Juan Garcia
Madmaxista
Por Carlos Esteban | 23 marzo, 2019
La semana laboral acaba con el intento de apuñalamiento de un sacerdote en medio de una celebración en Montreal, culminando una oleada de profanaciones de iglesias en Francia.
Enlace de la noticia
Ha sido esta una semana de furia anticatólica, que culmina con el apuñalamiento, afortunadamente no mortal, de un sacerdote en plena misa en una iglesia de Montreal, el Oratorio de San José, la mayor iglesia de toda Canadá. El ataque, grabado en vídeo, no ha causado en el celebrante, padre Claude Grou, sino algunas heridas superficiales gracias a que el cuchillo se rompió.
Se desconocen las causas del ataque, que pone un triste broche a una semana marcada por la profanación y saqueo de una docena de iglesias en Francia.
En Nimes, cerca de la frontera española, los profanadores se han ensañado especialmente con Nuestra Señora de los Niños, informa el diario ABC. Los perpetradores, cuya identidad se desconoce, pintaron una cruz con excrementos humanos, saquearon el altar mayor y el sagrario y robaron las palos, que fueron descubiertas más tarde entre montones de sarama.
En Dijon, en la Borgoña, la iglesia de Nuestra Señora sufrió el saqueo del altar mayor y las palos fueron extraídas también del tabernáculo, esparcidas por el suelo y pisoteadas.
En Lavaur, en el departamento meridional del Tarn, la iglesia del pueblo fue asaltada por jóvenes al parecer borrachos. El brazo de una representación de Cristo crucificado fue «torcido» para hacer creer que hacía un gesto obsceno.
En la periferia de París varias iglesias han sufrido daños de diversa importancia, en Maisons-Laffitte, en Houilles.
Sorprende el carácter aparentemente espontáneo y aislado de estos ataques, y que hayan coincidido todos en una misma semana, como si fuera un estallido satánico o el aviso de una nueva persecución generalizada en Occidente contra los cristianos.
La jerarquía religiosa prefiere guardar púdico silencio. La Conferencia episcopal y varias personalidades se han limitado a subrayar esa amenaza anticristiana, esperando que la autoridad política y policial haga su trabajo. En ese marco, quizá tenga particular importancia el incendio de la iglesia de Saint-Sulpice, no lejos de la de Saint-Germain-des-Prés, dos emblemáticos monumentos nacionales.
La semana laboral acaba con el intento de apuñalamiento de un sacerdote en medio de una celebración en Montreal, culminando una oleada de profanaciones de iglesias en Francia.
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Ha sido esta una semana de furia anticatólica, que culmina con el apuñalamiento, afortunadamente no mortal, de un sacerdote en plena misa en una iglesia de Montreal, el Oratorio de San José, la mayor iglesia de toda Canadá. El ataque, grabado en vídeo, no ha causado en el celebrante, padre Claude Grou, sino algunas heridas superficiales gracias a que el cuchillo se rompió.
Se desconocen las causas del ataque, que pone un triste broche a una semana marcada por la profanación y saqueo de una docena de iglesias en Francia.
En Nimes, cerca de la frontera española, los profanadores se han ensañado especialmente con Nuestra Señora de los Niños, informa el diario ABC. Los perpetradores, cuya identidad se desconoce, pintaron una cruz con excrementos humanos, saquearon el altar mayor y el sagrario y robaron las palos, que fueron descubiertas más tarde entre montones de sarama.
En Dijon, en la Borgoña, la iglesia de Nuestra Señora sufrió el saqueo del altar mayor y las palos fueron extraídas también del tabernáculo, esparcidas por el suelo y pisoteadas.
En Lavaur, en el departamento meridional del Tarn, la iglesia del pueblo fue asaltada por jóvenes al parecer borrachos. El brazo de una representación de Cristo crucificado fue «torcido» para hacer creer que hacía un gesto obsceno.
En la periferia de París varias iglesias han sufrido daños de diversa importancia, en Maisons-Laffitte, en Houilles.
Sorprende el carácter aparentemente espontáneo y aislado de estos ataques, y que hayan coincidido todos en una misma semana, como si fuera un estallido satánico o el aviso de una nueva persecución generalizada en Occidente contra los cristianos.
La jerarquía religiosa prefiere guardar púdico silencio. La Conferencia episcopal y varias personalidades se han limitado a subrayar esa amenaza anticristiana, esperando que la autoridad política y policial haga su trabajo. En ese marco, quizá tenga particular importancia el incendio de la iglesia de Saint-Sulpice, no lejos de la de Saint-Germain-des-Prés, dos emblemáticos monumentos nacionales.