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Berebere

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Una empresa viguesa prueba en Portugal el cultivo de percebe

Instala una batea en Vila de Conde al no recibir respuesta en Galicia

Hace un siglo, el mejillón y el percebe se extraían de la misma forma: a mano, saltando sobre las rocas. Cien años después, en torno al bivalvo ha surgido toda una parafernalia que ha mecanizado el trabajo y su cultivo hasta lo indecible, mientras que el el crustáceo se sigue explotando igual: a saltos sobre las rocas y con una clara sobreexposición al riesgo.

Ese, el de la peligrosidad de los percebeiros, es uno de los pilares sobre los que el Grupo Folgar ha sustentado el proyecto Evolucionando con el percebe, que en una primera lectura podría decirse que consiste en cultivar crustáceo de similar manera a la que se emplea con el mejillón. «Ningún trabajo debe significar el riesgo de una vida», proclama Juan Folgar, director de una iniciativa que ya acumula varios círculos concéntricos en su tronco, pues hunde sus raíces en 1989.

Si la seguridad es un cimiento importante del proyecto, los descartes que se producen en la explotación del recurso son otro de los argumentos que justifican la apuesta del grupo Folgar por la cría de percebe en su medio natural. Los percebeiros extraen a eito. Bastante tienen con esquivar las olas como para tener que estar realizando una extracción selectiva. Así que a golpe de rasqueta viene tanto percebe de talla comercial, como cría que se desecha. Y esa no es la única mortandad que se registra en el proceso. En lonja, todavía se separan y tiran los ejemplares de menor talla comercial.

Con esas dos premisas y la comprobación de que se pierden millones y billones de larvas, el Grupo Folgar ha desarrollado sobre el papel toda una ingeniería percebeira con la que ahora está experimentando en Vila do Conde, en Portugal.

¿Portugal? Sí. El proyecto nació en Galicia y para Galicia, pero solo Portugal le ha puesto un puente de plata. Juan Folgar explicó que la apatía con la que recibió la propuesta la Administración gallega choca frontalmente con el entusiasmo de los portugueses, que dos meses después de haber recibido el proyecto lo bendijeron con el permiso de la cofradía, del ayuntamiento y del organismo equivalente a la diputación provincial, además de obtener la concesión de una parcela para acuicultura de percebe y el estudio del oleaje.

Las perceberas

Para criar el crustáceo en su hábitat natural, el Grupo Folgar ha diseñado lo que denomina perceberas: unas estructuras metálicas sumergibles, que en su interior llevan una serie de mástiles cuadrados de fibra interior y que están chapeados de piedra por su exterior. Tienen 5 metros de altura, que corresponde con sus márgenes de cresta de ola con el recorrido intermareal de la costa, y 300 milímetros de ancho. Ese es el artilugio base al que se le dan varias funciones. Una es la de recoger la cría, por lo que se las denomina perceberas captacría o ladronas, directamente, que tienen como función recoger esas larvas que se pierden porque durante sus primeros tres días de vida son arrastradas por las corrientes y las olas. Estos artilugios se instalarían en las playas, donde varan esas larvas desorientadas o en las inmediaciones de las perceberas de engorde.

Para reproducirse mejor

En estas últimas se instalan los mástiles con el percebe ya de tamaño juvenil y se instalan en las zonas más ricas en plancton, con el objetivo de obtener una media mínima de 25 o 30 kilos de percebe de buena calidad por metro cuadrado. Si en el caso del mejillón hay un proceso intermedio que es el desdoble, en el caso del percebe también hay dos etapas intermedias, una en enero y otra en junio, para retirar mejilla, algas, gusanos y demás individuos que puedan dificultar la fecundación de una especie hermafrodita y muy activa sexualmente.

Más inventiva: la percebera en espera o factoría flotante. Es la estructura más parecida a una batea de mejillón y sería una plataforma en la que se colocarían los mástiles previamente retirados de las jaulas de engorde y que estaría dotada de maquinaria y aparatos hidráulicos para elevar los pilares, extraer el producto de talla comercial, volver a introducir el mástil en el agua y, sobre todo, de un sistema que recrea la oxigenación que se produce por oleaje en el medio natural. Porque esa es otra. Si el molusco jovenlandés no es de la calidad del gallego siendo la misma especie es, precisamente, por la espuma del batido que forma el mar al estamparse contra las rocas.

Esta batea eliminaría los riesgos de tener que salir al mar en las épocas de más temporales, pues permitiría disponer de producto a demanda y, especialmente, en las épocas en las que más se cotiza la especie: en Navidades.

Para evitarse este último paso, el grupo Folgar también ha diseñado un barco percebero, que, como uno bateeiro, está dotado de los elementos necesarios para izar y bajar los mástiles, hélices en proa y popa, quilla adaptada...

¿Y la inversión? Folgar, que como empezó sus trabajos con las pesetas calcula aún en esa moneda, señala que se precisan cien millones (600.000 euros), pero sostiene que en un año está rentabilizada la inversión, puesto que se pueden producir 16 toneladas de percebe a 80 euros.
 
Supuestamente si haces una mejora productiva tambien debería repercutir en el bolsillo del consumidor, no?

Hay los suficientes precedentes para saber cómo se comporta el mercado en estos casos. El percebe es de los pocos que quedaban exclusivamente extractivo.

Dependiendo de la calidad final así como de si el sistema puede patentarse (excluir competencia inicialmente), pueden llegar a ser más caros que los extractivos.
 
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