Un infierno en una casa de A Coruña: violó a su sobrino con parálisis cerebral, a su hijo y a su mujer, a la que maltrató durante 19 años

david53

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La Audiencia de A Coruña impone a un «monstruo» 23 años de guandoca, la misma pena que con la que se castiga a un malo

10 oct 2023. Actualizado a las 17:21 h.

El tribunal de la Audiencia Provincial de A Coruña dice en la sentencia que lo vivido por una familia en un piso de A Coruña durante 19 años fue mucho más que «un infierno». En eso convirtió un hombre el hogar de una mujer y sus tres hijos que ahora fue condenado a 23 años de prisión —la misma pena que se impone a los asesinos— por violar y maltratar a su esposa sin descanso en el tiempo que duró el matrimonio.

La víctima nunca lo denunció y se curaba las heridas en casa, sin ir al hospital. Hasta que en mayo del 2019, su hijo de 17 años le confesó que su padre lo llevaba violando desde que era pequeño. La progenitora, al escuchar eso, corrió a denunciarlo. Y lo contó todo.

Este individuo que ahora tiene 52 años ya había sido condenado en el 2006 por violar a un sobrino con parálisis cerebral. Estuvo por ello cinco años en la guandoca. Ya en el 2021, fue sentenciado a 15 años por agredir sexualmente a su hijo. Y ahora, se suman 23 años más por maltratar y abusar de su esposa.

Así relata el juez los hechos en el fallo: «En los últimos años de convivencia el comportamiento del acusado se orientó a reafirmar su superioridad respecto a su mujer y a sus propios hijos. Para ello, empleaba violencia física y verbal en todo tipo de situaciones, logrando crear de este modo en el núcleo familiar un estado constante de miedo y sumisión».

Esta situación se agravó a partir de mayo del 2018, cuando el acusado «empezó a insistir en los requerimientos a su pareja para que se plegase a sus exigencias sensuales, pese a que ella le manifestase en ocasiones su voluntad contraria a mantener relaciones, de forma clara y reiterada. Ante tal negativa, el reaccionaba llamándola fruta e inútil, con el evidente afán de despreciarla y humillarla, golpeándola o rompiendo objetos, resultándole indiferente que sus hijos estuvieran presentes», añade el magistrado.

Dentro de este marco hay que destacar los siguientes hechos: «En una fecha no determinada entre finales del 2018 y comienzos del 2019, cuando estaban ambos en la vivienda familiar, el acusado reaccionó dirigiéndose a su esposa con palabras como las ya indicadas y levantando el puño. Ella, para evitar ser golpeada como en otras ocasiones, le practicó una felación.

En marzo del 2019, cuando estaban en el salón del domicilio en compañía de sus hijos, le propinó un fuerte bofetón a su mujer cuando tenía en sus brazos al menor de sus hijos. El 24 de marzo del 2019, el procesado envió mensajes y llamó por teléfono a la víctima para que le remitiese alguna fotografía propia desnuda. Ante su insistencia, viendo su perceptible enojo por no lograr satisfacer sus deseos y ante el temor que le infundía una previsible reacción violenta, lo hizo.

Pese a ello, cuando el hombre llegó a casa no dudó en entrar la habitación donde la esposa jugaba con sus hijos, agarrarla violentamente de un brazo, llevarla hasta el salón y comenzar a golpearla en el sofá con bofetadas y cabezazos, a la vez que le decía "fruta, estás teniendo sesso con otros". Entre los meses de marzo y abril del 2019, el acusado remitió, sin el permiso de su pareja, a otra mujer, fotos de carácter íntimo de ella que tenía en su poder (tomadas como consecuencia de las exigencias antes descritas), actitud con la que reafirmaba frente a terceros el menosprecio que sentía hacia la progenitora de sus hijos por su condición femenina».


Una vez que la mujer denunció tras escuchar de su hijo que también él era víctima, el acusado le envió mensajes que decían «tu pesadilla comienza ahora y no por que amenace o insulte, sino porque tú lo has querido. Voy a por todas. Que te joroben inútil, no sabes ser pareja y menos progenitora. Te voy a enterrar».


Llegados al juicio celebrado el mes pasado, el acusado mantuvo un relato exculpatorio que consistió en la pura negación de cualquier actuación ilícita, «pretendiendo una relación familiar idílica en la que su mujer adoptaba las decisiones y en la que no había acto de agresión o intimidación de ninguna clase. Su relato es puramente reactivo, repetitivo y sin otro viso que el de eludir la acusación, dejando en muchas ocasiones preguntas sin respuesta o dando una absolutamente genérica, lo que le priva de cualquier solidez exculpatoria
 
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