro”. Así ha respondido esta mañana la pintora peruana Sandra Gamarra (Lima, 1972) a las posibles repercusiones que su proyecto, Pinacoteca migrante, con el que representará a España en la 60ª Bienal de Arte de Venecia, pueda tener a partir del próximo 20 de abril. Su objetivo es claro: una nueva mirada a los museos para cuestionar el pasado colonial y racista de España y Europa (el racismo entre pueblos desde hace miles de años en la propia América no, que ellos son víctimas) en general y criticar la jerarquía cultural occidental. Desde luego, la conversación del momento.


Sin embargo, la controversia viene también porque Gamarra, que fue elegida mediante concurso por un jurado de expertos en arte que decide la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) -la institución responsable de la representación española en Venecia desde 1950 y que forma parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, junto a Acción Cultural Española (ACE)-, ya se tuvo que poner a resguardo de algunas críticas con su anterior proyecto, Buen Gobierno, que se pudo ver en la sede de la Comunidad de Madrid, Alcalá 31, en 2021, y que también cuestionaba el colonialismo español. (No sabe decir otra cosa, está muy cómoda creyéndose una víctima).


Entonces no sentaron bien algunas palabras como “racismo” o “restitución
, que aparecían en los textos y tuvieron que ser quitadas. Ahora, no obstante, el terreno que pisa en Venecia es mucho menos movedizo. Al contrario, precisamente de lo que va es de eso. El comisario de la Bienal es el brasileño Adriano Pedrosa que ha organizado una edición donde el extranjero, el migrante, el indígena, lo mestizo, lo queer, todo aquel que esté en los márgenes, es el protagonista. “El pabellón está totalmente alineado con la Bienal”, afirmó en este sentido el comisario del proyecto español, Agustín Pérez Rubio, que lleva trabajando varios años con Gamarra y que también fue responsable de la muestra Buen Gobierno. De hecho, en el pabellón de Holanda se va a exhibir la estatua de un soldado belga decapitado durante un levantamiento en el Congo en 1930 buscando remover también su pasado colonial. Y en Perú muchos artistas han puesto el grito en el cielo por todo lo contrario: el Gobierno ha elegido a un fotógrafo “demasiado” normativo.

“Queremos empujar el concepto de museo que se irradió a la colonia hacia ese migrar”, resaltó Gamarra, quien reconoce que ya muchos museos están cambiando esa mirada eurocéntrica (¿por qué shishi vamos a tener una mirada aymaracéntrica o chichimecacéntrica?) que han tenido durante décadas.

En total ha costado al erario público 400.000 euros -pagados por la AECID y ACE-, aunque desde las instituciones se ha advertido de que el próximo año costará más.
 
Continúa la historia. Rencor, victimismo y echar cosa sobre España con el aplauso de la izquierda. A mí no me da ninguna pena esta tipa.

Sandra Gamarra y la mirada colonial: Cultura sigue alimentando la polémica del pasado español en América

La artista se posicionó entonces en el debate del colonialismo usando una metáfora cruda pero conciliadora: "A veces siento que somos hijos de una violación de la que salieron muchos hijos. Habrá hijos que están con la progenitora y otros con el padre, esas son las historias divididas que hay que reconciliar. ¿Cómo? Reconociendo al padre y la progenitora por igual. España no reconoce el dolor que ha originado”, denunciaba hace tres años.


El debate quizá debería reorientarse a preguntarnos por qué la boyante burbuja del arte institucional se siente siempre tan cómoda y acogedora con discursos como los de Gamarra. ¿Es simplemente una moda que acabará caducando? ¿Una estrategia de las élites progresistas para distinguirse de las conservadoras? ¿Quizá sea el activismo la forma en que el sector del arte se enfrenta al agotamiento de las propuestas estéticas estimulantes desde la fin de las vanguardias?

El hecho de que la artista (como tantos otros) haya escogido España como lugar para vivir y trabajar habla también a las claras de que esta polémica es más tensa en las salas de los museos que en el mundo real.
 
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