castguer
Madmaxista
Porque a veces me harto de leer sesudos tratados sobre la música en el cine silente y lo que necesito es, simplemente, ponerme este disco, cerrar los ojos, bailar para Duke un rato y guiñarle un ojo lleno de picardía a Louis. Ahora, que el calor aprieta, llevo un short que compré en su ciudad. En la parte trasera (o en mi ojo ciego) se lee “Bourbon Street”. Así que también le hago un golpe de cadera cómplice al amigo Louis, para que sepa que yo también me volví loca de amor por Nueva Orleans. Todo eso, con los ojos cerrados, en este instante que es sólo mío. Ni del Hombre, ni de mi Director de Tesis, ni de mi verdadero Director de T(H)esis… I’m just a lucky so and so, bluesea Armstrong mientras Duke acaricia de esa manera tan suya y tan única las teclas de algo que ya no es un piano. En él no. Ya sabes de lo que hablo…
Porque con I don’t miccionan a thing (if it ain’t got that swing) aprieto los puños. Me pasa pocas veces, con pocas canciones. Pero a veces pasa y no puedo dejar de morderme el labio y de apretar los puños. Escucho algo especial (en sí o por mí) y deseo subirme a la mesa para convertirme en una striper mal de familia bien. A veces un scat puede ser tan erótico… ¿Acaso puedes decir que no?
Porque muchas veces me he preguntado qué estoy haciendo. Me ha entrado el miedo. He imaginado que cogí el desvío equivocado. Me equivoqué a los trece años cuando decidí escoger letras en lugar de ciencias (quizá ahora podría ser médico, como mis padres, y no mirar la cuenta por si me he quedado en números gente de izquierdas). Me equivoqué a los veintidós cuando rechacé un trabajo en una agencia de prensa rosa para coger una beca (de 150 euros mensuales) en el gabinete de comunicación de una escuela de cine. Me equivoqué cuando decidí olvidar mi carrera y hacer una tesis sobre una cosa de la que no tenía ni idea. No han faltado “amigos” empeñados en recordarme que nunca sabré lo que ellos. Siempre habrá un teórico del cine a quien no conozca. Siempre habrá un nombre técnico que no sepa. Pero cuando hago un descanso como éste y cierro los ojos para bailar con Duke Ellington y Louis Armstrong todo eso se olvida. Ahora mismo, Louis me está cantando al oído Solitude. Si hubiera escogido ciencias, o si hubiera aceptado aquel micrófono para perseguir a Belenes Esteban… ahora no estaría a solas con Louis, buscando esa biografía en la que cuenta cómo se ganaba la vida tocando en salas de cine mudo. Y Solitude no estaría sonando sólo para mí en un descanso de histeria y miedo. Es verdad, quizá me equivoqué de desvío. Pero de no haber cogido el camino erróneo, Matt no me habría abrazado mientras me daba las gracias por ser su mejor profesora en toda su vida universitaria. (Aún se me cae la baba)
Suena Just Squeeze Me… Eso, sólo necesitaba un abrazo. Algún día tendré que contar cuántos abrazos me han dado Duke, Louis, Chet, Ella, Billie, Stan, Charlie… Pero hoy, en este momento, quien me ha consolado de mi miedo, han sido ellos. Por eso podeis descargas el disco que acompaña a la caratula puesta arriba. Ya me direis que sensación os deja. No todo va a ser evidenciar la estafa politica española.
Demos