Preparacionismo: Un paraíso olvidado

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La España vaciada donde no te imaginas: el pueblo más pequeño de Madrid se oculta en un paraje único​

  • Este pueblo solo tiene 40 habitantes que viven de forma permanente
  • La mayor parte de la población supera ya los 65 años de edad
  • Es una de las grandes fuentes de Madrid y se encuentra rodeado de bosque
La Acebeda pueblo Madrid demografía vista aire
Vista aérea de La Acebeda, Comunidad de Madrid



Oculto entre las montañas y casi imperceptible desde cualquier punto, se halla un pueblo de la España vaciada donde no te imaginas. Un municipio que está desapareciendo poco a poco pese a encontrarse en un entorno privilegiado, rodeado de fuentes de agua naturales que no se secan nunca, bellos bosques de robles, castaños y pinos, y grandes cantidades de setas (en otoño, claro). Pero, sobre todo, sorprende su despoblación porque Madrid capital se encuentra a menos de una hora. Aunque parece sorprendente, la ciudad y región más densamente pobladas del país tienen una pequeña España vaciada en su interior. Dentro de la misma destaca un pueblo que en sus mejores tiempos llegó a tener más de 300 habitantes, pero que hoy es el municipio con mayor riesgo de desaparición en la Comunidad de Madrid: La Acebeda.

La sierra norte de Madrid, conocida popularmente como 'sierra pobre', aglutina a los 20 municipios menos poblados de toda la región. Es más, si se analiza la densidad de población de esta zona del norte de Madrid se puede comparar perfectamente con la de Castilla y León o Extremadura. Aunque la sierra norte representa el 16% de todo el territorio de la Comunidad de Madrid, solo supone el 0,45% de la población, poco más de 30.000 habitantes. La Acebeda, Madarcos, La Hiruela, Horcajo de la Sierra-Aoslos... son esos pueblos 'olvidados' que conforman la España vaciada de Madrid.

Aunque muchos de ellos no llegan a los 200 habitantes, La Acebeda es el gran representante de esta pequeña España vaciada y sus necesidades. El municipio tiene tan solo 67 habitantes empadronados, de los cuales viven de forma habitual en el municipio unos 40. De estos 40 'supervivientes', más de 30 superan los 65 años y solo uno es menor de edad (una niña de 13 años). Para analizar y comprender esta devastadora situación demográfica quedamos con Gustavo Martín, alcalde de La Acebeda.

El camino desde Madrid es corto. Parece mentira que solo unas decenas de minutos después de haber dejado atrás las cuatro torres, se abra ante nosotros un paisaje tan diferente. Aunque el pueblo no se puede divisar desde ningún punto de la A-1, puesto que se encuentra oculto entre las montañas (sería necesario un dron para verlo), una vez que se coge el desvío solo tardamos 10 minutos en llegar. El frondoso bosque de robles que adorna la carretera secundaria y nos conduce hacia La Acebeda, ya deja entrever algo de la magia de este pueblo. Este es uno de esos municipios a los que solo se puede llegar adrede, no están en medio de ningún camino hacia alguna parte, sino que es el lugar donde 'muere' una carretera secundaria. Una vez en el pueblo la única opción es o volver sobre tus pasos o seguir hacia adelante a través de una cañada real que va directa al monte.

Gustavo nos recibe en La Posada de los Vientos, uno de los pocos negocios que permanecen abiertos en el municipio. Dentro del establecimiento se encuentran, precisamente, algunos de los escasos cebedeños que aún no han superado los 65 años y la única niña del municipio. Estos 'jóvenes' se pueden contar con los dedos de una mano. Gustavo explica con cierta preocupación que, si la situación no cambia, La Acebeda está condenada a desaparecer, dado que la edad media del municipio es muy elevada, si no hay un reemplazo, el municipio quedará vacío más pronto que tarde. Aunque los cebedeños son longevos (varios habitantes superan los 95 años), no durarán para siempre.

¿Por qué no crece La Acebeda?​

¿Cómo puede ser que un pueblo en un paraje de ensueño y al lado de la capital de España esté en 'peligro de extinción'? La Acebeda no solo tiene el 'título' de municipio con menos habitantes de Madrid, también ostenta el dudoso 'honor' de ser el único pueblo sin una Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR). En pleno siglo XXI, en la región con mayor renta per cápita de España, las aguas sucias de los cebedeños van directamente al río. No obstante, el alcalde resta importancia a este hecho porque "somos solo 40 habitantes fijos, por lo que no tiene un impacto medioambiental notable, estas aguas no llegan ni al Madarquillos (un pequeño río que tras*curre por debajo de La Acebeda)". Sin embargo, la ausencia de una depuradora se ha convertido en una especie de trampa para el municipio. Sin esta instalación no puede crecer.

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Fuente de La Acebeda

Sin una depuradora, la ley no permite la apertura de nuevos negocios, "ni nuevas licencias de primera ocupación", recalca el alcalde. Aunque estos pueblos son una oportunidad para intentar sortear la crisis de vivienda que sufre Madrid, en La Acebeda no se pueden habitar nuevas viviendas, "porque las normas obligan a que haya un sistema de depuración, nosotros no podemos construir una depuradora, no es nuestra competencia, es competencia del Canal de Isabel II. De modo que no podemos hacer ningún desarrollo pese a que tengo cientos de candidatos que querrían vivir en La Acebeda", asegura Martín.

"Hay muchas normas, miles, parece asombroso, pero esto es lo que impide que nos desarrollemos... es absurdo las contradicciones de las normas, nos ponemos normas que nosotros mismos no podemos cumplir... a veces da la sensación de que no quieren que nos desarrollemos", argumente Gustavo Martín de forma un tanto enigmática. Da la sensación de que existe una especie de pacto velado o ley no escrita para que partes de la sierra norte no se desarrollen.

El poder del agua​

¿Por qué iba a suceder esto? Esta comarca serrana tiene dos tesoros: el agua y la naturaleza. Ambos incompatibles con la masificación. Los bosques que rodean pueblos como La Acebeda cuentan con especies protegidas como el buitre neցro, el águila real, águila imperial... e incluso el lobo ibérico. Dos manadas de lobos pueblan estos montes, generando cierta irritación entre los ganadores.

No solo eso, la sierra norte es la gran fuente de Madrid, el manantial inagotable que da de beber a toda la región. El principal río de la Sierra Norte es el Lozoya, aunque es cierto que allí también nace el Jarama (en la cumbre de Las Tres Provincias, conocida como Peña Cebollera). El curso del Lozoya se ve interrumpido por cinco embalses interconectados (Pinilla, Riosequillo, Puentes Viejas, El Villar y El Atazar), lo que le confiere una importancia vital como fuente de suministro de agua para toda la Comunidad de Madrid. José Antonio Sánchez Serrano, Viceconsejero de Presidencia y Administración Local, venía a reconocer hace unos meses la importancia de esta zona por el agua. Esta zona es el origen del agua y permite que ocho millones de personas puedan usar agua potable de altísima calidad, por lo que no conviene que la sierra norte esté densamente poblada.

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Una calle de La Acebeda

Pero no solo eso. El alcalde nos explica con cierta pesadumbre que en los 16 meses que lleva en su puesto ha tenido que hacer un máster de burocracia, cualquier paso se topa con varias normas y requerimientos, pese a que el Ayuntamiento de La Acebeda solo cuenta con una funcionaria y no tiene siquiera un técnico para lidiar con toda esa burocracia. Al final cada paso se eterniza e impide un desarrollo eficaz. "La Acebeda es lo que es, no tenemos técnicos en administración, tenemos una incapacidad técnica para resolver muchos asuntos... al final es como si yo fuese técnico, ingeniero, urbanista, abogado... para salir adelante necesito muchas horas y pasión... al final tenemos que luchar, porque si no hacemos todo esto nos va a pasar lo mismo que está sucediendo en Castilla y León o en Castilla La-Mancha, que tienen regiones y comarcas que se mueren".

Este alcalde no quiere que su pueblo se convierta en sierra oeste, mucho más poblada y masificada, simplemente que la población residente aumente en unas 50 o 100 personas más: "Yo quiero que todo esté allanado para que en el año 2027 haya otras 30 personas más, pero para ello es necesaria la depuradora, un plan de vivienda, que haya un agente privado pueda construir ocho o diez casas, aquí hay demanda, pero no podemos dejar que habiten el pueblo". Además, Martín quiere que sean personas relativamente jóvenes y que quieran establecerse aquí para echar raíces. "Queremos que haya abierto todos los días un bar, por ejemplo, luego tú decides si vas o no, pero que la opción esté ahí... la soledad buscada es maravillosa, lo difícil es la soledad forzada", sentencia Gustavo.

El bar de la Plazuela había estado durante años abierto de forma permanente, siendo una suerte de centro neurálgico del pueblo. Es un bar a la vez que una especie de tienda, que además vende una de las mejores mieles de roble de Madrid. Desde el fallecimiento de Paca, que regentaba el establecimiento, abre solo los fines de semana y a veces ni eso.

El final que nadie quiere para La Acebeda​

Martín nos explica resignado que no quiere ver a La Acebeda convertido en un pueblo de dos vecinos enfadados entre ellos porque son de dos familias enfrentadas, como sucede en muchos municipios de las regiones de la España vaciada. "Si no cambian las cosas, podemos sufrir esto", apostilla el alcalde. No obstante, la situación ha mejorado gracias a la llegada de la fibra y los servicios 'móviles': "El médico viene los lunes unas horas, el viernes viene la enfermera, la furgoneta del pan viene todos los días y pita cuando llega, los congelados y el frutero vienen también todas las semanas".

El alcalde cree que para mantener viva a La Acebeda se necesita la depuradora que dé acceso a la construcción de nuevas viviendas y negocios, "hay gente que sabe lo que hay que hacer, no queremos llegar a ser la sierra Oeste, no queremos ser Villalba ni Pozuelo, no queremos ni siquiera ser un pueblo de 1.000 habitantes, La Acebeda no puede soportarlo, pero sí puede soportar 100". Con esto sería suficiente para que el municipio contase con la sabia nueva que necesita para sobrevivir.

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La iglesia de La Acebeda

Tras una charla intensa y enriquecedora abandonamos La Posada de los Vientos, recorremos las pocas calles del municipio, vacías y con un sonido de fondo que caracteriza a este municipio: el agua corriendo. La Acebeda es un pueblo lleno de regueras y manantiales que no se secan que nunca. El agua corre por las calles sin descanso, generando un 'ruido' de fondo que solo es interrumpido el agitado cantar de los rabilargos (uno de los córvidos más comunes de la sierra).

Embaucados por esta relajante melodía natural, tomamos unas fotos de las casas, de la legendaria fuente del municipio, donde acuden centenares de personas a coger agua con garrafas... todo está tranquilo, hasta que un par de voces nos interpelan directamente y nos llaman la atención. Dos vecinos residentes que superan los 70 años nos preguntan con cierto recelo por qué hacemos fotos a sus paredes y huertos. Tranquilamente, les explicamos que somos periodistas y que estamos en La Acebeda porque es el municipio con menos habitantes de Madrid y ello merece la atención mediática. Con cara de asombro e incredulidad nos dicen que "el municipio con menos habitantes de Madrid es Madarcos (otro pueblo de la sierra norte a escasos kilómetros)". Les explicamos que ya no es así, Madarcos ha sido históricamente el pueblo más 'pequeño', pero desde hace un par de años tiene más habitantes que La Acebeda. Entre risas, los dos vecinos (nos confirman que son residentes fijos), se dan la mano y dicen: "Ya somos campeones".
Con menos felicidad en la cara nos explican que la vida en La Acebeda siempre ha sido dura, aunque ahora con las viviendas modernas, la calefacción, internet y las carreteras es todo más sencillo. Sin embargo, hace 40 o 50 años, la vida era muy diferente, "los inviernos teníamos siempre varias palas al lado de la puerta de casa. El deporte en invierno era quitar nieve y abrir caminos para ir a echar de comer al ganado. Ahora ya no nieva ni la mitad que entonces", no explican estos señores. Uno de ellos asegura que ha intentado vivir del campo durante muchos años, pero el ganado es muy sacrificado, no hay vacaciones: las vacas tienen que comer todos los días, paren de madrugada, enferman y requieren mucha atención para un beneficio muy pequeño. "Cuanto más dinero metíamos, menos sacábamos", no explica este vecino, que ahora vive más tranquilo con su pensión. Entre risas, los dos jubilados nos piden que nos marchemos, que si por ellos fuera se quedaban todo el día contándonos 'batallitas', no hay nadie más a quien contarlas en el pueblo, pero entienden que tenemos trabajo y hay que volver a Madrid.

Cogemos el coche para realizar el único camino que se puede hacer desde La Acebeda, ese pueblo en el que parece que termina el mundo, el camino de vuelta a Madrid. Nos alejamos de las casas de piedra poco a poco, el cielo está lleno de buitres neցros cogiendo las corrientes de aire caliente para elevarse de forma majestuosa sobre el cielo. A la espalda queda La Acebeda, un pueblo mágico pegado a la capital, pero que paradójicamente se encuentra en 'peligro de extinción'.

 
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