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Madmaxista
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04.08.22 - Zimbabue - Inter Press Service
Reki Jimu, muestra un contenedor de medicamentos antirretrovirales a los miembros del grupo de apoyo para el VIH/sida en el hospital de Chitungwiza, una ciudad cercana a la capital de Zimbabue. (Imagen de Jeffrey Moyo/IPS)
En 2001, cuando Reki Jimu tenía 30 años, su esposa murió con tan solo 27. Este agricultor zimbabuense, que ahora tiene 51 años, contó que dos hijos de la pareja murieron prematuramente. Ambos tenían poco peso y eran frágiles, aunque la pareja había tenido antes una niña, Faith, que ahora tiene 29 años y es progenitora de tres hijos.
Jimu nació en la provincia de Mashonaland Central, en la finca de cítricos de Mazowe, y su hogar rural se encuentra en la zona de Mukumbura, en el pueblo de Chigawo.
Dos años después de que su mujer, Tendai Goba, muriera tras una larga enfermedad, que según él mermó su peso, Jimu se sometió a la prueba del VIH y resultó ser positivo.
“Mi mujer Tendai murió en 2001, sucumbiendo al sida, aunque entonces no teníamos pruebas de que lo padeciera. Tenía sarcoma de Kaposi, un cáncer asociado al sida”, dijo Jimu a IPS.
Su diagnóstico no apagó su afán de vivir, aunque se encontró con mucha falta de respaldo por parte de familiares, amigos y colegas.
“Cuando empecé a perder peso, la gente decía que estaba siendo hechizado por mi hermano, del que decían que tenía duendes que me chupaban la sangre”, dijo Jimu sobre los mitos negativos que envuelven el VIH.
Las burlas empezaron cuando su mujer y sus dos hijos aún vivían.
Contó que “algunos especialmente críticos fueron incluso contundentes en sus declaraciones durante los primeros días en los que mi mujer estaba enferma, cuando nuestros hijos estaban vivos. La gente decía que mis hijos estaban muy delgados porque tenían sida”.
“Nosotros escuchábamos esto y nunca respondíamos nada. Pero, por supuesto, nuestros hijos murieron prematuramente porque todos tenían poco peso, (pero) antes de que supiéramos que tenían el VIH”, añadió Jimu.
Pero felizmente, dijo Jimu, la hija de la pareja, que nació antes de que los dos contrajeran el VIH/sida, ha seguido viviendo sin la enfermedad y ahora es progenitora.
Sin embargo, Jimu, a pesar de quedarse viudo tan joven, de la fin de sus dos hijos y de tener VIH, Jimy nunca ha renunciado a la vida.
Ahora reside en Chitungwiza, una ciudad a 25 kilómetros al sureste de Harare, la capital de Zimbabue, y en 2003, poco después de dar positivo en la prueba del VIH, Jimu comenzó a tomar el tratamiento antirretroviral, y eso le ha permitido seguir sin problemas durante casi dos décadas.
De hecho, durante casi dos décadas, Jimu ha convivido con el VIH/Sida, gracias a no fallar en seguir el tratamiento antirretroviral. Y eso, además, hace que sienta que su vida es como la de cualquier persona sana.
“¡Mira que buen aspecto tengo! Nadie puede decir que soy seropositivo. Nadie puede decir que estoy tomando medicamentos antirretrovirales, a menos que yo mismo se lo diga”, se jacta Jimu.
En 2007, Jimu se convirtió en el fundador, líder y pastor de la Red de Fraternidad Cristiana, un grupo de apoyo que, según él, se ha vuelto fundamental para apoyar a las personas que viven con el VIH y el sida en Chitungwiza.
Gracias a la ayuda de los grupos de apoyo al VIH/sida, Jimu dijo que se casó de nuevo un año después de haber dado positivo.
Francisca Thomson, su segunda esposa de la misma edad que él, también vive con el VIH. “Francisca es mi reina, una chica muy guapa, te lo aseguro, y somos muy felices juntos”, presumió Jimu.
Jimu dijo que él se ha convertido en un faro de esperanza para muchos que viven con el VIH.
Afirmó que se abrió a contar su condición de seropositivo en una época en la que la gente detestaba a las personas como él y en la que el estigma del VIH/sida estaba muy extendido.
“Soy una de esas personas que solían aparecer en la televisión nacional en un clip publicitario sobre el VIH/sida en el que decía que no había cruzado el semáforo en rojo, que era un pastor y que era seropositivo, anuncios que estaban patrocinados por los Servicios de Población Internacional”, dijo.
Jimu, que ahora es un conocido luchador contra el VIH/sida en Zimbabue, no puede ocultar su gratitud al Hospital General de Chitungwiza, que, según él, le tras*formó en lo que es hoy: un constante educador sobre el VIH/sida.
En Zimbabue, un país de 14,5 millones de personas, hay cerca de 1,4 millones de personas que viven con el VIH/sida.
El activista asegura que ser seropositivo no lo hizo aislarse, sino que por el contrario le llevó a ser “un ardiente defensor” de otros muchos en su misma situación.
“Ahora soy muy activo ofreciendo servicios de asesoramiento y orientación espiritual a muchos que acaban de dar positivo en la prueba del VIH y me ven con la mentalidad positiva que tengo. Muchos se están adaptando rápidamente a su condición de seropositivos y siguen adelante con sus vidas”, dijo Jimu.
Sin embargo, reconoció que no fue fácil llegar a ese punto positivo donde está ahora.
A lo largo de los años se ha enfrentado a la estigmatización y muchas personas de su entorno se sentían asqueadas por el mero hecho de verle enfermo.
De hecho, los propietarios del lugar donde vivía lo desalojaron rápidamente cuando se enteraron de que era seropositivo.
En muchas casas en que he sido inquilino, me daban rápidamente avisos para que me fuera porque la gente tenía miedo de vivir conmigo pensando que un día me despertaría muerto en sus casas o los infectaría con el VIH”, contó el activista.
“Oía a la gente cotillear sobre mi enfermedad, algunos decían que ahora era un esqueleto en movimiento, otros me instaban a visitar a los profetas para que me curasen, otros decían que debía volver al pueblo y morir allí”, recordó Jimu.
Sin embargo, con el paso de los años, las cosas han mejorado y Jimu afirma que sus familiares han empezado a abrazarle, después de años de enfrentarse a las burlas y la discriminación de sus parientes.
“Ser aborrecido y discriminado era lo que había encontrado en la iglesia, el trabajo y muchos otros lugares. En muchas reuniones a las que asistíamos con mi difunta esposa, nos hacían ocupar los asientos de atrás porque la gente se avergonzaba de que ocupáramos los asientos de delante, obviamente avergonzados de nuestro aspecto por los signos de enfermedad que teníamos”, recordó Jimu.
Pero todo eso ya es cosa del pasado.
Como cada vez más personas que viven con el VIH empiezan a encontrar más fácil vivir con la enfermedad, Jimu tiene un mensaje para ellos.
“Insto a las personas seropositivas a que tomen su medicación durante los tiempos prescritos sin dejar de hacerlo, incluso cuando sientan que ya están sanos y en forma”, dijo.
Y también tiene un mensaje muy parecido para los que están a punto de casarse.
“También insto a las parejas a que se hagan la prueba del VIH antes de mantener relaciones sensuales. Si uno de ellos da positivo, los expertos sanitarios pueden ayudarles a llevar una vida sana sin infectarse mutuamente con la enfermedad, dijo Jimu.
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Su diagnóstico no apagó su afán de vivir, aunque se encontró con mucha falta de respaldo por parte de familiares, amigos y colegas.
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Las burlas empezaron cuando su mujer y sus dos hijos aún vivían.
Contó que “algunos especialmente críticos fueron incluso contundentes en sus declaraciones durante los primeros días en los que mi mujer estaba enferma, cuando nuestros hijos estaban vivos. La gente decía que mis hijos estaban muy delgados porque tenían sida”.
“Nosotros escuchábamos esto y nunca respondíamos nada. Pero, por supuesto, nuestros hijos murieron prematuramente porque todos tenían poco peso, (pero) antes de que supiéramos que tenían el VIH”, añadió Jimu.
Pero felizmente, dijo Jimu, la hija de la pareja, que nació antes de que los dos contrajeran el VIH/sida, ha seguido viviendo sin la enfermedad y ahora es progenitora.
Sin embargo, Jimu, a pesar de quedarse viudo tan joven, de la fin de sus dos hijos y de tener VIH, Jimy nunca ha renunciado a la vida.
Ahora reside en Chitungwiza, una ciudad a 25 kilómetros al sureste de Harare, la capital de Zimbabue, y en 2003, poco después de dar positivo en la prueba del VIH, Jimu comenzó a tomar el tratamiento antirretroviral, y eso le ha permitido seguir sin problemas durante casi dos décadas.
De hecho, durante casi dos décadas, Jimu ha convivido con el VIH/Sida, gracias a no fallar en seguir el tratamiento antirretroviral. Y eso, además, hace que sienta que su vida es como la de cualquier persona sana.
“¡Mira que buen aspecto tengo! Nadie puede decir que soy seropositivo. Nadie puede decir que estoy tomando medicamentos antirretrovirales, a menos que yo mismo se lo diga”, se jacta Jimu.
En 2007, Jimu se convirtió en el fundador, líder y pastor de la Red de Fraternidad Cristiana, un grupo de apoyo que, según él, se ha vuelto fundamental para apoyar a las personas que viven con el VIH y el sida en Chitungwiza.
Gracias a la ayuda de los grupos de apoyo al VIH/sida, Jimu dijo que se casó de nuevo un año después de haber dado positivo.
Francisca Thomson, su segunda esposa de la misma edad que él, también vive con el VIH. “Francisca es mi reina, una chica muy guapa, te lo aseguro, y somos muy felices juntos”, presumió Jimu.
Jimu dijo que él se ha convertido en un faro de esperanza para muchos que viven con el VIH.
Afirmó que se abrió a contar su condición de seropositivo en una época en la que la gente detestaba a las personas como él y en la que el estigma del VIH/sida estaba muy extendido.
“Soy una de esas personas que solían aparecer en la televisión nacional en un clip publicitario sobre el VIH/sida en el que decía que no había cruzado el semáforo en rojo, que era un pastor y que era seropositivo, anuncios que estaban patrocinados por los Servicios de Población Internacional”, dijo.
Jimu, que ahora es un conocido luchador contra el VIH/sida en Zimbabue, no puede ocultar su gratitud al Hospital General de Chitungwiza, que, según él, le tras*formó en lo que es hoy: un constante educador sobre el VIH/sida.
En Zimbabue, un país de 14,5 millones de personas, hay cerca de 1,4 millones de personas que viven con el VIH/sida.
El activista asegura que ser seropositivo no lo hizo aislarse, sino que por el contrario le llevó a ser “un ardiente defensor” de otros muchos en su misma situación.
“Ahora soy muy activo ofreciendo servicios de asesoramiento y orientación espiritual a muchos que acaban de dar positivo en la prueba del VIH y me ven con la mentalidad positiva que tengo. Muchos se están adaptando rápidamente a su condición de seropositivos y siguen adelante con sus vidas”, dijo Jimu.
Sin embargo, reconoció que no fue fácil llegar a ese punto positivo donde está ahora.
A lo largo de los años se ha enfrentado a la estigmatización y muchas personas de su entorno se sentían asqueadas por el mero hecho de verle enfermo.
De hecho, los propietarios del lugar donde vivía lo desalojaron rápidamente cuando se enteraron de que era seropositivo.
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Sin embargo, con el paso de los años, las cosas han mejorado y Jimu afirma que sus familiares han empezado a abrazarle, después de años de enfrentarse a las burlas y la discriminación de sus parientes.
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