Clavisto
Será en Octubre
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La verdad es que no había pensado pasar por allí, suelo evitar la calle que te lleva, cosas de mujeres a olvidar, pero todavía estaba un tanto aturdido por el rato echado mirando a la luna mientras escuchaba la música de Vértigo, han habido momentos en los que me parecía particularmente siniestra, no sé, como si no estuviera tan lejos. También las nubecillas que de vez en cuando la ocultaban parecían muy cercanas, como volutas del humo de un cigarrillo, quizá el anterior, apenas tardaban segundos en cruzar la luna de parte a parte, "el espejo del sol" me he dicho. Somos mejores de lo que nos parecemos.
Viendo que la calle de regreso estaba bastante concurrida de vecinos tomando el fresco he decidido desviarme en el último momento, de hecho he desandando cuatro o cinco pasos, casi maquinalmente, a veces es tu cuerpo quien lleva a la cabeza, casi ni he visto a los dos únicos viejos que estaban sentados en su puerta, sólo la luz de las farolas y la de algún que otro coche que se acercaba, nada más. Sólo me fijaba en la luz.
Hasta que he salido a la iglesia.
Al otro lado de la calle había un tío pintando a brochazos un cuadro de esa mole vista desde atrás, su lado derecho, la calzada más las casas de la otra acera y un gran árbol con el que estaba liado cuando he llegado. Y allí me he quedado de pie derecho hasta que lo ha terminado una media hora después.
Era un hombre de cuarenta y tantos años, medio alopécico, con gafas, en pantalón corto y camiseta, nada excepcional, pero no así lo que estaba haciendo; esto no es Madrid, aquí no es normal ver a un tío pintando en la calle, y por esta razón la gente que por allí andaba se paraba a echarle un vistazo: viejos, viejas, parejas, familias enteras, chiquillos, algunos jóvenes, todos se acercaban lo más que podían y un ratito después se iban, no aguantaban mucho, después de todo no estaban más que viendo pintar algo que podían tocar cruzando la calle, si no fuera por lo extraño de la circunstancia ni siquiera se habrían parado a contemplar ese cuadro.
Casi me había convencido de comprárselo, "como regalo de cumpleaños, sí...esto lo compré cuando estaba a punto de cumplir los cuarenta...sí...¿cuanto pedirá?...es grande, lo menos un metro y pico por...100 euros, sí: oye, me gusta el cuadro, ¿cuanto pides por él?, eso es mucho, te doy 60...bueno, vale, 100, ni uno más, ¿de acuerdo? espérame veinte minutos, voy a casa a por la pasta..."
Por esto me he acercado al ver que lo quitaba del caballete para darle una mano a los márgenes, me ha gustado su forma de hacerlo, sin muchos miramientos, ya sólo estábamos tres o cuatro viejos y yo, "no creo que estos vayan a pujar"; la banda sonora de Vértigo estaba acabando casi al mismo tiempo que el artista, aunque hacía rato que no la escuchaba...Y justo al terminar, no habían pasado ni diez segundos desde que me había quitado los cascos, el pintor le ha dado el último toque a su obra. Y casi como el que tira un paquete de tabaco ha hecho lo mismo con el cuadro, pom pom, ha rebotado en el suelo. Me ha encantado.
Estaba a punto de abrir la boca, pensando en como decírselo, cuando he oído como un viejo le decía a otro no sé qué de la noche de la pintura en la calle.
- "Ah...¿pero es hoy eso?" le he preguntado con una voz que me ha recordado la que debiera tener Ctulhu.
- "Sí, están por todas partes..."
El pintor estaba de rodillas dándole los últimos brochazos, ya no pintaba, era como algo para abrillantarlo, no sé, no tengo ni fruta idea de pintura, no tengo ni fruta idea de nada; después ha vuelto a colgarlo en el caballete y resultaba magnífico, de verdad, "me parece que no va a haber regalo...", se ha iniciado la conversación, era de Málaga, "mucho gasto...viaje, hotel, material...somos 70 participantes, hay gente muy buena, a las dos recogen todos los trabajos, se quedan once y los exponen durante algún tiempo..."
- "Pues no sé como serán los demás -por fin me he atrevido a decir- pero el tuyo está de querida progenitora" Siempre los tacos. Que no falten.
- "Gracias"
- "No, gracias a ti por un rato tan agradable" ¿agradable?
- "..."
- "Suerte"
- "Gracias"
Sí, a la vuelta de la iglesia estaban unos cuantos recreando su de derechasda, me he parado en todos, en el viejo blandengue que todavía andaba con el carboncillo, "este no lo acaba ni para el día de la Virgen", en un chico joven que estaba pintando como un novato, parecía apurado, creo que la tía que enseñaba pierna era su novia, había una cuarentona al fondo, me ha parecido como si pintara para no ensuciar, detrás de ella estaba uno con cara de guarro, las manos en los bolsillos y tal, todo aquello no valía una cosa, todo eran líneas y más líneas, formas geométricas, como aquellas cartillas para colorear de cuando éramos chicos...No tengo ni fruta idea, pero reconozco lo bueno.
Un poco más adelante, en dirección a la plaza, me he encontrado a unos cuantos trabajando casi a oscuras, más tías que tíos, nada que te retuviera cinco segundos. He pasado de la plaza y su muchedumbre, casi me atropella una pareja de pijos treintañeros subidos en dos de esos chismes motorizados que introdujo Marichalar en sus paseos por las tiendas de Serrano, me he quedado loco, ¿se puede ser tan iluso?, ¿como puede haber gente así?...Había más personal pintando antes de llegar a la iglesia más cercana a la zona cero, también mucha más gente, pero no me importaba, si no me habían importado ese par de pimpollos no iban a hacerlo estos, además que yo venía de ver una luna rara y un cuadro bueno.
No he hallado rastro de los que nos había dicho el artista, tan humilde, y sí muchos con aspecto de pintor. Había uno con todo el equipo, un sesentón, más me he fijado en él que en lo que estaba pintando, era como si estuviera buscando a Wally, como si estuviera acordándose vivo, no sé, era incómodo de mirar; un poco más allá estaba un melenas un tanto desastrao, un chico joven, parecía nuevo, pero al menos estaba intentándolo con mi casa preferida del pueblo, una señorial que hace mucho vivió sus buenos tiempos, es simétrica, perfecta, siempre la miro cuando paso por allí, estaba pintándola sobre una pequeña tabla circular, con la perspectiva en consonancia a la forma, resultaba interesante, pero no mucho más.
Y por último he visto a la última de todas, una niña acompañada por su progenitora y su abuela que también se había decidido por la misma casa, tenía un maletín al lado con tubitos de diferentes colores perfectamente ordenados, limpitos. Ella miraba el objetivo a través de sus gafas y daba pequeñas pinceladas, concentrada, despacito, no he tardado mucho en irme, no quería molestarla, aunque he esperado hasta que se han ido cuatro perroflautas rientes, cosa de poco, estos fulastres sólo viven para reír, la abuela ha respirado aliviada al verlos marchar y me ha mirado sonriendo...
El mejor, el único, el primero.
Se trata de pintar, no de dibujar, que ya somos muy grandes.
Y es que un brochazo bien dado dice más que quinientas pinceladas.